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Críticas de Atlanticguy
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
5
3 de abril de 2019
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Groenlandia tiene una situación extraña dentro de la Unión Europea; constituye una región autónoma perteneciente a Dinamarca que en la práctica es considerada más bien como una provincia de ultramar o una colonia. Sus habitantes disponen para ellos de la mayor parte del territorio de la isla, a diferencia de los nativos norteamericanos o los aborígenes australianos, pero su situación guarda similitudes con estos últimos: un pueblo gobernado por una administración ajena al mismo que solo lo ve como una carga lejana y que se limita a subvencionarlo para que no de problemas, consiguiendo la paz social a cambio de mantener a buena parte de la población en el desempleo y el alcoholismo.

Esta realidad se aprecia solo de manera más bien tangencial en esta película semidocumental centrada en las peripecias reales de un maestro danés destinado voluntariamente en una pequeña aldea del círculo polar cubierta por la nieve durante todo el invierno. Cuando elige destino, la funcionaria que le asesora le recomienda escoger la capital, Nuuk, por guardar cierto parecido con la vida en Dinamarca y amortiguar de esta manera el choque cultural, y le da un segundo y chocante consejo: no aprender el groenlandés puesto que, según ella, no tendrá ninguna utilidad para el joven ni tampoco para los niños de la localidad, mostrando el desprecio de la administración danesa por los habitantes y la cultura de la zona y rompiendo también el mito que por aquí tenemos del sistema educativo de estos países, en los que por lo visto no tienen reparos en enviar a una escuela rural de niños en evidente riesgo de exclusión social a un novato sin experiencia, sin conocimiento de la realidad de su alumnado, ni siquiera de su idioma, y sin un proyecto educativo adecuado.

La película, no obstante, está dirigida por un francés que, tal vez por su conocimiento insuficiente de la misma, no tiene intención de criticar la situación de Groenlandia ni tampoco de adentrarse en la psicología del maestro, que solo al final de la película explica, y de manera parcial, por qué ha tomado esta decisión. La historia es llevada por derroteros más convencionales y menos complicados: enseñarnos hermosos paisajes nevados, auroras boreales, casitas de madera de distintos colores y técnicas para conducir un trineo de perros, además de contarnos una historia previsible de desencuentro inicial entre el maestro y sus alumnos que irá mutando en un acercamiento del foráneo a la cultura local, siempre dentro de parámetros políticamente correctos. El clímax de la historia lo constituye la integración del joven en una batida de caza, el medio de vida tradicional y único conocido en la Groenlandia profunda, en la que no vemos la muerte de ningún animal que pudiera herir la sensibilidad animalista del espectador europeo urbanita, al que el film mantiene continuamente en una mirada de turista superficial, amable y cómoda.

Profesor en Groenlandia constituye por lo tanto un capítulo ampliado de Daneses por el mundo, de visión agradable, entretenida y buenrollista, con lo cual, hay que reconocerlo, cumple con lo prometido de manera eficaz y solvente. Quien busque conocer algo más en profundidad la cultura groenlandesa o quien quiera ver una película sobre los retos que supone la docencia a niños de minorías étnicas sin motivación para aprender tendrá que buscar en otro lugar.

https://cines.com/criticas/critica-de-profesor-en-groenlandia/
Atlanticguy
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6
3 de abril de 2019
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trayectoria del director Koldo Serra, tan curiosa como errática, abarca desde el thriller rural de Bosque de sombras al drama histórico con toques románticos de Gernika, un repertorio con un único elemento en común que es la ambientación en el País Vasco, una tierra de la que se impregnan sus historias. Esto se repite con 70 binladens, título con el que su filmografía suma un elemento más, el cine de atracos, y que, dentro de los pocos exteriores que este subgénero permite, saca bastante partido de un buen escenario para el cine policíaco como es Bilbao, la ciudad natal de Serra.

Al igual que otras obras de su director, esta última no resulta redonda pero tampoco le faltan elementos de interés. Entre los segundos, salir airoso de un reto y un ejercicio de estilo como es situar la mayor parte del metraje de la película en un escenario cerrado y conseguir mantener el ritmo y la acción, y también aprovechar como protagonista y rehén principal del atraco a Emma Suárez, una de las grandes actrices del cine español, injustamente apartada de la gran pantalla hasta ser tocada por la mano mágica de Almodóvar en Julieta.

En cuanto a puntos débiles, un guión demasiado enrevesado que parece de la misma escuela que los de Oriol Paulo (El cuerpo, Contratiempo), caracterizada por un exceso de vueltas de tuerca y piruetas argumentales que priorizan la sorpresa sobre la solidez en la historia, un tratamiento insuficiente de los personajes secundarios, tanto los policías como el resto de rehenes, y sobre todo un tono entre frío y grave con el que Serra no sabe dar cuerpo a los toques de humor negro que sí se perciben en el guión. Su paisano Álex de la Iglesia habría hecho maravillas con el yonqui y la psicópata que forman la pareja de atracadores y con su interacción con los rehenes.

70 binladens acaba resultando un producto comercial correcto y no carente de un cierto toque personal, aunque tal vez insuficiente para conseguir hacerlo destacar en una cartelera permanentemente hiperpoblada.

https://cines.com/criticas/critica-de-70-binladens/
Atlanticguy
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7
10 de abril de 2019
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las brujas de Salem, también conocida como El crisol, es una obra de teatro de Arthur Miller basada en un hecho real pero que fue escrita con una intención metafórica en tiempos de la persecución a los comunistas o simpatizantes del socialismo en Estados Unidos, a la que, precisamente a raíz del estreno de la obra, se empezó a llamar caza de brujas. Miller contaba como la histeria colectiva y la búsqueda de chivos expiatorios se usaban y se usan para controlar al pueblo y someterlo a intereses particulares. Unos años antes, Henri-Georges Clouzot, uno de los genios del cine negro francés, muy admirado por Hitchcock, había dirigido El cuervo, la historia de un pequeño pueblo envenenado por los anónimos de un misterioso personaje que destapaba las miserias de sus habitantes; la película, rodada durante la ocupación de Francia por los nazis, en una época en la que las autoridades ocupantes recibían gran cantidad de anónimos que denunciaban a vecinos judíos, también tenía un trasfondo político claro.


Nación salvaje es una puesta al día de Las brujas de Salem y El cuervo, adaptada a unas nuevas tecnologías que permiten airear vidas privadas y difundir trapos sucios y calumnias a una velocidad inalcanzable en el pasado, y también dirigida a la generación más joven. El peligro del que habla la película, la pérdida de la intimidad dentro de un entorno donde el anonimato favorece el fariseismo y el juzgar a los demás desde la falta de empatía, se muestra de manera a la vez amenazante, seductora, espectacular, caricaturesca y sensacionalista, como de hecho suele ser la visión del mundo que se da desde los medios de comunicación y las redes sociales. La narración se mimetiza con aquello que critica y la propuesta de distopía ultraviolenta dentro del presente se encuentra mucho más próxima a la gamberrada de dibujo animado de Tarantino que a la frialdad de La naranja mecánica.

Pero existe un discurso en esta película, y esa, junto con la presencia mucho menor de citas a otras películas y de pastiche cinéfilo, es la principal diferencia entre Sam Levinson y el maestro Tarantino Eso sí, ese discurso es confuso, contradictorio y busca descaradamente la polémica. Lo primero es criticable; lo último resulta cada vez más de agradecer en el mundo del cine actual, donde prima lo aséptico, lo individual y lo apolítico, mientras que la heterodoxia resulta cada vez más complicada y el planteamiento de los conflictos desde una perspectiva social se ha convertido en algo insólito. Nación salvaje se resuelve desde una óptica feminista tan oportunista y pasada de rosca como la propia película en su conjunto; tal vez el director pretende contar que en los momentos difíciles siempre acaban pagando el pato las mujeres, por lo que su única opción es luchar unidas, o tal vez es un error hilar tan fino en la lectura política de un film cuyo título original, Assassination nation, un juego de palabras más zafio que sarcástico, anuncia que no es esta la puerta a la que debe llamar quien busque algo denso ni sesudo.

El director y guionista ofrece al público más joven una obra divertida, con gran sentido del ritmo y del espectáculo, mucha pirotecnia visual, rica en recursos y con un cierto contenido, al menos el suficiente para servir de base a debates varios. No es precisamente poco.

https://cines.com/criticas/critica-nacion-salvaje/
Atlanticguy
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7
18 de mayo de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon es probablemente un director infravalorado o que no sabe promocionarse bien, puesto que en el mundo del cine de autor el marketing es tan fundamental como en Hollywood. Ozon es prolífico y hace una película anual, no vende la moto de que le ha llevado tres años perfeccionar el guión de su última obra; no tiene un comportamiento excéntrico ni tics de divo ni suelta comentarios fuera de tono que le hagan ser trending topic en redes sociales; es tremendamente versátil, aborda diferentes géneros y narra historias desde tonos muy distintos en lugar de repetir una y otra vez la misma película; y tiene un estilo visual muy rico y variado en lugar de hacer planos estáticos de siete minutos y de limitarse a un abanico corto de recursos narrativos que permita identificar fácilmente que la película es suya. Ozon no tiene lo que se entiende por marca de autor, sino que es una cajita de sorpresas con quien uno no sabe de antemano lo que uno se va a encontrar en su siguiente trabajo; esto es un handicap fuerte a la hora de ganar un festival internacional o de encabezar los rankings de mejores películas de la cartelera, pero algunos lo encontramos muy estimulante.

Dicho esto, no resulta tan extraño que el nuevo trabajo del director de Ocho mujeres o En la casa tenga un tono de docudrama frío, sin humor, sin ninguna concesión al sensacionalismo ni al melodrama, para denunciar los abusos sexuales sistemáticos a menores por parte de algunos sacerdotes, y sobre todo la complicidad de la jerarquía eclesiástica con los mismos.

Gracias a Dios es una ficción tratada como un documental, desnuda de artificios dramáticos, en la que el director ha disimulado su virtuosismo, que no obstante está ahí presente y se muestra en la manera en que la historia hace transiciones entre sus tres protagonistas, cuyas historias no se cuentan en paralelo sino una detrás de otra pero con cruces entre ellas, de forma similar a como lo hace Tarantino.

La principal virtud de Gracias a Dios es tratarse de un ejercicio de estilo en el que Ozon explora las posibilidades del documental pero dejando en primer plano la denuncia de unos hechos desde el total respeto a las víctimas. Los tres personajes principales representan tres formas de impacto de los abusos en la vida adulta, desde la superación sin gran trauma aparente hasta el destrozo absoluto y la caída en el patetismo y el autoodio, pasando por la herida interna que va haciendo fricción hasta obligar a la víctima a la denuncia de los hechos muchos años después; también la postura ante la religión y la iglesia católica puede ser muy variable entre las víctimas, desde el rechazo y la apostasía hasta la crítica interna dentro de la institución. El guión habla de cómo este impacto varía en función de muchas circunstancias, como el entorno familiar y social, y también de la actitud de encubrimiento y de poca o nula empatía de las autoridades eclesiásticas.

Para ello se van narrando las diferentes etapas del proceso, la bola de nieve que va creciendo a partir de una denuncia aislada y construyendo una plataforma de afectados, con un enfoque muy centrado en la vivencia personal y asociativa de las víctimas, podríamos decir que desde dentro y no desde fuera; Hollywood habría preferido probablemente llevar la historia hacia el morbo de centrarse en el pederasta, que aquí se presenta como un psicópata que no produce ninguna fascinación sino únicamente desprecio, o de lo contrario abordarla desde el punto de vista de un investigador externo a los hechos y construir un drama judicial o periodístico, como de hecho hicieron con la plana y poco interesante Spotlight hace unos años. El único defecto que ambos títulos comparten es un metraje excesivo teniendo en cuenta las limitaciones propias de un relato basado en hechos reales.

https://cines.com/criticas/critica-de-gracias-a-dios/
Atlanticguy
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5
12 de febrero de 2019
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cuestión racial planea sobre tres de los títulos nominados al Oscar a la mejor película este año: Black Panther, Infiltrado en el KKKlan y la que nos ocupa. Mientras que la primera no tiene precedentes en su condición de gran superproducción de acción con héroe y protagonistas negros y la segunda destaca por su discurso político y reivindicativo, Green book sigue la estela de títulos recientes como El mayordomo, Doce años de esclavitud o Criadas y señoras o, si nos vamos hacia atrás en el tiempo, Arde Mississipi o El color púrpura. De hecho se podría decir que este subgénero de la segregación racial, que nació con las películas de Sydney Poitier, producidas pocos años más tarde de la abolición de las leyes racistas en Estados Unidos, no ha evolucionado gran cosa en los 50 años que han transcurrido desde entonces; tan solo la producción y la técnica nos permiten distinguir a Green book de En el calor de la noche o Adivina quién viene esta noche. Mientras estas últimas fueron atrevidas y consiguieron remover conciencias en su momento, la última obra de Peter Farrelly dudosamente servirá hoy en día para poco más que reconfortar al espectador blanco y hacerle sentir bien transmitiendo la idea que el racismo es algo de gente ignorante del pasado que tiene poco o nada que ver con él; además de para reflotar la carrera y mostrar la dimensión seria y madura de un cineasta "galardonado" recientemente con el premio Razzie al peor director y cuyos éxitos de los 90, encabezados por Algo pasa con Mary, ya quedan muy atrás y le han dejado un prestigio más bien escaso.

Green book se mueve por lo tanto por caminos muy trillados, y no solo en cuanto a su supuesto mensaje antirracista sino también por cómo se articula este en términos dramáticos. Nos encontramos ante la enésima historia de hombre blanco heterosexual cristiano que descubre que los negros (que podrían sustituirse fácilmente por las mujeres, los gays, los musulmanes o los discapacitados) también son personas, construida a través del igualmente manido esquema de una road movie: el antagonismo entre dos personajes opuestos que chocan al principio pero que previsiblemente tendrán que entenderse en los largos kilómetros de viaje que les esperan hasta llegar a hacerse amigos.

La sutileza brilla por su ausencia en el retrato de los dos protagonistas: a uno nos lo presentan ejerciendo de matón en un garito, compartiendo una habitación pequeña con su mujer y sus dos niños, y al otro sentado en una especie de trono dorado en un enorme apartamento de lujo: el hombre de éxito sofisticado y solo en la cumbre frente al hombre pobre y sencillo feliz en el calor del hogar. A la sucesión de tópicos se le suma un diseño incongruente del personaje racista, que pasa de tirar a la basura dos vasos de su cocina que han sido usados por obreros negros a mostrarse dispuesto en la siguiente escena a trabajar para un negro si se le paga bien; la transición del odio irracional al pragmatismo sensato, que podría haber aportado un punto de inflexión en la narración, se produce de manera instantánea e incomprensible.

No obstante, la excelente producción y el buen trabajo de los actores consiguen salvar los muebles y librar la película del desastre al que la podían haber conducido su guión mediocre y una dirección plana que no deja ninguna escena divertida, emotiva ni con fuerza dramática, logrando proporcionar al menos un entretenimiento para toda la familia tan intrascendente como disfrutable por los mitómanos y por los amantes del cine de actor. En caso de que Green book sea recordada por algo, lo será por la transformación física de Viggo Mortensen y su estupenda imitación del acento italoamericano.

https://cines.com/criticas/critica-de-green-book/
Atlanticguy
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