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No llores, vuela

Drama Un accidente marca y distancia a una madre (Jennifer Connelly) y a un hijo (Cillian Murphy). Ella llega a ser una famosa artista; él, un peculiar cetrero que vive marcado por una doble ausencia. Una joven periodista (Mélanie Laurent) propicia un encuentro entre ambos, que los lleva a plantearse la posibilidad de entender el sentido de la vida y del arte a pesar de las incertidumbres. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
21 de julio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fuerza interpretativa de Cillian Murphy en el papel de atormentado hijo, la delicadeza y belleza innata de Jennifer Connelly haciendo de vehemente madre y una fascinante fotografía de un inerte paisaje helado, son los puntos fuertes de esta película que utiliza el presente y el pasado para mostrarnos la verdad de unos hechos envueltos en un halo de misticismo que al final sólo revela parcialmente sus cartas dejando que el espectador saque sus propias conclusiones. La incertidumbre, tanto argumental como en el comportamiento de los personajes, puede jugar en su contra provocando indiferencia, pero permite que nos cuenten un drama familiar al uso de un modo diferente y a la vez accesible para casi todo el mundo.

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Cine de Patio
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27 de agosto de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veo "No llores, vuela", de la cineasta peruana Claudia Llosa quien, con su estilo propio vuelve sobre el tema de la religiosidad mal entendida, sobre el tema de los ritos que ya había abordado en "Madeinusa", para mostrarnos a esta madre sanadora que se reencuentra con su hijo al que abandonó 20 años atrás. Así, con grandes dosis de magia, abruptos saltos temporales, una bella música de Michael Brook, mucha energía, una clara fotografía de Nicolas Bolduc y unos fríos paisajes en Canadá, la directora consigue que sus protagonistas fuercen hasta el límite los sentimientos de unos personajes dañados por la culpa. Fuerza visual, una permanente sensación de tristeza y mucha luz hacen de este film una obra turbadora, a la que le doy un 5,5.
amaya pujana levy
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21 de enero de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nieve resplandeciente y un frío sobrecogedor. Así empieza, se mantiene y termina No llores, vuela, tercera película de Claudia Llosa, una intensa cinta en la que todos los personajes cargan con su propia tragedia y buscan recomponerse de la misma.

No llores, vuela no es estrictamente una historia de catarsis, de redención, no es una historia de culpabilidad y perdón, no es una historia sobre la desesperación y los clavos ardiendo ni sobre los misterios insondables del universo. Ni, ante todo, es una historia sobre las elecciones que hacemos y lo que se gana por lo que se pierde. Pero es todo eso, y mucho más. A fin de cuentas, somos más que las partes que nos conforman.

A través de dos interpretaciones inmensas de sus dos protagonistas, ambos soberbios. Jennifer Connelly ejerce la desesperación como una fuerza de naturaleza, realiza un trabajo absolutamente magnético. Su belleza invernal la asumen perfectamente los escenarios canadienses donde se rueda este film para hacerla brillar aun más. Por su parte, Cillian Murphy sigue demostrando película tras película que es, probablemente, uno de los actores más versátiles que han dado los tiempos recientes. Lo mismo es un niño rico, que un adolescente transexual, que, como en esta ocasión, un hombre tan roto que perturba los sentidos en un rol que nunca es fácil de hacer y que convierte en algo electrizante. Entre ellos, aunque como hilo conductor, Mèlanie Laurent se queda un poco a la sombra de estos dos colosos.

El film no para en ningún momento de jugar con una dicotomía centrada en el tiempo, en los lugares y en sus personajes. La estructura interna puede hacer que el espectador tarde un poco en entrar en el juego propuesto por la directora peruana. No obstante, cuando por fin accede al fascinante mundo ofrecido, con esos matices de realismo mágico típicos de los creadores sudamericanos, no hay más que dejarse llevar por una historia que atrapa y conmueve a partes iguales.

Además, para redondear lo que se cuenta, la película cuenta con una dirección de fotografía maravillosa, espectacular. La belleza helada y esas cosas. Las localizaciones, cercanas al Círculo Polar Ártico, aparte de ser parte importante de la trama, consiguen añadir una potencia visual devastadora.

El principal problema que tiene es que no sabe rematar. Cuando por fin hemos entrado en el mundo de No llores, vuela, esta se acaba de forma repentina y poco elocuente. Al estilo onírico que propone, pero para mal en este caso. No es como dejar atrás el sueño entre la bruma del pensamiento lúcido, sino más bien como ese despertar repentino que deja el alma encogida por salir de un mundo tan bello como inexistente. La brusquedad final empaña de algún modo una cinta que podría haber resultado magistral.

En el fondo, la gran fuerza del film radica en su capacidad para sugerir y para no abandonar nunca esa dicotomía tan bien trabajada que ya se ha comentado y de la que hace gala. No hay buenos ni malos, no hay avería y redención, no hay catarsis ni desesperaciones. Hay decisiones que toman los personajes, cada uno acorde a sus circunstancias y su modo de ser o de pensar, y no se emite ningún juicio de valor sobre las mismas. Es el público el que debe sacar sus propias conclusiones.

Por eso, pese a su abrupto termino, No llores, vuela se convierte en una película que se debe ver, pero con el corazón en la mano y acudiendo a ella sin prejuicios. Si uno se deja atrapar por el gélido viento del norte quizá pase algo de frío, pero algún resquicio encontrará éste en el espíritu para colarse hasta el fondo. Al fin y al cabo, ¿Qué es la verdad, sino una esquirla de hielo?

Miguel de la Asunción
Crítica realizada para www.cinemaldito.com
Of The Assumption
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19 de junio de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las buenas intenciones caen en saco roto si no hay suculencia en el plato y su contenido tiene estilo y porte pero poco que llevarse a la boca; después de degustar, ingerir y consumir no queda otra que admitir un sincero y evidente ¡me quedo con hambre!
¿Qué tenemos aquí? Una madre desesperada por salvar a su hijo, por proporcionarle la cura milagrosa que todos le niegan, un chaval inocente que paga las consecuencias de un hermano enfermo, que padece en sustancia y carne, en ilusión y desengaño las decisiones que se llevan a cabo pensando en el pequeño pero donde olvidan consuntarle, devastadora obsesión materna incomprensible para un inofensivo niño, sufrimiento para ambas partes más un inesperado descubrimiento personal que transformará la estructura, realidad y rumbo de toda la familia.
Combinación alterna de dos tiempos, pasado recordatorio de cómo fueron los hechos/presente de búsqueda sobre cómo están las cosas, pretérito doloroso no superado/actualidad esquiva llena de cuentas pendientes, cuidar de los demás mientras olvidas hacerlo de los tuyos, remordimientos de culpa manifiesta que marcarán de por vida y nunca permitirán descansar al corazón herido y su espíritu malogrado.
Creencias, dolor, desesperación y ruina anímica, vender tu alma por promesa incumplida congelada en el tiempo, verdad o fraude, oportunistas o auténticos, verosímil o falso, seguir viviendo con las decisiones tomadas y las nunca realizadas que la vida se encarga de decidir por ambos, película de sentimientos que no emociona, inquieta ni enternece en demasía, turismo por la vida y experiencia de esta madre e hijo que no turba ni conmociona como debería, metáfora del existir, perdonar y seguir adelante escasa y pobre, una grave insuficiencia que se alimenta de cognición pretenciosa que decora con escenas espaciosas, de precipicio aflictivo pero cuya lentitud y parsimonia crean desapego de mirada que está pendiente de su andadura pero donde, el resto de los sentidos, hace tiempo que se han inhibido y retraído, imperdonable avería que impide tristemente su disfrute.
Estamos ante el problema de siempre, contar y sentir no son lo mismo, narrar y palpitar no siempre van unidos, menos aún cogidos de la mano, alcanzar uno/perder al segundo es quedarse a medias, insatisfecho, poder describirla y apreciarla son cosas distintas que debería ir unidas si se busca la completitud de la película, su tenencia y apreciación plena pero no es así, la bienvenida íntegra y serena es sólo para la primera y, por mucha voluntad, empeño y esmero que aporten sus protagonistas en su trabajo -abismal la siempre bella Jennifer Connelly, Cillian Murphy sereno, ardiente e introspectivo quien cuenta con los únicos cinco minutos de atrape, explosión y gusto emotivo-, el abrazo es tenue, la acogida distante, el contacto frío y remoto, piezas que conforman un recorrido más muerto que vivo, con excesiva oscuridad que invita a la pérdida sensorial y desinterés del raciocinio y, poca luz que provoque o incite el despertar ávido de unas sensaciones poco motivadas, mínimamente integradas, escasamente cautivadas.
Pretensión poética de andadura artística sobre la reconciliación con el mundo y uno mismo, delirio afligido que halla sosiego y calma, que Claudia Llosa lleva a cabo con confusión y torpeza, nulidad efectiva pues si quieres que el público absorba en imágenes, lo que tiene tanto fondo y fuerza en escrito, debes nutrirlo de consistencia, carisma y potencia, no agua intuida que se diluye y evapora en un aire marchito que cubre toda la estancia, viaje poco estimulante que te deja a las puertas de vivir lo pretendido.
Con silencios que no se respiran ni absorben el alma, sólo permiten observar la delicadeza de un traje que se mueve con suavidad y delicadeza pero, que según tiempos, desfallece en su inoportuno hilvanado para sentenciar, un nunca deseado, ¡no apetece tanto!
Cargante y dilatada etiqueta que no halla equilibrio con su público; percibir, experimentar, padecer..., habilidades que no han sabido desarrollarse.
"No llores, vuela", vuela a lo más alto porque tanto misticismo ¡me está matando!, y aunque el vuelo hermoso y fantástico del halcón hace lo que puede, ¡no da para tanto!

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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5 de agosto de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película fría, no ya por la ubicación en dónde se desarrolla, cercano al Círculo Polar Ártico, sino por la huella que te deja. Sólo un par de escenas atraen el interés más allá de ver un continuo devenir de rostros serios atormentados por un pasado que se tarda mucho en explicar.
Película española con un elenco de actores de renombre internacional doblados por sus voces habituales.
Paisajes amplios para expresar soledad. Demasiada estética y poca empatía emociocional.
Jennifer Connelly se esfuerza demasiado en querernos apenar y consigue más distancia que la que tiene su personaje de la felicidad.
waldeker
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