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Sobre lo infinito

Drama Inspirada en el cuento de "Las mil y una noches", la celebrada colección de historias de oriente medio y de historia india, la película busca ser una yuxtaposición de las distintas etapas que un ser humano atraviesa en la vida. Desde los momentos más preciosos de la existencia hasta el despertar intelectual que nos lleva a tratar de guardar la vida como un tesoro y a compartirla con aquellos a los que amamos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
20 de enero de 2020
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede ser ingeniosa y minimalista, puede reflexionar sobre la existencia dentro de un formato de historias y sketch cortos, pero la falta de sentido de humor y el tedio en unos acontecimientos narrativos algo absurdos lastran mucho esta película, llegando a resultar sus 75 minutos muy pesados e interminables.

Ya sabemos que el cine de Roy Andersson es muy peculiar, este sueco sigue su misma línea desde que comenzó a hacer cine. Películas como "Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia", "Canciones del segundo piso" o "La comedia de la vida" nos dan esa particular visión de su manera de ver las cosas.

No es un guion al uso, sino una especie de viñetas lo que componen este film, una voz en off nos va comentando lo que va ocurriendo en muchas situaciones como: "Vi a un hombre que tenía la cabeza en otro sitio", "Vi a un hombre que se le estropeo el coche", "Vi a una jefa de una empresa incapaz de sentir vergüenza" etc.. Pero no se le consigue encontrar un nexo común que unifique algunas historias con otras. La más recurrente es la de un sacerdote que después de tener una pesadilla de llevar una pesada cruz por una calle donde la gente le fustiga, ​​cree que ha perdido su fe en Dios. 

La puesta en escena es bastante fría y estática, con colores pastel y los actores dan la impresión de estar muy acartonados y despojados de sentimientos. 

No dudo de su calidad como obra cinematográfica, pero tengo que decir que no consigo entrar demasiado en este cine tan experimental o diferente. Me asombra mucho la gran cantidad de críticas positivas y que incluso ganara en el Festival de Berlín el premio a la mejor dirección. Pero comprendo que para gustos se hicieron los colores.
Destino Arrakis.com
videorecord
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5 de febrero de 2020
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Un cineasta fácilmente reconocible

El cine de Roy Andersson es fácilmente reconocible. Si observáramos, aunque fuera un solo fotograma de alguna de sus últimas películas, aun sacado de contexto y aislado, podríamos adivinar que se trata de uno de sus filmes. Su particular estilo visual, su puesta en escena y el dispositivo utilizado se han convertido en marca de fábrica del cineasta sueco.

Un estilo visual que está presente en sus últimas películas, ya que sería necesario recordar que Roy Andersson alcanzó su primer éxito internacional, con veintiséis años, en 1970 con Una historia sueca de amor (En Kärlekshistoria). Hasta el año 2000, cuando presentó en el Festival de Cannes Canciones del segundo piso (Sanger fran andra vaningen), su carrera estuvo dedicada, en gran parte, a la publicidad, alcanzando gran éxito y prestigio en la realización de spots publicitarios.

Unos trabajos donde se forja ese estilo que ha caracterizado el cine de su última etapa que incluye, además del título citado y el aquí reseñado, La comedia de la vida (Du levande, 2007) y Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia (En duva satt pa en gren och funderade pa tillvaron, 2014), formando, junto a la primera, lo que el propio Andersson llamó la Trilogía de la vida.

*Un mundo feo

Su nueva película, Sobre lo infinito, no está demasiado lejos de las tres anteriores, de hecho en algunos momentos se tiene la sensación de encontrarnos ante cierto agotamiento de un fórmula (convertida ya en marca) que ya no causa sorpresa en aquellos conocedores del cine del sueco.

Sobre lo infinito, al igual que el resto, se construye a partir de pequeños sketches o, más bien, viñetas (por su semejanza al trabajo de un humorista gráfico) filmadas con una cámara fija que registra unos escenarios minimalistas (de una austeridad desarmante) con una decoración de aire “retro”, de colores desvaídos con predominio de los tonos grises, plomizos y pardos, por los que desfilan personajes de tez blanquecina (como si de una máscara se tratara), de rostro triste y cuerpos desgarbados en sus pesados y cansados movimientos.

Un mundo conscientemente feo e irreal que es reflejo de un discurso pesimista y crítico sobre el ser humano y su existencia.

*Mosaico existencialista

Esas viñetas componen un mosaico existencialista a base de humor negro y situaciones absurdas que nos habla sobre las miserias cotidianas, sobre el sentido de la vida, sobre la muerte y el silencio de Dios, el amor, la soledad y la tristeza, sobre el poder y la humillación, sobre la juventud y la vejez, sobre las relaciones humanas o sobre el deterioro del cuerpo y el alma.

Andersson trabaja con un trasfondo filosófico (rama existencialista-pesimista) pero partiendo siempre de acciones cotidianas y prosaicas (un buen ejemplo sería esa divertida escena del film donde un cura con un angustiante problema de pérdida de fe es expulsado casi a la fuerza de la consulta del psiquiatra porque este no quiere perder el autobús que lo lleva a casa).

*La derrota

En Sobre lo infinito, una voz en off femenina nos va presentando cada una de las viñetas (recordemos que, según declaraciones del director, el propósito inicial era hacer una versión de Las mil y una noches), guiando nuestro recorrido por una película que parece tener como hilo conductor un discurso sobre la derrota.

Desde las pequeñas derrotas cotidianas y diarias (un hombre que envidia a su antiguo compañero de colegio, el citado cura que ha perdido la fe, un dentista cansado de su trabajo que se refugia en el alcohol, alguien que no encuentra a quién esperaba en una cita a ciegas, …) hasta la derrota en términos absolutos y abstractos (Hitler y sus patéticos lugartenientes en el búnker de Berlín mientras la ciudad es bombardeada o esa escena en la que cientos de soldados alemanes marchan presos por la helada estepa rusa camino de Siberia).

Una derrota de la humanidad (y lo humano) en la que el pesimista Roy Andersson encuentra, en pequeños gestos, conversaciones y situaciones, un pequeño aliento de esperanza que tiene su colofón en esa hermosa (y terrible) imagen de dos amantes sobrevolando la devastada ciudad de Colonia tras los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial (que remite al cuadro de Marc Chagall, Sobrevolando la ciudad), representación del triunfo del amor sobre la barbarie y la estupidez humana.

Escrito por Joaquín Fabregat
Cinemagavia
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5 de febrero de 2020
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien por Roy y gracias a Dios por existir. Porque Dios existe. Antes de ver esta película, la última del realizador sueco Roy Andersson, Sobre lo infinito (el título, ese título de película Andersson), puede que te entren dudas. Tras verla, ya te cuestionas cosas: si lo que hay en el cielo son dioses, estrellas o parejas levitando sin alas. Qué preferir. Para lo que llevamos de siglo y lo que vivimos del pasado, casi dar a elegir entre varias opciones y que cada cual viva de la manera mejor, peor o más allá.

Pero por lo menos el día que Roy dijo por primera vez en sueco “acción”, Dios estaba ahí.

Hay gente que sufre en el mundo y que está triste y que tiene todo el derecho del mundo a expresarlo. Hasta Adolf el conquistador. ¿Era necesario mostrar y subrayar en una película que existe la tristeza y el dolor aparte de la gloria y el triunfo en este llamado mundo?

Sí.

¿No?

¿He dicho antes “acción”, aunque sea como se diga en sueco?

Nunca mejor escrito un entrecomillado.

Los personajes que viven Sobre lo infinito, o sea, esto que también damos en llamar, por decirlo de alguna forma, vida (o sea, tú, yo y efectivamente el de más allá), a veces conocen el color rosa, ése que si ves en una película de Andersson me lo dices, que esperaré sentado. Quién conoce el color rosa: para eso hay que volar y huir del suelo o cantar una canción del folclore escandinavo. Y para intentar darle vida a los cuadros pintados a mano en el guión anderssoniano ahí está esa fotografía de grises en color, de cielos sin sol ni de mediodía y ni de medianoche, de almas errantes y silenciosas que no conocen ni comprenden al vecino, que rechazan el lamento ajeno y que en definitiva (no) se mueran los tristes.

Bienaventurados los dichosos que aparecen Sobre lo infinito. De ellos puede que sea el reino de los cielos. Si por la cámara fuese, fija que sí.
cassavetes
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30 de enero de 2020
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una serie de «tableau vivant», la gran mayoría sin aparente conexión narrativa, separados por bloques en negro a la manera de «Extraños en el paraíso». Todos los espacios reconstruidos con admirable precisión en un estudio. Colores desaturados, apagados, lacónicos... Apenas un puñado de diálogos sin apenas replica, pronunciados por modelos de edades, aspecto y género diferentes; pero con un mismo estado anímico: abatidos, agotados, derrotados...
Una estructura clara y desnuda que copia el modelo geométrico de la «cinta de Moebius». Como la ley de la termodinámica, la energía se transforma condenada a volver al mismo punto para empezar otra vez.
Anderson, al igual que el último Tarantino o Scorsese realiza un ejercicio de concisión de todo su cine (el de los últimos cuarenta años, por que sus inicios fueron diferentes) donde la cercanía del final, la consciencia de la vejez, la perdida de energía (paradoja justificada por el principio de entropía) se adueñan de la película.
Viniendo de uno de los cineastas mas concisos de la historia, con el permiso de Bresson o Kaurismaki, se antoja doblemente absurdo, doblemente opaco; tal nivel de transparencia.
Nunca un espectador se podrá encontrar sentado en una butaca frente a una pantalla siendo consciente del acto pero completamente perplejo ante el significado de lo que esta aconteciendo. Su parálisis de acción se ve sublimada en la misma pantalla. Puro Beckett, vamos... puro Malevitch, ea!....
Quizás la constante voz over sea una obviedad, pero esto viniendo de Roy no deja de ser un cínico chiste personal. Si todo esta ya contado, nos dice; si todo es un cliché manoseado hasta el infinito, entonces, por que no explicar lo evidente: blanco sobre blanco.
LoGoRo
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29 de abril de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La existencia humana es una reflexión basta e inagotable, representada a través del arte de diversas maneras y estilos. Sobre el infinito aprovecha esta premisa de abundancia para desarrollar una serie de pinturas en movimiento sobre la belleza de la existencia, el dolor, la crueldad y la banalidad. Y no es extraño ver nuevamente en una película de Roy Andersson la vulnerabilidad del ser a través de personajes que parecen derrotados por la vida, con un maquillaje que los aproxima a la muerte, con poca expresividad oral y solo corporalidad. Sin embargo, sí es nuevo ver belleza y afecto entre sus personajes.

De la misma forma en que Scheherazade en Las mil y una noches mantiene la atención del sultán con historias fascinantes e interminables, aquí la narradora describe lo que acontece, de forma omnisciente, y agrega detalles insospechados al relato. La simpleza resulta ser todo un artificio de tensión. Siguiendo la línea del cine nórdico, aquí hay una profunda reflexión sobre la existencia, el frío interior, la depresión y la angustia, la intimidad del hogar, y las dudas sobre la existencia de Dios.

Y de nuevo, como nos tiene acostumbrados el director; la experiencia visual y estética de cada escena es un placer, un deleite, una exquisitez. Un lenguaje cinematográfico que ha venido madurando año tras año, obra tras obra, y que recurre al refinamiento y sencillez para darle todo el peso dramático al performance. El trabajo de composición es minucioso y la cadencia de las acciones es precisa. Nada de esto es nuevo para el maestro sueco, pero sí cada vez más inconfundible. Lo que sí se logra apreciar en esta cinta, en relación a las anteriores, es que guarda mayor simpleza, y mayor encanto visual.
jdvlazio
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