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Gorriones

Drama Relato iniciático sobre un adolescente de 16 años, Ari, quien tras haber estado viviendo con su madre en Reikiavik, es enviado de vuelta a la remota región de los fiordos occidentales para vivir con su padre. Allí tendrá que lidiar con la difícil relación con este, y encuentra cambiados a sus amigos de la infancia. En ese ambiente desesperanzador, Ari tiene que esforzarse para encontrar su camino. (FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
10 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ari (Atli Oskar Fjalarsson) es un chico de 16 años que a pesar de su negativa debe trasladarse a vivir de Reikiavik, capital islandesa, a Vestfirðir, un alejado y pequeño pueblo rural al noroeste del país. En este lugar lo espera su papá (Ingvar Eggert Sigurðsson), a quien no ve desde hace mucho tiempo y se dedica solo a beber, y su abuela (Kristbjörg Kjeld), una mujer compasiva y cariñosa.

El protagonista debe hacer frente a retornar al pueblo del que se fue siendo un niño, estando en la adolescencia su vida se encontraba enfocada en la ciudad, por lo que el impacto de llegar a este pueblo lo hace confrontarse con su padre, quien aunque a primera imagen se muestra bien, pronto aparecerán los conflictos. Además de reencontrarse con amistades del pasado, especialmente Lára (Rakel Björk Björnsdóttir), amiga de la infancia.

Rúnarsson se acompaña por habituales colaboradores suyos, con los que menciona a creado un estilo propio, al que se refiere como realismo poético. Tanto en la dirección de fotografía, con Sophia Olsson, como en el montaje con Jacob Secher Schulsinger. La película se maneja con un ritmo calmo, pausado, con la cámara por lo general estática, con algunos leves paneos en algunos momentos.

Estrenada en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde se alzó con la Concha de oro a Mejor película, Þrestir representa el segundo largometraje de ficción de Rúnarsson. Cuenta con guion del propio realizador, que toma ciertas reminiscencias de un cortometraje suyo, que era el leitmotiv de dicho trabajo, y un punto primordial donde se desarrolla el clímax de este.

Es decir, Rúnarsson va construyendo y contextualizando a sus personajes y eventos para finalizar en un hecho ya consabido por él. Sin embargo, esta situación no resulta ser antojadiza o forzada, por el contrario, el realizador va forjando los caracteres de cada personaje de forma natural. Aparte, es claro que quien no conozca el cortometraje, no va a evidenciar esto.

El largometraje funciona solo y como tal, como un muy buen producto. Un drama familiar con un adolescente como protagonista, que tiene que tejer -en esa época que puede resultar tan trágica- una nueva vida, mientras también de forma escabrosa se detalla como la inocencia asexuada de una voz angelical, se va dejando de lado a lo carnal, y lo crudo que emerge del relato.
10P24H
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22 de septiembre de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película Rúnar Rúnnarsson ya nos está contando algo de la trama de la película con este sugerente cartel.

Un adolescente, en cuyo cerebro se empieza a incrustar, lo que va a comenzar a vivir al retomar su vida con su padre. Un hombre que no ha asumido la separación de su esposa y presenta problemas fuertes de alcohol.

En esta historia, un adolescente que vive con su madre en Reikiavic tiene que volver a vivir con su padre. Su madre se ha echado novio y se intuye que pasa de él.
Ari (el adolescente) no desea regresar a un pueblo noruego de cuyo nombre no quiere acordarse, pero no le queda más remedio.
Allí Ari reinicia la relación con su padre, algunos amigos que dejó allí y su querida abuela (un oasis de amor entre tanta soledad).

Ari comienza la película cantando en un coro y parece que disfruta de las ventajas de una sociedad avanzada, mientras que al llegar al pueblo de su padre comienza a sentirse acorralado. Un pueblo donde el alcohol, la escasa comunicación y los instintos primarios harán que Ari comience a entender que existen otros estilos de vida y de relación que antes no conocía.

A Ari no le queda otro remedio que comenzar a adaptarse a esta aventura que él no ha elegido...y aprender a vivir en este nuevo hábitat.

Posiblemente los ojos de Ari hablan mucho más que sus palabras, y la música nos ayuda a adentrarnos en ese mundo que vive ese adolescente.
Una película que parece haber sido rodada en blanco y negro, pero con unos matices interesantes.

Es una película de un adolecente, pero tiene la visión de un mundo adulto, de modo que no sientes que estás viendo un film de y para adolescentes.

Una propuesta sugerente, sin ser una gran película, que formaba parte de la sección oficial del Zinemaldia y sorprendentemente ha sido la vencedora esté año 2015.
kreonte
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12 de septiembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Sparrows” parte de una premisa argumental simple y, si se me apura, trillada. Sin embargo, la película tiene la habilidad de ir atrapando al espectador poco a poco, a pesar de (o gracias a) su estilo austero y árido. La iluminación es siempre matizada, la música acompaña y envuelve sin avasallar, y los diálogos son lacónicos. La información nos llega a cuentagotas, sin abrumar, de manera creíble. Y poco a poco el espíritu se nos va enfriando, como si Rúnarsson nos estuviese empapando el alma con agua gélida. El protagonista es un adolescente de espíritu sensible que corre el riesgo de marchitarse en un entorno humano en el que difícilmente podrá integrarse, condicionado por una meteorología dura y un paisaje rotundo. El film es un relato sobre la pérdida de la inocencia, en tono amargo y alcohólico. Aunque el guión parte del mero costumbrismo y del relato de iniciación adolescente, poco a poco deriva hacia una reflexión más severa y trascendente, hasta el punto de admitir lecturas muy diversas sobre la voluntad individual, la educación, o la culpabilidad... A medida que avanza el metraje, la película se va haciendo más grande en todos los sentidos. El frío desenlace sobrecoge por su verosimilitud, y lleva implícito un mensaje demoledor y brutal. Una muy digna película.
rober
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23 de septiembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Necesidad de un consuelo que no llega.

“Donde fueres, haz lo que vieres”, a menos que lo que vieres sea de condenado rechazo.
Porque ha dejado la ciudad, ahora está mucho más al norte, en ingrata tierra hace tiempo olvidada, con su desapacible padre del que apenas conoce nada, en territorio gélido, tosco, de inmensas y lustrosas montañas, donde las horas de luz no dan tregua, pues se alargan hasta contagiar el carácter con su sólida presencia.
Difícil acomodarse a lugar no querido ni solícito, más cuando has perdido tu sitio y no hallas nuevo que se acople a tu persona; fastidiosas borracheras de un progenitor al que no se comprende, inadaptación generalizada en el juvenil ambiente, pérdida de la identidad, tormento de tropiezos continuos que no encajan con la personalidad de uno, toda una aventura y experiencia que le llevan de cabeza entre la angustia, la incomprensión, la rabia, el dolor, la impotencia, el rechazo y el aprisionamiento de no tener más remedio.
El clima marca el carácter, al igual que lo hace vivir en un pueblo, más la incógnita de encontrar amigos con los que pasar el rato, loco ambiente hogareño y soledad como sentimiento de compañía amarga; y explota, y todas las emociones guardadas salen como misiles atacantes para hacer daño, para golpear, pues se siente herido, para herir, pues ha sido golpeado sin culpa alguna.
Y sabes de él, de su caótica situación, de su imprevisto devenir, de sus agobiantes dificultades, de sus ásperos maltragos, de sus pocas alegrías, de una inundable confusión que le llevan a perder rumbo y estar en ninguna parte.
Sin nadie que cuide de él, está aprendiendo a hacerlo, es un buen chico que no cuenta con mucho, y ese poco es un desastre; su hallazgo despierta interés, desde el principio asumes su cambio y le respaldas con atención sincera, sin esfuerzo le observas y padeces con su desgarro, evolución que transpira humanidad, humildad, sinceridad y transparencia de cercanía descubierta.
Un acertado protagonista, Atli Oskar Fjalarsson, para reflejar su mutismo, negación y extraviado presente, de mareo inestable, que le aportan esa desdicha humillante de no desear volver a casa; vacío existencial, de demandas no satisfechas, que implora por cariño, por cuidados, por un abrazo, por una voz sólida que refuerce con identidad al introvertida susurro que práctica.
Sorprende la facilidad de acogimiento y querencia de este adolescente cuya alma está en vilo constante, sensibilidad y sencillez en tierra islandesa para una cinta que ganó la concha de oro en el 2015, cuya inhóspita región es referencia para conocer sus costumbres y habitantes; relaciones paterno filiales dentro de un decisivo marco, que envuelve con carisma la tipicidad del relato, sobria intimidad nórdica, de serena realización, que se acoge con interés y aprecio.
Es un gorrión, abandonado por su madre y con un padre que no sabe mantener ni proteger el nido, maltrecho y siempre a punto de derrumbarse; en camino de aprender a volar solo, debe superar los traumas y hacerse fuerte con cada golpe; es duro, es agotador, es necesario, es inevitable, es la vida que le ha tocado.
Pulcritud angelical de inicio, anulada en tan sólo unos kilómetros.

Lo mejor; su ambientación, realización y protagonista.
Lo peor; el corte final sabe a poco.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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16 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película nos sitúa en una región remota del norte de Islandia, un país donde la densidad de población es bajísima y fuera de la capital aún más, el paisaje es un personaje más y marca la vida de sus habitantes.

Acompañamos al joven protagonista, Ari es un adolescente que debe abandonar la ciudad para volver al pueblo y convivir con su alcohólico padre, nos iremos adentrando en su vida y cómo soporta el peso de ese paisaje, de la soledad y donde esos días eternos sin noche dejan poco margen para la reflexión y la paz. Iremos viendo su lucha interior por lograr encontrar su voz, manejar su rabia y acostumbrarse a un entorno que no ofrece demasiadas alternativas.

Una historia que trata sobre la represión de los sentimientos, los prejuicios y la dificultad para mostrar amor a la pareja y a la familia. Una película sobre el crecimiento y lo que este puede suponer en entornos difíciles.
trocko
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