El ritual

Una excelente película de terror, hacia ya tiempo que no pasaba miedo y disfrutaba de una buena película acorde a su genero.
A los amantes del terror, misterio os encantará y no os decepcionara.
Dadle una oportunidad y sumergiros de pleno en el Ritual.

David Bruckner, director de segmentos de terror en "Southbound" y "V/H/S" nos trae a un puñado de pelotudos amigos de la universidad se reúnen para emprender un viaje de senderismo por los montes de Suecia, con la finalidad de rendir homenaje a uno de ellos que fue boleta en un asalto y por culpa del cagón protagonista del grupo. El problema surge que en los montes se esconde la Bruja de Blair y una cabra gigante.

Una producción carente de presupuesto, adaptación de una novela que ni leí, pero la verdad a veces se torna confusa y boluda. El mensaje que quiere dar, imagino, es sobre el miedo y el remordimiento.

Fail del terror y el suspenso. Cliché de historias oscuras en un puto bosque. Una pena, porque con un poco más de potencial capaz quedaba bien pero resulta que el ritual no convence, aunque en ocaciones se esfuerce.

Empieza bien, pero a medida que se desarrolla la caga, y ni hablar del final.

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Dentro del terror, gente deambulando por el campo o por un bosque nos recuerda irremediablemente a aquella de "El proyecto de la bruja de Blair" (1999), por más que aquí no vaya nadie con cámara en mano grabando. En cualquier caso, "El ritual", basada en la novela homónima de Adam Nevill, tiene un reparto que puede ser un problema o una ventaja. Resulta que no hay mujeres, lo que casi siempre hace menos interesante un relato. Pero eso le permite saltarse toda esa morralla de género con la que hace años nos castigan. Es decir, que su perfil es políticamente incorrecto, aunque no del todo, pues Netflix se las apaña para meter su zarpa ideológica.

Entrando en materia, "El ritual" tiene un arranque prometedor y una continuación interesante. El escenario sueco y los paisajes naturales dan ambiente a la obra, existe una buena química entre los personajes y transmite siempre credibilidad. El misterio se va dosificando y cuando aparece el peligro, está bien llevado. Sin embargo, no termina de rematarse con solvencia. Su recta final no sólo es anticlimática, sino que es previsible, demasiado simple y un tanto decepcionante (Id al SPOILER). Por otro lado, no se aclara mucho en qué consiste el elemento brujeril, ni el significado de los signos. Jugar con el drama y la culpa no lleva a ningún lado. Con todo, se deja ver.

Entretenida y poco más.
Con un comienzo prometedor dando no solo un motivo coherente para hacer un viaje, si no que lo haga un grupo que no son universitarios calientes es de agradecer.
Nos mandan a unos parajes nórdicos muy bonitos que se vuelven poco a poco inquietantes y la cosa que va a mejor hasta que llegamos al último tercio.

A pesar de volver a aquello de "insinuar pero no mostrar", todo parece ocurrir de forma acelerada llegando a un punto sin sentido y desconectándose de su inicio.

Está bien, es correcta y tenía madera para hacer algo mucho mejor que finalmente quedó en aceptable.

Toda aspiración a la objetividad —si acaso tal existe en el (in) noble arte de la reseña— respecto a esta “The Ritual” se desvanece con el recuerdo, gratísimo, de un lejano fin de semana pasado junto a otros tres amigotes en una cabaña de madera, sin electricidad ni agua corriente y perdida en el océano de coníferas que media entre Suecia y Noruega, a la altura de la región de Norrland.
Si bien nosotros tuvimos la suerte de no ser brutalizados por la familia Manson de turno —no estaría ahora aquí contándoles la batallita en cuestión, o quizá sí—, que nos viéramos obligados a satisfacer las necesidades fisiológicas más apremiantes en mitad del bosque, a la luz de una linterna minera y oyendo los aullidos de los lobos conllevaba una cuota de inquietud respetable. Y, en rigor, los dueños de aquel refugio, que —ellos sí— ocupaban una vivienda próxima perfectamente acondicionada, no parecían, lo que se dice, muy normales.
Chascarrillos aparte, el gran mérito de “The Ritual” estriba en que no cae nunca en la tentación de tomarse a sí misma demasiado en serio. Consciente de la naturaleza desenfadada de un subgénero degradado por tanta bazofia pretenciosa, David Bruckner, su director, opta por utilizar la envoltura de un terror evidentemente autoparódico para poner en solfa la cacareada camaradería masculina y los códigos de patio de colegio que el Síndrome de Peter Pan dueño de las súper-desarrolladas e infantilizadas sociedades occidentales alarga ya hasta bastante más allá de los treinta. Entiendo que se añoren los veintipocos, a mí me pasa cada día —fue, de hecho, entonces la aventura arriba referida—; pero quien cerca de los cuarenta se sigue comportando como un postadolescente no me parece sino ridículo.
Precisamente en la línea de ciertas celebraciones de gregarismo viril podría entenderse la ambivalencia del título, que remite a un aquelarre, claro, pero también a dichos ritos —birras, fútbol, conversaciones de tetas— inscritos en una concepción algo esquemática, por no decir zopenca, del varón.
Además, y esto resulta incluso novedoso, como película de miedo, “The Ritual” funciona razonablemente bien, con unos cuantos sustos no por esperados menos efectivos. Al buen sabor de boca que deja esta cinta contribuye que no se haya recurrido al fraude del “found footage”, en cuyos brazos se hubiera echado más de uno, y de dos y de cien. Por último, si la versión original se antoja siempre recomendable, aquí se torna simplemente perentoria, habida cuenta de la exuberancia sintáctica que para el insulto y el exabrupto adorna al inglés británico.