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Green Book

Drama. Comedia Año 1962. Tony Lip (Viggo Mortensen) es un rudo italoamericano del Bronx que es contratado como chófer del virtuoso pianista negro Don Shirley (Mahershala Ali). Ambos emprenderán un viaje para una gira de conciertos por el Sur de Estados Unidos, donde Tony deberá tener presente "El libro verde", una guía que indicaba los pocos establecimientos donde se aceptaba a los afroamericanos. Son dos personas que tendrán que hacer frente al ... [+]
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Críticas 263
Críticas ordenadas por utilidad
16 de enero de 2019
15 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
08/08(11/01/19) Dramedia tan agradable de ver como condescendiente, tan afable como poco valiente, tan entretenida como previsible, tan complaciente como tramposa, tan entrañable como manipuladora, tan conmovedora como convencional, tan grácil como efectista. La cinta tiene su gran valor en las carismáticas actuaciones de la pareja protagonista, unos radiantes Mahershala Ali y Viggo Mortensen, teniendo una química fascinante gracias también a un libreto inteligente que los coloca constantemente en una relación de dependencia uno de otro. Dirigida y por Peter Farrelly (cambiando el tono de su filmografía, el otrora metido en productos de humor-astracanada tipo “Dos tontos muy tontos” o “Algo pasa con Mary”), escrita por el propio realizador, Brian Currie (“Armaggedon”), y Nick Vallelonga (hijo de de Tony Valellonga), basándose en entrevistas con su padre y Doc Shirley, así como en cartas que su padre escribió a su madre. La película lleva el nombre de “Green Book”, se refiere a una guía para viajeros afroamericanos que fue publicada en Nueva York durante treinta años entre 1936 y 1966, durante el período en el que rigieron las ominosas leyes de segregación racial Jim Crow (1876-1965) en varios estados del sur. El libro escrito por Victor Hugo Greenm funcionaba como una guía de hoteles y restaurants donde los afroamericanos podían acudir sin ser discriminados por el odio racial. Ambientada en el Sur profundo en 1962, sigue una gira entre un snob pianista de jazz y música clásica afroamericano Don Shirley (Mahershala Ali) y un rudo italoamericano Tony Vallelonga (Viggo Mortensen), un italiano-estadounidense que se desempeñó como conductor y guardaespaldas de Shirley. La película acaba de ser galardonada en los Globos de Oro como la Mejor Película en la categoría de Comedia o Musical, con lo que raro sería no verla en la terna de nominadas a los Oscar. La película viene a alimentar ese subgénero amabilista en que nos presentan de modo suave el segregacionismo y racismo imperante en los USA (incluso apoyado en leyes contranatura) durante gran parte del SXX, formando parte de ello obras recientes como “Criadas y señoras” (2011), “Figuras ocultas” (2016), o con la que tiene más puntos en común, “Paseando a Miss Daisy” (1989), incluso con pizcas de la mucho más antigua “Fugitivos” (1958), esta filmada en plena época Jim Crow Laws. “Green Book” es un film que combina el humor con el drama, ello en medio de conflictos raciales, pero tratado de forma superficial, en modo de pequeños conflictos que se salvan de forma simplista, pretende el espectador se sienta bien mediante empaticemos con la evolución del protagonista blanco, y del sufrimiento interior del marginado social por su color de piel, en medio de una relación de amistad entre diferentes mil veces vista, teniendo dosis de “La extraña pareja” de Neil Simon, solo que esto “adornado” en un microcosmos de prejuicios raciales que ansia dar profundidad y se queda en pellizcos de ursulina, de hecho la película donde flojea es en estos tramos racistas manidos, nada aportan y son resueltos de modo plano, y se eleva en los ententes entre los protagonistas, en sus charlas en el auto, cuando Shirley actúa de seudo-Cyrano ayudando a escribir cartas a Tony a su esposa, cuando discuten, resto resulta demasiado funcional y paternalista, como bien he leído viene a decirnos eso tan grimante de el equivalente cinematográfico de decir "No soy racista. Tengo un amigo negro!".

El relato tiene la sustancia sabrosa en el tour de forcé entre estos dos grandes intérpretes, el clásico choque entre dos personalidades antagónicas. Don es un tipo culto, educado, flemático, alejado del estereotipo de negro (el que tanto alardea de conocer Tony, y es que a Don es culpable de no conocer a Lil Richard, Aretha Franklin, y lo que es peor, no ha probado el pollo frito!) y muy calmado, ah, y negro que sufre por su tonalidad cutánea la marginación. En contraposición está Tony, e un italo-americano (comunidad de cliché altamente negro-foba, como demuestra que llaman berenjenas a los de color), vulgar, tosco, impulsivo, fumador, glotón incansable de fast-food, ah, y aparentemente racista (por como tira dos vasos en los que han bebido dos afroamericanos); Pero como sabemos que después del día viene la noche y viceversa, sabemos que los protagonista terminaran por conectar en el entendimiento mutuo, por lo que la película camina por una senda muy marcada, donde Don comprenderá lo que es la clase baja y donde Tony sufrirá una redención sobre su racismo. Hasta desembocar en un final demasiado acomodaticio y facilón, sin pizca de coraje.

Viggo Mortensen borda su rol, desborda humanidad y autenticidad, alterna rudeza con sensibilidad (como cuando tras sacar a Don de un apuro con la poli dice que entiende lo sucedido, "He estado trabajando en clubes nocturnos en la ciudad de Nueva York toda mi vida. Sé que es un... mundo complicado", sin juicios personales, eleva al personaje), maneja su orondo físico (ganó 14 kg para el papel) de modo excelente, con enorme expresividad en su rostro, con acento creíble, con sonrisa contagiosa (de ahí lo del apodo de Lip, labio en inglés), con modo tan verité de comer compulsivo, mostrando fluida evolución personal. Aunque me resulta chirriante que lo vemos tirar dos vasos de agua a la basura por haberlos tocado dos fontaneros negros, pero luego acepta un trabajo para un negro, como si se supone tan racista no alabaría tanto la cultura negra como sus cantantes, para hacer de su asistente, no viendo entonces atisbo de racismo, esa escena me es incongruente con el personaje y cruje con lo que vemos después. El verdadero Tony Lip tuvo papeles en las películas y series de mafiosos ítalo-americanos como Goodfellas y The Sopranos; Masherhala Ali resulta brillante en su snob encarnación de este músico solitario, elegante, sofisticado, de labia sibarita, alejado del costumbrismo de los afroamericanos de una expresividad sutil,… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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12 de marzo de 2019
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Green Book ha sido una autentica decepción. La verdad es que me cuesta creer que ESTO haya ganado el Oscar a mejor película. Me parece insultante para el cine, y eso que técnicamente no está mal realizada.
No es que la película cuente una historia mediocre o que no resulte lo suficientemente brillante, como podría ser el caso de “Shakespeare in Love”. Es que representa todo lo que, para mí, el cine no debería ser.
Green Book es el McDonalds del séptimo arte. No es un restaurante al que vayas y te decepcione porque, “no era para tanto”. Es un restaurante al que vas a que te den sucedáneos de alimentos con mucha grasa y mucho glutamato. Si, sus hamburguesas están ricas para un día de resaca, pero son insanas, engordan y, en definitiva, son comida basura.
Que no se me malinterprete, me gusta McDonalds. No creo que haya nada de malo en disfrutar de la comida rápida. Pero, si alguna vez le dieran un premio gastronómico a un restaurante de este tipo, me resultaría vergonzoso.

Esta película no tiene ni un solo matiz en todo su desarrollo, exuda buenismo por el 100% de sus poros. Los personajes son, nunca mejor dicho, blancos o negros. Ningún protagonista tiene el más mínimo ápice de contradicción en su personalidad. Nunca nadie se sale de su carril.
Un negro viajando por el sur, racista, de EEUU. Que recibe palos a diestro y siniestro, es humillado en cada pueblo al que va y, aun así, no pierde la compostura ni por un segundo. Impasible ante toda injusticia hacia su persona, no siente un atisbo de ira, ni de odio.
Por otro lado, tenemos a un italoamericano de nivel sociocultural bajo. Un gañan que no controla sus impulsos. Un hombre vulgar, violento y racista. Que, de repente, tras ser contratado por un músico negro, cambia su personalidad radicalmente. Se convierte en una persona pacífica y, sobre todo, liberal y tolerante, muy muy tolerante, como la mayoría de los italoamericanos que vivían en el Bronx por esa época.

No hay un solo momento de conflicto en toda la película, todo fluye por su perfecto y calculado cauce. La cinta está dirigida para tontos: “No construyamos personajes complicados, personalidades grises, no vaya a ser que el público se pierda y no comprenda el mensaje”. Diría que el nivel de complejidad es digno de un parvulario.
Pero, aun sin altibajos, cuenta con su microespacio emotivo. Porque si no conseguimos que llores con un buen guion, ponemos música épica a todo volumen y un discurso Paulo Coello: “Un hombre de color pero de clase alta… en un mundo racista. Rechazado por la sociedad y a la vez por sus hermanos. Demasiado loco para la ciudad de los niños… demasiado niño para la ciudad de los locos”.

Tan políticamente correcta como cinematográficamente incorrecta. Un buen panfleto de denuncia social, eso sí. Pero hasta donde yo se, con eso no es suficiente.
Maria
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12 de febrero de 2019
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cuestión racial planea sobre tres de los títulos nominados al Oscar a la mejor película este año: Black Panther, Infiltrado en el KKKlan y la que nos ocupa. Mientras que la primera no tiene precedentes en su condición de gran superproducción de acción con héroe y protagonistas negros y la segunda destaca por su discurso político y reivindicativo, Green book sigue la estela de títulos recientes como El mayordomo, Doce años de esclavitud o Criadas y señoras o, si nos vamos hacia atrás en el tiempo, Arde Mississipi o El color púrpura. De hecho se podría decir que este subgénero de la segregación racial, que nació con las películas de Sydney Poitier, producidas pocos años más tarde de la abolición de las leyes racistas en Estados Unidos, no ha evolucionado gran cosa en los 50 años que han transcurrido desde entonces; tan solo la producción y la técnica nos permiten distinguir a Green book de En el calor de la noche o Adivina quién viene esta noche. Mientras estas últimas fueron atrevidas y consiguieron remover conciencias en su momento, la última obra de Peter Farrelly dudosamente servirá hoy en día para poco más que reconfortar al espectador blanco y hacerle sentir bien transmitiendo la idea que el racismo es algo de gente ignorante del pasado que tiene poco o nada que ver con él; además de para reflotar la carrera y mostrar la dimensión seria y madura de un cineasta "galardonado" recientemente con el premio Razzie al peor director y cuyos éxitos de los 90, encabezados por Algo pasa con Mary, ya quedan muy atrás y le han dejado un prestigio más bien escaso.

Green book se mueve por lo tanto por caminos muy trillados, y no solo en cuanto a su supuesto mensaje antirracista sino también por cómo se articula este en términos dramáticos. Nos encontramos ante la enésima historia de hombre blanco heterosexual cristiano que descubre que los negros (que podrían sustituirse fácilmente por las mujeres, los gays, los musulmanes o los discapacitados) también son personas, construida a través del igualmente manido esquema de una road movie: el antagonismo entre dos personajes opuestos que chocan al principio pero que previsiblemente tendrán que entenderse en los largos kilómetros de viaje que les esperan hasta llegar a hacerse amigos.

La sutileza brilla por su ausencia en el retrato de los dos protagonistas: a uno nos lo presentan ejerciendo de matón en un garito, compartiendo una habitación pequeña con su mujer y sus dos niños, y al otro sentado en una especie de trono dorado en un enorme apartamento de lujo: el hombre de éxito sofisticado y solo en la cumbre frente al hombre pobre y sencillo feliz en el calor del hogar. A la sucesión de tópicos se le suma un diseño incongruente del personaje racista, que pasa de tirar a la basura dos vasos de su cocina que han sido usados por obreros negros a mostrarse dispuesto en la siguiente escena a trabajar para un negro si se le paga bien; la transición del odio irracional al pragmatismo sensato, que podría haber aportado un punto de inflexión en la narración, se produce de manera instantánea e incomprensible.

No obstante, la excelente producción y el buen trabajo de los actores consiguen salvar los muebles y librar la película del desastre al que la podían haber conducido su guión mediocre y una dirección plana que no deja ninguna escena divertida, emotiva ni con fuerza dramática, logrando proporcionar al menos un entretenimiento para toda la familia tan intrascendente como disfrutable por los mitómanos y por los amantes del cine de actor. En caso de que Green book sea recordada por algo, lo será por la transformación física de Viggo Mortensen y su estupenda imitación del acento italoamericano.

https://cines.com/criticas/critica-de-green-book/
Atlanticguy
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26 de septiembre de 2021
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ganadora del Oscar a mejor película en 2018, «Green Book» es una cinta que tenía ganas de ver. Leo que también se llevó el premio a Mejor guion original, aunque Peter Farrelly ni siquiera estuvo nominado como mejor director. Curioso.

De alguna manera «Green Book» sí tiene algo del estilo Farrelly. Al final y al cabo, no deja de ser una comedia dramática sobre el racismo o más bien, y realmente, sobre la amistad entre dos hombres de mundos opuestos que sabemos, aun antes de que la película empiece, que se van a hacer amigos. Una de las cosas más criticables de la película es que no aporta absolutamente nada nuevo ni relevante en ningún aspecto: ni al cine, ni a la cuestión racial, ni a nada. Dentro de lo previsible y lo esperado, «Green Book» recorre una carretera llana, despejada y sin obstáculos que es agradable de transitar pero que no maravilla.

Posiblemente lo más acertado sea su mensaje de frustración, vergüenza ajena e impotencia ante semejante trato a Shirley por su condición de negro. Escenas como la de la tienda de trajes o en el restaurante muestran esas sensaciones. También me pregunto si las cosas eran así en realidad; es decir, si contratas a un músico negro, ¿lo mandas a dormir al hotel de enfrente? Sea como sea, la escena cumbre es la del pollo frito de Kentucky; me sentía tan identificada con Tony y su defensa de los trozos de pechuga frita, en serio. Me encanta ese pollo. Tenéis que probarlo si no lo habéis hecho todavía.

En fin, la primera media hora me parece bastante innecesaria, no sé para qué tanta presentación e introducción del personaje de Tony (¿mejor guion? Lo dudo) cuando lo importante es el viaje y que aparezca ya Don Shirley, todo un gentleman de una elegancia que se desborda de la pantalla. También han incluido una trama homosexual que no sé si es realista o no pero que no influye en la historia para nada, solo para inflar la condición de outsider del personaje. De hecho Tony ni se inmuta, y a mí esto me choca: ¿racista sí pero homófobo no? Bueno, un racismo más bien superficial, quizá este señor cambia muy rápidamente, pero vale.

Correcta y con buenas intenciones. No está mal.
Kaori
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30 de enero de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se queda el recuerdo esta simpática historia en sus detalles y sobre todo se recuerda su banda sonora.
Impresionante relato rodado con sentido del humor al detalle, simpático, arrollador en su drama.
Basada en una relación de amistad real, tiene un fondo histórico y social cuidado.
Las escenas de concierto e interpretación están atendidas y el sonido es de calidad.
Verosímil, va encadenando el carácter de los personajes en cada día que pasan del viaje.
La actuación y el hacer del director es sobresaliente. Take five !
rubengilmondelo
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