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Henry: Retrato de un asesino

Thriller. Terror Henry Lee Lucas tuvo una infancia muy desgraciada y acabó en la cárcel por acuchillar a su madre. Una vez en libertad, se convierte en un asesino que escoge a sus víctimas al azar y cada vez utiliza un método distinto con el fin de no ser descubierto. Otis, un tipo que conoció en prisión, es su cómplice. Un día llega Becky, la hermana de Otis, y se queda a vivir con ellos. Pronto entre ella y Henry surge un sentimiento mutuo de ... [+]
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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
18 de septiembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Henry retrato de un asesino no es una película al uso. La aureola de película de culto está más que merecida. Pese a que la obra ganó el gran premio del festival fantástico y de terror de Sitges y que encontramos asesinatos, sangre, y un efecto perturbador muy cercano al terror, la película está bastante lejos de ser un slasher corriente de usar y tirar. Más bien la película debe compararse con las obras de Richard Fleischer (El estrangulador de Boston y el estrangulador de Rilllington Place) en las que lo que se priorizaba era el retrato psicológico de un personaje perturbado.

Y es que, John McNaughton, el director de la película, realiza una radiografía sobre un psicópata mental, Henry, tomando la cámara como si se tratará de un auténtico bisturí que realiza unos precisos cortes que nos muestran todo lo que pasa por su cabeza, y muchas veces sin recurrir a las palabras, sino que simplemente se nos muestra con imágenes o recursos no hablados (como el principio de la película, en la que se nos muestra un recorrido sangriento donde ya podemos ver la trayectoria criminal de nuestro protagonista). Es muy interesante en este aspecto señalar el talento de McNaughton, cuando en muchas ocasiones, en cuanto la escena reposa tranquilidad y no hay acción, la cámara que normalmente está alejada de la escena donde están ubicados los protagonistas, se acerca con un movimiento muy lento, de tal manera que casi parece imperceptible, y que dota a la película de una singularidad muy especial.

Hay que decir que la película goza de un aura muy personal. La frialdad de la película logra crear una atmósfera irresistible. Atrae y repele a partes iguales. La película logra imprimir un estilo tan seco, que consigue pegarse a la piel del espectador y seguramente se convierte en una de aquellas obras que se quedan por la mente durante diversos días, rondando en la cabeza y configurando pesadillas tétricas. No hay compasión alguna, ni por nuestro asesino (o más bien dicho, pareja de asesinos) ni por las víctimas, que parecen cuerpos fríos sobre los que el asesino deja su marca, como si pudiera moldearlos a su manera. No hay ningún apego porque el director de la película no concibe la obra como una obra que tenga que revelar un carácter apasionado (exceptuando algunas ocasiones, asesinatos mayormente) sino que el retrato de nuestro asesino intenta conseguir un grado de verosimilitud bastante alto. Para gran muestra tenemos la escena en que Henry miente de manera constante sobre sus orígenes criminales y la forma en la que mató a su madre, una secuencia que nos revela el carácter de manipulador del personaje.

La fotografía y la ambientación también son elementos indispensables para ayudar a componer el magnífico retrato de la película. La obra opta por un tono minimalista (no hay nunca un gran despliegue de medios, sino que los escenarios así como todo lo que se ve en la película sigue una tónica bastante austera) que ayuda a crear una atmósfera de opresión y de angustia. Los espacios abiertos sólo existen cuando nuestros protagonistas deciden escaparse en busca de alguna víctima inocente, pero cuando hay escenas de diálogos acostumbran a sucederse en espacios bastante cerrados (normalmente el edificio donde viven los tres protagonistas), con lo que se acrecienta de manera muy inteligente la opresión, creando una atmósfera en la que se puede palpar el ambienta malsano y desquiciado en el que tres mentes completamente idas hacen su acto de aparición.

También, sin duda alguna la fotografía es un aspecto que rema en completo favor de la película, logrando una gama cromática de colores fríos que va muy a favor de la película. En realidad, uno puede pensar que este aspecto está totalmente descuidado, y es cierto que en muchos momentos da la sensación de que se trata de una fotografía de bajo presupuesto, pero este tono naif esta seguramente buscado por el director, para darle un toque más realístico y a la vez degradante a la película.

El guión también opta por posiciones minimalistas. En contraposición con la exageración de muchas otras películas de asesinos, el objetivo principal de la obra no es mostrar torsos ensangrentados o litros de hemoglobina sin ton ni son, sino la construcción de un perfil psicótico de primer nivel. Por este motivo el rumbo que toma la película se acerca mucho a lo más previsible (se dan muchas señales para saber el destino final de la película), pero a la vez a lo más real, rozando en muchos momentos el tono documental, y por momentos uno puede dejar de pensar en la manida coletilla de basado en hechos reales.
También hay que decir que para que la película sea un auténtico éxito, es indispensable contar con la actuación de Michael Rooker, el cual encarna al personaje principal, un psicótico de primer nivel, clavando desde el primer minuto una actuación de asesino real que parece de lo más real que se ha visto en una película del estilo.
Kyrios
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10 de marzo de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente asistimos con regocijo a debuts de directores realmente notables. No voy a dar nombres ahora porque la lista sería muy larga. Sin darnos cuenta imaginamos una larga carrera de éxitos sin pensar que es mucho más difícil mantenerse que llegar. Nos situamos ahora en el caso inverso. Al visionar Henry: Retrato de un asesino de John McNaughton, ya tenemos toda una carrera dibujada y nuestro pensamiento en este caso es de lo que pudo haber sido y no fue. Tenemos que abstraernos de esto y gozar plenamente de una cinta realmente repulsiva y perversa. Escalofriante diría yo, rodada con desparpajo y, da la impresión, con total libertad. Es de esos casos que el buen cine independiente traspasa todas las barreras de la industria para convertirse en una obra mayor.

La historia es bien simple, habla de un asesino en serie y está basada en la vida del “angelito” Henry Lee Lucas. Hasta aquí nada nuevo. Lo que convierte en especial a Henry es su obsesión por asesinar aleatoriamente. Algo realmente difícil como sabemos. Ejecuta las muertes de diferente forma, manera y lugar. Por lo demás el retrato de este monstruo resalta, su falta de sentimientos a la hora de ejecutar las muertes, y la aparente normalidad de un personaje del cual poca cosa sabemos, solo que se cargó a su madre cuando tenía 14 años. A su lado tenemos a Otis, al que conoció en prisión y con el que comparte vivienda, y que tras un suceso algo macabro en las calles de Chicago, decide seguir a Henry en sus andanzas. La visita de Becky, hermana de Otis, huyendo de un fracaso sentimental enfrenta a Henry con algo con lo que no contaba.

Espeluznante cinta de John McNaughton en su debut como director. Además es co-guionista con Richard Fire y productor. Podemos afirmar que es un apuesta sumamente personal y nos imaginamos que quedó como hipnotizado con el personaje de Henry, decidiendo llevarlo a la pantalla de forma libre y un poco arriesgada, ya que fue censurada y no se pudo estrenar hasta cuatro años después. A esta aura macabra y tenebrosa contribuye sin duda la excelente fotografía de Charlie Lieberman y la indispensable música de Ronert McNaughton, Ken Hale y Steven A. Jones. Debido a su bajo presupuesto, McNaughton no dudó en utilizar a familiares y amigos y se da el caso de que una de las actrices secundarias, concretamente María Dimas, interpretó a tres personajes diferentes. Hablando de interpretaciones, destacar a los tres protagonistas: Michael Rooker, Tracy Arnold y Tom Towles. El primero de ellos, secundario de lujo en muchas películas, debutó también es este film recreando al asesino Henry y está memorable, su rostro impasible da una credibilidad asombrosa a un personaje de difícil caracterización. Los otros dos no le andan a la zaga. Tracy Arnold como cándida chica, enamoradiza e ingenua y Tom Towles dando vida a un personaje sucio, violento y repulsivo.

Estamos ante una obra imprescindible para todo aquel al que le guste degustar buen cine, hecho sin concesiones y de una manera auténtica. A pesar del tiempo transcurrido no ha perdido frescura y sigue impactando a pesar haber visto centenares de cintas más salvajes. Es algo que lleva marcado. Como un sello. El sello de la calidad.

http://www.terrorweekend.com/2013/02/henry-retrato-de-un-asesino-review.html
TerrorWeekend
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11 de diciembre de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi hace tiempo, y aunque recordaba muchas escenas, creo que me gustó más esta, que la primera.

El retrato de un asesino que aparentemente mata por placer, o por otra causa mucho más oscura, fuera de nuestro alcance. Tres personajes con poco que decir a los que avala una trayectoria oculta; en apariencia nada es lo que parece.

El perfil de un psicópata que se muestra contradictorio, ante unos pocos elementos que ayuden a calmar esa tensión seca que rodea este pequeño espacio sin margen.
ALIENTO
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28 de noviembre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algunas películas que te marcan para siempre. Henry es una de ellas. Hay muchas películas sobre asesinos pero ninguna como Henry. Quizás lo que más miedo da es que un psicópata es una persona corriente como tú y yo, una persona en apariencia normal pero que, evidentemente, no hace cosas normales. La frialdad, la amoralidad, la ausencia de sentimientos, la falta de empatía con las víctimas… me descoloca.
Desde que nacemos nos enseñan a reprimir la violencia, por eso cuando alguien la emplea nos quedamos sorprendidos y si encima la usa contra otras personas y sin motivos entonces ya no entendemos nada. Pero olvidamos que no somos seres angelicales sino animales evolucionados y que la violencia es innata a todos los animales tanto para defenderse como para atacar. Sólo que los humanos tenemos la capacidad de reprimirnos pero eso no nos hace mejores que el resto de los animales. Lo que quiero decir es que un asesino no es un monstruo, sino una persona que puede hacer cosas monstruosas, lo cual es muy distinto.
Cuando veo a Henry veo a un psicópata que me horroriza. Y no, no me gusta lo que hace pero no puedo dejar de seguir mirando. Me hipnotiza verlo asesinar y me asusta que todo lo que hace sea por puro placer. Que el dolor de las víctimas sea el placer del verdugo… Cuando pienso en un asesino pienso en Henry y eso dice mucho de la calidad de la película. Lo dicho, una película dura no apta para espectadores sensibles, aunque si te gusta la carne cruda, no lo dudes: éste es tu plato.
baskin 26
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3 de diciembre de 2008
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sanguinolenta crónica de un asesino en serie, mostrada con una crudeza que incluso hoy en día sigue estremeciendo por su violencia gratuita. Dentro de las películas de su género, sobresale por algunas escenas magistralmente rodadas que permanecen largo tiempo en la retina del espectador.
A pesar de la buena dirección, los diálogos quedan en segundo plano y a ratos se hace algo tediosa, acabando en un final ciertamente esperado pero no del todo resolutivo.
LO MEJOR: La crudeza con la que McNaughton muestra las escenas violentas.
LO PEOR: Algunos diálogos tediosos.
Richy
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