Elefante blanco

Al parecer el cine argentino no deja ver otra cara que no sea la de Darin, y este responde siendo un multifacético actor, no deja de sorprender, ni de dar una sensación de diferencia entre sus coevos.
El film serio, no muy complicado, que no llega a ser lo que pretende; pero con un perfil despojado de idiosincrasia muestra las desándandansas de una parte de la sociedad y de su relación directa e indirecta con la iglesia y el gobierno.
En fin, buenas actuaciones, y eso es lo más destacable.

Después de El secreto de sus ojos, Un cuento chino y Carancho, me sumergí con confianza en este estreno de 2012. Pero no es para nada recomendable.
Una película que luego de 15 minutos de verla apenas si hay unos pocos diálogos y una canoa que se mueve por el agua, resulta insufrible.
Espero haya mejores.
Algo ha cambiado desde aquella noche en la que no pude casi verla. No digo que sea un peliculón, pero es una historia dura, una especie de homenaje a un cura de mi país que murió en un barrio carenciado. Creo que la actuación de Ricardo Darin es lo mejor y los escenarios reales, nada acogedores. Sube la valoración

Trapero no se anda con productos light. Palo y a la bolsa. Las cosas son o no son.
Cuando enfoca con la cámara también apunta con un arma. El director es visceral, árido, sin el menor edulcorante. En Elefante Blanco no busca cambiar el rumbo ni mucho menos...incluso parece acentuarlo.

Dos curas escapan de un país de centroamérica luego de que intenten asesinar a uno de ellos.
Su destino: Argentina. Su lugar: Una villa de emergencia.
Allí intentarán mejorar los hábitos del barrio, concientizándolos mediante su obra.
Lo que no tienen en cuenta estos curas, es que la delincuencia no es el único flagelo.
Las autorizades policiales y gubernamentales no ayudarán en la cruzada.

De más está decir que el casting es de primera, con trabajos soberbios tanto de protagonistas como de secundarios. El realismo lleva a pensar hasta que punto está todo "actuado".

Elefante Blanco es un trabajo 100% Trapero, sin hacer juicios de valor, sólo dejando vivir a sus protagonistas y enfocándolos con el lente, esperando que los buenos y los malos no se separen sino que se mezclen.
Nadie está libre de pecado en este film que mantiene la carrera del director en muy buena forma.

La última película de Pablo Trapero me ha impactado y me ha gustado más de lo que esperaba. La historia de estos sacerdotes, estas personas comprometidas en un barrio marginal, descrito y reflejado con un gran realismo, está narrada con ritmo, con veracidad y con sentimiento. La historia es cruda, real, no aparece suavizada: para mucha gente la vida es dura, y el director no lo esconde. Pero junto a ello aparecen personas capaces de entregar su vida por cambiarlo, de compartir las condiciones de vida con los habitantes del barrio y ayudarles en su lucha.
Muy recomendable

El director argentino Pablo Trapero vuelve a sacudir las telarañas de su país en tono reivindicativo. Las cosas que no se tocan (título de la canción principal de la película) y las que se esconden. Los conflictos que no se solucionan -y tampoco hay intención ni interés- y se obvian. Ya lo hizo en Carancho, que muestra el oscuro negocio que ronda a los accidentes de tráfico, o en El Bonaerense, que versa sobre la corrupción policial. Esta vez, Trapero construye su película en la Villa 31, una barriada de chabolas donde la pobreza y el narcotráfico conviven con la constante intervención policial. Dos universos incompatibles que tiñen de violencia el mundo oculto que rodea al ‘Elefante Blanco’.

En título de la película hace referencia al hospital que comenzó a construirse en el barrio de Villa Lugano, Buenos Aires, en 1937, que aspiraba a ser el más grande de América Latina. Sin embargo, tras el golpe de estado de 1955, el gigante edificio quedó abandonado. Ahora, es una estructura cadáver en el centro de Villa 15, la Ciudad Oculta, que en la etapa de la dictadura se intentó tapar con un muro para que los turistas que llegaban a la ciudad por el Mundial de Fútbol de 1978 no vieran la realidad de alrededor de 300 familias inexistentes para el gobierno argentino.

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