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Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4 de octubre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stallone con un uniforme de tomar la primera comunión -lo que tú digas de Gianni Versace, pero eso es un traje de almirante de toda la vida-. Un futuro ultraviolento, anárquico y más descontrolado que la última ocasión en que Sly se calzó la placa distópica de la ley. ¿Que de qué te suena esto?? No, no es la secuela de una adaptacion de 'Un mundo feliz' de Aldous Huxley "demoledora" ni pasada por el arco del triunfo de la ceja de Sly, sino una adaptación de los comics de John Wagner y Carlos Ezquerra pasada igualmente por el arco de la ceja de Sly, por lo menos desde que, pasados no muchos minutos, la exhibe desprendiéndose del casco que para los fans más puristas del personaje es intocable. ¿De verdad existió gente en su momento que pensó que un tipo cuyo apellido sale en el cartel en letras más grandes que el título de sus películas iba a pasársela entera con la jeta tapada??
Rob Schneider hace lo mismo que hizo al lado de Stallone el poquito rato que pudo en 'Demolition Man' -durante todo el metraje esta vez- o más adelante con Jean Claude Van Damme en 'Knock Off', sin Sandra Bullock entre medias de los dos. Vale sí, está Diane Lane, pero la juez Hershey no está para bromas sino para calentarse el morro en una espectacular tangana con Joan Chen que rompía con el perezoso cliché de las gatas tirándose del pelo.
Entre tanto juez de honradez puesta en tela de juicio, a Max "toma el dinero y corre" Von Sydow le toca ser el aliado de paso, a Jürgen Prochnow ser el villano de pegote, al compañero temprano de fatigas de Sly, Armand Assante, ser el villano pasadísimo de rosca con un super robot de mascota, y el bigardo Christopher Adamson es el villano de mollera metalizada marcándose un Antonio Resines en 'Acción Mutante' (pero con músculos).
No es tu Juez Dredd si eres fan del comic, ni estrictamente el Stallone de tus primeros Stallone si naciste a la vez o poco después que su estrellato a nivel global, pero tal como cantaba Alaska: ¿a quién le importa?
"Cuando en una sociedad hay violencia, no hay justicia. Pero una caricia en el hocico te pone a caminar"
(Platón)
"¡Sentimientos, la ley debería prohibirlos!"
(Sly)
Rob Schneider hace lo mismo que hizo al lado de Stallone el poquito rato que pudo en 'Demolition Man' -durante todo el metraje esta vez- o más adelante con Jean Claude Van Damme en 'Knock Off', sin Sandra Bullock entre medias de los dos. Vale sí, está Diane Lane, pero la juez Hershey no está para bromas sino para calentarse el morro en una espectacular tangana con Joan Chen que rompía con el perezoso cliché de las gatas tirándose del pelo.
Entre tanto juez de honradez puesta en tela de juicio, a Max "toma el dinero y corre" Von Sydow le toca ser el aliado de paso, a Jürgen Prochnow ser el villano de pegote, al compañero temprano de fatigas de Sly, Armand Assante, ser el villano pasadísimo de rosca con un super robot de mascota, y el bigardo Christopher Adamson es el villano de mollera metalizada marcándose un Antonio Resines en 'Acción Mutante' (pero con músculos).
No es tu Juez Dredd si eres fan del comic, ni estrictamente el Stallone de tus primeros Stallone si naciste a la vez o poco después que su estrellato a nivel global, pero tal como cantaba Alaska: ¿a quién le importa?
"Cuando en una sociedad hay violencia, no hay justicia. Pero una caricia en el hocico te pone a caminar"
(Platón)
"¡Sentimientos, la ley debería prohibirlos!"
(Sly)
HABRÍA SIDO UNA DESPEDIDA PÓSTUMA PERFECTA PARA HITCHCOCK DE NO SER PORQUE LA DIRIGIÓ BRIAN DE PALMA
29 de septiembre de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Palma mueve ficha sobre el tablero del gato y la ratona con el protagonismo fugaz de la ex estrella y pionera del actioner femenino televisivo Angie "la mujer policía" Dickinson buscando acción de otro tipo arrimando cebolleta con quien se le cruza, y el de la auténtica protagonista, aunque de relevo, Nancy Allen, tropezando con una manipuladora e invasiva horma de sus tacones, la de Michael Caine con los apuntes aprendidos ocho años después del primer 'Sleuth' al lado de Laurence Olivier, y calentando motores para apretar las tuercas a Christopher Reeve un año después, debutando con De Palma en un rol igualmente críptico, cínico y proclive a asfixiar psicológicamente a sus 'pacientes' que, de entrada, recuerda al del fantasma del paraíso William Finley en 'Hermanas' (1972, Brian De Palma).
Sexo, violencia y suspense llevado al extremo más exquisito y planificado de una puesta en escena milimétricamente ejecutada -magistralmente, de hecho, por las galerías del museo metropolitano de Nueva York-. De Palma está tan, tan poseído por Hitch que por momentos te crees que es una película póstuma del mismo año en el que el rey del suspense se fue al otro barrio.
Si estás en una película de De Palma, evita ascensores, taxis y duchas. Bueno, los taxis no. La truculencia fetichista, por suerte, se consolida como un elemento ineludible que el director conoce como la palma de su apellido. Y ya que menciono la palma, ojalá Pino Donaggio lo pasase tan gratamente aportando lirismo a los créditos iniciales compartidos por la Dickinson y su doble de cuerpo Victoria Lynn Johnson -que da bastante mejor el pego que quien quiera que suplantase a Carmen Maura en parecidas circunstancias en 'La comunidad'- como yo observándolas bajo la alcachofa.
Habría sido mejor despedida para Hitchcock que 'Family Plot' (1976). Se queda en otra brillante master class heredada para la firma de De Palma.
Sexo, violencia y suspense llevado al extremo más exquisito y planificado de una puesta en escena milimétricamente ejecutada -magistralmente, de hecho, por las galerías del museo metropolitano de Nueva York-. De Palma está tan, tan poseído por Hitch que por momentos te crees que es una película póstuma del mismo año en el que el rey del suspense se fue al otro barrio.
Si estás en una película de De Palma, evita ascensores, taxis y duchas. Bueno, los taxis no. La truculencia fetichista, por suerte, se consolida como un elemento ineludible que el director conoce como la palma de su apellido. Y ya que menciono la palma, ojalá Pino Donaggio lo pasase tan gratamente aportando lirismo a los créditos iniciales compartidos por la Dickinson y su doble de cuerpo Victoria Lynn Johnson -que da bastante mejor el pego que quien quiera que suplantase a Carmen Maura en parecidas circunstancias en 'La comunidad'- como yo observándolas bajo la alcachofa.
Habría sido mejor despedida para Hitchcock que 'Family Plot' (1976). Se queda en otra brillante master class heredada para la firma de De Palma.
29 de septiembre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abordar un género a veces puede ser tan arriesgado como el robo a un depósito blindado por una cuadrilla de inútiles; por fortuna para Friedkin sólo se trataba de reverdecer sus laureles absurdos, paródicos y corales para el esperpento de 10 años atrás en enredos charlestonianos y surrealistas o vehículos de lucimiento pop para Sonny & Cher, apoyándose en esta ocasión en la familiaridad de cara a la audiencia que aporta un deslenguado, algo jeta y zarrapastroso líder reconocible, con o sin la gabardina, Peter Falk, y sus "dormidas" manos derechas Allen Garfield, Peter Boyle o Paul Sorvino acechados por Edgar Hoover (Sheldon Leonard) agarrándose a un clavo ardiendo en unos Estados Unidos en la cuerda floja y empobrecidos (para los de siempre, claro) donde los disparos, el jazz y el swing suenan con tanta intensidad como los rugidos de tripas. Es una pena que toda una Gena Rowlands pase casi inadvertida como una cómplice pero siesa esposa de Falk mientras él se dedica a dar palos y darse a la fuga.
William Friedkin aprueba con nota en la asignatura de divertir al público divirtiéndose, y muestra una sólida polivalencia genérica que no convenció, no obstante, al público en la taquilla. Hasta para Billy Wilder había dejado de ser rentable recurrir al tesoro nacional cinematográfico de las comedias criminales al que se le empezaba a pasar comercialmente el arroz -a excepción hecha de la guinda de George Roy Hill ('El Golpe') cinco años atrás-.
No llueven billetes a gusto de todos. Tampoco fue la primera ni la última producción de Dino de Laurentiis que ha sobrevivido mejor al paso de las décadas que a su paso por la cartelera. O tal vez se debiese a la injusta razón de que Falk era una estrella con un gancho específico para la pequeña pantalla. Supongo que para muchos fue un alivio que fracasase una comedia -pese a que no lo parezca cuando Warren Oates se luce siendo interrogado- que da al FBI jarabe de palo ridiculizándolo.
Otro clásico, aunque no sea de los más populares, que entra directo a la saca de William Friedkin.
William Friedkin aprueba con nota en la asignatura de divertir al público divirtiéndose, y muestra una sólida polivalencia genérica que no convenció, no obstante, al público en la taquilla. Hasta para Billy Wilder había dejado de ser rentable recurrir al tesoro nacional cinematográfico de las comedias criminales al que se le empezaba a pasar comercialmente el arroz -a excepción hecha de la guinda de George Roy Hill ('El Golpe') cinco años atrás-.
No llueven billetes a gusto de todos. Tampoco fue la primera ni la última producción de Dino de Laurentiis que ha sobrevivido mejor al paso de las décadas que a su paso por la cartelera. O tal vez se debiese a la injusta razón de que Falk era una estrella con un gancho específico para la pequeña pantalla. Supongo que para muchos fue un alivio que fracasase una comedia -pese a que no lo parezca cuando Warren Oates se luce siendo interrogado- que da al FBI jarabe de palo ridiculizándolo.
Otro clásico, aunque no sea de los más populares, que entra directo a la saca de William Friedkin.
27 de septiembre de 2024
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¿Eras fan del Bud de Piedone? ¿de los thrillers policiacos del domingo, muy del domingo, que Spencer hizo primero en el cine para Steno, y después en "maxiseries" de televisión con Philip Michael Hall o Michael Winslow, y que en España ponían en Telecinco? Pues no te confundas con la catedralicia 'Dos superpolicías' del 77, definitoria de la mecánica y la química de la más popular de sus parejas, porque ésta es como las primeras que he enumerado de Bud... pero al lado de Terence Hill. Y de hecho ésta es la primera (y única, claro) en la que les iba a dirigir juntos -la segunda con Bud- Bruno Corbucci, hermano de Sergio.
Pues eso, tramas con blanqueo de dinero, apuestas ilegales, mafiosos de los que no hacen reir, secuestros e incluso compañeros asesinados o venganzas con aromazo a buddy movie de acción a la americana de los ochenta que se prolonga todo el tiempo (con pequeños interludios mamporreros) para que el rubio y el barbas se reciclasen en la que fue, durante años, su última aventura juntos.
Es más una peli con Bud Spencer y Terence Hill que una de Bud Spencer y Terence -por eso que se suele decir de los "actores autores"- que da poca cancha a los puños en peleas más realistas salvo alguna gloriosa fantasmada de Hill destrozando al vuelo un machete de un balazo.
¿Terence Hill tirándose a bocajarro al suelo mientras dispara una metralleta?? ¡¡Venga, también lo compro!!
Las bandas de punks y quinquis estrafalarios siguen ahí, eso sí, esta vez liderados por el ex colega de Flipper, Luke Halpin, liderándolos y pidiendo galletas en el bus.
Aburrida no es. Pero no habríamos querido que ésta fuese su despedida pese a que el plano congelado del final se preste a ser una guinda idónea a casi 20 años de trayectoria conjunta.
Como rareza tiene su aquel. Y ni tan mal entran esas peleas creíbles con rivales que no caen a la primera ni hacen el ganso al ser golpeados.
Pasable como peli de acción, de comedia lo justito.
Pues eso, tramas con blanqueo de dinero, apuestas ilegales, mafiosos de los que no hacen reir, secuestros e incluso compañeros asesinados o venganzas con aromazo a buddy movie de acción a la americana de los ochenta que se prolonga todo el tiempo (con pequeños interludios mamporreros) para que el rubio y el barbas se reciclasen en la que fue, durante años, su última aventura juntos.
Es más una peli con Bud Spencer y Terence Hill que una de Bud Spencer y Terence -por eso que se suele decir de los "actores autores"- que da poca cancha a los puños en peleas más realistas salvo alguna gloriosa fantasmada de Hill destrozando al vuelo un machete de un balazo.
¿Terence Hill tirándose a bocajarro al suelo mientras dispara una metralleta?? ¡¡Venga, también lo compro!!
Las bandas de punks y quinquis estrafalarios siguen ahí, eso sí, esta vez liderados por el ex colega de Flipper, Luke Halpin, liderándolos y pidiendo galletas en el bus.
Aburrida no es. Pero no habríamos querido que ésta fuese su despedida pese a que el plano congelado del final se preste a ser una guinda idónea a casi 20 años de trayectoria conjunta.
Como rareza tiene su aquel. Y ni tan mal entran esas peleas creíbles con rivales que no caen a la primera ni hacen el ganso al ser golpeados.
Pasable como peli de acción, de comedia lo justito.
22 de septiembre de 2024
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Si algo tenían Wayne y Eastwood en común -aparte de que el nombre de pila real de ambos rime igual- es que tomaron plena consciencia de que el cine del oeste es una farsa, maravillosa farsa, fabricada para alimentar la sed de aventuras de la audiencia general con decorados y especialistas delante de una cámara. Luego parece natural que ambos acabasen sucumbiendo a la tentación, con un cuarto de siglo de diferencia, de rendir sendos tributos a la manifestación más pura y auténtica de la influencia del género en el espectáculo de masas, antes que la pantalla, en las arenas circenses, homenajeando, a través de una inspiración nominal, a la estrella pionera del cine del Oeste, Broncho Billy Anderson, que, como ocurrió con Paramount en 'Star Spangled Rhythm (1943), al haber pasado a mejor vida, ya no podría demandar a nadie.
Partiendo de que el circo y el rodeo son casi lo mismo desde el germen de sus conceptos, del negocio que abarcan, y de que la premisa de que una figura femenina de carácter caprichoso entre a malmeter tampoco es desconocida para los clichés manifiestos de ambos terrenos, para Sondra Locke es tan simple como respirar jugar esa baza provocadora, pícara y sensible en el cine de su maromo, no interponiéndose sino incluso reforzando la camaradería o rivalidad entre Clint y algunos de sus compinches habituales de cabalgada (un pamplinero y calzonazos Geoffrey Lewis o Bill Mckinney con un garfio por mano). Locke no pierde la oportunidad de echar el lazo a la comedia -física y romántica- erigiéndose en el epicentro de la mala suerte a la espera de que el drama ligero y sentimental gane peso confirmando que esto es un remake country de 'It happened one night' (1934, Frank Capra) en la única comedia -o eso creo- que ha dirigido Clint Eastwood.
Scatman Crothers ('El Resplandor') oficia como el formidable jefe de pista cuando Bronco no hace dar vueltas a sus chicas sobre la cama (o sobre la rueda de la muerte), afronta la quijotesca tentativa de asaltar trenes modernos o se pavonea enfundando sus revólveres delante de la chavalería.
Una fábula para creer en la camaradería y, al mismo tiempo, enamorarse. Y todo eso cabe dentro de un mismo saco porque Clint es así. Un duro gracioso y sensible.
Partiendo de que el circo y el rodeo son casi lo mismo desde el germen de sus conceptos, del negocio que abarcan, y de que la premisa de que una figura femenina de carácter caprichoso entre a malmeter tampoco es desconocida para los clichés manifiestos de ambos terrenos, para Sondra Locke es tan simple como respirar jugar esa baza provocadora, pícara y sensible en el cine de su maromo, no interponiéndose sino incluso reforzando la camaradería o rivalidad entre Clint y algunos de sus compinches habituales de cabalgada (un pamplinero y calzonazos Geoffrey Lewis o Bill Mckinney con un garfio por mano). Locke no pierde la oportunidad de echar el lazo a la comedia -física y romántica- erigiéndose en el epicentro de la mala suerte a la espera de que el drama ligero y sentimental gane peso confirmando que esto es un remake country de 'It happened one night' (1934, Frank Capra) en la única comedia -o eso creo- que ha dirigido Clint Eastwood.
Scatman Crothers ('El Resplandor') oficia como el formidable jefe de pista cuando Bronco no hace dar vueltas a sus chicas sobre la cama (o sobre la rueda de la muerte), afronta la quijotesca tentativa de asaltar trenes modernos o se pavonea enfundando sus revólveres delante de la chavalería.
Una fábula para creer en la camaradería y, al mismo tiempo, enamorarse. Y todo eso cabe dentro de un mismo saco porque Clint es así. Un duro gracioso y sensible.
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