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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Terror Un grupo de amigos de la universidad se reúnen para emprender un viaje de senderismo por los montes de Suecia, con la finalidad de rendir homenaje a uno de ellos, muerto de forma violenta. Cuando se internan en el bosque, una presencia amenazante empieza a acosarles. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2018
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Toda aspiración a la objetividad —si acaso tal existe en el (in) noble arte de la reseña— respecto a esta “The Ritual” se desvanece con el recuerdo, gratísimo, de un lejano fin de semana pasado junto a otros tres amigotes en una cabaña de madera, sin electricidad ni agua corriente y perdida en el océano de coníferas que media entre Suecia y Noruega, a la altura de la región de Norrland.
Si bien nosotros tuvimos la suerte de no ser brutalizados por la familia Manson de turno —no estaría ahora aquí contándoles la batallita en cuestión, o quizá sí—, que nos viéramos obligados a satisfacer las necesidades fisiológicas más apremiantes en mitad del bosque, a la luz de una linterna minera y oyendo los aullidos de los lobos conllevaba una cuota de inquietud respetable. Y, en rigor, los dueños de aquel refugio, que —ellos sí— ocupaban una vivienda próxima perfectamente acondicionada, no parecían, lo que se dice, muy normales.
Chascarrillos aparte, el gran mérito de “The Ritual” estriba en que no cae nunca en la tentación de tomarse a sí misma demasiado en serio. Consciente de la naturaleza desenfadada de un subgénero degradado por tanta bazofia pretenciosa, David Bruckner, su director, opta por utilizar la envoltura de un terror evidentemente autoparódico para poner en solfa la cacareada camaradería masculina y los códigos de patio de colegio que el Síndrome de Peter Pan dueño de las súper-desarrolladas e infantilizadas sociedades occidentales alarga ya hasta bastante más allá de los treinta. Entiendo que se añoren los veintipocos, a mí me pasa cada día —fue, de hecho, entonces la aventura arriba referida—; pero quien cerca de los cuarenta se sigue comportando como un postadolescente no me parece sino ridículo.
Precisamente en la línea de ciertas celebraciones de gregarismo viril podría entenderse la ambivalencia del título, que remite a un aquelarre, claro, pero también a dichos ritos —birras, fútbol, conversaciones de tetas— inscritos en una concepción algo esquemática, por no decir zopenca, del varón.
Además, y esto resulta incluso novedoso, como película de miedo, “The Ritual” funciona razonablemente bien, con unos cuantos sustos no por esperados menos efectivos. Al buen sabor de boca que deja esta cinta contribuye que no se haya recurrido al fraude del “found footage”, en cuyos brazos se hubiera echado más de uno, y de dos y de cien. Por último, si la versión original se antoja siempre recomendable, aquí se torna simplemente perentoria, habida cuenta de la exuberancia sintáctica que para el insulto y el exabrupto adorna al inglés británico.
Carorpar
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