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El crack

Intriga. Cine negro Areta, un antiguo policía que trabaja como detective, recibe el encargo de encontrar a la hija de un empresario de Ponferrada. Gracias al novio, averigua que la chica estaba embarazada y huyó de casa. A partir de ese momento, empieza a sufrir todo tipo de presiones para que abandone el caso, pero Areta seguirá investigando hasta el final. (FILMAFFINITY)
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Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
27 de julio de 2021
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Qué decir que no hayan dicho ya otros en críticas anteriores. Cine negro en estado puro. De esos con un tipo duro de mirada triste en busca de algo o alguien. Una película que me recuerda a Blade Runner. ¡Cómo! ¡Pero si Blade Runner es posterior! Pues sí amigos, hay que decirlo con la boca grande: Blade Runner me recuerda a El Crack. Auténtico cine ciberpunk (salvando las distancias). La tecnología asentada en el cine ciberpunk se refleja en las continuas tomas en las que aparecen teléfonos; planos de calles con cielo gris y edificios marrones; la "lucha" contra grandes organizaciones; la búsqueda de algo o alguien; el anti heroísmo del protagonista venido a menos (como así nos lo recuerdan continuamente). En definitiva: ciberpunk puro y duro.

Lo que verás en esta película: el Madrid más ochentero de espumillón y peladillas; de bocata de calamares en bares con el suelo lleno de servilletas y colillas; de gente fumando; de lugares ya olvidados de Madrid; otra vez gente fumando...¿He dicho que no paran de fumar?

Pues eso.
Neuromante
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15 de enero de 2022
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El Crack (1981) es una de las obras cumbres del cine español. La película está dirigida por José Luis Garci e interpretada en su papel principal por Alfredo Landa (de quien se llegó a dudar que pudiera interpretar un papel tan serio como el que se le exige en la película). A pesar de que no fue un éxito de público en el momento de su estreno, con el tiempo ha conseguido un estatus de gran película que es el que se merece.

La película arranca con un prólogo que da buena cuenta de cual será el espíritu de la película a partir de entonces. Nuestro protagonista, un detective privado, se deshace de dos malhechores que pretendían atracar un restaurante como si fuera el mismismo Charles Bronson o Clint Eastwood en uno de sus thrillers políticos.

Queda patente ya en primera instancia que las intenciones de Garci son las de adaptar el cine norteamericano a nuestras costumbres españolas. Paradójicamente, este primer prólogo parece homenajear las películas de acción de los años ochenta, mientras que el resto de la película es un claro homenaje al cine negro clásico.

Después del prólogo nos encontramos con una trama detectivesca que nos recuerda a tantas y tantas películas del cine negro de los años cincuenta (no en vano la propia película hace mención al nombre de Humphrey Bogart), aunque con algunas diferencias fundamentales. Por ejemplo, la trama transcurre prácticamente siempre en lugares de Madrid que no son precisamente lujosos, sino más bien barriobajeros. Hay una clara intención de desmitificar la figura del detective y llevar la acción principal al fango y a los ambientes de la clase baja.

Por supuesto, también hay unas intenciones políticas, como es un ataque a la alta sociedad y a sus desmanes, que no son corrientes en el cine negro. Todos los personajes que gozan de un estatus económico alto en la película (el Guapo, el padre de la desaparecida y el empresario sádico) son retratados como personas sin moral. En contraprestación tenemos al mundo de las clases bajas, que a pesar de vivir en su miseria, conservan una cierta dignidad (incluso uno de los compañeros que traiciona al personaje principal, se compadece y devuelve el dinero con el que le habían sobornado).

También aparecen en la película temas que estaban en el candelero sociopolítico, como es el divorcio o el aborto. La película no se corta un pelo en poner el foco en tramas que retrata con mucha naturalidad.

El escenario por tanto, es también un personaje más de la trama. La película es a su manera un homenaje a la ciudad de Madrid, a pesar de que no oculta sus miserias. Para la memoria del cine quedarán los planos con grúa de la Gran Vía, que por otra parte, tienen incluso un componente extracinematográfico, digamos arqueológico si vemos la película en 2022, que provocan una gran atracción. Es fruto de una España diferente, que en cierta manera es capaz de evocar nostalgia. Hoy en día los ciudadanos de la película se nos antojan casi como extraterrestres, tanto por sus aficiones (el boxeo, las timbas) como por su mentalidad (la reticencia al divorcio, el aborto, etc...)

Y fundamental es también la banda sonora que compone Jesús Gluck, uno de los habituales en la filmografía de Garci, y que con unas pocas notas de piano es capaz de crear una tonadilla que asociaremos con este Madrid gris y con esos planos con la grúa que retratan la ciudad desde el aire.

Pero, y a pesar de que en todo momento se están adaptando las claves del cine negro a España, con todas y cada una de las situaciones vistas en el cine norteamericano, hay que señalar que el Crack no pretende ser una película posmoderna. Es decir, no quiere hacer gala de su autoconsciencia ni utilizar la parodia ni tampoco autorreferenciarse en cada segundo. La seriedad imbuye el cien por cien de sus fotogramas.

Conclusión

El Crack es historia de nuestro cine. Una película que sin dejar de coger elementos del cine norteamericano, los adapta a los códigos patrios sin recurrir a la exageración o a la autorreferencia constante. El resultado es una cinta que es fruto de su tiempo y que a día de hoy sigue ejerciendo una atracción magnética.

Crítica escrita para Cinemagavia.es
Kyrios
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7 de marzo de 2022
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'El crack' nace gracias a que hay detrás alguien que conoce muy bien los entresijos del cine policíaco. Garci desgrana la historia presentándonos primero la condición del personaje antes que el suceso, sintetizado en la imagen del tipo duro que ha de servir como ilustración de ante qué tipo de perfil estamos. Un santo y seña característico para entender su mundología. Hombre pequeño para una jungla grande, Areta representa desde la apariencia más engañosa el concepto de policía o investigador, eso da igual, que se tiene como sello distintivo de un estilo, una manera de contar las cosas, el núcleo por el que ha de filtrarse todo. De él va a depender también su recepción.
El caso a resolver refrenda los patrones como paradigmas del extinto cine negro, que Garci aleja de la escena sin su acostumbrado claroscuro y acerca prácticamente con todo lo demás, tras un oscurantismo de aspecto insondable que va descubriendo como una piedra inevitable en el camino, siempre poniendo a prueba la osadía del solitario Areta. La resolución, precisa, solo puede ser contundente. Y al final, el descanso. Todo hecho y resuelto con maestría.

La elección de Alfredo Landa, uno de los más grandes de nuestro cine, digan lo que digan algunos, como el investigador privado Germán Areta fue una apuesta arriesgada desde el punto en el que la figura del 'landismo', término asociado a una cultura y una época muy determinados, reproducidos por unos personajes pícaros y contenidos habitualmente de carácter sexual, entró como un fenómeno social deshonrado en algunos círculos de pitiminí y adscrito a la persona del propio Landa como supuesta máxima representación del mismo fenómeno. Fue el mismo Landa quien tampoco se sentía seguro de la aceptación que tendría cara al público, siendo consciente el primero del 'San Benito' que llevaba encima. Se puede decir que la apuesta salió ganadora, haciendo un protagonista muy serio, sosegado, profesional infranqueable de su trabajo y hombre resignado a su suerte en su vida personal. Vamos, que Garci, como buen amante del cine en general y del negro en particular, diseñó un personaje a la medida del género que encarnó a las mil maravillas el actor navarro.

Contemplar 'El crack' es como contemplar el rostro del alma solitaria, un perdedor involuntario, impertérrito esclavo de sí mismo y su profesión, que lleva su pena por dentro, mientras te dejas seducir por esa extraordinaria música, tocada una y otra vez, de Jesús Gluck desde una relativa seguridad. Esto es una opinión muy personal, desde luego, o más que opinión, sensación, pero su actitud, serena y contundente al mismo tiempo, su devenir envuelto en esa dulce y triste melodía, me relaja y hace pensar.
Con esta película José Luis Garci se asienta como director de prestigio y lo mismo que decía para el bueno de Alfredo Landa, vale para él, mal que le pese a quien le pese, uno de los mejores directores del cine español que, curiosamente, carga con alguna cruz no correspondida e impuesta por excluyentes oligarquías desde un gremio, el suyo, conocidamente mediatizado y politizado. No me gusta en mis críticas salirme del tema, porque no forma parte de la intención inicial ni es el lugar indicado, pero algunas veces hay honrosas excepciones; como aquí. Y esta última opinión, respecto del vilipendio sufrido por director y protagonista, extensible también en algún otro caso, ya no creo que sea una opinión tan personal.
John Dunbar
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8 de mayo de 2022
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Germán Areta un policía retirado que ejerce como detective privado es contratado para un caso que llevará hasta las últimas consecuencias a todos sus implicados.

Con esta película José Luis Garci homenajeó al cine negro y a la literatura de Dashiell Hammet. No solo encontramos tributo al cine negro, sino que Garci crea una obra que es una oda a todo aquel cine que le marcó de una u otra manera.

Con su inseparable coguionista Horacio Valcarcel crearon una película policíaca de una España que ya no existe: una España de cabinas de teléfono, de televisiones de tubo, de coches sin cinturón, de tabaco por doquier, un film que hoy en día está considerado un clásico de la cinematografía española.

La atrevida asignación de Alfredo Landa como el detective Areta y el eficaz manejo de los tópicos del guion se combinan perfectamente con el tono melancólico de su narración y otros papeles para el recuerdo como el de Manuel Tejada, José Bódalo o el de Manuel Lorenzo haciendo de un barbero aficionado al boxeo.

Con ritmo excelente, Garci elabora una historia que, pese a faltarle profundidad en su guion, hace añorar la España de los ochenta al enmarcar la realización con imágenes de la Gran Vía madrileña y sus mañanas, escenas de boxeo, charlas de bar y barbero, y una hermosa banda sonora de Jesús Gluck que ponen el broche de oro.

-Texto realizado por 《 Grupo Salvaje 》
para Plano General
Colb
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31 de julio de 2022
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Que son cómo no, el ritmo pausado en ocasiones (me temo que a veces se cree Sergio Leone) y el centrarse en elementos secundarios que aportan poco al argumento - en este caso, el boxeo -, lo cual implica que incluso éste no esté del todo bien construido (ver spoiler).
Ciertamente Landa está inconmensurable como Areta y la trama es buena y el guión va profundizando en ella, pero la presentación es insuperable con esa tranquilidad del detective ante la presión del personaje de Cervino.
Mi nota: 6,7
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luis Miguel
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