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Críticas ordenadas por utilidad
Serie
2011
David Benioff (Creador), D.B. Weiss (Creador) ...
21 de diciembre de 2011
36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fantasía épica tuvo en J.R.R. Tolkien su máximo exponente. El complejo mundo que creó, repleto de nombres, lenguas, razas y lugares, nunca ha tenido parangón ni nadie que pudiera igualarlo. George R.R. Martin, un prolífico escritor neojerseyano, ha tenido la genial desfachatez de intentar igualarlo con su saga "Canción de Hielo y Fuego". Si no fuera por la absoluta genialidad de Tolkien, lo habría logrado, pero no sería justo quitarle un merecido segundo puesto entre los autores más renombrados del género.
Las novelas de George Martin tienen una excelente representación en esta monumental serie de la cadena HBO, cuya primera temporada es poco menos que espectacular. Son 10 pequeñas muestras de buen cine repletas de detalles que la hacen única. Una experiencia digna de ver y disfrutar, con escenarios asombrosos, personajes bien definidos, historia apasionante y bien construida que atrapa sin compasión al espectador en su primer capítulo, y lo guía por los demás a base de intrigas y conspiraciones, todas ellas con un único fin: el trono de tronos, el que gobierna los siete reinos, en Desembarco del Rey.
El aire legendario que emana de la escenografía ayuda a elaborar las tramas y envía al espectador mensajes subliminales con los juegos de luces, colores y sombras: claroscuros azules en el Muro, color y naturaleza en la tierra de los Dothraki, luz y elegancia gótico-barroca en Desembarco del Rey, o un crepúsculo eterno en las nieves perpetuas de Invernalia.
Como en toda buena serie televisiva, los actores son los que mayor peso tienen. En "Juego de tronos" hay infinidad de actores de diversos calibres y no todos sobresalen, pero puestos a nombrar a alguno podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que Peter Dinklage es de los que más brillan, y así se demostró al ganar un Emmy por su labor como Tyrion Lannister.
Lo mejor que se puede ver en la televisión hoy en día. Mucho más que recomendable.
Las novelas de George Martin tienen una excelente representación en esta monumental serie de la cadena HBO, cuya primera temporada es poco menos que espectacular. Son 10 pequeñas muestras de buen cine repletas de detalles que la hacen única. Una experiencia digna de ver y disfrutar, con escenarios asombrosos, personajes bien definidos, historia apasionante y bien construida que atrapa sin compasión al espectador en su primer capítulo, y lo guía por los demás a base de intrigas y conspiraciones, todas ellas con un único fin: el trono de tronos, el que gobierna los siete reinos, en Desembarco del Rey.
El aire legendario que emana de la escenografía ayuda a elaborar las tramas y envía al espectador mensajes subliminales con los juegos de luces, colores y sombras: claroscuros azules en el Muro, color y naturaleza en la tierra de los Dothraki, luz y elegancia gótico-barroca en Desembarco del Rey, o un crepúsculo eterno en las nieves perpetuas de Invernalia.
Como en toda buena serie televisiva, los actores son los que mayor peso tienen. En "Juego de tronos" hay infinidad de actores de diversos calibres y no todos sobresalen, pero puestos a nombrar a alguno podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que Peter Dinklage es de los que más brillan, y así se demostró al ganar un Emmy por su labor como Tyrion Lannister.
Lo mejor que se puede ver en la televisión hoy en día. Mucho más que recomendable.
15 de noviembre de 2010
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertidísima parodia apenas enmascarada de la mítica serie de televisión Star Trek y de los famosos "trekkies", grupo considerado pionero de los actuales grupos de fans y casi tan conocidos como la misma serie.
"Galaxy Quest" (me niego a escribir el estúpido título español) trata de unos actores, famosos por una vieja serie de televisión de aventuras espaciales, que se dedican a asistir cansinamente a actos organizados por grupos de fans. De repente, se verán envueltos en una auténtica aventura espacial por culpa de unos extraterrestres afeminados y crédulos que creen que los episodios de la serie son documentos reales y les piden ayuda. Ello será motivo para que se sucedan las más disparatadas situaciones provocadas por unos actores que son obligados a ser héroes muy a su pesar.
Bastante simple en su argumento principal, su puesta en escena deja claro que no se trata de otra peliculilla cutre y hecha con más rapidez que arte. Los escenarios tienen el encanto de aquellos sets de los seriales de antaño, y a la misma vez comparten la espectacularidad de los momentos donde la ya mítica ILM hace acto de presencia. Además, se molestaron en contratar a otro grande de los FX, Stan Winston, que hizo un excelente trabajo como de costumbre.
Lo más logrado no son los chistes, ni las actuaciones, ni el guión... es la consistencia de la película como un todo bien enlazado y narrado, sin que decaiga el ritmo en ningún momento y manteniendo el entretenimiento en un buen nivel. Los actores no son de lo mejor, sobre todo con Tim Allen a la cabeza, pero siempre es un gozo ver a Sigourney Weaver y, sobre todo, a Alan Rickman en el que es, quizás, el papel más hilarante de su carrera, y estos pequeños ingredientes también alzan el filme por encima de un simple aprobado.
Una entretenida comedia que deja buen sabor de boca.
"Galaxy Quest" (me niego a escribir el estúpido título español) trata de unos actores, famosos por una vieja serie de televisión de aventuras espaciales, que se dedican a asistir cansinamente a actos organizados por grupos de fans. De repente, se verán envueltos en una auténtica aventura espacial por culpa de unos extraterrestres afeminados y crédulos que creen que los episodios de la serie son documentos reales y les piden ayuda. Ello será motivo para que se sucedan las más disparatadas situaciones provocadas por unos actores que son obligados a ser héroes muy a su pesar.
Bastante simple en su argumento principal, su puesta en escena deja claro que no se trata de otra peliculilla cutre y hecha con más rapidez que arte. Los escenarios tienen el encanto de aquellos sets de los seriales de antaño, y a la misma vez comparten la espectacularidad de los momentos donde la ya mítica ILM hace acto de presencia. Además, se molestaron en contratar a otro grande de los FX, Stan Winston, que hizo un excelente trabajo como de costumbre.
Lo más logrado no son los chistes, ni las actuaciones, ni el guión... es la consistencia de la película como un todo bien enlazado y narrado, sin que decaiga el ritmo en ningún momento y manteniendo el entretenimiento en un buen nivel. Los actores no son de lo mejor, sobre todo con Tim Allen a la cabeza, pero siempre es un gozo ver a Sigourney Weaver y, sobre todo, a Alan Rickman en el que es, quizás, el papel más hilarante de su carrera, y estos pequeños ingredientes también alzan el filme por encima de un simple aprobado.
Una entretenida comedia que deja buen sabor de boca.
21 de febrero de 2011
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El cosmos es todo lo que es, o lo que fue, o lo que será alguna vez". El tristemente desaparecido Carl Sagan comenzaba así una serie para la televisión pública estadounidense, que estaría condenada a transformarse en un referente mundial en documentales científicos. La gran capacidad de Sagan como divulgador se une a un excelente montaje y una música evocadora (Vangelis) para ofrecer la que es, sin duda, la mejor serie documental de todos los tiempos.
"Cosmos" ha formado parte de la experiencia vital de miles de personas en todo el mundo, y entre ellos de la mía. Fue Sagan el que abrió mis ojos adolescentes hacia lo que hay más allá de nuestra atmósfera. Supe que las estrellas eran soles lejanos que bailan al son del drama cósmico. Pude contemplar los semilleros de estrellas y las galaxias como una gran obra de ingeniería natural. Me sorprendí con la violencia inusitada de muchas estrellas que acaban su vida en grandes explosiones, o los misteriosos fenómenos que ocurren en el filo de la eternidad.
Conocí los mundos hermanos de la Tierra, los verdaderos hijos del Sol. Aterricé por primera vez en las rojas arenas de Marte con las Viking, sentí el abrasador calor del infernal Venus con las Venera y soñé con visitar el majestuoso Júpiter y el bello Saturno a lomos de las Voyager.
Y, ya en nuestro pequeño planeta, supe lo que había sufrido la ciencia por hacerse un lugar en la barbarie irracional de los pueblos. Pude sentir las frustraciones, los deseos y los éxitos de nombres hasta entonces desconocidos para mí como fueron Hypatia, Tales, Anaximandro, Percival Lowell, Champollion o Huygens. Supe tomar verdadera conciencia cosmopolita y Sagan me enseñó a ver la Humanidad desde un privilegiado punto de vista extraterrestre.
Y el mayor descubrimiento, casi mágico, residía en nuestra verdadera naturaleza. La gran revelación de que somos polvo estelar, unido de forma compleja, que toma conciencia del ser y se pregunta así mismo sobre sus orígenes.
Son tan extensos todos los campos que Sagan toca en esta gran obra que sería imposible comentarlos todos ni aún de pasada. Pero nos podemos quedar con uno que definirá al doctor Sagan para siempre, y fue su deseo de que la ciencia logre alguna vez contactar con otras inteligencias diferentes a la humana. Ese sueño, que no pudo ver cumplido, se demuestra con su notoria pasión a la hora de explicar cómo podrían ser esos seres, cuántas civilizaciones podría haber, cómo serían sus mundos, su vida, su sociedad, su religión, su música... en definitiva, cómo se podría establecer un contacto y hermanarnos juntos en el largo viaje hacia la eternidad.
Porque es de la eternidad de donde procedemos, y es allí donde, algún día, regresaremos.
"Cosmos" ha formado parte de la experiencia vital de miles de personas en todo el mundo, y entre ellos de la mía. Fue Sagan el que abrió mis ojos adolescentes hacia lo que hay más allá de nuestra atmósfera. Supe que las estrellas eran soles lejanos que bailan al son del drama cósmico. Pude contemplar los semilleros de estrellas y las galaxias como una gran obra de ingeniería natural. Me sorprendí con la violencia inusitada de muchas estrellas que acaban su vida en grandes explosiones, o los misteriosos fenómenos que ocurren en el filo de la eternidad.
Conocí los mundos hermanos de la Tierra, los verdaderos hijos del Sol. Aterricé por primera vez en las rojas arenas de Marte con las Viking, sentí el abrasador calor del infernal Venus con las Venera y soñé con visitar el majestuoso Júpiter y el bello Saturno a lomos de las Voyager.
Y, ya en nuestro pequeño planeta, supe lo que había sufrido la ciencia por hacerse un lugar en la barbarie irracional de los pueblos. Pude sentir las frustraciones, los deseos y los éxitos de nombres hasta entonces desconocidos para mí como fueron Hypatia, Tales, Anaximandro, Percival Lowell, Champollion o Huygens. Supe tomar verdadera conciencia cosmopolita y Sagan me enseñó a ver la Humanidad desde un privilegiado punto de vista extraterrestre.
Y el mayor descubrimiento, casi mágico, residía en nuestra verdadera naturaleza. La gran revelación de que somos polvo estelar, unido de forma compleja, que toma conciencia del ser y se pregunta así mismo sobre sus orígenes.
Son tan extensos todos los campos que Sagan toca en esta gran obra que sería imposible comentarlos todos ni aún de pasada. Pero nos podemos quedar con uno que definirá al doctor Sagan para siempre, y fue su deseo de que la ciencia logre alguna vez contactar con otras inteligencias diferentes a la humana. Ese sueño, que no pudo ver cumplido, se demuestra con su notoria pasión a la hora de explicar cómo podrían ser esos seres, cuántas civilizaciones podría haber, cómo serían sus mundos, su vida, su sociedad, su religión, su música... en definitiva, cómo se podría establecer un contacto y hermanarnos juntos en el largo viaje hacia la eternidad.
Porque es de la eternidad de donde procedemos, y es allí donde, algún día, regresaremos.
14 de octubre de 2009
34 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los míticos años '80 proliferaron decenas de películas dentro del cine de acción del subgénero "pareja-de-polis-duros" que los productores Jon Peters y Peter Guber explotaron hasta decir basta. La película que nos ocupa es un ejemplo más de ese cine con poca "chicha" y mucho ruido, donde se reúnen todos los clichés propios del género:
1. Los dos polis más duros de la ciudad trabajando juntos sin poder aguantarse el uno al otro.
2. El exceso de chistes malos en un guión repetido hasta la saciedad.
3. Tiros y explosiones que ahora parecen ridículas pero a finales de los '80 eran la pera limonera.
4. Malos muy malos forrados de dinero que se empeñan en tocar las narices a la pareja protagonista.
Si buscas cine con mensaje, olvídate de este filme. Si lo que buscas es pasar un rato divertidísimo, riéndote con los chistes de la pareja protagonista, vibrando con el ritmo frenético de la película, y disfrutando de la banda sonora 100% ochentera de Harold Faltermeyer, ésta es tu peli.
1. Los dos polis más duros de la ciudad trabajando juntos sin poder aguantarse el uno al otro.
2. El exceso de chistes malos en un guión repetido hasta la saciedad.
3. Tiros y explosiones que ahora parecen ridículas pero a finales de los '80 eran la pera limonera.
4. Malos muy malos forrados de dinero que se empeñan en tocar las narices a la pareja protagonista.
Si buscas cine con mensaje, olvídate de este filme. Si lo que buscas es pasar un rato divertidísimo, riéndote con los chistes de la pareja protagonista, vibrando con el ritmo frenético de la película, y disfrutando de la banda sonora 100% ochentera de Harold Faltermeyer, ésta es tu peli.
15 de octubre de 2009
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante filme de Joe Dante, director de películas de monstruitos graciosos y aventuras infantiles como la que nos ocupa.
En principio parecería una película más de entretenimiento juvenil estrenada para navidades, pero realmente nos encontramos ante una superproducción que contiene algo más que un guión superfluo y unos efectos especiales resultones. Y no lo digo porque sea la película que más me influyera en mi tierna infancia, habiéndola visto tropecientas veces siendo un pequeñajo. Tampoco es porque me sintiera reconocido con el personaje interpretado por Ethan Hawke, pues yo también soñaba como soñaba él; miraba las estrellas y me preguntaba si había alguien allí arriba, aunque nunca se me ocurrió construir una nave para comprobarlo. Por todo ello, tendría que quitarme la nostalgia y la sonrisilla estúpida para hacer una crítica sin influencias sentimentaloides.
Este filme va más allá de ser una peliculilla de aventuras de pre-adolescentes. El entretenimiento no tiene por qué estar reñido con la calidad, y la película es entretenida a más no poder, sobre todo en la primera parte que se desarrolla desde el descubrimiento de la extraña fuerza hasta la primera ascensión de la "nave". La segunda parte flojea pero sin alterar el ritmo en modo alguno, destacando un graciosísimo Robert Picardo metido en la piel de Wak, un alienígena devorador de televisión y aficionado a los seriales de los cincuenta (como su director).
Rob Bottin hace un buen trabajo con los alienígenas, así como la Industrial Light and Magic lo hace con los efectos especiales, superiores a cualquier otra película de este subgénero. El desaparecido Jerry Goldsmith brinda una banda sonora mágica, como todo en esta película.
Y qué decir de los actores, muy correctos los jovencísimos Ethan Hawke y el malogrado River Phoenix. Robert Picardo, ya comentado antes, te saca más de una sonrisa como el asesino galáctico, parodiando a las películas de ciencia ficción de los cincuenta (War of the Worlds, This Island Earth, The Day the Earth Stood Still... sinceros homenajes). Genial también Dick Miller en su corto papel.
En fin, una pequeña joya que aún hoy sigue despertando en nosotros a los pequeños soñadores que fuimos una vez.
En principio parecería una película más de entretenimiento juvenil estrenada para navidades, pero realmente nos encontramos ante una superproducción que contiene algo más que un guión superfluo y unos efectos especiales resultones. Y no lo digo porque sea la película que más me influyera en mi tierna infancia, habiéndola visto tropecientas veces siendo un pequeñajo. Tampoco es porque me sintiera reconocido con el personaje interpretado por Ethan Hawke, pues yo también soñaba como soñaba él; miraba las estrellas y me preguntaba si había alguien allí arriba, aunque nunca se me ocurrió construir una nave para comprobarlo. Por todo ello, tendría que quitarme la nostalgia y la sonrisilla estúpida para hacer una crítica sin influencias sentimentaloides.
Este filme va más allá de ser una peliculilla de aventuras de pre-adolescentes. El entretenimiento no tiene por qué estar reñido con la calidad, y la película es entretenida a más no poder, sobre todo en la primera parte que se desarrolla desde el descubrimiento de la extraña fuerza hasta la primera ascensión de la "nave". La segunda parte flojea pero sin alterar el ritmo en modo alguno, destacando un graciosísimo Robert Picardo metido en la piel de Wak, un alienígena devorador de televisión y aficionado a los seriales de los cincuenta (como su director).
Rob Bottin hace un buen trabajo con los alienígenas, así como la Industrial Light and Magic lo hace con los efectos especiales, superiores a cualquier otra película de este subgénero. El desaparecido Jerry Goldsmith brinda una banda sonora mágica, como todo en esta película.
Y qué decir de los actores, muy correctos los jovencísimos Ethan Hawke y el malogrado River Phoenix. Robert Picardo, ya comentado antes, te saca más de una sonrisa como el asesino galáctico, parodiando a las películas de ciencia ficción de los cincuenta (War of the Worlds, This Island Earth, The Day the Earth Stood Still... sinceros homenajes). Genial también Dick Miller en su corto papel.
En fin, una pequeña joya que aún hoy sigue despertando en nosotros a los pequeños soñadores que fuimos una vez.
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