Gato negro, gato blanco

Pocas personas como Kusturica saben elevar la comedia a categoría de arte visual. La película es un frenesí puro, un sinfín de situaciones absurdas e hilarantes rodadas sin solución de continuidad, un festín para la risa inabarcable, un carnaval infinito de personajes esperpénticos, alocados, absurdamente divertidos y estrafalarios, extraídos (la especialidad de Kusturica) de una especie de submundo de gitanos que vive la diversión de una forma superlativa, con ropajes y atuendos muy peculiares que agudizan la situación de caos extremo en el que se desarrolla la película.

Kusturica no tiene reparos a la hora de apelotonar una amalgama de tramas, de desarrollar tres o cuatro acciones simultáneamente en un mismo encuadre, de derrochar un colorido circense y mágico en las escenas y hasta de hacer estallar la credibilidad del guión con abuelos que resucitan, cerdos que comen coches, ocas que sirven de toallas, gigantes que se enamoran de enanos… todo vale, la locura reina en el cine de Kusturica un universo único, original, fantástico y delirante que es un grito histriónico a la vida, una carcajada descomunal.

Y a todo esto… ¿De qué va gato negro, gato blanco?, pues es verdaderamente difícil buscar una línea argumental dentro de esta burbujeante mezcolanza de situaciones esperpénticas. En general es la historia de un mafioso cutre que para pagar una deuda con otro mafioso de un clan gitano organiza la boda de su hijo con la hermana del otro, una unión que ninguno de los dos contrayentes desea. Es sólo la trama principal del aluvión de historias que zigzaguean en torno a la principal y que le roban protagonismo a lo que debiera ser el hilo argumental, lo dicho, un caos deliberado, maravilloso y sobre todo divertidísimo.

Pero al margen del rodillo de historias encantadoras que te arrollan sin piedad, lo que hace de ‘Gato negro, gato blanco’ una película incomparable, es su fuerza visual nacida de la exageración, con una escenografía palpitante. Kusturica llena cada plano con cientos de elementos que incluyen un buen puñado de personajes estrafalarios de camisas chillonas (una película coral como esta da para poner variedad de los mismos en cada escena sin resultar repetitiva), alhajas exuberantes (pistolas de oro, sillas de rueda motorizadas, crucifijos de cocaína), decenas de animales (ocas, cerdos y sobre todo los dos gatos testigos de todo lo que ocurre) más todo lo que vaya surgiendo y que tenga un sentido ‘Kitch’ para colmatar cada escena con elementos insospechados que conforman ese universo vertiginoso que te araña la vista con una lucidez soberbia, un vehículo de expresión inigualable.

Pero tras esta chispeante comedia también se esconde la crítica a las mafias, a los que tratan de hacer dinero con la guerra, a los matrimonios concertados, al contrabando a los crímenes de guerra. Es un homenaje de Kusturica a su patria ya extinta y también al pueblo zíngaro, una entropía diseminada magistralmente.

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Esta obra respira autenticidad, vitalidad y esta liberada de toda pretensión. Kusturica sabe mucho de cine, claramente inspirado por Fellini, sobretodo Amarcord, en esta obra demuestra con maestría como se construye una ambientación creíble, repleta de matices, es un mundo denso, una auténtica inmersión en un mundo nuevo.

El director dota a sus personajes de gracia, dignidad, miseria, pero siempre con la sonrisa de la vida, la emoción, el amor. El reparto parece salido de los propios suburbios de donde se inspiró el director, algunos parece que ni actúan, lo mejor los gitanos adultos y esa maravilla que es Branka Katic, enamora.

Contiene varias de las escenas mejor orquestadas y algunas preciosas llenas de emoción. Kusturica consigue perfectamente caminar en la delgada línea entre la grosería y la hilaridad, es uno de los puntos fuertes del filme.

Acabo en spoiler con las mejores escenas:

Primer película que veo de Emir Kusturica, el famoso director nacido en la vieja Yugoslavia. Personalmente solo he conocido su música, en la facultad donde iba se solía utilizar mucho su música para escenas teatrales. Desconocía como son sus películas, y esta primera que vi me dejo como meh. No se si vería alguna otra de este director.

Un film del 1998 que tiene 123 minutos de duración, y confieso que por momentos los padecí. Tuve que optar por un reproductor de video que me permita aumentar la velocidad de reproducción porque de otra forma probablemente me dormía o la dejaba de ver, y si hay algo que no me gusta es cortar una película por más mala que sea (Hola Drive My Car).

No es una película mala. Tiene muchos clichés de la comedia. Es una de esas comedias desopilantes que pasan cosas absurdas de no creer, me recordaba a los tres chiflados o ese tipo de comedias que además el cuerpo es parte importante en los gags.

La historia es un poco densa, y hasta incluso predecible. A mitad de la película te imaginas lo que puede suceder o no. Hay un giro interesante cerca del final, pero no logra compensar con la densidad del resto del film.

Las actuaciones no son buenas, no parecen estar actuando, es como si fueran así estas personas y no representaran un personaje. Lo mejorcito del film es la banda sonora, lo cual no sorprenderá a nadie.

Además de la comedia absurda también tiene algunos toques de romance, una boda forzada, amores prohibidos, amistad, problemas económicos. Es una varieté de problemas clásicos de nuestra vida de adulto mezclado con desopilante comedia y escenas estrambóticas.

Mi recomendación: Un film para los fanáticos de Emir.

Prodigiosa obra cinematográfica nacida en la extinta Yugoslavia cuyo estilo no estamos muy acostumbrados a ver. Es considerada por muchos como una comedia romántica pero a mi me dio la impresión de ser un peculiar drama tan brillantemente plasmado que su definición entra en ese limbo del cine ambiguo y de tintes abstractos en el que oportunamente desemboca en conocer por fin si el amor y la suerte existen en las azarosas vidas de los muy excéntricos personajes. También es importante destacar que el soundtrack está repleto de lindas tonadas gitanas y balcánicas que bañan de grandiosa emotividad esta bonita y exótica historia danubiana. De mi parte le concedo un buen puntaje (9) gracias especialmente al estilo relativamente novedoso de su narrativa. Además la ambientación y la puesta en escena son muy naturales y precisas.

A años luz de Papá está en viaje de negocios, El tiempo de los gitanos o Underground. Aquí prima la astracanada por la astracanada, el humor de sal gruesa y el desmadre colectivo. A favor, la buena dirección y los buenos actores. Un guión propio del esperpento extremo.