Tony Curtis compartió créditos con su por entonces mujer Janet Leigh en esta comedia romántica con atractivo triángulo amoroso y contexto militar, ambientada en París y dirigida por Blake Edwards.

Curtis, caracterizado en esta ocasión como un playboy empedernido, desea gozar de las hermosas hechuras de la curvilínea Linda Cristal, pero para su desgracia tiene que sufrir situaciones de reclusión hotelera.

No faltan las divertidas persecuciones tan del gusto de su director, ni los consabidos paseos turísticos por "la Ciudad de la Luz" y alrededores.

También tiene lugar la confluencia de personajes dispares tan recurrente en este tipo de comedias de enredo, con la que Edwards pretende otorgar a su tramo final un carácter enloquecido tipo 'screwball comedy' de los años 30 y 40.
Desgraciadamente acaba fracasando en su agradecida intención, ya que el embrollo es tan anodino como artificioso en base a un equívoco totalmente inverosímil y pueril.

No obstante, el tono es ligero y la película, pese a todo, acaba resultando un simpático entretenimiento que por momentos se llega a disfrutar moderadamente.

Frank Capra dirigió esta buenista comedia dramática en la que reprueba el comportamiento de algunos aprovechados de las altas esferas para intentar sacar beneficio de la inocencia y honestidad de otros ciudadanos aparentemente menos espabilados.

También, con la introducción del personaje de Jean Arthur, se critica la falta de ética en el periodismo que utiliza procedimientos ilícitos para conseguir fines interesados, ensalzando al mismo tiempo la conducta estrafalaria como distinción positiva.

Gary Cooper está maravilloso en el papel del clásico ciudadano corriente convertido en héroe por su talante bondadoso y honrado dentro de un sistema claramente perfectible.

Entrañable e idealista comedia que le valió a Capra su segundo Oscar como mejor director.

Nota: 8,5

Adaptación shakespeariana escrita y dirigida por Joseph L. Mankiewicz con producción de John Houseman (fundador junto a Orson Welles del Mercury Theatre).

La primera parte de la película resulta fascinante, con un texto exuberante y un excelente tratamiento estético alejado de la grandiosidad acostumbrada en otras producciones ambientadas en la Antigua Roma, confiriendo Mankiewicz un carácter íntimo, recargado y hasta claustrofóbico a los espacios físicos, lo cual incrementa de manera espléndida la tensión sobre el asunto de la conspiración político-criminal y el fatal destino de César.

Tras los brillantes monólogos ante la masa de James Mason y Marlon Brando, el film decae notablemente en su último acto, llegando incluso a desembocar en el aburrimiento.
Eso sí, en ningún momento el guión pierde el esplendor de su raíz literaria.

El único Oscar que se llevó la película fue para el ilustre Cedric Gibbons por su magnífico trabajo en la dirección artística.

Nota: 7,8

La mejor película de Akira Kurosawa y una de las mejores de la historia del cine japonés.

En este fabuloso retrato del Japón feudal, Kurosawa despliega todo su talento a través de una poderosa narrativa llena de acción y aventuras que consigue que el film jamás decaiga en su interés a lo largo de sus más de tres horas de duración.

Con una abrumadora puesta en escena, "Los Siete Samuráis" presenta secuencias inolvidables increíblemente filmadas, con los guerreros samuráis defendiendo una pobre aldea de campesinos, los caballos, la épica batalla final..... Es un auténtico prodigio el trabajo tanto de montaje como de planificación, con empleo de planos cortos, planos medios, planos generales, panorámicas espectaculares, expresivos zooms o travellings magistrales.

Kurosawa logra una obra de una belleza plástica difícil de igualar, una demostración de maestría absoluta a la hora de narrar y de transmitir emociones en una historia tan aparentemente simple pero profundamente compleja a la vez como es esta, colocando a los actores (entre ellos sus habituales Toshiro Mifune y Takashi Shimura) y objetos milimétricamente en el encuadre, haciendo gala de una precisión admirable en la hermosa composición de planos y escenas, situando la cámara siempre en el emplazamiento ideal para conseguir el mayor impacto emocional en el espectador.....

Sin duda nos encontramos ante una extraordinaria y tremendamente influyente obra maestra, una joya inmortal envuelta en melancolía en la que se abordan temas como la lucha de clases, el honor del guerrero, la unión ante el mal común, la injusticia, el valor, o el sentido de la vida y de la muerte.

John Sturges realizaría una fantástica adaptación de esta historia al género del western en la célebre "Los Siete Magníficos" (1960).

Una de las varias fábulas optimistas que en los años 30 estrenaron Frank Capra como director y Robert Riskin como guionista.

En este caso Capra y Riskin ambientan la historia en un banco, aportándole a la narración un vigoroso ritmo y un atractivo sentido estético, que tanto intensifica la sensación de confusión con llamativos planos generales atestados de multitud de sombreros, como utiliza rápidas panorámicas buscando a un determinado personaje, o emplea sombras expresionistas durante la secuencia del atraco.

Estamos ante un estimable título que contiene equívocos de infidelidad, asuntos de robo, romances en vísperas de boda, y situaciones humorísticas tan brillantes como la que acontece en el alborotador clímax con un espectacular uso del montaje a base de primeros planos de gente hablando por teléfono, un sensacional momento que permite comprobar como una media verdad o un concatenado de datos imprecisos puede arrastrar al caos a una masa descontrolada que básicamente se mueve por impulsos miméticos.

Por supuesto la base de todo es el usual conflicto capriano entre David y Goliath, con el típico hombre bueno enfrentado con honestidad a situaciones injustas.

Nota: 7,5