Gato negro, gato blanco

Prácticamente esta es mi primera experiencia con Kusturica, ya que tan solo había visto de él, el documental del carismático Pepe Mujica, "El Pepe, una vida suprema", así que tenía ganas de descubrir a quien se le considera director de culto, por lo que me empequeñezco un poco al decir que no he conectado, pero como esto se trata de ser sinceros..

Empezaré sintetizando la película. Esta empieza con Matko, un zíngaro que malvive junto a su hijo adolescente Zare. Matko desea robar la gasolina de un tren para venderla en el mercado negro, para ello requiere de un mínimo de inversión que le pide al patriarca Grga, amigo de su anciano padre. Para ejecutar el plan, Matko se une con el delincuente Dadar y, como era previsible, todo se les tuerce.

Pese a la fortaleza visual que le reconozco a la película, nunca me han convencido las películas surrealistas que destacan lo grotesco con Primerísimos Primeros Planos. Esta estética que exagera lo sucio y desagradable, la reconozco a menudo en el cine francés con directores como Jean-Pierre Jeunet (en "La ciudad de los niños perdidos" por ejemplo) o Javier Fesser (en "El Milagro de P. Tinto" por citar otra). No congenio con este tipo de humor, y esto me ha pasado con "Gato negro, gato blanco". Esto se ve agravado con unas interpretaciones sobreactuadas que me llevan a un rechazo aún mayor. Alguno me podría decir: "Pues en "Airbag" de Bajo Ulloa sí disfrutaste con el exceso" y es cierto. Por instantes no puedo evitar recordar la película española pero entiendo que aquí ya juega la afinidad con el tipo de humor y, francamente, la comedia balcánica me ha costado, por ser benevolente con el adjetivo. Aparte que no es lo mismo ver este cine con 20 años que con 40.

Expresivo largometraje del realizador serbio Emir Kusturica, fiel a su manera de trabajar -al menos en sus primeras décadas- ahonda en una disparatada historia que se va volviendo a cada momento más extrema y excesiva de acuerdo a lo mostrado en pantalla, el director realiza una comedia de situaciones donde envuelve la cultura gitana, el crimen y un matrimonio (o dos) de por medio.

Matko Destanov (Bajram Severdzan) es el protagonista del largometraje, estafador, apostador y vagabundo por excelencia que anda buscando la forma de ganar dinero de forma fácil, es acompañado constantemente por su hijo Zare Destanov (Florijan Ajdini), que con apenas 17 años es el candidato predilecto para casarse con una hermana de Dadan (Srdjan Todorovic), uno de los gangster de poca monta con los que su padre negocia.

Sin embargo, como es de esperarse las cosas se complican puesto que Zare no se siente atraído por esa mujer algunos años mayor que él, pero principalmente porque está enamorado de Ida (Branca Katic), una joven a la que conoce que es parte de todo la cosmovisión que va construyendo Kusturica y Gordon Mihic, como coguionistas, a su manera ambos comienzan a relacionarse.

Una comedia disparatada para Kusturica, con esa cosmovisión gitana y autóctona tan típica que gusta explotar en su obra, probablemente exagerado pero que funciona muy bien a la perfección dentro de su propuesta, con cada exceso, libertinaje y gag, con personajes repulsivos, fantasiosa por doquier pero donde busca envolverla con algo de humanismo y algún anhelo de esperanza.

A destacar además del exceso visual, con una fotografía colorida y algunos momentos llamativa a cargo de Thierry Arbogast, la excesiva música de Vojislav Aralica, Nele Karajlic y Dejan Sparavalo, parte de No Smoking Orchestra, de la que el mismo Kusturica es parte, y el montaje de Svetolik Zajc, constante con toda la obra que como conjunto funciona bastante bien.

He tenido la suerte de verla en un momento de mi vida en que tenía la madurez mental suficiente para apreciarla en toda su magnificencia. Curiosamente no me apetecía ver ningun filme y estaba un poco asqueado del cine y su poca gracia actual... Y al acabar, una de mis favoritas. Nunca hago críticas, pero esta se merecía que le echara flores hasta taparla.

La peli destila un humor picaresco y una gracia de vivir maravillosos, una alegría contagiosa. Magníficos todos los personajes. Solté unas carcajadas que desperté a todos los vecinos.

Personalmente opino que pelis como esta dejan en ridículo todo el caro y ostencioso cine americano, no he visto ni una sola peli de Holiwood que se acerque en lo más mínimo al "arte" humano y mundano que refleja esta pedazo de obra. Tampoco quiero crear muchas expectativas, porque no son nada recomendables en ningún caso.

Leo en la crítica del usuario Atreyu la siguiente aseveración: "Quien quiera pasar un buen rato y ver un relato de personajes entrañables, de amigos de toda la vida y simpáticos embaucadores puede ver esta película".

Inmediatamente levanto la mano. Yo!!!! Y vaya si acerté. Hacía mucho tiempo que no me reía tanto con una película; hasta empezaba a pensar que la palabra comedia estaba perdiendo su significado original.

Es una locura total, esperpento en estado puro; tiene un punto surrealista encantador. Me recordó muchísimo a esa gran joya del humor negro argentino: "Esperando la carroza". Un clásico de lo grotesco, decía alguien de aquella cinta. Bueno, pues ésta es idem de lo mismo, pero en versión serbia. Personajes completamente caricaturescos para una trama delirante.

La historia básicamente va de unos gitanos trápalas a más no poder; uno le debe dinero a otro y éste, para cobrarse la deuda, decide casar a una hermana que tiene con el hijo del otro, por supuesto en contra de su voluntad, puesto que está enamorado de otra gitana, interpretada por Branka Katic, por cierto, señores, una actriz muy guapa. Pues bien, a partir de ahí se desata el pifostio.

Reconozco que la primera parte, la de presentación de personajes y situaciones, puede resultar larga, pero de verdad, si la veis aguantad ese ratillo, que en cuanto empieza ya la boda propiamente eso es el despiporre.

Suscribo la frase inicial pero perfeccionada: "Quien quiera pasar un buen rato y ver un relato de personajes entrañables, de amigos de toda la vida y simpáticos embaucadores que vea esta película". Ah, y los dos gatitos pa comérselos.

En general es una película en el que el hilo argumental es nefasto y muy predecible, por otra parte su riqueza visual es espléndida. La fotografía es interesante y diferente a lo que podemos encontrar en el cine americano y europeo. Y por supuesto la música es el colofón de esta película incostante con momentos buenos y otros de vergüenza ajena.