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El recuerdo de Marnie

Animación. Drama. Fantástico Anna es una chica solitaria, sin amigos, que vive con sus padres adoptivos. Un día es enviada con el señor y la señora Pegg. Allí, donde se extienden las dunas de arena, conoce a una chica llamada Marnie, quien pronto se convertirá en su mejor amiga. Habiendo aprendido muchas cosas sobre la amistad, Anna se dará cuenta de que Marnie no es quien parece... (FILMAFFINITY)

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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
3 de abril de 2015
61 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yonebayashi cierra una era. La última película de Studio Ghibli antes de su hiatus y la reestructuración del estudio que, a fecha de hoy, aún no sabemos que nos traerá en el futuro. Y no sólo eso sino que su película viene inmediatamente tras la despedida de los dos fundadores del estudio. Miyazaki con su maravilloso drama El viento se levanta y Takahata con esa obra maestra que es El cuento de la princesa Kaguya… El director, que con esta lleva únicamente dos películas a sus espaldas, no podía permitirse el lujo de decepcionar y despedir a tan magnífico estudio con una película mediocre, ¿verdad?

Y por suerte no ha sido así, When Marnie Was There es una gran película, un drama mayúsculo que sabe atrapar con un gran inicio y echar el cierre a su historia con unas escenas, animadas con el habitual talento del estudio, capaces de arrancarle lágrimas a una piedra. Si bien la película no es perfecta, y si sufre en su arco medio problemas de ritmo. Tras introducirnos a su protagonista la película se toma su tiempo para exponer su personaje y su entorno con muy buen gusto, ocupando esto un buen trecho de la película. Esto no es lo malo, menos para alguien como yo que disfruta muchísimo con esta clase de dramas de ritmo sosegado que tan rematadamente bien se les da a los japoneses, el problema (que tampoco es uno muy gordo, sólo una pequeña molestia) viene cuando nuestro personaje principal conoce a la chica que da título a la película: Marnie. A partir de ese punto la historia se vuelve un tanto episódica, narrando sus distintos encuentros y su amistad uno a uno. Ahora bien, no me entendáis mal, la historia es preciosa y cada encuentro, con los diálogos que intercambian las dos chicas, son oro puro. Pero siento que podría haberse estructurado mejor esa parte de la película. Lo achaco a la falta de experiencia del director, algo comprensible a fin de cuentas. Otro problema es que aunque abarcan un buen trozo del metraje, estos episodios sobre la amistad de estas dos chicas se antojan insuficientes. La película decide entrar en el clímax dramático dejando al espectador con la sensación de que no ha habido tiempo para que llegarán a ser tan cercanas como quiere hacernos creer la historia.

La banda sonora tiene mucho nivel, sirviendo de perfecto acompañamiento a cada escena. Si bien es bastante discreta y es improbable que el espectador recuerde alguna canción en concreto una vez llegue el pase de créditos. En cuanto a la animación, obviamente no llega al nivel de la obra de Takahata (también porque dudo que tuviera ni un tercio del presupuesto y el tiempo. Además de existir una amplia y clara brecha entre ambos directores, sea por puro talento o cuestión de experiencia es algo que tendremos que esperar para averiguar) pero eso no significa que sea mala. ¡Ni mucho menos! Los escenarios son impresionantes, la iluminación de mucho nivel y los movimientos de los personajes son fluidos y naturales. Uno no espera menos de los maestros de Ghibli.

Espero que Yonebayashi vuelva a dirigir, sea o no en una futura nueva Ghibli. Con su anterior película, Arriety y el mundo de los diminutos, nos regalo una aventura familiar notable y ahora con su segunda obra despide Studio Ghibli con un arrebatador drama sobre la soledad, la amistad y la familia.

Finalmente decir que este es el final de Ghibli tal y como la conocemos. Quien sabe que os traerá la nueva Ghibli tras su reestructuración y su hiatus, espero que sigan produciendo maravillosas películas (si bien admito que no creo que todo lo que hacen sea oro. Tengo bastante atravesada Cuentos de Terramar, por ejemplo, la calidad si es por regla general alta) como hasta ahora pero quizás eso sea pecar de optimista. Sea como sea me veo obligado a decir, ¡gracias por todo!
Noodles
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30 de marzo de 2015
47 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa y emotiva película con una historia de un alto grado de imaginación y profundidad. Realmente es una obra para saborear con tranquilidad y dejarse llevar por sus imágenes y magia. Supone una paliza brutal a los convencionalismos de Disney, haciendo una historia sin malos ni buenos ni batallas heroicas.

Es una obra de un gran intimismo y profunda belleza, cuya única pega es que en algunas escenas hay sobrante melodramatismo, aunque eso se hace ver igualmente.

En definitiva, merece con creces ser vista por:

-La historia profunda y emotiva (que en el spoiler trataré un poco)
-La animación soberbia y detallista.
-La banda sonora sublime.
-La magia y humanidad que en general desprende.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kapinta
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25 de abril de 2015
53 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Propuesta "original" la que nos trae Hiromasa Yonebayashi para la que, a la postre, sería última película de Studio Ghibli (al menos por ahora). Original porque nos presenta una historia melancólica acerca de Anna, una niña de 12 años inadaptada, algo que angustia bastante ya de inicio.

La película tiene tintes de culebrón y algunos giros previsibles y realmente no demasiado interesantes. Es más, diría que la película en sí no logra interesar demasiado, no logra la empatía necesaria de los personajes con el espectador, porque el ritmo narrativo y su forma de desarrollar la trama es algo torpe, trastabillada y lenta. Sin embargo Studio Ghibli tiene algo que siempre le salva: una animación espectacular. Y concretamente Yonebayashi, por lo demostrado en 'Arrietty' (2010) y aquí, es particularmente un detallista que ensimisma con sus escenarios, y con los detalles que inundan cada milésima de segundo en la pantalla. Pero no podemos dejar deslumbrarnos solo por la vista, que es una parte valorable (y así lo hago) del film, aunque no decisiva. El cine son historias.

No me termino de creer el intimismo de la película, se esfuerza demasiado en ser algo que debería ser de forma natural: una historia sencilla sobre la amistad y el conflicto interior (con sus piruetas finales de guion). Machaca tanto la idea que termina haciéndose un poco pesada, sus propios personajes se hacen pesados, y no hay elementos suficientes que me hagan interesarme por su evolución. Por no decir que la trama se vuelve tan evidente, que el factor sorpresa se lo deja mucho antes de que la película te diga: "¡eh, mira, sorpresa!".

En definitiva, descafeinado film. Yonebayashi vuelve a pecar de intrascendencia, algo que le pasó, en menor medida, en su debut con 'Arrietty' (claro que ahí contó con la inestimable ayuda de Hayao Miyazaki, y creedme que se nota).

Entiendo que 'Cuando Marnie estuvo allí' no tuviera el éxito esperado. Si yo fuera al cine en su estreno, no sería la película que recomendaría con entusiasmo al resto de la gente. Es una película de animación buena, una película en general, regular, y una película de nivel medio-bajo dentro de la filmografía de Studio Ghibli.
Alvaro
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20 de marzo de 2016
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más devastador que una depresión. Y en raras ocasiones se ha mostrado tan bien, con tanta delicadeza y sensibilidad como en esta película de animación japonesa, que si bien está dirigida a un público infantil, será quizás mejor apreciada por aquellos adultos que tengan la suerte de visionarla. Es un relato poético, lleno de encanto e inventiva, un prodigio de sencillez, que comienza con el devastador llanto de la niña protagonista que se siente inadecuada, torpe, ajena al entorno, extraña entre sus compañeras e indiferente hacia su familia adoptiva. Su desolación es inmensa y además rechaza que nadie se acerque a ella para confortarla. Rehúye cualquier cercanía como si fuera anatema o solo recrudeciera la remota herida que ella atesora como una joya preciada.

Arranque poco halagüeño y, sin embargo, la cinta se desarrolla en un idílico paisaje costero lleno de luz, colores, de una sensualidad exacerbada, de una exuberancia sensorial primorosa que contrasta aún más con la ofuscación de su protagonista. Ella se siente desterrada, maldita, mohína, mustia y taciturna. Ha quemado todos los puentes que la unen a sus semejantes y al espacio y parece querer enterrarse en vida, inmolarse ante un altar pagano como justa expiación por haber perdido en un pasado remoto la presencia y atención de sus padres biológicos, como si su porfiado sacrificio fuera su única forma de subsistencia.

Y, sin embargo, algo ocurre que trastoca su visión del mundo. Conoce a una chica audaz e indómita y entabla con ella una relación ambigua, ambivalente, entre la amistad y la fascinación, entre el embeleso y la ilusión. Quizás sea una ensoñación o una fantasía, quizás sea que sus emociones se han desbocado y claman por hacer acto de presencia en el proceloso devenir que ha rechazado hasta entonces. Esa turbadora Marnie, que da título al filme, parece que la llena de ardor, la hechiza, la deslumbra, la subyuga, la hace crecer y comprender que hay más de lo que ella sospechaba en esta vida, que existen también las emociones positivas, reconfortantes y cautivadoras, que es posible ilusionarse y recobrar la fe en la realidad.

El guión pudiera parecer demasiado simple o algo ñoño en sus recodos más resplandecientes, pero muestra con acierto y pericia el doloroso camino que hay que recorrer para conseguir cerrar un duelo que impide vivir la vida y poder así abrirse al mundo y abrazar el presente, sea lo que sea lo que nos depare. La sabiduría no es conocimiento sino experiencia. Y sólo se llega a ella transitando la tristeza.
antonalva
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25 de agosto de 2015
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Omoide no Mânî" (When Marnie Was There - 2014) es el segundo largometraje de Hiromasa Yonebayashi, un director asociado por ahora al estudio Ghibli en el que lleva trabajando como animador desde "Mononoke Hime" (1997). Desde esta mítica película, obra maestra de Hayao Miyazaki, Yonebayashi ha participado en los principales títulos del estudio, en muchos de ellos como "key animator" que va más lejos de un simple animador ya que asume toda la responsabilidad de las escenas que tiene asignadas.
En el año 2010 Yonebayashi asume la máxima responsabilidad e inicia, bajo el amparo del estudio, su carrera como director con "Karigurashi no Arietti" (Arrietty y el mundo de los diminutos). El resultado fue más que notable, una película muy estimable amparada en un trabajo técnico impecable que viene dado por el "sello Ghibli". Y hablar de Ghibli implica calidad. Cuatro años despues Yonebayashi se confirma, se supera, y nos regala "Omoide no Mânî". Una película que se separa del sentido aventurero de su primer film para adentrarse en la dificil tarea de narrar los sentimientos humanos a traves de la animación. Y el resultado es muy satisfactorio, notable, en la buena dirección para intentar acercarse a las obras maestras de los fundadores del estudio. Es muy difícil llegar al nivel de "Kaze tachinu" (El viento se levanta, 2013) el último film de Miyazaki o la obra maestra que es "Kaguya Hime" (2013) de Isao Takahata, pero es de esperar, más bien desear, que Toshio Suzuki continúe su labor en el estudio Ghibli para amparar nuevos trabajos. Curiosamente Yonegayashi con "Omoide no Mânî" y Goro Miyazaki con "Kokuriko-zaka kara" (La colina de las amapolas) han conseguido superarse respecto de sus primeras películas y nos han ofrecido productos que están muy por encima en su género que muchas producciones, y no me refiero solo al anime sino a productos norteamericanos (léase aquí Disney, y Pixar últimamente), llenos de convencionalismos infantiloides, tendenciosidad hacia el “buenismo”, guiños para mayores, prisas y demasiados gritos.
Centrándonos ya en "Omoide no Mânî" decir de entrada que es todo un placer disfrutar de una historia contada con pausa, con el ritmo necesario muy del gusto y del proceder japonés. Ciertamente suele ser este precisamente uno de los inconvenientes que muchos achacan a este cine, pero yo lo disfruto intensamente. Porque aunque la historia que se cuenta en la película sea en realidad muy sencilla y juvenil, no en vano está basada en una novela para adolescentes de 1967 escrita por Joan G. Robinson, el empaque de la misma llega mucho mucho más lejos, porque hay tiempo para contemplar las escenas, porque la calidad de los escenarios dibujados, naturales o de interiores, es simplemente espectacular, porque es fascinante cómo se retrata el mundo rural japonés. En este último sentido la película pisa sobre terreno muy firme, no en vano muchas películas del estudio Ghibli han pasado por aquí y es imposible, viendo esta película, no recordar la grandísima obra maestra de Takahata "Omohide Poro Poro" (Recuerdos del ayer, 1991).
En cualquier caso, la fascinación o la reverencia que tienen muchos creadores japoneses por el mundo rural japonés, el huir de la tecnología y los convecionalismos modernos para adentrarse en el último reducto de la tranquilidad, la tradición y del amor por la naturaleza es digno de reflexión. Sólamente dentro del anime, a bote pronto y de los últimos años, puedo citar con facilidad títulos importantes como "Momo e no Tegami" (Una carta para Momo, 2011) de Hiroyuki Okiura, o las dos últimas películas de Mamoru Hosoda, "Samâ Wôzu" (Summer Wars, 2009) y "Ôkami Kodomo no Ame to Yuki" (Los niños lobo, 2012).
Pero,.... algún pero debe haber. Y lo hay. El último tercio de la película me parece algo precipitado. Una película que te va envolviendo poco a poco en la historia de Anna, una niña muy introvertida que tiene que luchar contra ese deseo de encerrarse en sí misma, de vencer las dificultades que tiene de manifestarse espontáneamente, de comprender por qué es así, que viaja a una zona costera donde conoce a Marnie, otra chica con su propio secreto... y todo va bien contado, pero al final la narración de la relación con Marnie se torna algo precipitada. A la película le faltan 15 minutos que particularmente estaría encantado de ver. Por otra parte, aunque la música no está nada mal, tampoco es que se quede en la memoria. Particularmente me molesta que el tema principal que aparece en los créditos finales esté cantado en inglés, una nimiedad en cualquier caso.
Finalmente mencionar una curiosidad sobre la animación de los personajes. En general todos los movimientos de los personajes me resultan muy realistas (Anna tiene dos o tres caídas que casi me resultan dolorosas de ver), como no podía ser menos siendo una producción tan cuidada. Sin embargo, el sello del propio Yonebayashi se puede detectar respecto de otras animaciones del estudio pues Yonebayashi también ha trabajado como animador fuera de Ghibli. No me negarán, aunque sea vagamente, la sensación de déjà vu al contemplar el semblante y los gestos de los personajes con alguno de los personajes de "Jin-Rô" (Jin-Roh: The Wolf Brigade, 1998) de Hiroyuki Okiura donde Yonebayashi trabajó de animador. Y no me negarán, más claramente, la coincidencia del semblante y los gestos de Marnie y de los personajes que habitan la casa del pantano con algunos de los personajes de la serie "Monster" (2004) de Masayuki Kojima donde Yonebayashi también fue "key animator".

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Recuerda, amigo lector, que esta reseña está basada única y exclusivamente en mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto de los mortales.
fresenius
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