Furia en el valle

Las luchas en el Oeste entre ovejeros y vaqueros tienen cierta tradición en el western, por eso conviene recordar que ya marcharon desde España ovejas de raza churra al Nuevo Mundo en el segundo viaje de Colón (1493). Luego Hernán Cortés las llevaría a México en 1519. Desde entonces se difundió esta ganadería por Nueva España y todo el SE de América del Norte. Desde comienzos del siglo XIX se desplazó este ganado hacia el Oeste, donde la competencia entre los dueños de los rebaños de ovejas y de vacas ocasionó numerosos enfrentamientos por la competencia por los pastos y por el agua. Pero también los vaqueros creían equivocadamente que las secreciones de ciertas glándulas de las patas de las ovejas impedían comer a las vacas donde aquellas habían pastado.
Y esto es lo que sucede en "Furia en el valle" donde los vaqueros pretenden expulsar a los ovejeros: "Las ovejas huelen mal y ensucian los pastos". Tradicionalmente aquellos suelen mostrarse violentos e intolerantes, mientras estos otros, tal vez contagiados de la mansedumbre de su ganado, se muestran más bien aborregados y fáciles de dominar.
No es lo que ocurre en esta cinta, donde Jason Dulce (Ford), contra lo que promete su apellido, muestra su astucia y valentía imponiendo su ganado y birlándole al mayor propietario de reses vacunas, Johnny "el Coronel" (Nielsen), a su chica Den (MacLaine), en una conquista que tiene algo de "La fierecilla domada" shakespeariana.
Sin dejar de ser una película de vaqueros, tiene una serie de finos gags humorísticos que le dan amenidad sin rastro de astracanadas, destacando en ello sobre todo Ford y MacLaine, así como el magnífico secundario que hace de dueño de la caballeriza, Nick, que cuando enumeran las posibles enfermedades de sus caballos, paperas y difteria, salta raudo: "La difteria no, que la he pasado yo".
En conjunto una buena película de "ovejeros" con magníficos paisajes muy bien fotografiados, sobresaliendo la belleza de los chopos o álamos en el inicio del otoño.

Muy entretenido western, que combina, a mi modo de ver, sabiamente los elementos puramente del cine del Oeste, con los toques de humor (la pelea inicial a puñetazos en el salón) aportados por diversos personajes.
La interpretación es francamente simpática, estando soberbia Shirley Mc. Laine, siempre excelente.
Merece la pena ver a Leslie Nielsen en un papel totalmente serio, como los que solía hacer (muy bien, por cierto) en aquella época. Aquí se ve que era buen actor, y no el fantoche en que se convirtió años más tarde, gracias a la pasta que le dieron por hacer gansadas (hizo bien, la pasta es la pasta).
Muy bonita fotografía a cargo de Robert J. Bronner y una buena banda sonora de Jeff Alexander, suman para que a la cinta sea muy amena y se recuerde una vez vista, con una franca sonrisa en la boca. Yo la he visto ya, que recuerde, tres veces, y nunca me cansa.

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Interesante, pasajero, desenfadado, llamativo, sencillo, básico y correcto western clásico que cuenta la historia de un hombre que llega a un pueblo con la intención de visitar a un viejo conocido y saldar cuentas pendientes.
Los responsables de la película se encargan de dejar claro el tono del conjunto de la película desde un principio, dejando espacio para momentos ingeniosos y divertidos, con los que pasar un rato agradable.
Furia en el valle, desarrolla en clave de humor ligero y desenfadado, las típicas historias del Western clásico, destacando la presencia y labor de tres grandes, como: Glenn Ford, Shirley MacLaine y Leslie Nielsen. Este último en un papel más serio de lo que posteriormente haría.
La película está bien y entretiene, el único problema que le he visto es que todo se resuelve de una forma muy rápida, algo que resta suspense al desarrollo de los acontecimientos.
Furia en el valle, queda como un Western clásico agradable y pasajero, que no hace daño pero que tampoco emociona por completo.

Aunque su apellido insinúe lo contrario, Jason Sweet, es un hombre de fuerte carácter. Un ganado ovino que se ganó jugando a las cartas, lo ha llevado hasta un valle donde sus habitantes son todos ganaderos bovinos… y como era de esperarse en aquel oeste del siglo XIX, la oposición a tener ovejas en terrenos para vacas, era algo que no se hacía esperar, pues, los cowboys pensaban que éstas arruinaban los terrenos y, tradicionalmente, debían ser llevadas a zonas áridas y secas, que no eran aptas para el ganado vacuno.

Pero, a Sweet, nada de esto le importa, y como cree vivir en un país libre, tiene muy claro que, donde caben las vacas, caben sus ovejas… y entonces se verá abocado a luchar contra la férrea oposición que encontrará entre los ganaderos del pueblo quienes se las ingeniarán para echarlo, contando con la valiosa ayuda del gamonal, un hombre que se hace llamar Coronel Stephen Bedford… ya luego sabremos quién es realmente.

Entre la oposición, estará también la hermosa muchacha, Dell Payton, quien resultará ser la prometida del “coronel”… pero, quien no podrá evitar sentir interés por el obstinado y carismático pastor de ovejas; y con ella, un grupo de vecinos que al conocer un poco más a Sweet y saber, además, que es muy hábil con la pistola, no sabrán de qué lado ponerse…

Con un guion de, William Bowers y James Edward Grant, el veterano director, George Marshall, nos entrega un fresco y regocijante western que, antes que cualquier cosa, pretende ser un divertimento como tantas otras de sus películas. Lo que veremos de comienzo a fin es una grata comedia donde no hay malos-malotes, ni buenos-buenotes, aunque no faltará la ambición, la traición, ni la jugada sucia de turno.

Como suele ocurrir, Marshall se hace con un reparto que le asegura una gran camaradería, y para este caso, Glenn Ford, fue su gran amigo por muchos años. Junto a él, quién más que la encantadora, Shirley MacLaine; y Leslie Nielsen, actor que ya bien sabemos en lo que se transformaría algunas décadas después. “Y como si esto fuera poco” -como dicen en las promos televisivas-, un delicioso conjunto de actores de reparto (Edgar Buchanan, Mickey Shaughnessy, Pedro González González, Slim Pickens…), complementará magníficamente esta comedia-western con la que se pasa un rato muy agradable.

Necios, pues, los títulos que se le han puesto en España y en Latinoamérica, ya que hacen imaginar una violencia que aquí se reduce a lo estrictamente esencial… y donde ni siquiera veremos una gota de sangre, pues, el objetivo es divertir con un género en el que, George Marshall, se movía con gran desenvoltura.

Como falla, solo podemos mencionar los evidentes back-projection que se utilizan para unos cuantos exteriores, pero de resto, el filme resulta dinámico, jocoso, bien contado… y un hombre servirá de ejemplo de que se debe defender aquello en lo que se cree hasta las últimas consecuencias… o hasta que se nos demuestre lo contrario.

Título para Latinoamérica: PASTO DE SANGRE

Debía de sonar muy mal el título de esta película en castellano como "El ovejero" o "El pastor" y decidieron darle un toque más atractivo para el espectador. Lo malo es que valle hay, pero furia... El argumento es bastante repetitivo, pese a las esforzadas interpretaciones de Glenn Ford - aunque todo lo que ocurre a su llegada tampoco me pareció creíble -, Shirley MacLaine y un sorprendente y nada cano Leslie Nielsen como antagonista.
Como curiosidad, los personajes de Ford y Nielsen fueron doblados por las mismas voces que a Charlton Heston y Stephen Boyd en "Ben Hur".