Hijos del sol

Una sobrecogedora historia nos cuenta esta película Iraní que ha cautivado al público en numerosos festivales. Dirige con mucha maestría Majid Majidi, un realizador con  bastante experiencia que tiene en su haber títulos muy interesantes como "Baran", "Niños del paraíso" o "El color del paraíso", aquí vuelve a trabajar con niños de los que sabe sacar lo mejor para unas actuaciones muy creíbles y naturales.

Ali Zamani es un niño de 12 años que trabaja en un garaje donde se venden piezas de coche robadas, no tiene padre y su madre está postrada en la cama de un hospital. El barrio lo controla un gángster de poca monta con afición a las palomas, el cual le asigna una misión: encontrar un tesoro enterrado bajo el cementerio de la ciudad. El problema es que el túnel subterráneo que conduce allí tiene su entrada en los sótanos de la Escuela del Sol,  Ali y sus tres mejores amigos a los que les pide ayuda, deberán inscribirse en el colegio para poder acceder...

Una mirada realista a las calles de Teheran con una crítica social muy importante. Cuenta con unas asombrosas actuaciones, tanto de los profesores como de los niños que se desenvuelven perfectamente ante las cámaras. El guion también tiene algunas tramas secundarias como una chica afgana que le gusta a nuestro joven protagonista.

También se aprecia bien como malviven demasiados niños en las calles encontrándose en una situación desesperada, debido a la negligencia o la explotación de los adultos, ya sea por adicciones o dejadez. 

La película está dedicada a los 150 millones de niños que se ven obligados a trabajar para poder ayudar en casa y poder sobrevivir.
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Majid Majidi, veterano del cine social iraní, fue candidato a los Óscars con Los niños del paraíso. En la misma línea, el director vuelve a seguir de cerca las andanzas de un grupo de chiquillos en la calle, pero esta vez añadiendo acción a la característica temática de la infancia.

El film contextualiza la cotidianidad que vive la sociedad de Irán de manera precisa y detallada. Sin embargo, se distancia del estilo contemplativo e introduce momentos de humor, tintes de suspense y un ritmo ágil que facilita el visionado al público menos aficionado a las propuestas pausadas. Además, de este modo, también consigue que la denuncia cale más hondo pues el espectador, fatigado a causa de las trepidantes aventuras que ha presenciado, se topa de golpe con una conclusión diferente de la que podría haber previsto y que le lleva irremediablemente a la sorpresa y –ojalá– a la reflexión.

No solo está cuidada la ambientación, sino que la construcción de los personajes también es compleja. El universo infantil –violentado por la vida adulta que algunos se ven obligados a llevar– se plasma de manera excelente en los protagonistas. Estos, interpretados por actores nobeles y carismáticos, contribuyen a evidenciar la realidad con honestidad y sin florituras.

La trama entrelaza varias historias bien hiladas y tiene un tono general triste y pesimista, ya que abundan circunstancias de corrupción y explotación. No obstante, a pesar de ser un título descorazonador, sirve para recordar que cualquier niño merece educación y apoyo.

En definitiva, es una conmovedora película dedicada a todos aquellos que están forzados a trabajar y a quienes luchan por defenderlos y cambiar esta situación.

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"Hijos del Sol" no se limita a documentar las penurias de Irán, sino que lo hace con la firme intención de entretener. Majidi ecualizando fondo y forma no olvida la denuncia social, pero su mirada parece más interesada en captar la atención del público europeo con un estilo occidental. Su estética cercana al espectáculo logra que olvidemos relacionar el cine iraní con el aburrimiento. Un sambenito que se extendió al mismo tiempo que la popularidad de las películas de Abbas Kiarostami.

El argumento de los niños de la calle no es nuevo, pero es entrañable el optimismo con el que Majidi colorea la triste vida de unos chavales más propensos a la esperanza de "Slumdog Millionaire" que al "no future" de las pandillas asesinas de "Ciudad de Dios". Si por norma general entendemos la revolución como la búsqueda del caos, los niños de la película solo piden orden. Su revolución mínima pasa por poder ir a clase sin encontrar las puertas del colegio cerradas, cosa habitual. Si la rebeldía juvenil en occidente se demuestra haciendo novillos en Irán es al revés. Así de mal está el asunto por allí.

*Los niños

La trama de Hijos del sol (Sun Children) se asienta gracias a los personajes infantiles. Cuatro niños entre los que destaca Ali (Rouhollah Zamani) por su impecable actuación donde lidera un grupo de una especie de búsqueda del tesoro convenientemente manipulada por los “piratas”.

La manera en que la infancia es retratada en la película proporciona una sensación de ingenuidad al mismo tiempo que de horror. La sinceridad con la que los personajes se desenvuelven incluso al realizar acciones cuestionables consigue —en un estilo casi documental— hacer empatizar al espectador.

Bebiendo del neorrealismo italiano, la crítica social es el alma mater de la cinta. Los niños se enfrentan a situaciones de lo más complicadas donde deberán delinquir para conseguir sobrevivir en un mundo donde, en realidad, no le importan a nadie. La precariedad que sufren todos y cada uno de los protagonistas de Hijos del sol (Sun Children) no hace más que visibilizar la dura realidad de millones de niños.

*Los adultos

Existen diferentes tipos de adultos que aparecen a lo largo de la película. Desde personas con dinero a las que las circunstancias de la infancia iraní no les importa ni un poco, hasta profesores exhaustos pero empáticos pasando por madres desinteresadas y policías crueles.

A diferencia de los niños, los personajes adultos no poseen ese cariz de ingenuidad casi dolorosa que impera en la ilusión infantil. Muchos de ellos, de hecho, ignoran la poca delicadeza con la que tratan a los jóvenes y las particularidades que han forjado sus personalidades.

Resaltando el papel del subdirector de la escuela (Javad Ezzati), los maestros —dentro de sus posibilidades— intentan ayudar a estos niños en situación de pobreza y de trabajo infantil y forzoso dándoles un resguardo en el aprendizaje y la actividad física y artística. Sin embargo, este refuerzo no siempre llega a buen puerto y, en ocasiones, las primeras impresiones y las apariencias propician que no se le de la oportunidad de demostrar un avance.

*La sociedad

Nadie tiene miedo de un niño. Hasta que al niño lo han convertido en un arma arrojadiza vendida al mejor postor.

El personaje de Ali, protagonista de la cinta, consigue encandilar al espectador por su inteligencia así como por su ingenuidad. Realmente es un joven perspicaz y conocedor de su situación y sus necesidades, mas peca de inocente en lo que al trato con adultos se refiere.

Las acciones de Ali dejan de tener un sentido pleno en el momento en que sigue sus infantiles deseos de encontrar el tesoro sin tener en cuenta las oportunidades de futuro que podría estar echando a perder. Pero es un niño, hecho del que también es fácil olvidarse en ciertas ocasiones, y los niños tienen pensamientos infantiles. Resultaría hasta tierna esa fe ciega en ese anhelo pueril si no se tratase de una situación tan desfavorable.

Por otra parte, Hijos del sol (Sun Children) debate también de manera un tanto superficial la complicada tesitura de los refugiados afganos en Irán así como la brutalidad policial. El cuerpo de policía carga de manera incomprensiblemente bárbara en contra de niños y niñas que, en realidad, solo buscan salvarse la vida.

*Conclusión

Hijos del sol (Sun Children) es una película que pone de lleno el corazón en el lugar correcto. Con una crítica social increíblemente fuerte y establecida, sostenida por unas brillantes actuaciones, consigue emocionar y angustiar a partes iguales así como reivindicar la inocencia infantil de aquellos niños a los que les han arrebatado la infancia.

Escrito por Ana Aliaga Díaz

Desde ya en mi Top de la cinematografía iraní. No llega al nivel de las mejores obras de Farhadi, aunque este 'Hijos del sol' está más en la onda estilística y temática de Kiarostami, Panahi o Makhmalbaf que del talentoso autor de las magistrales 'Nader y Simin' o 'A propósito de Elly'.

De su director, Majid Majidi (al cual se le podría considerar "el Truffaut iraní" por su querencia por retratar en su cine la infancia desfavorecida de su país) ya me había seducido en su momento, a finales de los 90, la emotiva 'El color del paraíso'.

Esta está muy bien filmada, cuenta con muchas ideas interesantes -tanto visuales como narrativas-, está protagonizada por un niño prodigioso que fue premiado en la Mostra de Venecia, recuerda en un importante aspecto a 'La gran evasión', y tiene ese tono lirico y poético -dentro de la dureza de lo reflejado- que suele ofrecer el mejor cine iraní. Recomendada queda.