Casta invencible

Esta una de las películas de juventud que nunca olvidé, se me quedó grabada. Es la historia de una familia de Oregón dedicada a talar árboles para leña, un oficio duro y arriesgado. El padre de la familia (Henry Fonda) siempre ha trabajado en este oficio, sin temer el inhóspito clima, ni los riesgos, ni tampoco a los sindicatos con sus devaneos e intereses espurios.

Pero en un punto, estas organizaciones sindicales empiezan a crear problemas en el valle y la vida familiar se empezará a complicar. Lo cual no quita para que el padre continúe enseñando a los suyos el coraje y la honestidad que debe regir sus vidas.

Paul Newmn cumple en su papel de director y de actor. Se acompaña de un excelente guion de John Gay, adaptación de la novela homónima del escritor norteamericano Ken Kesey (autor de “Alguien voló sobre el nido del cuco”), que resulta un drama familiar y rural, a la vez que el retrato costumbrista de una familia maderera que, es en realidad una familia a dura y, como apunta el título, una “casta invencible”.

Magnífica la música nada menos que de Henry Mancini y una esplendente fotografía de Richard Moore. Todo lo cual va presidido por un reparto de lujo que no puede estar sino bien y mejor con actores y actrices como: Paul Newman, Henry Fonda, Lee Remick, Michael Sarrazin, Linda Lawson, Richerd Jaeckel (inconmensurable) y Cliff Potts, todos geniales. En fin, la presencia conjunta de actores que hoy ya son mitos de Hollywood para siempre jamás y que lo demuestran en este filme, sobre todo Fonda y Newman.

Tal vez no sea una gran película, con mucho tampoco la mejor de Newman como director, con personajes de la América profunda y muy conservadores, pero la el sentido de unión de la familia y algunas escenas estremecedoras como cuando uno de ellos muere ahogado tras ser atrapado por uno de los troncos talados en un río con subida, a mí me impresionó y puedo decir que me marcaron para siempre estos subidones de sentimentalidad. Nada malo hay en ello.

A pesar de no ser ni de lejos la mejor película de Paul Newman contiene dos grandes escenas, la de el atrapamiento del tronco al obrero en el agua, y el maravilloso final con Paul Newman subido al remolcador con.......
Solo por estas dos escenas merece verse.

Tras releer una excelente biografía de Paul Newman (Shawn Levy, Debolsillo, Barcelona, 2010) estoy en disposición de ilustraros: Newman quiso llevar a la pantalla la segunda novela de Ken Kesey (sí, el del Nido del Cuco), pero era un texto muy complicado para él (y para cualquiera). Se trataba de "A veces un gran impulso", y se especificaba en la novela: a veces siento un gran impulso de tirarme al río y ahogarme. Se trata de una novela típica de la década de 1960, un experimento literario, de la que Newman apenas si pudo, o supo, aprovechar la trama más prosaica (que explico en spoiler), pero dejando de lado los elementos oníricos, elegancia del lenguaje, profundidad de algunos personajes, etc. Es significativo que para el papel protagonista, que no es el suyo, sino el de Leland en la novela, eligiese a Michael Sarrazin, que borda un papel parecido en "Danzad, danzad malditos": un tipo sensible, superado por los acontecimientos. Como decía, Newman se queda con la historia de una familia que no desea que nadie marque las reglas del juego. El viejo Stamper llama comunistas a todos los que no son como él: un perfecto cateto protofascista de Oregón, estado natal de Kesey, que supongo que reflejó en él a gente que conocía. No olvidemos que los Stamper se enfrentan a toda su comunidad, protegida por el sindicato maderero, con la excusa de que deben cumplir un contrato. Se camuflan en el honor y la palabra dada para enmascarar su profundo individualismo en el peor sentido de la palabra. Son machistas, atrasados y energúmenos, y no quieren dejar de serlo. Con este material, Newman hizo una película que se aguanta por un par de escenas, pero que hace aguas. Creo que se equivocó de material para sus capacidades. Lo pero de todo, quizá, sea lo desaprovechada que está Lee Remick, uno de los rostros más bellos del cine y actriz competente. En cambio, un actor menor como Richrad Jaeckel aprovechó al máximo la oportunidad de trabajar con Newman. La prueba de lo que digo es que Newman, que coproducía el film, no quería dirigirlo, pero despidieron al poco tiempo al primer director, Richard A. Colla. Y asumió el reto, con resultados poco óptimos. Newman confiese que la cuestión lo superó, bebió demasiado, pero la escena del ahogamiento de su primo (Jaeckel) salió muy bien; de hecho, Newman quiso enrolarse en este tinglado al leer cómo resolvía Kesey en la novela esta cuestión: al final, los Stamper son derrotados por la naturaleza. Aunque es de 1970, se estrenó en 1972 porque Paramount no sabía qué hacer con ella. Las críticas en USA fueron muy discretas. Pero no os preocupéis por Paul, porque poco después hizo "El golpe" y todo el mundo, hasta él, se olvidaron de esta.

El patriarca de los Stamper, Henry (Fonda), no está dispuesto a que le digan lo que debe o no debe hacer en su negocio maderero. Y menos los sindicatos y sus funcionarios que tilda directamente de "socialistas" o "comunistas".
Y en ello están también su hijo Hank (Newman) y su sobrino Ben (Jaeckel), que despiden sin contemplaciones con cartuchos de dinamita a los "piquetes informativos".
El caso es que por mucho que los sindicatos sean descaradas correas de transmisión de los partidos políticos de izquierda, el dilema surge cuando todos en el pueblo secundan una huelga que están reventando los Stamper.
Ese es el dilema ético que se plantea en el seno de la comunidad. Como en el plano familiar se muestra la "costra" autoritaria y prepotente cuando llega con sus melenas Leeland Stamper (Sarrazin), "Se me fue un hijo y viene convertido en una hija", que abre el debate de la tolerancia.
Se nota que la cinta adapta con cierta rigidez la novela homónima de Ken Kesey. Resulta demasiado literaria por momentos.
Los personajes quedan un tanto maniatados por el texto, les falta frescura. Incluso Hank que, por cierto, recuerda un tanto a Luke Jackson escapado de "La leyenda del indomable".
Pese a ello la realización de Newman nos parece de lo más correcta. Excelentes imágenes de tala en los bosques de Oregón, acarreo de troncos, navegación navatera por los ríos ... Excelente también la fotografía, paisajes y banda sonora.
Destacan las críticas el dramatismo del final de Ben, más nos parece a nosotros el de Willard (Broux), el dueño arruinado de la única sala de cine del pueblo.
Resumiendo, una buena película que recomendamos a la que le sobra un poco de "costra" intolerante.

Paul Newman fue todo un ídolo de Hollywood, un actor discreto pero con un encanto incontestable. Como director siempre pretendió arriesgar, muy en la línea de Cassavettes, aunque sea a costa de aburrir al público. Aquí adaptó una novela muy querida en EE.UU sobre una familia de leñadores de Oregón que pasan del sindicato y de sus compañeros y siguen trabajando porque "han firmado un contrato". Y después de aclararnos esto, no pasa nada durante toda la película hasta el final, emotivo y muy americano: paso de todos, yo me salgo con la mía. Pues muy bien.