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Anatomía de un asesinato

Drama Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Ella contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un honrado hombre de leyes. Durante el juicio se reflejarán todo tipo de emociones y pasiones, desde los celos a la rabia. Uno de los dramas judiciales más famosos de la historia del cine. (FILMAFFINITY)
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Críticas 109
Críticas ordenadas por utilidad
23 de agosto de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
127/04(07/08/19) Clásico imperecedero del Séptimo Arte, uno de los grandes films del sub-género judicial producido y dirigido por un brillante Otto Preminger. El incisivo guión de Wendell Mayes (“Tempestad sobre Washington”) se basa en la novela homónima del juez del Tribunal Supremo de Michigan John D. Voelker bajo el seudónimo de Robert Traver, basó la novela en un caso de asesinato en 1952 en el que era el abogado defensor. Aunque su título puede prometer un procedimiento clínico, se disfraza de una ambigüedad poderosa, en la que la verdad es un ente voluble, aquí no es el típico “Whodunit”, donde no se sabe quién es el asesino, aquí eso está claro, que dilucidar es la pequeña línea que separa la cordura de la locura, y en este mar confuso se mueve un relato apasionante. Una batalla de conceptos, e ideas que atrapan por lo bien perfiladas que están las argumentaciones de unos y otros, un juego del gato y el ratón donde el uno espera pillar al otro en un error, un duelo chispeante frente al juez, donde no falta el humor (el negro, el sarcástico, el de dobles sentidos,…), la intensidad dramática, donde los interrogados actúan con medias verdades, no sabiendo el espectador donde se encuentra la VERDAD. La película es pionera en que se oigan palabras tabú hasta entonces en una sala de cine (decente) como "violación", "puta", "perra", "coito", "bragas" y "espermatogénesis", esto provocó mucha controversia en su estreno. Tuvo de siete nominaciones a los Oscars (No consiguió estatuilla alguna, este fue el año que arrasó “Ben-Hur”). : Mejor Película, Guión adaptado, Actor principal (James Stewart), Actor secundario (Arthur O'Connell y George C Scott), Fotografía en b/n y Montaje (Louis R Loeffler).

Preminger en un recurso loable hace que el abogado Paul Biegler (James Stewart) sea nuestra visión en el caso, no sabremos más que él, no hay flash-backs, no hay secuencias en no esté él, el realizador nos toma por inteligentes y quiere juzguemos con los mismos recursos que él. Paul es un abogado de vuelta, acepta el caso sin saber cuál es la verdad y que la mentira. Pero tiene un plan para intentar salvar a su cliente, este es artificio nebuloso, indagado en una entrevista con el militar acusado intentando encontrar recoveco por el que defender de asesinato a alguien que declara haberlo cometido, antes que el acusado le cuente su versión de los hechos, Biegler ya le dice cuatro maneras posibles hay de sacarlo libre, y solo una de ellas podría tener éxito, alegar " impulso irresistible", con lo que nada subliminalmente está guiando a su cliente cuando le cuestiona, “Cuál es su excusa?”, y Frederick responde, “Supongo que me volví loco. Me estoy acercando?”, y la contrarréplica de Paul resulta toda una declaración de intenciones sobre la manipulación de la verdad, “Se lo diré cuando haya hablado con su mujer. Mientras tanto, a ver si puede recordar lo loco que se volvió”, con lo que Paul deja claro que poco le importa lo sucedido, si no poder ganar a costa de tergiversar la versas a su antojo. O el modo en que encara las discusiones e interrogatorios ante el juez, dejando caer argumentos, aun a sabiendas que el juez dictará que no los tome en cuenta el jurado, entonces el acusado le pregunta a Biegler “Cómo puede el jurado hacer caso omiso de lo que ya ha oído?”, a lo que éste le espeta de modo lapidario, “No pueden, teniente. No pueden”. James Stewart lo encarna con un vigor inusitado, con una mezcla de artero, manipulador y simpático de pueblo, divertido ingenioso, lenguaraz, ocurrente, enérgico, cínico (ese modo de erigirse en pequeñito ante los fiscales de ciudad resulta jocoso), manteniendo duelos jugosos con Remick, así como con George C. Scott, o esos ententes con el juez hablando de pesca, maravillosa su naturalidad.

El director juega con la percepción del espectador, nunca estamos seguros de nada, todo es voluble hacia un lado u otro. Como creer que Laura ha sido violada con esa actitud despreocupada, le gusta llamar la atención con su imagen, coquetea con cualquier hombre, y esto justo después de sufrir la traumática situación de una violación, cuesta entender, “Estoy acostumbrada, a que casi todos los hombres quieran seducirme. Desde que era niña. Tú, por ejemplo, te intereso”, le asegura Laura a Paul cuando éste le increpa por su actitud lasciva, o cuando esta invita al letrado a entrar en su caravana “Quieres pasar Paul? Sabes que puedes si quieres” (claro doble sentido). Pero por otro lado se dan elementos para creer en la vejación (ejemplo la máquina de la verdad). Lee Remick está radiante como Laura Manion, chica traviesa y juguetona, gusta de poner nerviosos a los hombres con sus evidentes encantos, ejemplo el modo en que hace sonrojar una y otra vez a Paul Biegler, su sonrisa y gestualidad la hacen irresistible fruto del deseo. Aunque a mi modesto entender el no ponerle matices de algún trauma por lo sucedido disminuye su carácter a un cliché.

Está el Tte. Frederick, tipo que parece sereno, fuma hasta en pipa (que da más sensación de calma), pero que tiene arranques de ira incontenida, derivando en que no sabemos si esto provocó su violencia con su esposa o contra el barman? O los dos? Tipo que tiene un tesoro sexy en Laura, pero al que puede controlar y sus celos son evidentes en sus miradas (la que echa desde la ventana de prisión a ella y Paul), miradas esta cargadas de ambigüedad cuando se cruzan con las de Laura. Ben Gazzara encarna al militar con una singular mezcla de rigidez y dureza simpática, en combinación con celos que se entrevén entre su pétreo rostro.

Seremos el jurado Nº13, no se aburrirá a pesar de durar más de dos horas y media, tarda 50 minutos en arrancar el juicio, lapso aprovechado para describir a los personajes, para los entendamos, matizarlos, con defectos, humanos, ello en marco pueblerino donde todos se conocen. Cuando se inicia la contienda judicial las diferentes estrategias se despliegan de modo cautivador... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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19 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es una obra maestra de los aficionados al derecho, muy al estilo de Testigo de Cargo. Explica muy bien cada paso que hay que dar en el mundo procesal, no pasando nada por alto. Sin embargo, la película, que se presenta casi en las tres horas, se hace muy larga para lo poco que cuenta: un crimen que parece bastante claro, y un juicio que aporta pocas cosas que no sepamos, una de ellas prácticamente intrascendental. James Stewart sabía elegir perfectamente los papeles y aquí vuelve a acertar de nuevo, en una película que obtuvo 7 nominaciones a los oscars de una edición que tuvo a Ben-Hur como clara triunfadora.

El mejor momento de la película es el momento en el que el juez pronuncia la palabra “bragas” y provoca las risas en los asistentes, haciendo a continuación un discurso brillante para la época. De hecho, este guión es muy adelantado para la época, lo que hace magnífica su visualización.
CHIRU
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28 de marzo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de este clásico se podría complementar con "y disección de un juicio", ya que durante casi tres horas, la inmersión en el caso que centra la trama es absoluta, indagando sobremanera en acusados, acusadores y defensores, todo ello desde el punto de vista del abogado perfectísimamente interpretado por James Stewart, y acompañado de un reparto de altísimo nivel. Este enfoque fragmentado de la realidad hace que en ningún momento veamos los hechos a juzgar, por lo que el espectador se convierte en jurado, y la intriga de lo que es verdad o mentira se mantiene en todo momento, convirtiendo el juicio en un juego donde tienen cabida el drama, la comedia y la tragedia, con un explícito lenguaje impactante para la época. Sin duda un imprescindible referente dentro del subgénero judicial.

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Cine de Patio
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12 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi juicio este drama judicial es la mejor cinta del director Otto Preminger en la que un ya veterano James Stewart, al que da perfecta réplica Arthur O'Connel, interpreta el papel de un abogado que halla, en la historia de una bella mujer y en la defensa del esposo de ésta -acusado de homicidio en primer grado-, una excusa para hacer lo que en realidad le gusta hacer aunque no cuente para llenar la nevera más que con el resultado de unos días de pesca. Una historia de esas que se va revelando a través de testimonios bajo juramento entre artimañas de fiscales y defensores. Una película donde se despliega el talento y la recatada exuberancia de Lee Remick (“Días de vino y rosas”), la fría mirada y la perpetua sonrisa de Ben Gazzara o la sobriedad de George C. Scott.

Una película que ahonda en áridas y escabrosas sendas para la época, donde se expresan alegatos en defensa de la libertad sexual femenina que colisionaban frontalmente con dicha mentalidad. Donde se expone, quizá por primera vez, ese luego tan manido argumento de la enajenación mental transitoria.

En definitiva uno de esos fabulosos relatos repletos de intriga, tensión sexual, crítica social, y un blanco y negro hermoso y necesario, un relato inteligente que respeta la inteligencia del espectador dejando que éste tome su propia opinión y cual si fuese un miembro del jurado resuelva sobre la culpa o la inocencia tanto del reo como de la condición humana.
Plácido Eldel Motocarro
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18 de octubre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria mezcla de intriga y drama judicial con gratificantes ráfagas de humor dirigida por Otto Preminger, quien adaptaba con texto de Wendell Mayes una novela de Robert Traver.

La banda sonora corre a cargo del gran músico de jazz Duke Ellington, quien aparece tocando el piano junto a James Stewart en una escena de esta extensa y magistral historia de juicio, violación, asesinato y celos, sin duda una de las mejores películas sobre temática judicial jamás filmadas.

El guión es de primerísimo nivel y de una riqueza exuberante, con unos diálogos que desbordan inteligencia y cinismo. Por su parte la puesta en escena resulta excelente, mientras que el retrato de personajes es sensacional, con unos secundarios ricos en matices y admirablemente definidos en un relato exento de maniqueísmos.

Las interpretaciones son sobresalientes, lideradas por un grandioso (una vez más) James Stewart en uno de los papeles más recordados de su colosal carrera.
BartonKeyes
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