En realidad, nunca estuviste aquí

En realidad, nunca estuviste aquí (Lynne Ramsay, 2017)
No me extraña que la llamen el taxi driver moderno ya que esta claramente inspirada sobre todo en el guión y la construcción de su protagonista. Pero con una puesta en escena y dirección muy distintas.

Un Joaquin Phoenix colosal haciendo una interpretación mayúscula en uno de sus mejores trabajos recientes.
Phoenix interpreta a Joe, un veterano de guerra que se gana la vida como eficaz matón a sueldo hasta que su última misión es rescatar a la hija adolescente de un senador de las garras de una red de tráfico sexual.

La directora ha limado prácticamente todo el argumento hasta quedarse con un esqueleto que solo nos deja ver al protagonista en movimiento y su instinto mortal. Este objetivo fortalece lo que quiere contar, dándola mucha presencia. Lo que si noto, es el intento de hacer una película demasiado pretenciosa que a veces se hace un poco obtuso para hacerse el gauy.

¿Por qué tratamos de hallar paralelismos entre Joe (Joaquin Phoenix) y Travis Bickle (Robert de Niro), cuando este ex marine y veterano de guerra que vive con su madre transita por terrenos más próximos a los de Henry Lee Lucas (Michael Rooker) en 'Henry, retrato de un asesino' (1986, John McNaughton)? Travis Bickle era un paria marginado que huía de una rutina vacía (y de su insomnio) refugiándose en un empleo gris, mientras que Joe, igual que el asesino en serie Henry Lee Lucas, trata de equilibrar la balanza entre la vida hogareña y sencilla que anhela con un trabajo -o más bien una ocupación remunerada- consistente en matar a cambio de dinero -en eso se diferencia de Lucas, que lo hacía por pura demencia-.
Ambos buscan la forma de escapar del remordimiento y el dolor que les tortura por los crímenes cometidos, en forma de alucinaciones y axiomas edípicos, y se sujetan, como un clavo ardiendo, a la vía de expiación que supone proteger a una joven desvalida que sufre abusos sexuales por parte de su propia familia. Aunque ese elemento añadido, si omitimos los lazos de sangre entre la víctima y su violador, también entraría en la terna con el desenlace de 'Taxi Driver' (1976, Martin Scorsese).
Ramsey adopta una posición aséptica y distanciada, de cariz marcadamente presencial, en la línea de los mejores trabajos de Jim Jarmusch. No se concede el lujo de usar tópicos maníqueos sobre sicarios atormentados ni estampitas violentas, y menos aún de emitir juicios de valores. Cada instante de Joaquin Phoenix conteniéndose las ganas de reventar cabezas -literalmente, a martillazo limpio- se vale por sí solo, y no necesita apoyarse en el bastón de ningún efectismo colateral. Hay simples actores y actores que se dejan el alma en cada uno de sus trabajos, y Phoenix pertenece al segundo de esos dos grupos.

He tardado un tiempo, pero tras un segundo visionado he conseguido verle la grandeza a esta obra de la directora Lynne Ramsay, directora de la también compleja y fantástica "We need to talk about Kevin". He de decir que la razón por la que la película no me gusto inicialmente se debió a que la promoción de esta la vendía como un thriller de acción, violento y oscuro; sin embargo la película dista mucho de esa descripción, en su lugar, "You were never really here" es un drama psicológico oscuro y con tintes de thriller. Es decir, la película es infinitamente mejor que como te la vendían.

Joe (Joaquin Phoenix) es un hombre enigmatico y depresivo que se dedica a proteger a niñas del tráfico sexual y a cuidar de su anciana madre (Judith Roberts); un día este recibe la llamada de un senador (Alex Manette) denunciando la desaparición de su hija (Ekaterina Sansonov). La trama parece simple, pero en realidad, detrás de toda esa historia se esconden las peripecias de un hombre traumado que necesita hacerse el héroe para encontrar un propósito en la vida. Como es propio de la filmografia de Ramsay la historia esta narrada de forma no lineal, ya que el crudo relato se entremezcla con una serie de flashbacks que nos narran el tortuoso pasado del personaje de Phoenix, que aunque se te puede atragantar a la primera, es una buena forma de narrar la historia.

Lo mejor de la película es su puesta en escena, sus entornos, su curiosa iluminación, su cruda violencia, su forma de narrar, la dirección de Ramsay y sobre todo la portentosa actuación de un Phoenix estelar (Cómo siempre). La película recuerda por momentos a "Drive", la obra magna de Nicholas Winding Refn y por otros a "Old Boy", el thriller de venganza de Chan-Wook Park; pero Ramsay logra crear su propio estilo con el que es capaz de meternos en la fracturada mente del protagonista, dejando la violencia y la acción en un segundo plano.

En resumen, una buena película con un soberbio Phoenix, una preciosa puesta en escena, una original premisa narrada de una forma poco convencional y una representación del trauma brutal. Lo siento Ramsay, por fin aprecio el pedazo de peliculón que has hecho y el porque de esa ovación en el Festival de Cannes. En realidad, la película es muy buena.

Seré claro. Este film no es el típico thriller que solemos encontrar con frecuencia. Esta película va dirigida hacia temas más personales y mentales. No busquéis los tiroteos porque aquí no los hay por ninguna parte. Lo que tenemos ante nosotros es un thriller puro, sin trampa ni cartón. Quizás peque demasiado de ello, pero no se puede negar que el resultado es atractivo e innovador. Y lo está diciendo alguien que disfruta al máximo de escenas con grandes dosis de acción. Sin embargo valoro todo aquello que sea destacable a la hora de juzgar cualquier peli, independientemente del género al que pertenece. Joaquin Phoenix tiene el control de la cinta totalmente en sus manos con esa magnífica actuación que nos regala interpretando al prota. En todo momento podemos ver a un tipo perturbadísimo. Cada escena es una magnífica lección de interpretación por parte del actor que en su día fue premiado por su papel en Gladiator (2000). Prácticamente todo el peso de la historia recae sobre sus hombros. De hecho no hay toma ni secuencia en la que Joaquin no esté involucrado. Tampoco hay que olvidarse del espectacular montaje que otorga a la producción una ambientación sublime. La belleza de ciertos planos es simplemente para quitarse el sombrero. Hay momentos que desprenden realismo y hermosura por su calidad en el aspecto visual, hablo concretamente de cuando él se encuentra sumergido en el agua del lago. ¿Y qué decir de la formidable puesta en escena? Sencillamente una maravilla. Lo único malo que le encuentro es su escasa duración. Un film con un nivel interpretativo tan alto debería haber tenido una historia con más sucesos de los que salen en pantalla. La escasez de diálogos me gusta porque permite a las imágenes que hablen por sí mismas con su fuerza visual sin tener necesidad alguna de recurrir a largas conversaciones entre los personajes. Película que seguramente no gustará a la inmensa mayoría de la gente, pero eso es un tema aparte de lo que estoy escribiendo. Buen thriller, enorme Joaquin Phoenix, buenísima ambientación y digno uso de planos. Crea desconcierto en muchas ocasiones. Además se aleja del mero thriller comercial que estamos hartos de ver.

Realmente había recibido mucha información acerca de esta película y de la actuación de Joaquin Phoenix, porque decían que podría ser un abrebocas de su actuación en la tan esperada película del Joker, así que me senté a verla esperando un buen filme y no conseguí engancharme, nunca me quedó claro el objetivo del protagonista y me parecía un personaje dando tumbos, haciendo uso de algunos trucos que suelen triunfar en varios festivales de renombre, como los silencios prolongados, las miradas meditabundas, los flashbacks que remiten a una tragedia que devino en trauma y un largo etc. Me dio la sensación de que la película buscaba eso, triunfar en ciertos sectores de la crítica y no contar bien su historia.

También comparto las críticas que mencionan las notorias referencias a Winding Refn y creo que como ejercicio visual es una ganadora, como una narración se queda a medio camino, porque ni nos cuenta nada ni lo que quiere contarnos resulta tan interesante como para pasarnos la hora y media viéndola.