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Hysteria

Romance. Comedia Inglaterra, finales del siglo XIX. El doctor Joseph Mortimer Granville inventó el primer consolador eléctrico para tratar lo que se conocía como histeria femenina, cuyos síntomas incluían insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, irritabilidad o pérdida de apetito. (FILMAFFINITY)
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
7 de junio de 2012
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de tener un título que recuerda a una mala película de terror, "Hysteria" es una comedia romántica que desarrolla su argumento como telón de fondo del nacimiento del consolador eléctrico en la época victoriana a manos del dr. Mortimer Granville. Si, han leído bien: consolador.

Por muy increíble que pueda parecer imaginarse a devotas mujeres inglesas con un consolador eléctrico vibrando entre sus piernas, esta es una historia verídica aunque con ciertas aristas que conviene aclarar. Efectivamente, en 1880 el dr. Joseph Mortimer Granville inventó un vibrador eléctrico que más adelante se convertiría en el consolador que hoy en día muchas mujeres ocultan celosamente en el cajón de la mesilla de noche. Aunque conviene señalar que el dr. Granville inventó su vibrador como un aparato masajeante para dolores musulares y no como objeto sexual.

"Hysteria" toma este dato de la Historia y lo convierte en una comedia romántica feminista ligeramente pasada de moda cuya estimulación es continua pero no logra llegar al clímax, dejandonos en el cuerpo una experiencia meramente agradable que olvidaremos al salir de la sala. Nada del otro mundo, vamos.

Mortimer Granville (Hugh Dancy) es un joven doctor que trata de incorporar medicina moderna en la sociedad victoriana del s.XIX, donde las bacterias son consideradas tan reales como Santa Claus. Su afán por aplicar la auténtica medicina le lleva a trabajar para el dr. Dalrymple (Jonathan Pryce), famoso entre las mujeres inglesas por sus "masajes pélvicos" como tratamiento a las diversas formas de Hysteria femenina. Como todos sus colegas, Dalrymple comparte la creencia de que la "Hystera" es una enfermedad que altera a las féminas volvíendolas alocadas y ariscas. Mientras trabaja con él, Granville corteja a una de las hijas de Dalrymple: Emily (Felicity Jones), tan calmada y comedida como independiente y apasionada es Charlotte (Maggie Gyllenhaal), una feminista progresista con ideas demasiado modernas para la clasica y retrógrada mentalidad inglesa.

En una película de pobre argumento, Gyllenhaal es la única que consigue darle algo de vida, de chispa, con una interpretación divertida y natural sin llegar a la sobreactuación, situación en la que recaen la mayoría de los demás actores, empezando por Pryce. Sin embargo su personaje es más estereotipado que realista, un simbolo más que una persona, siendo más importante lo que ella representa que lo que realmente es. Me cuesta creer esta falta de comprensión de la mente y/o mentalidad femenina y más aun teniendo una mujer de directora. (sigue es spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Meroe
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26 de junio de 2012
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de la historia, ha habido muchos personajes que han influido, creado o cambiado nuestro modo de ver y vivir el mundo. Algunos han sido y son enormemente reconocidos, mientras que otros tantos no sólo han pasado desapercibidos, sino que son completa e injustamente olvidados. Hysteria recoge la vida de uno de estos hombres, el Doctor Granville, cuya aportación a la vida cotidiana actual no fue otra que la invención del vibrador.
Joseph Mortimer Granville (Hugh Dancy) es un joven médico, con una gran vocación y dedicación por sus pacientes, y que no acaba de encontrar su sitio en una sociedad conservadora y reacia a aceptar los progresos científicos y sociales. Pero su vida cambia cuando conoce al Doctor Dalrymple (Jonathan Pryce), reconocido terapeuta de mujeres de clase alta que padecen histeria. El tratamiento, debidamente dimisulado y pasado por una patina de hipocresía (y aceites aromáticos), no consiste en otra cosa que masturbar a las mujeres que acuden a la consulta. Y así lo practica el joven y apuesto Granville, aunque con tanto éxito que pronto se ve saturado y sobrecargado por la cantidad de sesiones que tiene que practicar a las ricas señoras del Londres victoriano. Para remediar la pérdida de pacientes insatisfechas y poder mantener su puesto como ayudante de Dalrymple, inventa un artilugio que facilita y mejora las artes masturbatorias femeninas y, de paso, engorda su prestigio y su cuenta corriente; el vibrador.
Esta trama principal, que es la que da origen y sentido a la película, está muy bien acompañada de otras subtramas que contextualizan el papel de la mujer en aquella época. También adquiere especial importancia el lado pasteloso de la película, en el que Maggie Gyllenhaal, como hija rebelde del viejo Dalrymple, aporta la gracia necesaria para que la historia sea más redonda. Completan el reparto principal una plana Felicity Jones (su personaje no invita a mucho más) y un divertido Rupert Everett, como mecenas y protector de Granville.
En fin, una comedia sencilla, entrañable y completamente blanca a pesar del tema que trata. Habría sido gracioso verla en manos de Woody Allen, porque seguro que le habría sacado esa chispa que diferencia a una comedia simplemente simpática de una realmente memorable.

http://diarioenred.com/2012/06/hysteria/
jgripweed
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23 de mayo de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Una película dedicada al inventor del vibrador! Y sin embargo, una comedia elegante, una recreación de una época de cambio, una historia de amor, un alegato feminista... Sé que tengo debilidad por las películas británicas bien hechas, tan alejadas de las patochadas norteamericanas que nos invaden, pero no pienso pedir disculpas por ello. Para empezar, y tal vez el 7 se debe mucho a ella, está la maravillosa Maggie Gyllenhaal, que sólo verla te sume en un estado de felicidad inenarrable. ¡Qué hermosa es esta mujer! Seguro que en la vida real ha de ser una buena persona (o no, ya lo sé). Está Rupert Everett, muy divertido en su papel de sabio distraído perverso, y está Jonathan Pryce, el médico que "cura" la histeria mediante... masajes clitoridianos, aunque cree que las mujeres son incapaces de experimentar placer sexual. En fin... Hora y media de placidez cinematográfica, con una fotografía muy cuidada y una banda sonora excelente del desconocido (para mí) Gast Waltzing. ¿Qué más se puede pedir, sin exigir demasiado?
Eduardo
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29 de junio de 2012
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sé que lo he dicho más de una vez. Hablo de la capacidad que tiene el cine de contarnos acontecimientos históricos mayormente ignorados. Pero es que en esta ocasión la cosa tiene su intríngulis. Confieso que cuando vi la película pensé que todo era una broma, una especie de parodia de un psicoanálisis en ciernes. Después, leyendo he visto que no, que la cosa era tal y como se describe en la película que ahora comento. Lo más sorprendente es que algo que fue habitual durante décadas en las clases opulentas permanezca casi clandestino en el conocimiento actual, porque confieso que ni yo ni nadie de mis allegados sabían de este tratamiento médico tan en boga en el siglo XIX.

Dicho tratamiento consistía en el masaje digital del clítoris por parte del médico de las pacientes aquejadas de histeria, una enfermedad que curiosamente solo afectaba a la clase pudiente y que se manifestaba con nerviosismo, ataques de ansiedad etc.... No es broma, repito, ese era el tratamiento médico para una enfermedad que era el resultado de la opresión sexual de la época victoriana. Y en ese tratamiento médico bastaba cambiar las palabras para hacer de lo sexual algo puramente médico, pongo un ejemplo. Al orgasmo se le llama paroxismo histérico, y así todo queda en ciencia, increíble en una época de tanta represión, ¿no?

En concreto, la película es un film típicamente inglés de época, con buenos actores, buena ambientación y cuidado guion. Trata del médico que inventó el vibrador y que suplió el tratamiento digital, siempre algo engorrroso; todo un boom en su época, más que la aspiradora o la plancha eléctrica, por ejemplo. Tiene fuertes paralelismos, como el del honorable médico y su sirvienta, antigua prostituta; ambos destinados a dar placer con su cuerpo. Pero más allá de esto, yo me quedo con la enseñanza histórica e histérica de esta singular obra.
Luigi
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22 de julio de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema (la historia y evolución del consolador eléctrico) es complicado y es fácil caer en el chascarrillo y la grosería. Por suerte, la idea de hacer una película sobre ello ha nacido de Inglaterra y de ahí que (afortunadamente) tengamos una comedia inequívocamente inglesa, con su característico humor fino, estilista y posicional que genera los sketches midiendo al milímetro cada mueca, cada mirada, el tono de cada palabra y arrancan sonrisas con elaborados diálogos y situaciones que entran en el buen gusto, dentro del amplio abanico de posibilidades que da de sí el tema.

Sin ir más lejos, creo que nadie duda de que en Italia se habrían centrado en los aspectos picantones para hacer una comedieta verbenera, con alguna teta y algún culo aprovechando la coyuntura. Francia nos habría ofrecido un pseudo-documental que rozase o traspasase la frontera de la provocación, con algún primer plano vaginal incluso, siempre por motivos de rigurisodad. De la versión portuguesa no nos habríamos enterado de nada porque la habría rodado Manoel de Oliveira en absoluta oscuridad. Estados Unidos no se habría resistido a un “Supersalidos” de época, gamberroide y de sal gruesa…. Y España… En España mucho me temo que habríamos hecho algo elegante y sutil, algo tipo ‘Señor Doctor, me pica el mejillón’ como muy bien narró el Payo Juan Manuel en su obra inmortal… fijaos por donde me pega Candela Peña en el papel protagonista, toda finolis ella, hablando de la pipa del coño.

“Hystera” es divertida al modo inglés (o sea, alguna sonrisa y gracias) pero consigue halagar al espectador con una historia interesante, un humor inteligente, interpretaciones comedidas y una protagonista encantadora (Maggie Gyllenhaal). Es ligera, pero no aburre, no defrauda, no ofende y aprendes algo nuevo acerca de un infravalorado invento.
OsitoF
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