El recuerdo de Marnie

“When Marnie was There” no es una película que pueda interesar a los más pequeños a pesar de ser un film animado, porqué nos cuenta una historia triste, a la vez que muy bonita de una chica que no tiene amigos y se imagina a una amiga. A pesar de ser una historia triste, también tiene alguna pizca de humor muy buena, aunque la película no se caracteriza por eso, sino que se caracteriza por ser una historia preciosa, elegante, bien explicada, que no pierde detalle en ningún momento y que expone uno de los grandes problemas de la adolescencia: la falta de amigos. Todo eso acompañado de la tradicional animación anime japonesa.
De la película se tiene que menciona algunos aspectos que destacan por encima de los otros, pero en general, la película está muy bien construida. En primer lugar, la voz en off de la protagonista, Anna, es imprescindible para conocer muchos detalles sobre ella. Algunos podrán pensar que se abusa demasiado de esta voz en off, pero es completamente necesaria para explicar todos los sentimientos de la protagonista. En segundo lugar, destacar los numerosos flashbacks y recuerdos que tiene la protagonista. En algunos momentos, el espectador se puede perder, pero gracias a un montaje brillante todo hace que fluya de la forma más perfecta. Por eso, también se ha de mencionar el guión del film. Un guión que al principio puede resultar un poco lento, pero que resulta exquisito durante prácticamente toda la película por ser un guión muy original y poco previsible. Muchas veces el espectador se sorprenderá y emocionará por los giros de trama que tiene la película. Por último, destacar la banda sonora. Una melodía que acompaña muy bien la historia y que está muy acertada. Como en toda película animada, la banda sonora juega un papel clave.
Por todos estos motivos, “When Marnie was There” es una muy buena película de animación que, seguramente, gustará más a los grandes que a los pequeños por el mensaje que transmita. Es un film imprescindible para cualquier adolescente porque, de hecho, el mensaje de la película va dirigido a ellos. Recomendable para todos aquellos amantes del anime japonés, pero también para quien aprecia las buena películas que transmiten un buen mensaje. Aunque sea una película triste, explica una historia totalmente honesta de forma muy brillante.

La película Omoide no Marnie (que en español sería “El recuerdo de Marnie”) está basada en la novela When Marnie was there de la escritora Joan G. Robinson.

Su argumento es el siguiente: Anna no tiene ningún amigo, ni siquiera en su vecindario, hasta que conoce a una misteriosa chica llamada Marnie que tendrá mucho que contar sobre su pasado. Con el tiempo, Anna se dará cuenta de que la soledad no es lo único que tiene en común con Marnie.

Los personajes son misteriosos e inolvidables. Es un largometraje con mucho color, ya que en las escenas se plasma la naturaleza con mucho realismo; tanto que casi lo puedes percibir o tocar.

La música es majestuosa. Ejerce un gran papel, pues iba completamente acorde con la historia y situación, y entristecía incluso al menos sensible.

Los mensajes que yo percibo son la importancia de la amistad e incluso que el mayor remedio para una enfermedad es estar en contacto con la naturaleza.

En definitiva es una película que deja en ti una sensación triste, pero que da a entender la importancia de la amistad, la adaptación social, el pensamiento interior, la adolescencia... Muy recomendable

Ya puedo yo ir criticando y echando pestes de las distribuidoras de anime en España, que si nos han tomado por tontos, que por qué no se lanzan a publicar más material aquí en España, qué hacen que no reeditan obras magistrales de la animación que hace tiempo que están descatalogadas, qué hacen que no estrenan películas como La colina de las amapolas, película del estudio Ghibli que parece que se quedó en un limbo; que si es vergonzoso que estrenen dos pelis de Ghibli en el mismo día pudiendo eclipsarse mutuamente, etc. Ya puedo ir diciendo si luego vas al cine a ver El recuerdo de Marnie y, el día del estreno, solo hay cuatro personas en toda la sala contándote a ti y a tu hermano. ¿Y dónde coño se han metido los 137 mil visitantes del pasado Salón del Manga de Barcelona? Seguro que viéndola por otros medios que no contribuyen en nada a que estas distribuidoras se arriesguen a pasar más anime por la gran pantalla y que no acaben desapareciendo estas tímidas apuestas por un cine de animación que le da mil vueltas a productos patrios y americanos con mucho más bombo y platillo. En fin.

¿La película? Pues El recuerdo de Marnie es una de esas pequeñas perlas del estudio, una de esas películas menores que, sin embargo, todo buen fan de la animación japonesa no debería dejar pasar. El recuerdo de Marnie es una sencilla y conmovedora historia sobre el peso de la culpa, del perdón y la redención, de no esperar hasta que sea demasiado tarde para perdonar y aceptar los errores propios y ajenos, a darle cancha a los demás, a los que exigimos una perfección que nunca ponemos en práctica con nosotros mismos, a vencer el resentimiento y el rencor que solo hace que resentirnos aún más. Yonebayashi saber tocar muy bien las teclas para emocionar al espectador, medir bien los tiempos y con unos cuantos giros de guion nada forzados hacer que todo encaje perfectamente y darle sentido a todo lo que se había visto.

Sin embargo, no está a la altura de otras producciones de Ghibli, como Se levanta el viento o La princesa Mononoke, por citar dos de mis favoritas del estudio (es que estas dos ponen el listón muy alto), pero eso no quita que estemos ante una de esas obras sencillas pero conmovedoras que los más adolescentes deberían ver casi sin opción a rechistar. Quizás los secundarios sean demasiado secundarios, tal y como ya ocurría en Arrietty y el mundo de los diminutos, o que el guion sea demasiado similar al de Una carta para Momo, que salvando algunas diferencias, son bastante parecidas, tanto en el fondo como en el tratamiento costumbrista de la historia. Aunque eso es lo de menos. Como ya he dicho, no es perfecta, pero es de esas que consiguen llegar bien adentro y remover algo, incluso derramar en alguna ocasión una lágrima, que no es poco.

La delicadeza, la belleza, la ternura y la sensibilidad de una historia narrada visualmente con el alma y estéticamente con el corazón. Los distintos planos interpretativos no ofuscan la mirada del espectador, si no que lo llena con la sencillez de lo aterciopelado de cada escena. Lo onírico nos introduce en el profundo ser de una niñez prototípica y representativa, sin tener que bifurcarse del camino señalado por las ansias de la felicidad. Nos mecemos en cada ola del guión, que nos acuna sin perder un ápice de triste alegría, como si deseásemos en cada símil encontrarnos a nosotros mismos, representarnos en la necesidad de la protagonista, una empatía que no se perdió en la niñez y que el guión diversifica y dosifica en busca del referente y de la finalidad. Visualmente no pierde la belleza de la que procede y su imagen sedosa roza nuestras retinas con un cálido impacto impetuoso.

Consigue despertar una fibra sensible y conectar emocionalmente con un espectador maravillado por lo asombroso de la historia y la extraña y misteriosa composición que entraña cada personaje, imagen, paisaje y música de este film.
Familiar y cercana, a la vez que intuitiva y sensible. En un momento te pierdes y al fotograma siguiente te encuentras nuevamente, con un cúmulo de sensaciones difíciles de describir.
Un relato sorprendente y sobrecogedor, de gran belleza y con moraleja incluida, sobre la vida misma.