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Elefante blanco

Drama Narra la historia de amistad de dos curas, Julián y Nicolás, que tras sobrevivir a un intento de asesinato por parte del ejército durante su trabajo en Centroamérica, se asientan en una barriada de Buenos Aires para desarrollar su apostolado y labor social. Allí conocen a Luciana, con quien lucharán codo con codo contra la corrupción, un mal endémico de la zona. Su trabajo los enfrentará con la jerarquía eclesiástica y con el poder ... [+]
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
26 de julio de 2012
44 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
La palabra que la define es "chasco".

Tras una excelente idea, tras una propuesta convincente, e incluso tras una primera media hora de notable alto, la película se viene abajo, cae en todos los tópicos más típicos y ramplones que quepa imaginar y, al fin, se desangra en el absurdo. Tanto es así que ni el siempre fenomenal Ricardo Darín la salva porque su interpretación, contenida y ajustada a lo que demanda el personaje, se pierde en mitad del marasmo de un guión que, por querer abarcarlo todo, termina no apretando absolutamente nada.

Consecuencia: pese a estar, en general, bien acabada en el plano técnico, termina por ser un batiburrillo indeciso que no funciona como película de crítica social, ni como análisis serio de las actitudes de la curia eclesiástica, ni como relato sociopolítico, ni como drama humano, ni se tiene como biopic de curas idealistas. Por ello, ni emociona, ni indigna, ni convence, e incluso llega a resultar algo lenta por culpa de su desconexión progresiva con el espectador. No suspende en casi nada de lo que ofrece, pero fracasa en casi todo lo que propone.

Una oportunidad perdida pues, de haberse decantado sus creadores por alguna de las muchas opciones que plantean, en lugar de perderse en la vorágine de los argumentos cruzados, podría haber sido una película realmente grande.
Pakosky
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22 de mayo de 2012
48 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último film de Pablo Trapero es una conmocionante pintura social construida con los mejores recursos cinematográficos que se apoyan en la solidez de la imagen como punto de partida.
Elefante Blanco” aborda con calidad y sobre todo sin manipulaciones, la más salvaje de nuestras realidades sociales pero entendiendo al cine como espectáculo atrapante y movilizador.

La película toma su nombre del edificio a medio construir, símbolo viviente de las idas y vueltas de la historia argentina, proyectado en 1937 por el diputado socialista Alfredo Palacios, ideado para ser el hospital más grande de América latina. La obra -ubicada en el límite de Ciudad Oculta- nunca llegó a terminarse y actualmente persiste como un esqueleto emblemático de un oscilante compromiso de los distintos gobiernos hacia los más desposeídos. En esa locación, adaptada por la producción, transcurren partes fundamentales de la película.

El guion aborda la compleja realidad de las villas (hace una condensación de todas ellas) y se acerca desde la mirada de quienes se integran a esa realidad para mejorarla, como el caso de los llamados “curas villeros” que trabajan y misionan con sus habitantes, tratando de mantenerse independientes de los devenires políticos. En este sentido, aun siendo ficción, la película pretende dialogar con la realidad, haciendo referencia a la figura del padre Mugica y al edificio inconcluso mencionado, que son íconos reales, históricos. Aunque también se impone la actualización del actual contexto posglobalización, envilecido y mucho más violento que el que conoció Mugica.

Tanto los protagonistas principales como los secundarios, conjugan profesionalismo y espontaneidad, aportando expresividad y lenguaje acorde, imprescindibles para construir realismo verosímil y crear un clima de naturalidad.

La película se inclina por un relato más bien clásico, alejado de estéticas videocliperas, en el que se destaca el aprovechamiento de las locaciones mediante un virtuoso trabajo de cámara y fotografía que busca planos largos sin cortes, iluminados de distinta forma (hay varios memorables).

“Elefante Blanco” empieza y termina de la misma manera: sin diálogos, cediendo el protagonismo a la imagen y la música, hay gemidos, rezos o llantos en vez de palabras. La mirada visceral es lo fundamental. La soberbia puesta en escena permite que el espectador sea un testigo, un habitante más de ese espacio. Trapero apela a la fuerza de las imágenes. Y, en ese sentido, cada uno de sus planos tiene una potencia, una convicción y una carga emotiva que arrasan con cualquier suma de palabras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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14 de julio de 2012
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como si de un regreso al de 'Apocalypse Now' (1979) se tratara, Pablo Trapero evoca la obra de Coppola en el prólogo, emprendiendo un viaje a la selva del amazonas en el que, sin diálogos, presenta el encuentro de sus dos protagonistas, Ricardo Darín y Jérémie Renier (habitual en el cine de los hermanos Dardenne), ambos sacerdotes en sacrificio espiritual frente a la barbarie. La banda sonora de Michael Nyman ('El Piano') realza la enormidad de este viaje, una épica que crece en su vuelta a casa. La lucha contra el sufrimiento cotidiano se presenta todavía más dura y heroica que el mayor de los horrores. Razón no parece faltar tras asistir a esta epopeya diaria que refleja con crudeza las desigualdades sociales en un poblado marginal por la falta de apoyo del gobierno y las altas esferas eclesiásticas a los que más lo necesitan.

Elefante blanco es el simbólico nombre de un hospital jamás terminado junto al que se expande una de las villas más peligrosas y necesitadas de Buenos Aires. Trapero dibuja este paisaje por medio de un largo y dialogado plano secuencia que recorre el espacio fílmico a transitar durante la película. Caminando desde el hospital en ruinas hasta la pequeña Iglesia, elabora una presentación con la que no solo nos integra dentro de la villa, un barrio chabolista marcado por la pobreza y la delincuencia en el que se va a desarrollar la acción, sino que da forma y razón de ser al estilo visual de la película. Alejándose del impacto visual de 'Ciudad de Dios' (2002) o 'Tropa de Élite' (2007), el director de 'Leonera' imprime un tono más naturalista a ciertas secuencias que en aquellas películas habrían tenido connotaciones más espectaculares y efectistas, como en la que el cura Nicolás se adentra en la zona de los narcotraficantes o en los distintos ataques de la policía en la villa, sin buscar el morbo gratuito, con respeto, rechazo e incluso con cierto miedo a la violencia y sus consecuencias.

Si 'Carancho' (2010) era un noir hiperrealista, su última película es un drama social con un similar trazo de hiperrealidad que en el fondo contrasta con el calado de las historias personales que entrelaza (demasiadas) y con la carga dramática que ejerce tanto en la banda sonora o en la dirección, en ocasiones demasiado cercana a la épica en busca de la emoción, algo difícil de encajar en un relato pretendidamente realista (véase el retiro espiritual en el epílogo).

(Continúa en "spoiler")
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
antonio1004
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19 de mayo de 2012
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez sea una de las obras más viscerales del realizador argentino Pablo Trapero. Con un notable despliegue técnico y de producción, está película se mete en el corazón de una de las villas miserias más grande de Buenos Aires, para relatar el trabajo digno y a pulmón que hacen los curas tercermundistas, un pequeño sector del catoliscismo, casi invisible, que hay que rescatar ante tanto desprestigio de la institución.
La gran puesta en escena cuenta con una amplia ductilidad de los planos, magistrales travellings y sobretodo con actuaciones no profesionales de algunos vecinos que le ofrecen a la obra esa cuota de realismo estremecedor.
El problema radica en el guión, por momentos abre el abanico a tantas historias y situaciones que quiere contar, que el conflicto central queda desdibujado y uno no sabe de qué va realmente la trama.
De todos modos, estamos ante un filme crudo, movilizante e impactante que saca a la luz el interior de la "ciudad oculta" que tantos se ocupan por esconder debajo de la alfombra.
Emiliano
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21 de mayo de 2012
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una buena película. Punto. Buenas actuaciones, buena fotografía, buen guión. Personalmente me quede esperando algo mas que el crudo reflejo de una realidad que conocemos. Alguna impronta algo mas vinculada a lo artístico o a lo ideológico de parte del director (la temática lo ameritaba), un mensaje mas contundente. No se. Un film que sea algo mas que una excelente fotografía de la realidad que se vive en las franjas marginales de latinoamerica. Quizá la espere con la ansiedad de ver algo extraordinario y solo me encentro con una buena película. Pero bueno...nada tienen que ver mis subjetividades con lo que la película es. Buena.
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Delorean (Radiocine)
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