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El amor tiene dos caras

Romance. Comedia Rose y Gregory, ambos profesores de la Universidad de Columbia, entablan una relación sentimental. Sus puntos de vista son distintos. Gregory cree que las relaciones sexuales pueden arruinar su vida, pero Rose opina lo contrario... Remake de la película francesa "El espejo tiene dos caras", de 1958. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
9 de febrero de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su tercera incursión como directora, Barbra Streisand construye una comedia alejada de la espectacularidad musical de Yentl o de la trascendencia y el intimismo de El Príncipe de las Mareas. Por el propio género de la película, la comedia romántica en su variante más tradicional o clásica, El Amor tiene dos Caras parece una película menor en comparación con aquellas, pero si se ve sin prejuicios encontraremos una buena película, bien construida en los aspectos técnicos, con un excelente reparto y con mucho más fondo que la mayoría de sus compañeras de género.

Como decía, Streisand apuesta en El Amor tiene dos Caras por la variante más clásica de uno de los géneros más antiguos de Hollywood, y acierta de pleno en el toque elegante y sencillo de su película, confiriendo el poder de la misma a su guión y a un reparto superlativo, pleno en composiciones delicadas y creíbles, estando todos y cada uno de ellos fantásticos en sus roles.

Pero lo interesante de El Amor tiene dos Caras es la madurez y la seriedad con la que enfoca temas tan trillados como la pérdida de la juventud y la belleza en el caso femenino; y la promiscuidad o la falta de ella en el masculino. Temáticas tan manidas y maltratadas en el cine comercial consiguen ser aquí divertidas y profundas, llegando a buen puerto en conclusiones nunca sentimentaloides pero sí emotivas.

Desde luego, el mérito de ello es la pareja protagonista, dos actores tan profesionales como la propia Streisand y Jeff Bridges (y los secundarios: Bacall, Vaccaro, Rogers, Brosnan), que viven aquí una sincera y divertida historia de amor en la que la belleza, la juventud, la confianza y la amistad se convierten en las piezas de un juego que termina por todo lo alto: con un compañero de vida.
jaly
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4 de abril de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablemos sin complejos: quién no sueña con que un Jeff Bridges de a pie se enamore perdidamente de nosotras por nuestras virtudes interiores. Pero, ¿el sueño consiste sólo en eso? Pues no, amigos, porque nadie se atreve a admitir que el sueño, así, está incompleto. Lo que realmente soñamos las mujeres del mundo es que nuestro Bridges personalizado reconozca, además de nuestro buen fondo, nuestro exterior. Queremos que el amado se muera de deseo por nuestro físico, aunque seamos adefesios. Esa es la verdadera fantasía.

Fantasía que Barbra Streisand ha cumplido con «El amor tiene dos caras», película que puede ser una manipulación completa, estar dirigida principalmente a mujeres o incluso incurrir en trampas descaradas, como eso de que la buenecita de Rose no se fije en el-bello-por-dentro de su pretendiente anterior, sino en el-bello-por- fuera del profesor Gregory.

Sí, vale, es cierto, pero es que la historia es cálida, bonita, romántica en el sentido amoroso de la palabra, y la protagoniza una pareja encantadora que construye una relación creíble, sólida y con una tensión sexual palpable; a mi esas dos camas me recuerdan un pelín a «Sucedió una noche», cinta que la propia película homenajea incluyéndola en un par de escenas, lo que no es casualidad. Tiene, además, momentos divertidísimos, yo al menos me parto de risa con Greg, y el final es de esos que emocionan: simpático, delicado y apasionado, para seguir fantaseando en medio de una carretera en la que acaba de amanecer.

Por si fuera poco, el casting cuenta con nada más y nada menos que Lauren Bacall, esa gran dama del cine que sigue siendo «la mirada», y con un Jeff Bridges que está insuperable como hombre tímido, asustado, inseguro y macho alfa, objeto de deseo de todas y objeto sexual de unas cuantas, que a mi me tiene enamorada por completo; puede que donde más arrebatador esté, o es que el chaleco y la pajarita (y los vaqueros, y el polo, y el pijama... o «una bolsa de basura») le queden que ni pintado. Encima, suenan Rachmaninov y Puccini, y el «I Finally Found Someone» en un dueto de escándalo que perdió el Oscar a la mejor canción inmerecidamente. ¿De verdad se necesita más para que una película sea buena?

A mi esta fantasía me encanta. Me toca la fibra sensible. ¿Seré demasiado soñadora?
Kaori
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9 de agosto de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me he sentido atraído y estimulado por personas de elevado nivel intelectual. Por eso me llamó la atención la primer escena que vi ya que esta película la comencé a ver a partir de la clase de Barbara Streisand. Interesante que hicieran un breve resumen de la historia del amor, que tocaran en los diálogos con sus alumnos la mayoría de las teorías que se discuten sobre el tema: es una trampa evolutiva, estamos socialmente condicionados, y lo que dice Barbara, no importa que sea, todos queremos estar enamorados porque aun cuando dure poco es placentero. La forma de amor a la que se refiere del siglo XII se le llama "amor cortés" y algunos de los rituales y formas de amor entre caballeros y doncellas permanece hasta nuestros días.
Es terrible la confusión de Bridges al no terminar la cátedra, y pensar en eliminar al sexo de las relaciones porque aun cuando no se admita, el sexo es una de las manifestaciones del amor. La película aun cuando comienza siendo idealista tiene que dar el giro y devolverle la importancia a la sexualidad. (Streisand se mete al gim). La verdad se extralimitan al pensar que un matrimonio pueda perdurar sin sexo. Octavio Paz en la llama doble hace una diferenciación entre amor, sexo y erotismo, pero dice que todas son manifestaciones de un mismo fenómeno. Lo que es verdad es que el excesivo poder de eros puede destruir a las personas, pero también se ausencia. Algo que me molesta es que en efecto hoy día la televisión dicta cómo deben ser las relaciones o nuestra estética y que sólo siendo bellos somos dignos de amor, por cierto no soy un galán pero no soy feo. El punto es el amor se disfruta más con los clichés que lo rodean, la pasión, la cursilería (solo que estés muy enamorado), el sexo sin dudarlo, la belleza física y la intelectual, hoy día la tele también esta revalorando a los personajes ñoños, la locura, hay que recordar que químicamente estamos sometidos a drogas muy poderosas con el amor. La locura. Se toua.
JACK123
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17 de abril de 2009
40 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Sra. Streisand tiene el ego más grande del mundo. Se cree realmente bella, talentosa, actriz genial, directora innovadora y la mejor cantante. Tal vez ésto último pueda llegar a ser cierto, es discutible pero puede que para muchos lo sea. Ahora lo que no soporto bajo ningún concepto es su horrible manera de filmar. Ella es el centro de todo, no da lugar al lucimiento de otros actores, no se molesta en sacar provecho a otra cosa que no sea su propio brillo. Este guión es una imbecilidad extrema imperdonable. A ella todos la quieren, es la mejor profesora, la más inteligente, culta y claro, mejor persona. El único defecto que tiene es no ser muy bella y no tener novio. ¿Y a que no adivinan que logra conseguir en el curso de la película? Claro que si, si a ésta egocéntrica todo le tiene que salir bien en todos sus films. Debe reflejar en ellos todas las carencias que tiene en su vida privada. No la puedo soportar. Es lo que llamámos en mi país una angurrienta, la que quiere todas para ella. Como la Streisand, que produce y filma sus películas sólo para seguir alimentando su ego. INTOLERABLE!!!!!!!!!!
Srita davidlynch
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12 de mayo de 2013
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobredosis al cuadrado de la empalagosa personalidad de su directora y protagonista. Cuando tomó las riendas, la Streisand, cuya carrera como actriz tiene momentos meritorios, se ocupó sin recato de ametrallarnos con su visión adolescente de la vida, aderezada con Puccini, literatura, un Nueva York de cuento y una serie de condimentos sentimentales caracterizados por la más absoluta falta de pudor.

Muy recomendable por una sola razón: tiene el aliciente de ofrecer el que es posiblemente el final más bochornoso de la historia moderna del cine americano.
Uma
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