Fausto

Es realmente difícil llegar a apreciar lo que esta maravilla supone para el séptimo arte. A mí en concreto, incluso más, porque la copia que pude ver carecía de importantes trozos y tenía una música que no era la original, parecía sacada de un disco de Rammstein...bueno, en ese sentido se hizo lo que se pudo (desaprovechadamente). A pesar de eso, es de lo mejor que he visto nunca, y más si miras la fecha en que esta absoluta OBRA DE ARTE está hecha. Que conste que Tartufo o Nosferatu también me gustan, pero no llegan al nivel de ésta, ni de coña.
No creo recordar secuencia tan meritoria como una de las iniciales de la película en la que los jinetes del apocalypsis llegan en ese carruaje desde el infierno...magistral, increíble cómo la imaginación suplía en esos tiempos la carencia de medios...además es espectacular, oscura, tensa, lúgubre...hay que ver lo que se puede lograr con un poco de humo y más talento.
El film posee además esa cualidad que las películas "viejas" tenían, y era que constantemente jugaban con los términos realidad, y fantasía, lo que es cine y lo que no, los trucos del séptimo arte, la magia, el engaño...La mejor descripción de esto es el pueblo en el que´acaba de llegar el circo y las representaciones contínuamente aluden a este carácter ilusionista del cine...además en esto el expresionismo alemán siempre ha estado un punto por encima, como demuestran otras películas que intentaban confundir realidad y fantasía, verdad y mentira, historia y leyenda, ojo humano de perspectiva tras la óptica...véase El gabinete del Doctor Caligari.
En fin, incontestable obra maestra, que va más allá del cine para ser una reliquia, una pieza de museo, que deja en pañales a todos esos sobrevalorados Billy Wilder u Orson Welles, iniciadores de una época que los más aletargados consideran básica en el cine, y no fue más que el retroceso de la magia hacia un nivel mucho más terrenal, donde la fantasía deja paso al enconrsetamiento y a la planificación exagerada, al galán de bofetón y a las conversaciones de pedigrí, yo soy el macho y tú la hembra, y cómo molamos los dos, que putos iconos somos...Na, en fin, esot es magia, esto es cine de autor como muy pocos en la historia han conseguido (kurosaway y poco más...).
Ojo, esto nunca se podrá valorar a la misma altura que una película genial. Fausto va mucho más allá y adquiere el valor de una pieza artística irrepetible y majestuosa. Parece increíble que haga casi 100 años de ella...OBRA MAESTRA, POR FAVOR

Yo creo que indirectamente quería decirnos eso, porque sino no concibo como puedo crear esta obra de tal magnitud. Y si aparte echas un vistazo a su filmografía te acabas de convencer.
Cogiendo como base la leyenda popular germana que (valga la redundancia) popularizó Goethe con su novela, Murnau ambienta la historia como bien sabía, con magníficos decorados barrocos, tétricos y oscuros, todo lleno de niebla que crea una atmósfera sobrecogedora, donde realmente parece que estás viendo algo del ultramundo. Ese inicio, como ya han comentado otras críticas, es Cine con mayúsculas, apoteósico. Todo ese tramo hasta que Mephisto consigue el alma de Fausto merece una ovación, la pena es que después hay un intermedio que se centra más en la comedia satírica, y ahí Jannings no destaca tanto, aunque siempre cumple con su papel. Además el joven Fausto no tiene tanta presencia como ese señor maduro de largas barbas rodeado por multitud de libros, pero ahí está Creta para salvar el entuerto. Y su tramo final remonta enteros, sin alcanzar ese gran inicio pero si dejando un gran sabor de boca. Es por esto que de momento tiene mi 9 y no el 10, pero si el día de mañana le veis la nota máxima no os extrañéis, quizás le haya perdonado sus pecados.
Tacharla de ingenua no lo veo correcto, pues aunque el planeamiento puede parecerlo, retrata una época en que esa ingenuidad estaba a la orden del día.
Resumiendo, nos encontramos ante una obra cubre, ya no de su director, del expresionismo alemán o de su época, sino de la historia del cine, puesto que nadie puede negarme que lo que esta obra ha aportado a la aún breve historia del séptimo arte es muchísimo.

Una pena que exista un grupo que presuntamente se dedica a restaurar obras, y si, la imagen les queda genial, pero lo que es la banda sonora meten una chapuza modernilla que es para llorar. Y esto lo han hecho también con "El Gabinete del Doctor Caligari" y encima se dedican a venderlas en dvd como única versión que encuentras en el mercado. En fin...

Sólo falta que descubran esta película los góticos y saquen bolsos y llaveros con la cara de Mephisto.
Y ahí sabremos que el diablo ya domina el mundo.

Sin duda, el mito de Fausto responde a varios de los temas recurrentes de nuestra civilización: la tentación, el bien – mal como un uno persistente en continua lucha, la religión como el todo donde entra (incluso, la pérdida de la misma), la redención y la constricción de los pecados, siempre alrededor de una pesada moraleja.

La película de F. W. Murnau no sólo refleja a la perfección la obra mitológica y simbólica, sino que supone un adelanto técnico, desde el punto visto de la producción, respecto a cualquier generación que le precedió. Maravilla comprobar la capacidad de la película para perturbar al espectador con simples trucos de magia, hoy arcaicos, pero, sorprendentemente, con un buen nivel de efectividad.

Las interpretaciones, pese a su planicie conceptual, en simbiosis con los personajes, forman una amalgama perfecta de idas y venidas morales. El diablo consigue, por medio de la caracterización y una supina ruindad de espíritu, elevarse como el personaje principal de la obra, por suponérsele el continuo control de la situación. Personaje inolvidable, incluso ahora, ya muy acostumbrados a ver al amigo Satán en la gran pantalla.

Si a las habilidades primigenias le acompañamos una magnífica (y moderna) banda sonora, que mezcla un cuidado tenebrismo con fugaces samplers electrónicos, acabamos con una obra regenerada, sin arrugas, a la que el tiempo ha respetado, convirtiéndose en una película clave y paradigma del buen cine mudo europeo.

Las adaptaciones de Murnau sobre grandes clásicos de la literatura dejan de ser ocurrentes cuando se suceden... Lo poco gusta, lo mucho cansa.

Y en este film, como no podía ser de otra forma, cualquier parecido con la novela es casual. Murnau decide versionar el primer libro de los dos de Fausto (y, claramente el más flojo, por otro lado) y añade potencia en sus temas estrella: la peste, la baja naturaleza humana, y la avaricia.
Las similitudes entre esta y otras películas del mismo autor, lo convierten en un ser plano y repetitivo, desgraciando la genial obra de Goethe.

Por todo esto, del gran personaje que era el Doctor Fausto, nos queda en este film un joven Werther, loco de amor y dispuesto a dar la vida por él...

No merece la pena en absoluto. Aburrida y tediosa (y más para los amantes de "la leyenda germana".

Ps. No todo va a ser malo, nadie le quita lo bailao a nuestro querido Friedrich, para su época, el montaje es maravillosamente bueno (de hecho se nota una diferencia importante en este aspecto con respecto a la cuatro años anterior "Nosferatu").

En la edad media, Fausto se dedica a la transmutación de metales y a encontrar el anhelado elixir de la vida eterna. Luego del fracasado intento de sanar a una mujer de su pueblo, Fausto se dispondrá a sacrificar su humanidad por hallar finalmente una cura a los males que lo aquejan, llegando así a contactar con el demonio.

Apoteósica adaptación de la obra de Johann Wolfgang Von Goethe, con guión de Hans Kyser, y orquestada con la magnificencia de Friedrich Wilhelm Murnau, y su increíble capacidad, barroquismo y virtuosismo para llevar esta épica e inmortal fábula al celuloide.

Magnificas también las interpretaciones del trío protagonista, en especial la del aterrador pero carismático Emil Jannings como Mephisto, el cual emprende la instigación del soñador Fausto, quien finalmente sucumbirá ante la tentativa solicitación al pecado inducida por el demonio.

La cinta, al igual que la obra literaria, explora los más recónditos deseos del ser humano por obtener la juventud eterna, la riqueza material, y el gozo por los placeres mundanos, indiferente a una eventual retribución divina.

Otra enorme muestra de la genialidad del director teutón, quien se mueve entre la premisa filosófica y una llamativa y entretenida fantasía, construyendo una puesta en escena tan inquietante como amena, una fantasmagórica aventura, exaltada por los decorados de Robert Meren y Walter Romrig, y bellamente fotografiada por Carl Hoffman.

La hermosa y melancólica historia se verá sublimada en su enternecedor epilogo, remembrando el sentimiento más hermoso y anhelado por los seres humanos, en su afanosa búsqueda por el sentido de la vida. Imperecedera, majestuosa e imprescindible, una monumental obra maestra del séptimo arte.

Pierluigi Puccini