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Convicto (Starred Up)

Drama Eric Love es un adolescente problemático que ha sido transferido de forma prematura de un instituto de jóvenes delincuentes a una prisión para adultos.
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
11 de enero de 2015
41 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece difícil innovar en el trillado género del drama carcelario. Las limitaciones espaciales, la cantidad de películas que han abordado el subgénero y la dificultad de encontrar nuevos lenguajes para abordar una historia en una prisión, parecen escollos inevitables a la hora de filmar un drama carcelario.

Pero Starred up salva todas esas dificultades gracias a su estilo seco y directo y al poder de unos gran grupo de actores a la hora de abordarlo. Es muy interesante el planteamiento dramático de Starred up. Apenas sabemos nada de sus personajes más allá de que están en la cárcel y del carácter que tienen en ese lugar. Y eso hace que Starred up sea por momentos un apasionante estudio antropológico sobre las microsociedades que deben crearse en las prisiones y sobre los roles que adoptan los individuos que las forman. En ese sentido, el complejo nudo de relaciones emocionales que se crea en esta prisión es de lo mejor de la película y un hito en cuanto al detalle en el subgénero.

Y ese estilo directo y sin ornamentos, sin apenas música en su metraje, explícito en la violencia verbal y física, hace por momentos recordar una de las mejores películas sobre prisiones que recuerdo, la extraordinaria obra maestra Hunger.

Cierto es que en Starred up, a pesar del interesante conflicto familiar que presenta, no hay una trama o un tema central realmente trascendente, pero como he mencionado, es la forma de rodar la historia y el arrojo de sus actores a la hora de interpretarla lo que da empaque y verdadera fuerza a esta buena película.

Ben Mendelsohn, un irreconocible Rupert Friend y un extraordinario reparto de secundarios desconocidos, hacen todos ellos un trabajo excepcional. Y la verdadera joya manchada de sangre de esta película es el descubrimiento de Jack O’Connell, un actor destinado a ser una estrella, y si hay suerte, a grandes papeles. Porque el carácter que imprime a su bestia es el motor, gatillo y asfalto de esta historia, porque el trabajo corporal explosivo que realiza deja ver un cuerpo que cuenta una historia, y porque la sutileza emocional con la que baña a un joven hombre que es más un animal que un ser humano es digna de toda alabanza.
jaly
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7 de septiembre de 2014
43 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama familiar con trasfondo carcelario que por medio de una narración tan interesante como cruda, huye del convencionalismo de películas en las que se llega a la redención cual cuento de hadas y buscan la concesión y el sentimentalismo. La interpretación es tan creíble como grandiosa. Muy interesante película británica.
Charlie Babbitt
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22 de septiembre de 2014
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es y no es un drama carcelario más. Mucho de lo que muestra probablemente ya lo vimos en otras tantas películas. Pero es particular en su manera de mostrarnos esa realidad, cruda y violenta. No busca enseñarnos algo, no busca emocionarnos con un final feliz ni con uno trágico. Solo busca mostrar la realidad y lo hace con una sobria dirección, actuaciones sobresalientes que no permiten que dejes de verla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lindena
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1 de abril de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin podemos decir que ha llegado. Una de aquellas películas ante las que uno sencillamente se rinde. Disfruta. Gracias, David. Al fin podemos bajar la guardia y sonreír sin tomar precauciones. Nada de desviar la atención para cuestionarnos incongruencias argumentales. Nada de perder el tiempo tratando de justificar qué es exactamente lo que no funciona. O pronunciar las manidas palabras “todo muy bonito, pero algo desentona”. Aquí todo está en su justa medida. Una planificación en acorde con un guión estupendo, nada fantasioso y sorprendentemente creíble. Una dirección contenida que apela al método de las cuatro pinceladas, para ir añadiendo complejidad a una historia que abarca multitud de personajes igualmente complejos. Y todo ello transmitiendo esta sensación de sencillez, haciéndonos creer que se trata de una película hecha con toda facilidad.

Casi se podría decir que al aire lúgubre y opresivo que se respira en el entorno del personaje protagonista (un adolescente que ingresa en prisión nada más empezar la película) actúa como contrapunto de la ligereza con que se desenvuelve el relato. Es decir, dos elementos radicalmente distintos que, lejos de chocar, se complementan. Porque todo pasa con tal fluidez, con tal naturalidad, que uno no tiene tiempo (ni voluntad) de cuestionarse la veracidad del argumento. Sencillamente, funciona. Y lo que es más: si a pesar de todo uno hace el ejercicio de planteárselo, probablemente no encuentre hueco alguno (tal vez con la salvedad de un pequeño detalle que tiene lugar en el tercer acto, que aquí nos guardaremos de mencionar). David Mackenzie nos ofrece el asiento mejor situado para visionar su espectáculo, y una vez se ha asegurado de nuestra comodidad, procede a contarnos su triste historia.

Triste, si bien tampoco pesimista. En todo caso, una historia que ve a las personas como seres radicalmente complejos, motivo por el cual no siempre encajan en un sistema tan trivial, capaz de reducirlo todo a “se es bueno” o “se es malo”. Esta complejidad queda perfectamente plasmada, por ejemplo, en las sesiones de terapia a las que asiste el joven protagonista. En ellas descubrimos a múltiples personalidades tan interesantes como contradictorias, todas ellas con su parte más humana y su (sobreestimulado) instinto de supervivencia. Pero lo más interesante es que la película jamás pierde de vista el difícil equilibrio emocional con que viven los reclusos: observamos el esfuerzo que hacen para corregir su conducta violenta, pero también percibimos la persistencia de esta tendencia agresiva; que si bien no resta mérito al esfuerzo, sigue estando ahí. Y a pesar de todo, el director no pierde oportunidad de arrancarnos alguna sonrisa mediante los brillantes (y en ocasiones divertidos) diálogos que se dan en dichas secuencias.

Y todo ello narrado con absoluta naturalidad. Casi sin esfuerzo. Fluimos en un guión que, no debemos olvidarlo, a pesar de contar una historia realista, está dotado de casi todos los elementos propios del sistema clásico: estructura en tres actos, protagonista y antagonista, giros de guión, objetivos que chocan contra obstáculos... vamos, aquellos elementos que tanto se agradecen cuando están bien empleados. Como una suerte de receta casera que va adquiriendo complejidad poco a poco, sumando más y más ingredientes, que enriquecen el sabor sin marchitar la esencia del plato. Algo que nos proporciona la dulzura necesaria para ablandar sensibilidades pero también la acidez requerida para que no resulte empalagoso. Un plato casi perfecto que cuenta con los elementos narrativos más característicos del dispositivo cinematográfico al tiempo que reivindica su propio carácter disconforme. Ojalá un logro como este fuera tan fácil como David Mackenzie nos hace creer.
Martí
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14 de abril de 2015
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene apariencia de thriller carcelario, pero no es. Sí, es cierto que la trama se desarrolla de principio a fin en el interior de una cárcel; pero ésta no es el eje de la historia. Aquí no se nos narra simplemente las penalidades de un preso en prisión (que en cierto modo lo hace, pero no es lo más importante), ni mucho menos las aventuras o desventuras sobre una fuga de la misma; cosa que ni siquiera se plantea en todo el metraje. No, esta es la historia entre un padre y un hijo; el primero un criminal que lleva muchos años en prisión, el segundo un joven que va siguiendo los pasos de su progenitor. La cárcel no pasa de ser un marco alrededor de los sucesos, que sirve como mini universo aparte que atrapa a los personajes para que estos muestren sus vulnerabilidades y defectos ocultos; en otras palabras, su verdadera cara.

Aunque durante la trama se muestren más personajes, que cumplen su objetivo de dar credibilidad y añadir riqueza a la narración; todo girará en torno a la ya mencionada relación paterno filiar, según va avanzando la historia la relación entre ambos irá evolucionando constantemente, al mismo tiempo que se nos mostrará progresivamente el origen de las tensiones entre ambos. Es un gran acierto que apenas se conozca información sobre la vida (ya sea presente o pasada) de ninguno de sus personajes, y lo que el público sabrá se le revelará a cuentagotas partiendo desde el desconocimiento absoluto. Todo esto fortalece la sensación de que estas cárceles un lugar aislado respecto al mundo normal; el de las personas libres.

Aunque todo eso tiene su contrapartida, ya que es uno de los factores que consigue que los personajes secundarios carezcan prácticamente de profundidad; llegando a parecer que son sólo piezas que se han colocado en su sitio simplemente para realizar su función determinada dentro de la narración más que un persona tridimensional; lo cual podría haber sido un gran acierto según hubiera sido el enfoque de la obra, pero que no encaja con el estilo realista de la obra. Sus dos personajes centrales están mejor construidos, aunque es cierto que en todo momento son movidos por los mismos instintos y motivaciones, lo que hace que lleguen a resultar, a nivel general, un poco lineales.

Aunque hay que destacar las interpretaciones cargadas de energía de ambos: como el padre, Ben Mendelsohn que consigue con sólo su mirada mostrar su fuerza, su determinación, su ansia protectora hacía su descendiente, y los celos que siente hacia las nuevas amistades de éste: Por otro lado, Jack O'Connell da vida al hijo en una actuación visceral, cuya fuerza expulsada en forma de violencia solo es una pequeña parte de toda que tiene acumulada en su interior.

En resumen, no es la típica película carcelaria, pero es una de las obras ambientadas en una prisión más estimulantes de los últimos años. Quizás el desarrollo psicológico de sus personajes podría haberse pulido más, pero la evolución de las dos tramas centrales (la relación padre-hijo; y el grupo de ayuda al que accede este), y especialmente, la forma en la que se van fusionando progresivamente hace que merezca ver esta obra británica dirigida por David Mackenzie.

http://nosoyuncritico.com/destacados/2015/04/convicto-starred-up/
Time Bandit
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