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Elefante blanco

Drama Narra la historia de amistad de dos curas, Julián y Nicolás, que tras sobrevivir a un intento de asesinato por parte del ejército durante su trabajo en Centroamérica, se asientan en una barriada de Buenos Aires para desarrollar su apostolado y labor social. Allí conocen a Luciana, con quien lucharán codo con codo contra la corrupción, un mal endémico de la zona. Su trabajo los enfrentará con la jerarquía eclesiástica y con el poder ... [+]
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
24 de julio de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Elefante blanco" -título que esconde una bella metáfora- es como denominan en Buenos Aires a un gran edificio diseñado en un barrio marginal que iba a ser un hospital público hasta que fallaron los recursos económicos (seguramente como consecuencia de la corrupción política) y que ahora es sólo una enorme e inútil mole de cemento, cuya silueta se convirtió en el emblema de esos universos marginales que se esconden tras la vida urbana.

Pablo Trapero ha utilizado este elemento iconográfico para hablarnos de cómo los protagonistas de su película (los curas Julián y Nicolás y la asistente social Luciana) son seres que viven en un mundo que nunca podrá construirse, condenados a transformarse en poco más que el esbozo vivo de un proyecto que nunca llegarán a realizar.

La película representa una nueva incursión de Trapero en los mundos marginales, pero su realización posee una ambición más épica. El cineasta encuentra un espacio (el barrio marginal de Villa Virgen), que le permite preguntarse de qué modo es posible luchar para transformar un entorno. El film, con un guión bien documentado basado en hechos reales, nos va dando información sobre los problemas del barrio y sobre cómo afectan éstos a sus protagonistas: sangrientas luchas entre bandas de narcotraficantes, fuerte represión policial y reticencias de un obispado que prefiere una tarea estrictamente pastoral a un compromiso social que es considerado peyorativamente como "político". Si a ello añadimos el celibato del clero, el desánimo ante la imposibilidad real de acabar con la injusticia, la violencia, la miseria y las dudas de fe, tendremos el amplio panorama -tanto personal como colectivo- que la película despliega ante la mirada del espectador.

Rodada en escenarios reales con la entusiasta colaboración de sus pobladores, "Elefante blanco" destaca por su valor testimonial en torno a los excluidos por el sistema, sea por despido, desempleo o taras personales, convertida "Villa Oculta" en lugar de tránsito para los emigrantes o en refugio definitivo para los perdedores sin futuro ni esperanza.

A la película se le puede reprochar quizá una cierta tosquedad narrativa, en lo tocante a su construcción dramática, por subordinar la estética a un realismo directo que golpea duramente y sin concesiones al público. Es en ese punto donde Trapero asume un fuerte riesgo, la complejidad de algunos elementos que pone sobre la mesa en torno a la crisis de la lucha social en un mundo convulso frena en algún momento la película. "Elefante blanco" apunta demasiadas cosas y tiene dificultades para articular un discurso político justo que dé sentido a la fábula. Los personajes son débiles a nivel ideológico y este factor hace que el film se resienta.
Al final del recorrido que propone la película nos encontramos con una obra vistosa, en la que quizás el exceso de ruido frena algo la claridad y el ímpetu del conjunto.
Marius
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17 de septiembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película va de más a menos y quizás sea así la vida que se vive en esas villas que tantas abundan en los países latinoamericanos, donde se va perdiendo la inocencia a medida que las personas van entrando a la adolecencia.
En fin, este film está muy bien logrado en cuanto a la realidad que pinta, por momentos te transporta al corazón de una villa y te hace ver lo cruel que es todo.
Pero el argumento se va diluyendo a medida que transcurren los minutos y el film se torna pobre. Una lástima ya que promete mucho
uyelmanu
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6 de febrero de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durísima película del argentino Pablo Trapero sobre el día a día en una barriada marginal bonaerense. La historia se centra en el trabajo de unos cuantos curas con la gente que habita en tan desolador paisaje.

La fealdad de las imágenes es realmente impactante: calles estrechas y laberínticas llenas de charcos y mierda, perros vagabundos lisiados, niños sucios, mujeres y hombres embrutecidos, la violencia de las bandas, viviendas paupérrimas, jóvenes atontados por la droga… Vamos, que para pasar un buen ratito no es la película.

Pero en ese entorno demoledor milagrosamente aparecen siempre esas almas blancas que hacen que el mundo sea un poco más soportable. Ricardo Darín y Jérémie Renier interpretan a los dos curas que se rompen el culo intentando llevar algo de esperanza a esa gente que sólo ha conocido la pobreza y la indiferencia de las autoridades, a las que lo único que importa es que no monten demasiado follón y que estén lo más adocenados posible.

Cine social de calidad, impecable técnicamente, con una cámara ágil que va recorriendo los tortuosos callejones del barrio sin compasión ni concesión ninguna a lo comercial.

Como tema de fondo, la fe y la vida religiosa. La calma chicha de la alta jerarquía eclesiástica en contraposición con la desesperación de los que conviven a diario con el drama humano en estos lugares siniestros dejados de la mano de dios. Un verdadero homenaje a aquéllos que dedican su vida a intentar hacer algo más llevadera de la de los parias del mundo. Chapeau, Trapero.
Talía666
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7 de junio de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los que lo son de verdad se adentran donde los demás no se atreven. Se meten en el infierno porque no pueden mirar hacia otro lado y pasar de largo.
Este drama social trata sobre esos héroes cotidianos que eligen dedicar sus vidas a ayudar, dejándose la piel y la vida. Ahí donde muchos preferimos vivir para nosotros mismos y como mucho para nuestras familias y amigos, esos héroes del arrabal, del barrio de chabolas, escogen la opción más difícil, la que nadie quiere, porque a ver quién tiene huevos para meterse voluntariamente en los suburbios y lidiar con la terrible pobreza, el abandono, la violencia, las drogas y las bandas organizadas, intentando, muy utópicamente, que mejoren las condiciones.
El padre Julián, un como siempre soberbio Ricardo Darín, admira a un predecesor suyo, el sacerdote Carlos Mugica, que realizó su obra de socorro en esa misma Villa de Buenos Aires que desde entonces lleva su nombre, y que se convirtió en mártir popular al morir asesinado.
Pero Julián no está bien y llama a su amigo el padre Nicolás, quien ha pasado por horribles sucesos y está a su vez curtido en miserias, para que le asista en la ingente tarea. Ellos dos y la asistenta social Luciana luchan día a día con la bomba a punto de detonar en la que se han comprometido por completo, ofreciendo asistencia y consuelo donde parece imposible que pueda haber siquiera una pequeña luz de esperanza, enfrentándose a las autoridades eclesiásticas, policiales y gubernamentales cuyos intereses rara vez van en favor del pueblo al que dicen proteger y cuidar. Nicolás trae un aire nuevo y se involucra en terrenos en los que ni el mismo Julián se atrevía, cuestionando hasta dónde puede llegar un sacerdote, hasta dónde puede tomar partido y pringarse hasta las cejas. El cansado espíritu del veterano empieza a reactivarse y a recordar con más fuerza al valiente mártir que los humildes porteños de la Villa 31 de Retiro tienen como estandarte...
En estos dramas siempre impresiona el realismo, la excelente ambientación que transmite toda esa suciedad, las chozas hechas al tuntún, el gran hospital fantasma que nunca se terminó y que preside el barrio como un gigantesco monumento a la desidia, la humedad de las fuertes lluvias que se cuela por los agujeros de los desconchados techos y deja su alfombrado de lodo que no se va en semanas, los disparos en cada esquina, gritos y cadáveres arrojados en los callejones. El elenco es el más adecuado, la gente de a pie, gente que en su mayoría probablemente vive esos mismos problemas fuera de la pantalla, esos chicos sin más futuro que las drogas y el narcotráfico si es que llegan a cumplir los veinte años, madres que pierden a sus hijos, vendettas entre bandas con regueros de muertos, redadas policiales con más regueros de muertos, y una situación que no se resuelve.
Hay que tenerlos muy bien puestos para meterse ahí con la descabellada determinación de mejorar las cosas.
Vivoleyendo
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9 de febrero de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante película que plasma la situación actual por la que tienen que pasar. Donde más que el bienestar social, ignorado por ese gobierno, importa el poder sobrevivir en unas situaciones lamentables y peligrosas.
Me encanta Ricardo en su papel. Siempre consigue plasmarlo auténticamente.
criscris
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