Lady Halcón

MovieCoupleAffinity (también se aceptan tríos)

--Etienne Navarre--

Oficio: Ex-capitán
Edad: 41 años

Personalidad: Frío, pero cuando me sale la vena romántica...... También soy algo cabezón, pero amigo de mis amigos.
Otras características: aunque sea el bueno de la peli voy de negro porque soy más chulo que un ocho, y porque para que negarlo, el negro mola más. Por las noches me convierto en un lobo, así que me gustaría encontrar una chica a la que le coincidieran bien estos horarios.


--Isabeau d'Anjou--
Oficio: Tu Lady
Edad: 27 años

Personalidad: Cálida, tierna, encantadora, divertida, simpática.
Otras características: soy tremendamente hermosa y por ello todos los hombres de la película se enamoran de mí. Lo malo es que uno de ellos se puso celoso de otro y me invocó un hechizo según el cual soy un halcón durante el día. Por favor, se ruega alguien que no tenga problemas con ello.


--Phillipe Gaston--
Oficio: Robo y eso
Edad: 23 años

Personalidad: estoy todo el rato de broma e intentando divertirme.
Otras carácteristicas: como estoy de buen humor hago gracias cada poco, unas veces con más éxito que otras. Como no ligo mucho me ofrezco como mensajero para parejas con problemas de comunicación. Ah, y también hablo con Dios cuando estoy solo.



Resultado: MovieCoupleAffinity encontró que este trío era altamente compatible por dios sabe que motivos y todos juntos hicieron una película. No salió mal, aunque una música medianamente decente hubiera sido altamente recomendable (o ya, como mínimo, una que se compusiera de más de dos temas y que no se repitiera tanto). Los personajes son interesantes y aunque tenga las pegas típicas del cine fantástico de los 80, es agradable de ver.

Richard Donner fue, junto con Steven Spielberg, George Lucas, Robert Zemeckis y algunos más, uno de los exponentes del cine de aventuras de los años ochenta.
Aquella década legó a los niños y a los jóvenes montones de películas, todas marcadas por un nexo en común: su valor sentimental. Independientemente de su valor intrínseco y de su calidad cinematográfica y artística, aquellos largometrajes que nos condujeron a los treintañeros de ahora por el viaje de la imaginación, de la maravilla y del crecimiento, se estamparon a fuego en aquella parte de nosotros que habría de acompañarnos para el resto de nuestras vidas.
Por ello, una película como "Lady Halcón", hecha expresamente para aquella época y para el joven público que había nacido en los setenta o, como muy pronto, a finales de los sesenta, sólo entonces pudo conocer su esplendor y su momento.
Porque los que éramos muy jovenzuelos, aún teníamos el velo dorado delante de los ojos. La acción nos arrebataba, esas historias épicas donde se enfrentaban el bien y el mal satisfacían nuestros anhelos de aventura, el romance confería un toque hermoso, los diálogos ingeniosos , grandilocuentes, achispados, tiernos y solemnes siempre sonaban a lugares remotos y a magia; la ambientación, ya fuese más o menos cuidada, exaltaba la imaginación; y la música poseía aquellos aires ochenteros característicos. Qué más daba que hubiese fallos o chapucillas en el desarrollo, que el guión fuese más plano que una tabla de planchar, que los personajes fuesen totalmente estereotipados y que los directores se permitiesen ciertas licencias que probablemente no se habrían permitido en otras producciones más "serias" o dirigidas a un público adulto. Todo eso daba lo mismo, porque no lo percibíamos.
Porque veíamos a través del velo dorado.
Un día incierto, el velo dorado se cayó, y no regresó.
Había pasado ya el momento álgido de buena parte del cine de los ochenta, el que se quedaría anclado en esos años y dejaría de brillar como lo había hecho. Por supuesto, también hubo películas atemporales, como en todas las décadas, que estaban realizadas para brillar por siempre.
Supongo que "Lady Halcón" enterró para mí su esplendor cuando se me cayó el velo, porque no la vi en su día y, al haberlo hecho ahora, no la he disfrutado como la habría disfrutado a los diez años.

Si hay una palabra que defina esta película es «romántica», y además en todas sus acepciones. Vaya llantera me ha entrado viendo este cuento medieval donde el amor es el verdadero e inquebrantable protagonista. Esto sí que es magia.

La magia de las tradiciones populares hecha aquí imágenes cinematográficas. Richard Donner nos brinda un precioso cuento de hechizos, villanos, fe, amistad, redención y amor. El amor entre un valeroso capitán de la guardia y la bella hija de un conde. En medio, la pasión malsana de un clérigo corrompido por Satán. El resultado, una condena para la eternidad y un hombre y una mujer convertidos en dos bellos animales, un halcón y un lobo negro. Un destino triste y desgraciado para dos amantes que se amarán mientras vivan y más allá de la muerte. Qué hermosura, qué delicadeza, con cuánta sensibilidad Donner nos describe este amor inalcanzable e ideal. Qué constancia la del héroe y la heroína en ese devenir del tiempo, qué lealtad y fidelidad el uno hacia el otro. Si es que tenemos que llorar, es inevitable.

Andrew Powell compone una banda sonora que quizás a muchos les suene rara, pero a quienes nos guste Alan Parsons Project nos sonará muy bien. «Lady Halcón» tiene un punto vanguardista (observad el casco de Navarre, por ejemplo) que engarza con el ambiente musical. Eso de mezclar tendencias a priori opuestas debería tenerse en cuenta más a menudo, porque es todo un acierto si se aprovecha como corresponde. Michelle Pfeiffer nos deslumbra con el ensueño de su rostro y Rutger Hauer nos enamora con su impecable atuendo negro y su viril porte. Matthew Broderick es el contrapunto perfecto, simpático sin ser pesado ni cargante, y listo sin ser un impresentable. Que aprendan hoy en día.

Con vosotros viajamos todos. Que no se acabe la magia.

Sin duda alguna que la década de los 80 nos dejó grandes aventuras fantásticas de este tipo que a día de hoy merece (y mucho) la pena rememorar y volver a disfrutar como antes. 'Lady Halcón' puede que sea una de las mejores de la época y también en general. Es imposible no disfrutar con tan sensacionales aventuras que gustará a todo tipo de públicos que se deje llevar por la fantasía repleta de suspense y acción. Por otra parte, la producción goza de encanto y el romance no aburre ni resulta pasteloso ni empacha como en muchos otros filmes del estilo sucede logrando así películas carentes de todo tipo de encanto, que no enganchan y extremadamente aburridas (solo aptas para románticas empedernidas), aspectos que por suerte aquí no se dan en absoluto y factor que juega muy a su favor. Menciono también que el ritmo es muy acertado y el metraje no sobrepasa la duración necesaria para cansar, además de resultar en todo momento muy entretenida y con gran enganche, además de sus altas dosis de acción y suspense.

En lo referente a las interpretaciones, Rutger Hauer asume un rol protagónico de héroe como nunca antes (ni jamás volvería) a hacerlo. Su interpretación es buena como de costumbre y demuestra su buena mano para interpretar a personajes heroicistas, y que se encuentra terriblemente encasillado en su faceta de villano psicópata, además de estar hoy en día muy olvidado. Michelle Pfeiffer resulta interesante y posee buena química en sus momentos con Hauer. Mencionar también a un joven Matthew Broderick que efectúa de manera interesante al personaje cómico del filme aportándole simpatía e ingenuidad y a un acertado Leo McKern.

En resumen, una buena película de fantasía, aventuras, romance, acción y suspense, que demuestra la buena mano de Donner para este tipo de productos y lo bien que se encontraba el género durante la década de los 80, que entretiene y divierte a partes iguales y que a pesar del paso del tiempo resulta una película más que reivindicable.

·LO MEJOR: las interpretaciones. Es puro entretenimiento. Las dosis de suspense y de acción.

·LO PEOR: el argumento es demasiado simple. El desacertado comienzo, monótono y falto de interés y de enganche. Huele a comercialidad ochentera.

Entrañable y vistosa producción de fantasía épica que Richard Donner nos regaló a mediados de los inolvidables '80. Por entonces, el cine de espada y brujería estaba en su mejor momento con producciones como la excelente "Conan" de John Millius o la maravillosa "Excalibur" de John Boorman. Incluso la saga "Star Wars" dejó una buena impronta en este tipo de cine "con encanto", donde las princesas y los caballeros campaban por doquier en maravillosos escenarios y las hazañas heroicas henchían de gozo nuestros jóvenes corazones.

Recuerdo haberla visto un par de veces en mi más tierna juventud, y ya por entonces me gustó esa mezcla de imaginación y leyenda a pesar de mi por entonces corto entendimiento. Ahora que la he vuelto a ver, me agrada comprobar que esa magia que alguna vez pude sentir se ha vuelto a hacer realidad y, además, me encuentro con una película muy bien estructurada, con un encantador aire de grandeza legendaria y un sentido de la aventura que ya no volverá nunca a nuestras pantallas.

Los recursos de Donner se basan en los estereotipos del romance medieval: la dama y el caballero, un amor idílico, al que se le añade la tragedia de una maldición por la que los enamorados deberán sufrir permaneciendo "siempre juntos, eternamente separados" por culpa de un celoso y malvado obispo (John Wood, como siempre, excelente villano) que conjuró al demonio para que el caballero (Rutger Hauer de plena moda tras "Blade Runner") se transformara en un triste y solitario lobo durante la noche, y la dama (Michelle Pfeiffer, belleza felina) en un fiel y elegante halcón por el día, para así condenarlos a no verse nunca jamás. El único contacto que mantienen ambos para comunicarse entre sí viene de un ladronzuelo (Matthew Broderick) que los ayuda en su aventura para romper el hechizo.

Una pequeña-gran pega la tenemos en la banda sonora. La música es esencial en este tipo de películas, pero los arreglos del mítico Alan Parsons no concuerdan en absoluto con lo que se ve. Esos ritmos de disco-pop ochentera sobran en todo momento perjudicando claramente la cinta, en un intento de dotar de originalidad una película en la que sobra cualquier experimento debido a su espíritu intrínseco de aventura clásica de capa y espada.

Imprescindible por su condición de película única, y por su alto valor nostálgico.