Fausto

Los seres humanos debemos reconocer nuestras limitaciones. De seguro sabemos algunas cosas, pero, lo que sabemos, es siempre demasiado poco con referencia a lo que se puede llegar a saber. En lo que a mi respecta, creo que una de las mejores cosas que he aprendido de los grandes maestros, es que cada que deseo algo con mucha fuerza, acudo al Creador y le digo estas palabras: “Padre: Esto es lo que estoy deseando… pero, no me concedas lo que yo desee, concédeme solamente lo que Tú sepas que yo necesito”. Para mí, esto ha sido clave, pues, teniendo certeza de Dios, estoy seguro de que soy muy afortunado cuando lo que deseo no se me concede. Y sé también, con claridad, que los deseos que se realizan corresponden a lo que necesito de veras. De esta manera, jamás hay frustración y me siento conforme con lo que la vida me da.

Fausto, deseaba acabar con las miserias de su pueblo, le dolía la peste, la guerra y el hambre. Para lograr esto, se formó en los libros y se cobijó con la fe… pero no aprendió que nuestros deseos no son, necesariamente, lo que la humanidad necesita para su proceso. En cada oración decimos, “Hágase, Señor, tu voluntad”, pero, enseguida, pretendemos imponer la nuestra... y cuando no conseguimos lo que deseamos, afirmamos neciamente, que "Dios no nos escucha".

Fue, pues, un sentimiento de soberbia lo que llevó a Fausto a renegar de Dios y de su fe, y ésto lo puso en bandeja de plata para los intereses de Mephisto (Lucifer – el Diablo). Con él, realiza un pacto del que sólo podrá salvarse si consigue hacer uso de la palabra mágica, y mientras tanto, se le conceden sus deseos, siendo el mayor de ellos el de recobrar la juventud.

El director alemán, Friedrich W. Murnau, consigue con, <<FAUSTO>>, uno de los –para mi gusto– más bellos filmes de toda la historia. Cuando el 7° arte apenas venía superando el estatismo de la cámara, y cuando el conocimiento aplicado sobre iluminación todavía era un arte en ciernes, él logra unos planos perfectos, con una composición absolutamente pictórica, y consigue unas imágenes con el más preclaro uso de los claroscuros, la niebla y las luces dirigidas. Y, temáticamente, juega con la base ideológica de la saga de Fausto, retoma situaciones básicas del “Fausto” de J.W. Goethe... y añade elementos de la obra de Christopher Marlowe, “El Doctor Fausto”. El resultado, es un compendio de drama místico, lucha espiritual y tentaciones servidas para robarte el alma.

Sólidamente aleccionador, de una pulcritud absoluta y de una belleza plástica que nos mantiene absortos, <<FAUSTO>> es, creo yo, una verdadera obra maestra.

Murnau dejó huella en la historia del cine y es reconocido por méritos propios como uno de los mejores directores en la primera etapa, cuando estando el cine en pañales todo quedaba por delante y apenas se habían dado los primeros pasos. Murnau venía de ofrecer años atrás los primeros sustos con su inolvidable "Nosferatu", no tengo ninguna duda que para este "Fausto" mejoró en muchas cosas y dio un gran paso adelante en todo. Lo que me parece más destacable es el gigantesco cambio en cuanto a técnica y a que por fin la cámara se mueve sin complejos. Si "Fausto" tiene un enorme reconocimiento actual no es porque sí, nada menos que en una época en la que mandan los píxeles y el 3D hay imágenes en su primer tercio básicamente brillantes. Es en el inicio de la película cuando Murnau toca techo, cuando no importa que sea una historia contada sin sonido y cuando he llegado a pensar que estaba ante una verdadera obra maestra.

El viejo Fausto se encuentra con el malvado Mephisto y le vende el alma, estamos lejos de la obra literaria del también alemán Goethe, y yo me pregunto: ¿qué más dará que lo versione libremente? Si hizo lo que le pareció bien y fue para hacerlo así, bienvenida libertad, yo lo aplaudo!!! La literatura es literatura y el cine es cine, y el inicio de este "Fausto" hecho imágenes es sencillamente inmejorable. La lástima es que tras ese arrollador inicio con el mejor Emil Jannings tiene lugar un bajón en la intensidad que deja mal sabor de boca, pensando ya en la hipótesis de lo que pudo haber sido. De repente el encargado de vestuario de Jannings me lo viste de vampiro y la lentitud de muchos pasajes contrasta con la velocidad del principio.

Sí, el mensaje del amor quedará para la historia y es muy meritorio, reconozco que el final es bonito de verdad, pero yo me quedo con ese primer tercio de largometraje en el que me daba igual que no hubiera sonido, en el que aparecen solapadas tantas imágenes sugestivas, cuando se ve a Mephisto atacando el pueblo y al pobre viejo ocupado por el temor.

Es de las pocas películas mudas que recomendaría, sé que he visto pocas porque me suelen echar atrás. Por fin hoy, tras tantísima insistencia, veo borrada del número uno de mis personales recomendaciones a "Fausto" de Murnau, reconozco que si no hubiera sido por FA jamás habría visto esta película.

150/19(17/06/08) Obra Maestra del séptimo arte. Murnau, el más grande director del cine mudo, como lo demuestran "El último", "Nosferaru", "Amanecer" y como esta "Fausto", nadie como él sabía utilizar los pocos medios que se tenian para convertirlos en un espectáculo, fué un pionero, de él han bebido Orson Welles, Hitchcock, John Ford, etc. Nadie como el retrato las miserias del ser humano. Murnau, fué un Picasso, fué un Miguel Angél, fué un Da Vinci, fué un Mozart, fué un genio. "Fausto" es un gran ejemplo de su cine, el expresionismo alemán era Murnau, esos majestuosos decorados barrocos inundados de sombras, conseguian transmitirnos la angustia de los personajes, esos encuadres de cámara para intentar asfixiarnos, soberbio, Murnau. Otro ejemplo es su actor fetiche Emil Jannings encarnando a Mephisto, está inmenso, algunos diran que resulta histriónico, yo no, yo diría que es lo que requeria el personaje, simplemente el mejor actor del cine mudo. Sé que he repetido bastante el nombre de Murnau, ha sido queriendo, no quiero que se olvide este nombre, pues al haber realizado casí todo su cine mudo se puede menospreciar, condeno a ver "Gran Hermano" en boucle el resto de vuestras vidas al que así lo haga. Resulta complicado transmitir con palabras "Faust", simplemente vedla y disfrutad. Fuerza y honor!!!

Obra de calado simbólico y fundamento expresionista apabullante, que confirmaba el alzamiento histórico de Murnau para la eternidad.
Sus logros técnicos y artísticos (si Eisenstein incorporó el montaje en el cine, Murnau le replicó con los efectos visuales) son una excusa de la cual despliega una alegoría metafísica clarividente de antemano, pero cuya escenificación provoca anquilosis corporal.

Disfrutando de su virtuosismo en la composición audiovisual, destacando la superposición de planos y la música minimalista que pasa a ser hipertrofiada, ensalza una metáfora vital sobre la lucha entre el bien y el mal, la vida y la muerte, y el estrecho lazo que une a ambos.
De nuevo vuelve a destacar Emil Jannings en la interpretación, incorporando una imagen burlesca que sobresale de todo canon establecido.
Reflexiones como la tentación por la ostentación, la lucha interior y los deseos anhelados son aquí expuestos con una intensidad expresiva intachable, que evita caer en la reiteratividad y la pedantería, saliendo airoso el siempre delicado tratamiento cinematográfico del amor pasional.

Prima aquí de forma destacada la estética, como ya ocurriría en "El último". Obra perpetrada por una invasión de dominio técnico, que explota el movimiento de cámara hasta dejar atolondrado. La herencia que Murnau dejó al cine, es este sentido, es impagable.

Sustentada en un pulso firme y un final de magnificencia grandilocuente, que es casi una recompensa autocomplaciente del existencialismo tratado, Murnau se autoentroniza como un visionario de virtuosismo temático, técnicamente perfecto, cuyas obras ya se encuentran en los anales de la historia.

Obra maestra de Murnau. La cantidad de logros técnicos es portentoso en esta película de textura lóbrega, donde los semblantes iluminados contrastan con el sombrío lienzo en el que se debate la batalla entre el poder del averno y el del amor. El clásico mito del hombre que vende su alma al diablo tiene aquí su máximo exponente cinematográfico, en una obra inundada de hermosa profundidad plástica con escenas y planos de gótica belleza, al mismo tiempo que construye una historia emocionante, tensa y coherente en todos los ámbitos que recorre; ya sea en la descripción de los personajes con una simple mirada o un gesto clarificador, o en el tramo final mostrando el destino de la mujer en un in crescendo tragicamente devastador.

En resumen, estamos ante una película poseedora de una magia adherida a sus imágenes, sin dudas prodigiosa. Un Mephisto, interpretado por Emil Jannings, que a pesar de algún momento burlesco, desprende auténtica malevolencia en un rol inolvidable, además de la dulce Gretchen (Camilla Horn), personaje que sufre una desgarradora transformación en su apacible y desconsolada composición. Tan sólo me resta recomendar esta gema del señor Murnau con la absoluta seguridad de haber visto una irreprochable obra maestra.