Ladrón de bicicletas

Esta película se encuentra entre las diez mejores de la historia del cine, de eso no me cabe duda. Por lo tanto, es del todo recomendable.

Si el neorrealismo italiano se caracteriza por abordar situaciones en las que aparecen la miseria, la pobreza, la frustración, la desesperación, la carestía, etc, Vittorio de Sica lo lleva al paroxismo con esta película.

El director italiano se doctora cum laude en un film en el que nos plantea una historia aparentemente sencilla, logrando que desde el inicio el espectador empatice con el protagonista, Antonio (Lamberto Maggiorani). A medida que avanza la película vamos a experimentar una amalgama de sentimientos, que van desde la conmiseración a la ira, pasando por la alegría, el abatimiento, la esperanza, la desilusión y la vergüenza.

De Sica realiza un soberbio análisis de la situación italiana de posguerra, retratando como nadie a la clase proletaria, con sus virtudes y sus defectos, sus anhelos, sus expectativas y la cruda realidad.

Por último, me gustaría destacar que, como era habitual en el neorrealismo italiano, los actores no eran profesionales, lo cuál le otorga un plus de mérito a la película.

Es la segunda vez que veo esta obra maestra del neorrealismo italiano, y en ambas ocasiones me ha producido una profunda tristeza su historia.
Debo decir que la primera vez que la vi me emocionó su historia, y la lucha por ese padre de familia que únicamente quiere un trabajo para poder llevar un plato caliente a su casa. A él le ha tocado vivir un momento difícil tras finalizar la II Guerra Mundial, ya que el mundo está en paz, pero con un futuro incierto, sin comida y con pocas posibilidades de que la gente encuentre trabajo.
Ahora que he vuelto a ver de nuevo este drama, me he dado cuenta de una diferencia entre el primer visionado y el de ahora. Hace unos años la historia me conectó pero la vi como un momento del pasado negro, que por suerte no se volvería a vivir. En este visionado nuevo, me he dado cuenta que la historia es mucho más actual de lo que me pudiera creer. Es cierto que España no ha vivido una guerra en estos años, pero los problemas que vive esa familia son un reflejo por desgracia, de la situación que viven hoy en día millones de personas.
La historia es totalmente dramática. Vittorio de Sica retrata a la perfección esa desesperación que sufre el ser humano por sentirse útil en la vida, y por dar un futuro mejor a sus hijos. Unos niños que se ven obligados a crecer mucho más rápido de lo que deberían.
Los actores realizan un trabajo magnífico (sobre todo el niño). Todos ellos retratan ese mundo en Roma que intenta levantarse poco a poco, pero en el que existen familias que no son capaces de salir a flote. Unos personajes que sueñan con un futuro mejor, en el que el hambre solo sea una pesadilla, y en el que trabajo sea una bendición, ya que podrán saldar deudas y tener algún capricho.
En fin, nos encontramos ante un clásico del cine que demuestra ser una gran película al resultar su historia por desgracia muy actual. Un film que engancha debido a unos sentimientos de tristeza, rabia y desesperación que acompañan en toda la historia. Una película que no decepciona y que emociona desde prácticamente el principio, al introducirnos en la vida de esta familia a la que han robado el único sustento que tienen: su bicicleta.

Siempre me han gustado las películas dirigidas a la crítica social y sin duda recomiendo este conmovedor clásico italiano. Es una película con un argumento sencillo pero cargado de multitud de escenas que reflejan la vida en el contexto de la dificil postguerra italiana. Las grandes colas del paro de los desesperados obreros, los medios de transporte abarrotados, el ambiente de miseria y el hambre de la mayoría de la población italiana son los claros protagonistas de esta película.

Hay películas que forzosamente deberían ir sin nota. "Ladrón de bicicletas" es una de ellas, una de las piezas básicas del que fue bautizado como el fenómeno neorrealista, una época dorada para el cine transalpina. Para más IMRI, fue dirigida por Vittorio De Sica, uno de los nombres clave en el fenómeno, un auténtico todoterreno del séptimo arte (actor, director, productor, etc.).

No obstante, cada revisitación me hace pensar que esta obra de la trilogía de la posguerra de De Sica es mucho más interesante como documento histórico que por su impacto artístico. Evidentemente, el contexto de su tiempo hizo que fuera una auténtica maestra, sobre todo por su forma de dejar claro cómo la II Guerra Mundial había dejado el país, además de poner el microscopio en aquellos sectores más desfavorecidos, los eternos olvidados de los dominios de Clío.

Admitiendo todos esos méritos, no es mi film favorito de De Sica. El neorrealismo tiene otros alegatos similares que, además, cuentan historias tan conmovedoras con mayores recursos tragicómicos. Con ello no pretendo, bajo ningún concepto minusvalorar la relación paterno-filial que aquí se muestra y algunas escenas que ya forman parte del imaginario de todo un país.

Es como si, tras tantas décadas transcurridas, "Ladrón de bicicletas" estuviera abriendo una puerta en la que la filmografía italiana se dispuso a vivir la mejor etapa de su historia.

Solamente por eso, su visionado es altamente recomendable.

Máximo exponente del neorrealismo italiano que plasma a la perfección las penurias de un país en plena crisis de posguerra con una puesta en escena extremadamente sencilla y una historia deprimente cuya moraleja final te empapa de la tristeza más absoluta con un leve hálito de esperanza.

Este mensaje tan efectivo como desalentador se ve parcialmente ensombrecido por las constantes persecuciones y carreras que debe hacer su protagonista en demasiados momentos de la película, necesarias superficialmente para que avance la trama, pero que le quitan profundidad al conjunto.

De todos modos, con obras maestras reconocidas universalmente como la que nos ocupa, las expectativas son muy altas, y aunque subjetivamente pueda gustar más o menos, objetivamente es un largometraje que todo amante del séptimo arte debe ver sí o sí.

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