Si la cosa funciona

Ahhhh, ahora entiendo. Leyendo curiosidades de la película, se ve que este guión lo aparcó en los años 70 porque el actor que lo iba a hacer murió (Zero Mostel). Es que, justamente iba a decir que esta película (la forma de hacerse y como Allen lo desarrolla) es muy de esa época. Ha sido como volver años atrás en sus trabajos. Y además, después de dos películas muy diferentes a lo que nos tiene acostumbrados (Scoop y Match Point), pues es raro que vuelva tan para atrás.

Pues bien, después de esta introducción marcando claro esa vuelta atrás (que no me ha gustado mucho), el resto de la película tiene un humor bastante bueno, unos diálogos que son un acierto (sólo unos pocos), y aunque aquí deja ver su machismo (siempre hay un toque machista en sus películas) justamente en esta película está bastante más acentuada, menospreciando a la mujer (curioso que ningún hombre sea tonto, ni tan siquiera el padre al final). Pero lo más sorprendente es que por fin (no he visto todas sus películas pero sí muchas) salga el tema homosexual de una forma natural e incluso con alguna importancia para la película. Dos puntos contradictorios.

Una más de Allen. 90 minutos de socarronería, humor ácido y entretenimiento con un punto de intelectualidad.
Es un poco la historia de siempre, la crisis de la mediana edad, ahora situada en los cincuenta y pico... con los problemas típicos de las personas preparadas pero incapaces de gestionar sus propias tensiones emocionales. Con un alto concepto de sí mismo y una crítica permanente a la humanidad circundante, de la que tiene muy mal concepto.
Me recuerda, salvando las insalvables distancias a Primavera en otoño, (Eastwood, 1973). Aquí en clave de humor, en la de Clint desde un punto de vista dramático. Pero el trasfondo es similar: un romance entre un hombre adulto y una mujer muy joven. El ascetismo impropio y algo impostado del protagonista se da de bruces con la jovialidad de las ilusiones no experimentadas.
Actores no tan conocidos pero muy solventes, con mucha intensidad: Larry David, Evan Rachel Wood y Patricia Clarkson.
Me ha gustado. No es de las que más me han llegado de Allen, pero me ha parecido interesante.

Woody Allen se proyecta en el sarcástico, cruel y pesimista Larry David (excepcional interpretación) y, vuelca todo su saber crítico sobre la raza humana y su mediocridad.
Es como un recopilatorio de toda su filmografía y, aunque todo está ya muy visto (y recurre a sus viejos trucos argumentales), la mordacidad y el humor negro que incluyen los diálogos, sin concesiones a la galería, son de una agresividad, frescura y contundencia nunca antes vista.
Además, Evan Rachel Wood (al igual que en su día hizo Mira Sorvino), compone un personaje genial y adorable como paleta sureña sin hogar.

No entiendo a aquellos que elogian tanto a esta película.. salvo que sean recién llegados a la filmografía del hombrecito de Brooklyn. En ese caso bienvenidos. Pero un consejo: empiecen por el principio. Yo por lo pronto ya me estoy cansando de mí mismo, de esto que parece un latiguillo: "soy un gran admirador de Woody Allen, pero..." ¡Y es que otra vez tengo que repetirme! porque es el viejo Allen el que se repite y se copia, se clona, se duplica, revuelve viejos cajones y saca antiguas ideas, olvidados -con justicia- manuscritos de su cosecha. Aquí nos encontramos otra vez con largos monólogos filosófico-psicológico-políticos en un marco de encuentros y desencuentros generacionales, románticos y sexuales, chistes, ironías y autoparodias sobre el judaísmo, la culpa, el marxismo y la hipocondría. Sólo que esta vez no es el propio Allen en persona el que interpreta su personaje, sino el señor Larry David, que no es malo.. simplemente es una fotocopia alargada y algo mas joven que el veterano cineasta neoyorquino. De mas está decir que hay una chica muy joven y muy linda que se apasiona con la inteligencia y el cinismo del protagonista, pero al que finalmente abandonará por un joven galancete tonto pero seductor. Nada nuevo bajo el sol alleniano. Me duele mucho decirlo, pero quizás sea hora de que el pequeño gran Woody vaya pensando en el retiro. O en hacer una buena y original película cada 3 o 4 años. En ese caso algunos lo seguiremos admirando.

La nueva comedia de Woody Allen significa su regreso a Nueva York, después de haber rodado en Londres, Match Point, Scoop y Cassandra's Dream; y en Barcelona, Vicky Cristina Barcelona.

Cuenta la historia de un misántropo, un maduro amargado, ácido y solitario, que mantiene unas pocas amistades mientras critica con desdén al resto de la humanidad. En su vida aparecerá una joven chica, demasiado influenciable pero también atractiva por su belleza, juventud e ingenuidad.

En la interpretación de Larry David se encuentra el personaje que suele hacer Woody Allen cuando interviene cómo actor en sus films. Es facilmente reconocible en sus miedos a la muerte, y en las conversaciones sobre judios, nazis, religión, cine o los avatatares de las relaciones de pareja. Allen ha vuelto a New York y de nuevo sus personajes vuelven a estar situados entre rascacielos, la estatua de la libertad, restaurantes y calles típicamente neoyorquinas.

Cómo otras veces ya ha hecho, utiliza el recurso de que sus personajes hablen directamente a la cámara, pero esta vez de una manera más clara y rotunda, y casi desde el principio del relato, el protagonista se dirige a los espectadores de la sala de cine, y hasta le comenta a sus amigos que estamos ahí en la sala oscura viendo su vida aunque él no entiende que puede tener su vida de interesante para nosotros. Es un narrador que además de llevarnos por la historia, alude a nosotros como parte de ella por estar viendo la película. Puro metalenguaje que rompe la división entre la pantalla y el patio de butacas.

La historia es positiva, los personajes evolucionan y la comedia tiene mucha chispa. Es un retorno al cine cómico de su director, con mucha verbalidad y algunos gags geniales ("Dios es gay. Ha hecho el mundo, es el mejor diseñador"). La crítica a la sociedad americana, al fanatismo, a la asociación del rifle, y a todo lo que huela a conservadurismo; no deja de salpicar toda la trama, y los personajes más reaccionarios de la historia acaban evolucionando al extremo opuesto.

Con Whatewer Works, Woody Allen ha vuelto a su ciudad, a su tono cinematográfico reconocible, a sus mismas historias, traumas y deseos. Un regreso que cómo incondicional de sus historias agradezco. La verdad es que no me daba cuenta de lo que lo echaba de menos.