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El mayor y la menor

Comedia Una chica de 20 años, huyendo del acoso de los hombres en Nueva York, quiere volver a su casa en Iowa. Ha guardado siempre 27,50 dólares con esta finalidad: el viaje de regreso a casa. Pero el precio del billete de tren ha subido de precio. Desesperada, cuando ya está pensando en renunciar al viaje, ve cómo una madre compra un billete a mitad de precio para su hija. Así que corre a los lavabos, se convierte en una niña de doce años, y ... [+]
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
20 de enero de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor es imprevisible y con frecuencia llega cuando menos lo esperabas, donde menos creías que llegara, y con quien nunca imaginaste que se diera... y lo más curioso, es que a veces irrumpe cuando estamos a punto de cometer el gran error de nuestra vida. Porque, equivocarse en la elección de pareja, es como errar en la elección de profesión: ambos se convierten en un bochorno eterno. El amor sabe lucirse con su magia indescriptible, pues, es un sentimiento que uno puede disfrutar, pero, no hay palabras para conseguir expresarlo en toda su plenitud.

¡Cuán maravilloso es el amor! Le da sentido a la vida, pone luz a lado y lado del camino, y nos da todo el impulso para vencer cualquier barrera que se nos oponga... y para nuestra fortuna, el universo fue creado por amor, nuestra esencia es el amor, y nuestra meta suprema no es otra cosa que el Amor. ¡¿No es la vida maravillosa?!

Estoy por creer que, en Austria, nació el amor, porque son precisamente dos vieneses, Josef von Sternberg y Billy Wilder, dos de los directores que más saben del amor en el arte cinematográfico. Sus películas nos llegan al alma y nos remueven, poderosamente, lo más recóndito que puede alcanzarse al interior de un ser humano. Si pudiera decirlo espiritualmente, diría que son dos iniciados, aunque ellos no lo hayan pensado siquiera y aunque nadie jamás se los haya dicho, pero ambos llevaban el arte en la sangre y el amor en la plenitud de su esencia... y ¿ha oído alguien música más romántica y sublime que la de, Gustav Mahler, W.A. Mozart o la de Joseph Haydn? Y también tenían sangre austriaca.

Susan Applegate, es una chica que aplica a domicilio tratamientos capilares y masajes cardíacos, pero acaba de renunciar a su ingrata tarea, pues, los “caballeros” pretenden más sus encantos que sus servicios profesionales. Decidida a tomar el tren que la regrese a su casa, Susu se sirve de la estratagema de vestirse como una niña para conseguir tarifa media, ya que el dinero que tiene no le ha alcanzado para el boleto. Al ingresar al tren (también, Wilder sabe que no hay nada que registre mejor en celuloide que un tren o un bello rostro de mujer), se tropieza con el mayor, Philip Kirby, quien termina apoyándola y acomodándola en su litera, convencido de que se trata de una menor de 12 años.

Lo que sigue tienes que verlo, es un manantial de indoblegables sentimientos que pugnan por escapar mientras se acumulan en un dique llamado corazón, pero temen el escarnio o la improcedencia y por eso se reprimen. Wilder -quien se basara en un guion escrito por él mismo, junto a Charles Brackett, según la obra de, Edward Child Carpenter- es sutil, equilibrado, y sólo minúsculos detalles van dando cuenta de ese pujante bambú del amor, que echa y echa raíces, antes de que brote como si quisiera elevarse hasta tocar el cielo.

Ray Milland y Ginger Rogers, hacen muy bien lo suyo, y <<EL MAYOR Y LA MENOR>>, inicia con pie derecho, la carrera cinematográfica en Hollywood de un director que ha merecido los mayores reconocimientos.

Título para Latinoamérica: LA PÍCARA SUSÚ
Luis Guillermo Cardona
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1 de febrero de 2010
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienzo con el título de mi crítica, para dejar claro, que aunque junto a Fred Astaire formaron la pareja más famosa del mundo en la gran pantalla, en esta ocasión, su baile se limita a apenas un par de minutos. Demostrando así, que no solo era una excelente bailarina, sino una muy buena actriz.

Yo soy un fiel seguidor de Wilder, pero incluso si así no fuese, hay que darle el mérito que se merece a este hombre, el cual tenía el don, de pillar un hecho común y convertirlo en el argumento de una comedia bastante entretenida. ¿ Y en qué se basa la idea en esta peli ?

Pues cuantas veces hemos ido a pagar a un cine, un restaurante, el autobus, o un museo y nos fijamos en que los precios son diferentes para los niños y los ancianos. La protagonista cansada de la ciudad de Nueva York y sin conseguir su sueño, decide volver a su pueblo natal. Pero solo cuenta con el dinero que pagó para venir, pero se encuentra que al regresar, el precio del billete ha subido y no le alcanza. Entonces se le enciende la bombilla y acude a los servicios, donde se disfraza de niña para poder viajar. Este hecho nos conducirá durante hora y media por unas situaciones la mar de cómicas, donde como en el resto de los trabajos del director, irán apareciendo personajes y pequeñas historias que irán enlazando y cuadrando como un puzzle ha medida a medida que avanza la cinta. Sobra mencionar que el protagonismo principal lo lleva Ginger Rogers, la cual saca su vip cómica al servicio del espectador. Ray Milland, a mi personalmente me gusta más en temas más serios, se le ve un poco forzado en este género, aunque está cumplidor. Además podremos disfrutar de una academia militar auténtica, que fue cedida al director para el rodaje, los uniformes de los futuros soldados, el baile de la fiesta, la orquesta. Un recuerdo nostálgico a las pelis de esta época.

En cuanto a una curiosidad, me imagino el gran privilegio de los chavales escogidos para los papeles de cadetes que la acompañan por el recinto, teniendo la oportunidad a sus edades, de besar a una estrella como la Rogers.
THE CROW
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11 de febrero de 2018
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
35/05(06/02/18) Decepcionante primer film en Holywood el maestro Billy Wilder, una comedia simplona que basa sus gracietas en equívocos y transformaciones más crujientes que la trituradora de “Fargo”, las licencias que hay que darle para sobrellevarla son excesivas, quedando sus gags muy envejecidos y rancios. Billy Wilder había llegado a Hollywood en 1934 poco después de dirigir su primera película, la producción francesa “Mauvaise Graine” (“Curvas peligrosas”). Durante los años siguientes, él y Charles Brackett habían colaborado en ocho guiones, incluyendo “Ninotchka” (1939), y “Ball of Fire” (1941) , pero Wilder estaba ansioso por volver a dirigir y el productor Arthur Hornblow, Jr. aceptó darle una oportunidad. Wilder estaba decidido a hacer una película convencional que sería un éxito de taquilla para que no quedara relegado a una máquina de escribir por el resto de su carrera. Paramount Pictures poseía los derechos de la pantalla de la obra de Edward Carpenter “Connie Goes Home” (1923), inspirada en la novela “Sunny goes home” (1921), de Fanny Kilbourne, que Wilder pensó que era el vehículo perfecto para Ginger Rogers, y él y Brackett escribieron el papel de Philip Kirby con Cary Grant en mente. A pesar de poseer un humor apolillado que mueve en el mejor de los casos una tímida mueca, si detenta algunas constantes del realizador en posteriores años, personajes disfrazados (“Con faldas y a lo loco” o “Irma la dulce”), su reflejo de una mujer en apariencia débil pero que sabe utilizar sus armas de mujer para manipular a los hombres (“Perdición” o “Testigo de cargo”), juega con los enredos y las falsas apariencias (“Un, dos, tres” o “Bésame tonto”), sus ataques al puritanismo hipócrita de los estadounidenses (“La tentación vive arriba” o “El apartamento”), o los amores inter-generacionales (“Sunset Boulevard” o “Sabrina”). Rehecha como “You're Never Too Young” en 1955, la versión cambio de género protagonizada por Jerry Lewis como el adulto disfrazado de un niño y Diana Lynn, quien interpretó adolescente Lucy Hill en el original.

Film que debe sostenerse sobre la interpretación de Ginger Rogers para hacernos creer el grueso del tiempo que tiene once años teniendo 31, y en esto naufraga con más estrépito que el Titanic, a partir de aquí la cinta se desarrolla por terrenos de humor de sal gruesa, teniendo en cuenta que esta transformación es patética, empezando por esos labios perfilados, las cejas depiladas, pestañas y uñas largas. Ejemplos primerizos de humor de brocha gorda son que los revisores se den cuenta (como si su apariencia no fuera muestra suficiente) que es más mayor la protagonista por que la pillan fumando, como si (algunos) los niños no fumaran a escondidas (en su favor queda la divertida frase de duda [con Ginger Rogers y su falsa edad] “parece muy completita para su edad”), desembocando en que se dé una visión tan patética de los militares, me refiero al protagonista, tan estúpido para no ver una mujer en vez de una niña, y nos tengamos que tragar que la hace acostar en su compartimento sin ,malicia alguna, es que en los 40 no había pederastas y pedófilos? Es que la pregunta de él a ella si tienes problemas con los botones no es muestra de donde quiere le militar meterse? Y es que la cinta bordea con peligrosidad la apología de la pedofilia, cuando no se hunde en ella con esa relación malsana que se establece entre el rol encarnado por Ray Milland y el que da vida la Rogers. La visión de un nido de “salidos” de jóvenes en la academia militar que solo intentan meterle mano a la Rogers resulta de un manierismo penoso. Las situaciones se mueven entre lo tosco y lo estridente, acabando no ya de modo previsible si no chusco, no sosteniendo un mínimo análisis todo el batiburrillo de momentos en los que hay que dar patente de corso para sostener tamaño argumento sin lógica alguna, donde la inteligencia brilla por sus ausencia en el 95% del metraje. Ejemplo de todo esto (sangrante tratándose de Wilder) es que no hay una sola secuencia digna de recordar, es una película para enviar al baúl del olvido, con un humor burdo, con un romanticismo impostado, sin química alguna entre la pareja protagónica, y con un apestoso tufillo a perversión sexual.

La cinta peligrosamente con el mito de que a los hombres no les gustan las niñas pero si las mujeres que parecen niñas, un fetichismo que bordea como he dicho ya la pedofilia, juega Wilder a que el hombre se siente atraído por la incoencia y pureza de las niñas, en algo que en realidad el morbo de lo virginal, entrando tóxicamente en la ya referida patología sexual de la fantasía de la pedofilia.

Lo de las licencias que hay que darle empiezan por supuesto en tener que ver a la Rogers como una niña, pero no acaban ahí, tenemos que creernos como algo natural que un militar “secuestre” a una “niña” (eso cree el Ray Milland del film) un fin de semana, y nos tengamos que creer que esto es normal. Luego que la presenten a toda la academia militar, y tengamos que ver como algo normal que estos haga un cuadrante con ella para ir pasándosela, y esto los oficiales (se les supone adultos) lo toleren como un juego, hay más pero es que no merece la pena darle más tiempo a este desatino, que solo puedo loar por el éxito que tuvo y permitió a Wilder proyectos in finitamente mejores (y me queda muy corto).

Las actuaciones resultan del todo inanes: Voluntariosa Ginger Rogers, pero su imitación de niña roza lo ridículo (siendo muy benévolo); Ray Milland jugando a ser Cary Grant resulta nefasto con esa cara de boniato tontorrón que no se entera de lo pasa a su alrededor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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8 de diciembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película en Hollywood del genio Billy Wilder, que tras adquirir prestigio como guionista haciendo dupla en esos años con Charles Brackett, nada menos que en cintas de Howard Hawks, Lubitsch o Leisen, decidió dar el salto tras la cámara, como él mismo reconocería, con una comedia de entidad menor, orientada fundamentalmente al entretenimiento.

El resultado es una comedia divertida y de buen ritmo que basa su argumento en una premisa recurrente en el cine de Wilder (y en la comedia en general), la del personaje que adquiere otra identidad o conducta para salvar un apuro y las circunstancias le empujan a mantener la mentira y liar la trama cada vez más hacia una salida imprevisible. Baste con imaginar a Tony Curtis y Jack Lemmon vestidos de mujer para despistar a la mafia, o al propio Lemmon de nuevo tumbado en cama fingiendo una lesión grave para cobrar el seguro, para darnos cuenta de la importancia de estas situaciones en el cine de Wilder.

Apoyándose en el carisma y chispa cómica de Ginger Rogers, que a pesar de haber ganado ya por entonces un oscar no tuvo reparos en trabajar con un director novel, el guión rebosa escenas graciosas (el viaje en tren de "la niña" y su juego al despiste con los revisores, el encuentro con el mayor y las situaciones inocentemente incómodas que se dan en su compartimento, el cortejo de los cadetes en la academia....), logrando incluso algún momento brillante, como el del coqueteo en la central telefónica, con guiño incluido a las habilidades danzarinas de la actriz.

La buena acogida de público y crítica respaldó el comienzo de la carrera como director del que es sin duda uno de los mejores cineastas de la historia, que curiosamente encadenó a continuación filmes de corte dramático. Una trama llena de suspense en ambiente bélico ("Cinco tumbas al Cairo"), una obra maestra del cine negro (y del cine absoluto) ("Perdición") y un drama desolador sobre el alcoholismo ("Días sin vida"), consolidaron su filmografía, teniendo que esperar hasta mediados de la década de los 50 para ver de nuevo su firma en algunas de las mejores comedias que ha dado el séptimo arte.
Orson_
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2 de agosto de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Flojo aunque interesante debut de Billy Wilder en Hollywood como director después de haber trabajado como guionista en grandes películas de cineastas como Ernst Lubitsch (uno de sus indudables maestros), Mitchell Leisen o Howard Hawks.

El film no es más que una escasamente inspirada farsa de simulada identidad cuyo título juega con la "diferencia" de edad de la pareja principal y la profesión del protagonista masculino, un mayor del ejército e instructor de cadetes en una academia militar.

La historia resulta poco verosímil, antojándose complicado que una crecidita Ginger Rogers de tres décadas de edad pase por una niña de doce años, por mucho que se quite el maquillaje y se ponga unas trenzas.

La trama con lugar para el equívoco, a pesar de contar con unos ágiles diálogos y un ritmo apropiado, no depara importantes carcajadas. Además los personajes carecen del carisma necesario, y al desarrollo (con un argumento forzado en su detonante) le falta un punto mayor de enajenación y delirio.

Se deja ver y su visionado proporciona algunos momentos de deleite cómico, pero desde luego está muy lejos de las indelebles obras maestras de la comedia que el gran Billy Wilder nos regalaría en años posteriores.
BartonKeyes
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