¿Qué nos queda?

Una lástima que los personajes no queden bien trazados dentro de una historia que prometía, si el metraje hubiera superado las dos horas. Porque a esta película le pasa lo mismo que a algunas buenas novelas, si contaran con cien páginas más habrían alcanzado al lector, que sumergido en su lectura hubiese logrado empatizar con la obra.
Resulta lamentable que grandes trabajos se queden a medias por falta de una buena cocida de ideas, ofreciendo simplemente lo que estamos preparados para recibir, sin sorpresas ni postre final.
No puedo darle más de un 4

Edificio construido sobre la apariencia, sobre la verdad no manifiesta, sobre la mentira piadosa, sobre la humillante lástima de quién observa desde arriba y decide sin preguntar; el inevitable derrumbe de unos cimientos mal levantados, escasos y leves de material consistente, superficialidad no resistente al paso del tiempo y al aguante de las emociones, paciencia desbordada por la no gratificación de los frutos esperados. En las formas, es introvertida, serena y callada; una manifiesta tranquilidad que esconde una explosiva eclosión, nacimiento abrupto de una nueva estructura familiar; su transcurrir es lento y sosegado, infelicidad acomodada no descubierta, calma que precede a la temible tormenta. Fría y seca en imagen externa, drama compacto de gran sutileza y psicología que esconde intensas y explosivas emociones -como buen alemán-, arrastradas frustraciones que salen a la luz en un soleado y primaveral fin de semana; un despertar, amanecer no apto para todos los públicos pues su gusto es de efecto lento y descafeinado, un paulatino y leve caminar por la vida de esta, en principio, avenida familia. Qué nos queda tras la mentira y las formas correctas, levantamiento forzado de las perfectas formas diseñadas? Sobrevivir.

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Desde Alemania nos llega este drama familiar, cuya premisa inicial ya la hemos visto muchas veces, una reunión familiar en donde se echan en cara diferentes cosas y surge alguna complicación importante. Pero en esta propuesta en ningún momento consigues sufrir, porque hay una falta de intensidad desde el principio hasta el final. La única que hace una buena actuación es Corinna Harfouch, y es otro de los motivos de que la película no mantenga el interés.
Tampoco podemos destacar ningún aspecto técnico o artístico. Se plantea una enfermedad en uno de los miembros de la familia, y el origen está bastante bien. El problema es que las cosas que suceden son rutinarias, y excepto la madre de la familia el resto de personajes son totalmente olvidables.
El final no me lo esperaba, por lo menos sorprende, pero es difícil de entender la situación creada hasta llegar a ese momento.
Tampoco es entretenida, pero sí puede gustar a los que busquen historias familiares dentro del cine europeo.

Un drama familiar bien planteado, pero un tanto desangelado en su desarrollo. La película es una fábula sobre silencios y mentiras piadosas, y sobre cómo esos recursos son a menudo instrumentos para la excusa y el autoengaño. Una madre de familia acomodada decide un día que, después de 30 años, abandonará el tratamiento que ha estado siguiendo para sus problemas depresivos. Curiosamente, ello desencadena la locura entre los demás miembros de la familia. La decisión de la madre supondrá que se destapen los traumas por los que pasan todos los personajes. Vemos que la sobreprotección al otro ha servido para tapar las vergüenzas propias.

Por ello, me parece ajustado el tono pausado de la narración y las contenidas interpretaciones de los actores. También creo un acierto que las subtramas queden sólo apuntadas. Un mayor desarrollo y un metraje más largo habrían convertido esta película en un verdadero folletín. En realidad, lo verdaderamente destacable de la película es su idea y su bienintencionada moraleja. Me quedo con la escena de la canción, con el hijo de Berlín al piano, es un momento muy ilustrativo e irónico sobre este desfile de disfraces. Cuando a los personajes se les van cayendo las caretas, la sensación es que la peli queda a la deriva, fluyendo de un modo lánguido hacia un final que ya no aporta mucho...

Para pasar un rato de domingo, sin más pretensiones.

Home for the weekend es un drama familiar en el que los dos hermanos van a ver a sus padres porque su madre les dice que no falten. Entonces hace un anuncio: va a dejar su medicación. Esto preocupa muchísimo a cada miembro de la familia porque ella es una maníaco depresiva. Además, cada uno de estos dos hermanos tiene sus propios problemas que sienten no pueden confiar en el otro. La película comienza como un drama interesante para desviarse por otros terrenos menos atractivos a nivel argumental, por lo menos para mí.