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La muchacha de la Quinta Avenida

Comedia Ginger Rogers es una joven vagabunda, con la cabeza muy bien "amueblada", acogida por un infeliz millonario que busca alguien con quien tener un acto de generosidad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
22 de abril de 2009
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es uno de los films más celebrados de Gregory La Cava (1892-1952). El guión, de Allan Scott y Gregory La Cava (no acreditado), desarrolla un argumento de Morrie Ryskind. Se rueda en los RKO Studios, salvo algunas tomas directas de NYC (Quinta Avenida, Empire State Building...). Es nominado a 6 Oscar. Producido por Gregory La Cava para RKO, se proyecta en sesión de preestreno el 25-VIII-1939.

La acción dramática tiene lugar en NYC, a lo largo de 48 horas, en 1939. El empresario Timothy Borden (Connolly), presidente de una sociedad de 10 millones de USD, la Amalgamated Pump Inc., titular de una fortuna personal enorme, de 5 millones de USD, después de una dura jornada de trabajo, comprueba que no cuenta con el afecto, la atención y el apoyo de su familia. El día de su cumpleaños su esposa Martha (Teasdale) se entretiene con un playboy, su hijo Tim (Holt) abandona su trabajo en la empresa para participar en una competición de polo y su hija Katherine (Adams) se ha ido de marcha con los amigos. Contrariado, se acerca a Central Park, donde conoce a Mary Grey (Rogers), una muchacha optimista y feliz, que no tiene ni trabajo, ni dinero, ni hogar.

El film suma comedia alocada (screwball comedy), romance y análisis social. La dirige uno de los grandes realizadores de comedias de los años 30. Es la segunda colaboración del mismo con Ginger Rogers, a la que seguirá una tercera. Los papeles de los personajes están cortados a la media de las características personales y las aptitudes profesionales de quienes los interpretan. Mary Grey es una muchacha inteligente, fuerte, segura de sí misma, alegre y optimista. Timothy Borden, grueso, severo y bondadoso, vive volcado en el trabajo. La Cava era dado a hacer uso de la improvisación ante la cámaras, lo que confiere a las interpretaciones de sus films un atractivo aire de espontaneidad, naturalidad y verismo. La mayor parte del peso interpretativo recae en Rogers, que entrega un trabajo sólido y convincente, bien secundado por Connolly.

El relato constituye una variación de “Al servicio de las damas” (La Cava, 1936), cuyo éxito trata de emular. Ambos films comparten la misma autoría del argumento (Morrie Ryskind). El tema principal viene dado por la exaltación de la visión optimista de la vida y la capacidad de transformación que tiene ésta sobre las rutinas, fatigas y el aburrimiento de las personas y sobre las relaciones personales dentro de la familia. Se basa en el supuesto de que el dinero y las comodidades de los ricos no bastan para proporcionarles felicidad. La felicidad se basa en el amor, la generosidad, el afecto y el apoyo mutuo y en la superación de las erróneas fijaciones en el dinero, el trabajo y las convenciones sociales. La filosofía que inspira el film es la misma que alienta en gran medida la vida del realizador. El film constituye una adaptación actualizada del cuento secular de “La Cenicienta”.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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27 de mayo de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El millonario Sr. Borden, tras una jornada de duro trabajo, llega a casa con intención de celebrar su cumpleaños con su familia, pero... nadie le está esperando. Triste y solitario se va a dar una vuelta por el parque y allí conoce a una atractiva muchacha llamada Mary. Con ella trazará un plan para poder recuperar el cariño de su familia.
Notable película de Gregory La Cava con un Walter Connolly soberbio que se come la pantalla como quien no quiere la cosa. A su lado, la Rogers demuestra una vez más que no sólo es una cara bonita que sabe bailar sino que es, además, una excelente actriz. Extraordinario guión que cuenta con unos diálogos rápidos, brillantísimos y punzantes, que requerirán una segunda visión de la cinta para sacarles el máximo provecho. La puesta en escena y el ritmo narrativo también son brillantes, y, lucidísima es la acerada crítica a las clases altas y, en menor medida, a las bajas.
De La Cava reivindica la sencillez y la naturalidad ante todo como claves para gozar plenamente de la vida. De qué le sirve a uno tanta pasta si no tiene a nadie el día de su cumpleaños o no sabe disfrutar con la simple visión de las flores en los árboles del parque.
el chulucu
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13 de abril de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gregory La Cava es uno de los reyes indiscutibles de la comedia americana de los años 30 y este film supone el broche de oro para cerrar esa década. En esta ocasión tuvo la fortuna de trabajar con Allan Scott, y ambos fueron lo suficientemente inteligentes para aprovechar la fama de "ligero" del director -identificado directamente con las screwball comedies-, para ahondar, más si cabe, en el habitual poso de amargura que desprende gran parte de su filmografía. Estamos ante un título de contenido político, que da un soberano azote a las ideologías -lo cual me parece sublime-. Además, cuenta con una elevada carga de dureza y crítica social (encontrar un banco libre donde sentarse en Central Park, la insólita aparición de un mendigo en el parque...), -propia de su inserción en ese momento tan convulso, tras la Gran Depresión e inmediatamente anterior al estallido de la 2ª Guerra Mundial-, suavizada por un revestimiento epidérmico divertidísimo, a base de unos diálogos rápidos e ingeniosos marca de la casa. La secuencia de la fiesta de cumpleaños en el Flamingo y de sus consecuencias -narradas magistralmente de forma elíptica-, suponen el culmen en cuanto a comicidad.

Una sola frase pronunciada por la protagonista, mediado el metraje, -"He clavado mis uñas en el lujo y me gusta"-, es la solución de guión perfecta y sencilla que idearon para solventar, lo que de cualquier otra forma hubiera sido un final feliz excesivamente forzado.
Como elemento muy atípico de este género y que aporta gran originalidad al conjunto, contamos con la presencia de un psiquiatra que está perfectamente cuerdo.

En el plano actoral es sobresaliente el trabajo desempeñado por Ginger Rogers -a quien ya había dirigido La Cava dos años antes-, en un papel desbordante de melancolía. Y con la genialidad de dejar pasar una oportunidad de lucimiento, para asombro de los espectadores conocedores de sus dotes de extraordinaria bailarina. Su mayor derroche interpretativo lo alcanza en la escena de la "revolución" desatada en la cocina.
La siguen en calidad -pisándole los talones-, el veterano Walter Connolly, y Verree Teasdale en una actuación "in crescendo".
Continuando por orden de importancia en cuanto al elenco, las interpretaciones de los hijos de la pareja de millonarios -encarnados por Tim Holt y Kathryn Adams- son bastante anodinas, pero el realizador de origen italiano tiene la habilidad de convertir esta carencia en virtud, dotando de la verosimilitud necesaria a sus superfluos personajes.
En la parte negativa, las apariciones del mayordomo -el estupendo Franklin Pangborn-, desgraciadamente se van diluyendo, lo que deviene en un franco perjuicio de esta cinta.

Un aspecto muy destacable de esta producción, es la forma en que se burla la estricta censura impuesta por el Código Hays (salida de las habitaciones de Ginger Rogers y Walter Connolly, cada uno por diferente lado, etc).

Los movimientos de cámara -utilizando grúas-, son otro de los puntos fuertes de un film tan de interiores, en el que abundan los planos de actores subiendo y bajando escaleras o entrando en las diferentes estancias de esa mansión. Todo ello resulta de lo más natural, pese a lo complejo que tuvo que ser para la época.

La secuencia inicial, rodada en exteriores, contiene unos espléndidos títulos de crédito a modo de carteles publicitarios, en perfecta armonía con una arteria tan comercial como es la Quinta Avenida de Nueva York.

La presentación de la altiva Sra. Borden en los visionados con doblaje gana muchos enteros, por su similitud en español con la palabra "borde".

Película altamente recomendable, de mis favoritas de este cineasta que vio lastrada su carrera por una reputación de conflictivo y anárquico en los rodajes -tenía a la improvisación por bandera-, por su irregularidad y posteriormente debido a sus problemas de alcoholismo que acabaron con su vida.
burrito
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26 de agosto de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa comedia del maestro La Cava, autor entre otras de la excelente " Al servicio de las damas", que con la ayuda de un portentoso guion de Allan Scott, firma una sorprendente película que comienza como una screwball ( ese género de comedia loca e inteligente que tantas obras maestras ha reportado), pero que también contiene elementos de melodrama y cuyo resultado final, sin llegar a alcanzar la excelencia, es francamente estupendo.

La película se sitúa en los años de la Depresión. Ginger Rogers es una de tantas muchachas sin trabajo que pululaban por Central Park. Conoce a un millonario cuya familia es un caos y éste, la introduce en ese frívolo mundo en el que el director aprovechará para arremeter contra la institución familiar y también de paso, lanzará una crítica feroz contra el capitalismo y el comunismo, por medio de algunas escenas prodigiosas y unos diálogos verdaderamente brillantes.

Es una película que no ha perdido nada de actualidad. Ya sea por los temas que critica o por su ironía y mordacidad, lo cierto es que vista hoy en día, el espectador disfrutará de su frescura e inteligencia y se sentirá totalmente identificado con ese escepticismo que baña el film y que nosotros en nuestros tiempos estamos viviendo. Familias desestructuradas, ideales rotos, personajes incoherentes hacen que nuestra forma de pensar tan nihilista, se sienta identificada con la cinta, proporcionándonos una sátira muy mordaz de nuestra propia actualidad.

Cierto que la cinta no es perfecta. Los personajes que encarnan a los hijos de esta disfuncional familia, están mal escogidos. Y quizá el final esté demasiado cerrado y precipitado para su obligado happy end. Sin embargo, los demás personajes que intervienen en el film, sus numerosos y brillantes diálogos, cuya cantidad y calidad obligan a más de un visionado de esta cinta para apreciarla en toda su magnitud y sus escenas prodigiosas, hacen de este film de 1939 ( el mejor año para el cine y que más obras maestras ha proporcionado), una cinta a tener en cuenta y por los escasos votos recibidos, veo que no es conocida y es una lástima.
A los amantes del cine clásico, les pido que le den una oportunidad. Para mí, es todo un hallazgo.
Izeta
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7 de diciembre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un milagro en cuanto a diálogos y clara relajación de la cultura americana, que se sentía mucho más libre antes de la II Guerra Mundial que a posteriori, cuando se abrió la caja de Pandora de la guerra fría, y había que atar en corto todo comentario que hiciera dudar del sistema capitalista. Invita a la reflexión del lado bueno del capitalismo, el lado malo, sus críticos hipócritas (el chófer), sus víctimas (los hijos de los ricos, vulnerables a las crisis y pasto del suicidio), etcétera.

Imagino que el doblaje fue realizado después de los años 70, pues hablan de conceptos como la Seguridad Social, los sindicatos, las virtudes del comunismo, la inmediatez de una Revolución, la muerte del Capitalismo… Y entre todas las cosas que llaman la atención, la similitud del actor protagonista, Walter Connolly, al general Franco. Es todo una gran obra cómica de una profunda crítica social.

Llama la atención esas focas en Central Park, y los seres humanos que van allí a echar de comer también a las palomas. La conversación sobre la vida privada de las focas y las morsas (polígamas), denota también una libertad que se perdió, curiosamente, en los años 40 y 50, y no se retomaría hasta finales de los 60, para desembocar en un libertinaje a partir de los 70. Aquel cine de los años 30 era mágico y esta película es un reflejo del talento que había y de lo mágico que ya empezaba a ser el cine en la vida de los norteamericanos.
CHIRU
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