El club de los poetas muertos

¡Oh, capitán, mi capitán! Esta película me ha impresionado por la forma de pensar, soñar, creer, vivir y crear que tienen todos los personajes incluido usted, profesor Keating, interpretado por un impresionante Robin Williams que empezó mal en su carrera de actor hace nueve años por darse un "tropezón" al interpretar a Popeye, el famoso marinero comeespinacas. Esta película y "El indomable Will Hunting" son las mejores que ha hecho. El radicalismo y la libertad de expresión son los temas fundamentales que describen este glorioso film y hace tenga ese precioso 9 de nota, también lo tiene porque me gustó el final. Peter Weir nos explica detalladamente de como cada generación de jóvenes estudiantes que hay en los 50, 60 o 70 pasan de ser unos niños modositos educados en las más estrictas reglas a convertirse en una especie de "rebeldes sin causa" o jóvenes poetas liberales a través de las enseñanzas de un hombre liberal. Carpe Diem.

Peter Weir nos trae este gran, aunque previsible drama, donde lo que más destaca de todo es un magnífico Robin Williams, que interpreta a un profesor que llega al alma con sus métodos y su manera de ser. Esta película no hace más que confirmar el gran talento del director australiano tras la cámara, tras haber visto sus cuatro grandes obras no me queda ninguna duda de que tarde o temprano obtendrá el reconocimiento de la academia de los Oscar. Una película sobre amistad, juventud y educación que pocas veces se ha llevado tan bien a la gran pantalla.

Robin Williams es un buen actor, solvente, entrañable y que tiene mala suerte con los papeles que le dan ultimamente. Lo vi no hace mucho haciendo de cura en una peli de la guapa Mandy Bright, que será muy mona, pero no es nada de buena actriz y cuando lo comparo con su papel de señor Keating, pues se me caen los palos del sombrajo, la verdad. Aquí realiza una muestra más de sus buenos dotes como actor, tal y como hizo en su papel de psicólogo que pone en el buen camino a Will Hunting en la celebre película. Cuando le da por ponerse serio me encandila. Y la historia me produce un interés que no sé explicar muy bien. Robert Sean Leonard me dejó loco, lo vi por primera vez en la famosa serie "Dr.House", que fue un tremendo éxito en los primeros años de la Cuatro que se inició, y no la plataforma de segunda en la que se ha convertido tras ser anexionada por Telecinco, y ya me cayó bien. Aquí hace de Neil, un chico movido por la pasión por la actuación y que desea dejar atrás las normas que le impone su estricto padre para que sea lo que quiera él. A destacar también, Ethan Hawke, que no desentona mucho como tímido y pasional chico que tiene facilidad para la escritura. Junto a varios amigos más, cada uno con sus particularidades, reforman el "Club de los poetas muertos".

Keating (Williams) les abre la mente y les convierte en seres autopensantes, que son capaces de ver más allá de esas estúpidas normas que les ponen estos viejos anacrónicos que dirigen el colegio mayor ese y viven como a principios de siglo. Se convierte en su capitán y les hace ver que hay otro forma de ver las cosas aparte de la que te muestran en una escuela para ricos donde todos quieren que sus hijos sea senadores, médicos o abogados. El personaje de Leonard quería seguir su vocación, la encontró gracias a Keating, pero, éste sirvió de chivo expiatorio cuando tenían que buscar un responsable a todo (omito decirlo que si no te lo destripo, XD).

Williams, Sean Leonard, Hawkes y los demás chicos hacen un papel estupendo en una película igual de estupenda a la que muchos catalogan de aburrida, pero claro, ¿quién lo dice? ¿aquellos que se divierten con pelis de palomitas en un cine y que creen que Truffaut era un defensa central del PSG de los años setenta? Es una buena película, algo lenta a veces, pero que se ve con agrado y que te recomiendo con afán.

El pasado día 11 de agosto se despidió del mundo Adrian Cronauer, Peter Pan, la Sra. Doubtfire, Alan Parrish, Sean Maguire, Andrew Martin… y, por supuesto, John Keating. Robin Williams nos dejó, pero todos sus personajes siguen vivos cada vez que alguien ve una película suya. Yo elegí “El club de los poetas muertos”, así pues, valga esta crítica de una de sus más grandes interpretaciones como mi humilde y personal homenaje.

Es difícil comentar algo destacable en una película en la que su principal atractivo es el aura que desprende. El filme de Peter Weir ha entrado dentro de los clásicos por derecho propio, gracias a sus mensajes positivos, a su amor nada pedante por el cine y la poesía, a la tragedia que embarga una historia sensitiva pero no sensiblera. Weir compone una obra magistral, cuyo maridaje con la literatura es especialmente intenso y sincero, introduciendo al espectador lego en versos y rimas como si un enamorado estuviera describiendo a su amada.

El ambiente elitista del conservador colegio Welton es un escenario inmejorable para desarrollar la idea principal de Weir: la libertad, el poder construirse cada uno así mismo con las decisiones que se tomen, formarse la propia identidad. Los chicos que resucitan ese club de poetas muertos, como de reuniones sectarias se tratase, carecen de esa revelación hasta que conocen a John Keating (Robin Williams), su nuevo profesor de lengua inglesa. Keating es una luz en medio de los tradicionales profesores, un maestro que tiene sus propios métodos y le interesa que sus alumnos no sólo aprendan, sino que sientan. A través de los versos de Tennyson, Herrick y, sobre todo, de Walt Whitman, Keating despierta en ellos algo tan intenso que las reuniones del club, casi iniciáticas, se vuelven lo más importante de sus vidas. Pero la felicidad, el omnipresente “carpe diem”, también lleva inherente la tragedia, y en el filme de Weir también la hay, y de forma muy destacada.

Lo que más se recuerda de “El club de los poetas muertos” es la magnífica actuación de Robin Williams. El profesor Keating es, quizás, su personaje más recordado y, lejos de lo que algunos opinan, contiene muchos de los clichés cómicos del actor, que además se ven reforzados por una destacable vena dramática. Se me erizaron todos los pelos cuando, sabiendo de antemano la reciente muerte del actor, Keating pronuncia estos versos de Walt Whitman:

“Toma las rosas mientras puedas,
veloz el tiempo vuela,
la misma flor que hoy admiras
mañana estará muerta.”

Gracias por todo y descansa en paz, mi capitán.

Esta película debería estar considerada como un clásico.
Llena de valores humanos profundos (algo de lo que carece la mayoría de las películas), nos descubre al entrañable profesor Keating, alguien muy peculiar que va a cambiar las vidas de los alumnos de un estricto internado.
El argumento es bueno, con escenas dramáticas que consiguen emocionar. Pero lo más importante de todo es Robin Williams. Su brutal actuación es lo mejor del film, y no solo eso sino que le abrió las puertas de la fama y el éxito. Este grandioso actor tuvo luego muchas oportunidades de demostrarnos su valía, pero sin duda esta es una de sus mejores películas.
Es también una historia con mensaje, pues no es más que una lucha contra el sistema establecido, que impone normas que no siempre son acertadas. Se agradecen este tipo de argumentos, pues la sociedad actual (y la de la película) son muy criticables en ese sentido.
Creo que deberían ponerla en los colegios, pues se puede aprender mucho de ella.
Está hecha para disfrutarla viéndola, sin que merezca la pena comentar mucho más. Dejad de leer mi crítica y vedla (si ya no lo habéis hecho).