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La sonriente Madame Beudet

Drama El filme nos narra la historia de Madame Beudet, una mujer moderna afrancesada a la que le encanta tocar el piano obras de compositores melenudos, leer novelas y modernas revistas; está casada con un empresario textil muy ordinario y rudo que además aburre a su esposa al tener diferentes intereses culturales a los de ella, como ir al teatro a ver Fausto. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
2 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa filmación de los primeros años veinte que posee la virtud de generar desde el principio una innegable atracción sobre el espectador.
Nos encontramos ante un cortometraje correcto, serio y competente en el que abundan pinceladas de intenso dramatismo y cultas referencias psicológicas vertidas al celuloide con naturalidad y desenvoltura.
Esta película de Dulac es singular, descarnada y austera pero profunda.
También inquietante, desazonadora, muy pensada, muy trabajada y labrada sin disimulos en el perfil de un alto relieve de tintes clásicos.
ABSENTA
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30 de marzo de 2018
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Se considera la primera película femenista. Realmente, sí que podría ser. Se ve un matrimonio donde la mujer está cansada de la vida que lleva. Un marido que no para de hacer las mismas graciotas una y otra vez, que a la mujer no le hace gracia. Tiene unas amistades que a ella no le atraen para nada, y ni tan siquiera ir al teatro la motiva.

Quiere acabar con esa vida, pero al final no puede. Es bastante agobiante por las últimas escenas, donde ella se deja abrazar por su marido y parece que ella esté muerte y como al final caminan por una calle donde el fondo hay niebla y todo vuelve a ser igual de repetitivo.

Buena crítica a ese estilo de vida, donde un buen divorcio hubiera sido el final más normal.
edugrn
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16 de febrero de 2024
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El enamoramiento es probablemente la trampa más efectiva que nos ofrece la vida. Un día cualquiera, dos personas se encuentran, y por el aspecto físico, la manera de actuar, la forma de hablar (o todo esto junto), se sienten atraídas. Cada persona comienza a necesitar de la otra… o la que primero se siente atraída, comienza a frecuentar a la otra hasta persuadirla de que él (ella) es su tipo. En cada encuentro, cada miembro de la pareja aflora lo mejor de su personalidad: procura estar de buen humor, es divertido, generoso y complaciente… y si comienza a haber cama de por medio, esas primeras ocasiones son intensas, amorosas y apasionadas. Entonces, brota esa trampa del enamoramiento que nos obnubila haciéndonos sentir que la persona que tenemos al lado es adorable y que ya no podemos vivir sin ella.

La palabra, enamoramiento, es bastante precisa y bien podría fragmentarse en: en-Amor-a-Miento, algo así como, “al enamorar miento”, y es así porque, durante el noviazgo, y por miedo a perder al otro(a), cada quien oculta hasta donde puede el sesgo oscuro de su existencia, y así, cada uno muestra su lado luminoso (seductor), dejando para el matrimonio el descubrimiento inevitable del lado oscuro de la luna.

Es entonces cuando, en algún momento de crisis, él o ella, con un fuerte sentimiento de frustración, exclama: “¡Tú no eres el que yo conocí!”, “¡Eres un fiasco de mujer!” Pero, ninguno cambió, es solo que frente a la convivencia cotidiana, nuestras debilidades, torpezas e impertinencias, afloran porque afloran… y con el paso de los años, el romanticismo se apaga, la pasión comienza a extinguirse, la rutina ocupa un penoso lugar… y nuestra capacidad de respuesta se mengua en un alto grado.

Es entonces, cuando los matrimonios se acaban… pero si hay ciertos valores de peso que hacen llevadera la existencia, se sostienen por la fuerza de la costumbre y porque de alguna forma nos necesitamos… mucho más cuando hay hijos de por medio que a ambos los quieren.

Madeleine Beudet, una pianista dedicada ahora a interpretar a Claude Debussy -en particular su muy diciente, “Jardins sous la pluie” (Jardines bajo la lluvia), inspirada en una noche de tormenta-, está pasando por el penoso ocaso de su matrimonio, pues, está ya harta del aspecto descuidado de su esposo, sus risas burlonas, y sus bromas macabras con pretensiones suicidas. La suerte de actitudes que cada uno asume ante esta situación, la directora Germaine Dulac, las toma de la obra escrita por, Deny Amiel y André Obey, y consigue plasmarlas con una gran profundidad psicológica apoyándose, muy eficazmente, en la recreación de pensamientos, deseos y emociones, para lo cual se sirve de una impecable composición de imágenes en las que aplica eficaces sobreimpresiones, magníficos claroscuros y significativos difuminados… logrando así un ejercicio cinematográfico que es arte puro en todos sus aspectos formales y narrativos.

<<LA SONRIENTE MADAME BEUDET>>, se define claramente como un drama emocional donde la vida de cientos, miles, quizás millones de parejas, queda perfectamente reflejada. Es de esa suerte de cine que te golpea en todo el plexo solar.

¿Hay esperanza?
Luis Guillermo Cardona
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8 de junio de 2013
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
NO, Por Supuesto Que No...

?...

"La Sonriente Madame Beudet" es un origen en el cine feminista.

Una Película Que No Podría Contener Las Mejores Actuaciones De La Historia.

Cuyas Escenas Oníricas Le Suben Sus Puntos A Favor.


La película le podría haber dado su origen al nuevo cine surrealista

Y es la razón por la que muchos directores sabrían aprovechar
ese blanco y negro hasta.... ¿HOY?

¿Importante? SI

¿Olvidable? Bueno, Esa Es Tu Parte.
Odyssey83
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4 de diciembre de 2014
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Germaine Dulac (1.882-1.942) es un ejemplo más de esos hijos, en este caso hija que proviniendo de una familia militar acomodada acaba en el lado contrario sumergiéndose en un interés cultural muy variado y abrazando los presupuestos socialistas y feministas de la época.

Su vasta cultura general, su interés por la fotografía y sus dotes literarias la hacen converger en el cine como medio total de expresión y fundar su propia productora con su marido, con lo cual suponemos que sabe muy bien lo que quiere y como lo quiere cuando aborda el corto que nos ocupa. El guión viene de la mano de dos reputados dramaturgos de la escena francesa y la fotografía, precursora del cine "noir" no le va a la zaga con dos directores que también colaborarían con Abel Gance o Feyder.

Es pues un trabajo muy elaborado perteneciente al grupo llamado: "Escuela impresionista francesa", donde la forma de narrar debía reflejar la conciencia del personaje. Dulac lo consigue sin lugar a dudas y más tarde acabaría también experimentando con el surrealismo.
Todo aquí está al servicio de los pensamientos y sentimientos de Madame Beudet, atrapada en un matrimonio, suponemos que de conveniencia, donde la asfixia existencial, le lleva a fantasear y a ejecutar el asesinato de su marido, un ser pagado de si mismo cuya concepción de lo que es el matrimonio y de las mujeres en general entra de lleno en el paternalismo y machismo que salvando las distancias aún perdura en buena parte de la sociedad occidental

El gusto por el detalle, la sutileza de las intenciones, la fuerza de muchas de las escenas en tan solo 38 minutos y su belleza formal, la desestructuración de la realidad, rodean a una contundente critica feminista con un final realmente genial. O mejor dos porque Dulac añade una coda desoladora que pesa como una losa cerrando las salidas al laberinto hipócrita que la sociedad masculina ha construido para atrapar al segundo sexo que diría Beauvoir.
En definitiva una pequeña gran joya muy pulida, llena de matices y en la que quizás sobran algunas escenas del negocio del marido y del matrimonio Labas.
ELZIETE
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