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España España · Lleida
Críticas de Uma
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Críticas 201
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
8 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi reciente y voraz incursión en el cine italiano de los 60-70 (que ha tenido la naturaleza de una auténtica razia medieval), hechizado por figuras tan prominentes y abrumadoras como Laura Antonelli, por ejemplo, he recalado por fin en mi primera película de Valerio Zurlini, y con ella, la primera que merece en el curso de esta razia italiana, de largo, un comentario de carácter cinematográfico. Hace muchos años que alguien me regaló esta película en VHS, pero no se habían dado las circunstancias o no había tenido las motivaciones para verla, para sentarme frente a un lejano cineasta del que poco había oído hablar. Zurlini, observo (mi tardanza es prueba de ello), es un cineasta que tiende a resultar invisible, lo cual después de ver La chica con la maleta, y de ver a estos estupendos Claudia Cardinale y Jaques Perrin, me resulta incomprensible, si bien, lo reconozco, se me puede acusar a mí mismo de semejante e injusta miopía.

Técnicamente, es una película excelente. El retrato de los momentos nocturnos, la filmación del espacio, con muchas coordenadas en juego, la capacidad del director para captar lo que pasa por la cabeza y el corazón de sus personajes, a través de las miradas, de los gestos, de las actitudes, de la luz cambiante que les envuelve, construyen una película en constante mutación, con personajes que nunca dejan de moverse por dentro, con lo que la película no nos deja descanso. La economía narrativa, es especialmente acertada, para poner el foco únicamente en lo relevante, destilando toda la sucesión de emociones que compone la película. Y a la vez, de súbito, la narración se detiene sin ponerse límites en momentos que tienen una fisicidad, una visceralidad intensísima, a través de la cual, de la degradación moral si hace falta, se pone a prueba todo el relato emocional. Los recursos de Zurlini son enormes, no se pone barreras, la película progresa con un tempo arrítmico, amplísimo, fascinante. Quizá está excesivo en explotar esa montaña rusa emocional, hasta el punto que los sentimientos dan tantos giros, que acaban confundiendo al espectador. Aun así, Zurlini compone una película llena de matices, con tantos elementos cinematográficos, que consigue una gran riqueza y amplitud. La película está empapada de sustancia cinematográfica, hasta en exceso, es puro libre albedrío aplicado al cine, con un sometimiento únicamente a la veracidad de los personajes y de su realidad.

No comprendo por qué Zurlini no está en el olimpo de los cineastas europeos, como otros compatriotas italianos. Si no llega al nivel de Rosselini, Antonioni, De Sica, en cuya estética se mueve, poquísimo le falta, y en cualquier caso será cuestión de gustos, de conexión. Pero los primeros reproches me los puedo hacer a mí mismo, que he tardado más de 25 años en sentarme frente a una película de Zurlini, desde que me lo recomendaron por primera vez. En realidad, esa tardanza no tiene precio. El mejor momento de una película es la primera vez que se ve. La mía fue anteayer, y aún vivo en el gozo de ese momento de amor inesperado.
Uma
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7
2 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más interesante de esta película, es cómo está filmada. Largos planos, a veces con un propósito expositivo - muy interesante el primer plano de la película, en el cual se observan unos relieves de piedra que nos conducen al interior de una sociedad enquistada, parada en el tiempo -, y a veces con el fin de integrar al espectador en la acción, como si estuviéramos de pie en esa habitación, en un rincón, mirando lo que pasa delante de nosotros. La cámara se gira como giraríamos el cuello, buscando ver, reconociendo el espacio, intuyendo, o perdiendo de vista lo que pasa a solo un metro de mí, cuando me sacude un evento traumático. La cámara congenia con el espectador desde la simplicidad, en una grata simbiosis. Conceptualmente, no es algo nuevo, pero sí tiene una ejecución muy particular, muy personal, porque los planos se alargan para mostrar acciones quizá ya innecesarias, con lo que hay un afán del director por ver un poco más allá de lo que es estrictamente cinematográfico, por entrar en una zona extraña acompañando a los personajes. Ello tiene efectos multiplicadores, sobre todo en la conexión con estos, en concreto con esta muchacha rumana, atrapada entre su sentido de la lealtad, y un amor juvenil que no puede controlar. Siempre es bonito ver historias sencillas de personajes cuyos sentimientos, cuyo aspecto irracional, entra en contradicción con sus convicciones, aunque estas se estén formando sobre la marcha. Aquí todo eso se exhibe muy peculiarmente, aguantando la mirada sobre esta chica, sobre sus dudas, sobre sus certezas que luego se diluyen o se refuerzan.

Contra eso, está el aparato del estado, una máquina del terror, fría, opresiva, corrupta, la viva imagen - desde la mirada de estos jóvenes adolescentes - de esos adultos sebosos, calvos y barrigudos que les estrangulan. Se confunde aquí los aires de libertad política, con los de renovación generacional. El ímpetu y valentía juvenil, frente a una máquina obsoleta que como un lastre, no sabe hacer otra cosa que condicionar, ahogar la libertad y la felicidad de aquellos más inocentes, y educarles para ser, algún día, igual de corruptos, igual de podridos. Se trata de perpetuar el sistema, engrasarlo para que siga funcionando. Almas jóvenes llenas de vida, rodeadas de figuras de piedra.

Un recuerdo de lo que es un régimen autoritario, para que no olvidemos el pasado, ahora que resuenan por el mundo discursos muy peligrosos. Y un elogio de la juventud, de su fuerza, de su poder regenerador, donde reside siempre, en cualquier comunidad, la esperanza.
Uma
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9
15 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelvo a ver M tras muchos muchos años. Me deja pasmado. Para empezar, me fijo en algo que en mi primera juventud no había observado: la utilización del sonido. Hay pocas películas que hayan trascendido del año 1930 o 1931, porque el cine estaba en proceso de incorporar un nuevo elemento expresivo, el sonido, y fueron años de pruebas que imagino no siempre salía bien. Esta sí. Es fascinante ver películas de esos años, ver qué rápido los creadores empezaron a sacar punta de ese nuevo recurso, qué rápido exprimieron ideas que ya no se han superado. Aquí, Fritz Lang usa el fuera de campo, oímos algo que no vemos. O utiliza el silencio para generar tensión. Utiliza los gritos, el ruido de la calle, un silbido. Por dios, usa un personaje ciego, que solo oye, y su presencia es esencial en la película. Una maravilla. Debieron ser unos años fabulosos para los creadores. En tres años las bases de la utilización artística del sonido en el cine, ya se habían inventado.

La película es soberbia por muchas otras cosas. Técnicamente es un prodigio. Ya me gustaría ver como demonios se hicieron esos travelings a través de las ventanas, colándose por lugares imposibles. Narrativamente lo es más si cabe: expone la tragedia desde un punto de vista alejado del hecho en sí, desde la angustia de una madre. El tiempo, narrado a la perfección; las pequeñeces que amplifican la angustia, una conversación anodina mientras pasan los minutos, una mirada a la calle vacía... La eficacia de recursos como la elipsis o las acciones paralelas, la planificación de las escenas - planos cortos, planos lejanos, reflejos para aumentar el efecto onírico, el deseo incontrolable del asesino - va conduciendo al espectador no solo por el viaje espacial, sino también por el viaje emocional, con muchos personajes implicados, con intereses y premuras confrontados que percuten nítidamente: siempre sabemos qué quieren, qué buscan los personajes, dónde están y a dónde van, que esperan, que les aterra, que les motiva...

Y luego, la radiografía resultante, que nos muestra una sociedad que, casi cien años más tarde, sigue siendo lo mismo, planteándose las mismas cuestiones, con las mismas patologías, los mismos debates enfrentando el orden y el caos. Una película tan amplia, con tantos caracteres encontrados, con un abanico tan generoso de realidades y de conflictos, que solo puede ser filmada por un realizador excepcional, de una madurez mayúscula, que trasciende el tiempo y no envejece.
Uma
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6
2 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena parte de la fascinación que genera esta película, reside en la fascinación que los personajes sienten en relación a los edificios de estilo moderno situados en la ciudad de Columbus, un lugar realmente excepcional arquitectónicamente (vale la pena buscar "Columbus, Indiana" en la wikipedia). A los espectadores nos fascina lo que les fascina a ellos. Ese canal funciona muy bien. El lugar es excepcional. Los parques, las construcciones horizontales o verticales, las formas simples y luminosas, se convierten en una inspiración formal para la propia película: el director aplica esas líneas, esos espacios, esa luz al concepto formal de la película. Y no solo desde una perspectiva visual. Pausa, tiempo, silencio, una cadencia que invita a la conversación, a la contemplación (a los personajes, y al espectador a través de ellos), a la reflexión. Planos muy cuidados para componer pequeños cuadros que emulan los edificios, los parques, las calles, los interiores que los personajes admiran, y dentro de los cuales se mueven, hipnotizados por su influjo, como pretende su director que nos movamos por el interior de sus almas.

El director toma prestada toda esa belleza para hipnotizar a su vez al espectador, con un resultado más que aceptable. Siempre hay, sin embargo, un momento en el que una película se la juega, donde tiene que correr sola y desnuda, sin trampa, sin elementos prestados. Y ahí, la película cojea, vuela a poca altura. Una historia pequeña, con algo de magia, que se va quedando poco a poco por el camino, remontando en algún momento puntual, en el tramo final, y desinflándose silenciosamente en algún otro.

Crónica de dos hijos que hablan de sus padres, de cómo estos han condicionado sus vidas, de los vínculos de dependencia emocional y física que les impiden florecer, o, al contrario, de las ausencias traumáticas que les han dejado heridos para siempre. Una película melancólica, de personajes que son víctimas de su sensibilidad (un perfil muy habitual en el cine independiente americano). Una vez más, las férreas reglas éticas y morales, impiden al cine independiente aportar algo nuevo al firmamento del cine, en cuanto a contenido. Le falta tanta mala leche, que termina siendo un cine irrelevante en lo sustancial.

En cualquier caso, la película tiene atractivo, y discurre por una ciudad fascinante, y por las vidas de dos seres que despiertan nuestro interés y que generan expectativas. Que la película esté mal resuelta, no impide que el que suscribe haya disfrutado bastante de ella.

No se la pueden perder los amantes de la arquitectura. Y sobre todo: véanla subtitulada.
Uma
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6
18 de marzo de 2024
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La película tiene una línea argumental jugosa. Un escritor talentoso que escribe alta literatura, pero no vende nada. En un arranque rabioso, escribe una "mierda" de novela, que resulta tremendamente exitosa. Críticos, autores, editores, todos se rinden a un libro que su propio autor, que lo publica con seudónimo, considera bazofia. Es un buen argumento, un poco "Wilt", pero, al menos en la forma como está filmado (no he leído la novela), plantea no pocos problemas.

En primer lugar, la combinación de drama y comedia, no acaba de encajar. Los flecos personales del protagonista, esa faceta dramática de la película, son como ramales que surgen a lo largo de la narración sin llegar a conducir a ninguna parte sustancial, sin sumar demasiado a la comedia, y a la inversa. Alejan al personaje y a la película de su enredo principal, con lo que este pierde intensidad, pierde capacidad de sátira, cojean los personajes paródicos por breves y episódicos. Y lo mismo pasa al revés. Uno por otro, drama y comedia, ni comen ni dejan comer, como el perro del hortelano.

Además, poniéndonos sesudos, no me gusta esa posición divina en la que se sitúa el personaje y, por supuesto el autor (el de la novela y el de la película), cuando deciden, desde su supuesto elitismo, qué es buena literatura, y qué no lo es, qué vale la pena y qué no, cuál es el pensamiento correcto, y cuál no lo es. Un maniqueísmo muy americano que no consigue arreglar ningún intento, por parte de sus autores, de ampliar el horizonte. Me parece muy legítimo defender una posición respecto al arte, sin embargo no me agrada demasiado hacerlo a costa de menospreciar otras miradas. Todo ello, se mezcla con una cuestión racial, que, sinceramente, hay que ser de los EEUU para comprender del todo, y que yo he obviado en mi visionado, porque al final es una cuestión que ellos han protocolizado hasta el ridículo, y han convertido en puro veneno para cualquier obra.

Cierto es, sin duda, que vivimos un declive del conocimiento, el listón parece cada día más bajo. Como decía no sé qué filosofo, castigamos a los inteligentes por serlo, por no tener consideración con los estúpidos. Y cuando en clase hay un alumno estúpido, baja el nivel de toda el aula... Seguramente muchas de esas reflexiones son bastante acertadas, sin embargo, qué peligroso es cuando unos alzan la voz para decidir quiénes son listos y quiénes son estúpidos. Principalmente porque la inteligencia es un elemento abstracto que puede tomar formas distintas. No todos valemos para lo mismo. Conozco gente muy lista, que parecen retrasados cuando tienen que freír un huevo. Yo creo que puede haber mucha inteligencia en una película que consigue hacer reír, y en una que consigue hacer llorar. Y a veces hay mucha estupidez en el cine intelectual, que solo aburre.

La película, pese a sus defectos de ensamblaje, funciona aceptablemente, puede pasarse un buen rato. El patrón no es nada novedoso, una itinerancia entre la comedia y el drama, buscando esos momentos tan de cine americano que te tocan el corazón o te arrancan una sonrisa. Pero su discurso intelectual es pura arrogancia. Y para no verlo hay que ponerse en modo estúpido. Un contrasentido.
Uma
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