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Días salvajes

Drama. Romance Hong Kong, años 60. Yuddy, un joven atractivo y seductor, descubre que la ex-prostituta alcohólica que le ha criado no es su verdadera madre y que además se niega a revelar la identidad de ésta. Esto provoca en Yuddy serios conflictos emocionales que le llevan a forzar a dos mujeres a luchar por su amor... (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
24 de junio de 2008
87 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sostengo una teoría que, cada vez que vuelvo sobre ella, no deja de resultarme sino descabellada: todo el cine de Wong Kar-Wai nace de un momento ínfimo y cotidiano de la biografía de este cineasta. En mi imaginación este momento se postula como algo apenas significativo, ni tan siquiera una mera anécdota, un instante trivial y común cuyo carácter realmente fundador pasaría completamente desapercibido para cualquiera. Me lo represento como la contemplación distraída de los zapatos de tacón de una de sus amantes o del reflejo de ésta en un espejo mientras sorbe un vaso de whisky, ensimismada y dejándose llevar por la música; o tal vez acicalándose cuidadosamente el pelo en una buhardilla cochambrosa, cigarrillo entre los labios, anticipando una noche de juerga y mujeres.

Porque, en realidad, ¿cuánto dura un momento, un instante? Eso es lo que Yuddy le muestra a So Lai-Chun, la taquillera del estadio: el minuto que pasa desde las 15:00 a las 15:01 del 16 de abril de 1960 todavía dura para ella a pesar de que lo desmientan las hojas del calendario, la sucesiva conmemoración anual del Día del Presidente, o todos los nuevos rostros que conozca en su vida. Ante todos ellos descubre la insospechada fuerza que residía -reside, porque para ella es su verdadero presente- en ese minuto, atrapándola alrededor de su centro de gravedad, en lo que sin duda constituye la verdadera relatividad del tiempo.

Al igual que la de Morel en la novelita de Bioy Casares, la invención de Wong, todas y cada una de sus películas con sus bellísimas mujeres orientales de vestidos ceñidos y estampados, sus donjuanes displicentes y su Hong-Kong occidentalizado de ritmos latinos, sería también una tentativa en busca de la eternidad, ya que un instante que no se acaba, que se demora y que funda todas esas presencias bien puede trascender el fluir de los acontecimientos.
Gort
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2 de febrero de 2008
58 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Wong Kar Wai sabe a aislamiento y a tristeza.
Hong Kong con sus calles empapadas de lluvia incesante. Viviendas envueltas en las soledades de las sombras que las habitan. Personas perseguidas por fantasmas que las condenan a una búsqueda constante e inútil. El amor siempre fuera de alcance, perseguido y jamás hallado.
Un drama de Wong Kar Wai que habla de almas que palpitan en soledad. De momentos robados a la compañía ilusoria de otras almas de paso, tratando de engañar la falta de verdaderos sentimientos.
A estas almas infelices, el amor no les ha concedido ninguna oportunidad. Todas despreciadas, no correspondidas, buscando un calor que no llegará. Bien sea el calor ausente de una madre que nunca estuvo; o bien sea el calor de una pasión condenada antes de empezar...
Su corazón está muerto. O tal vez él está aguardando. Aguardando por algo que sabe perdido. Los días se deslizan en la indiferencia y él es incapaz de sentir nada más que desidia. Porque Ella lo abandonó. Porque él descubrió que Ella, la que más debía amarle en este mundo, se llevó su corazón, y cuando él se percató de que se lo había llevado, ya era tarde e inevitable. Ya estaba vacío para cualquier otro amor.
Sus días son como puñaladas invisibles que le hieren tanto a él como a las mujeres que tienen la desgracia de quererle.
Todos son extraños para todos. Casi nada se sabe de su paso por el mundo. Ambientes cerrados, aposentos pequeños y revueltos, luces tristonas, la atmósfera cálida y húmeda de Hong Kong que no es suficiente para encubrir el frío que envuelve a los personajes. Y siempre la lluvia, pieles y cabellos mojados en calles oscuras, una sensualidad que brota a borbotones en cada resquicio de penumbra para perderse en el despropósito. También Filipinas, con su vegetación desbordante, con sus palmeras que hablan de un clima fértil y exuberante que trata, sin lograrlo, de desmentir tanta melancolía.
La cadencia perezosa de unos boleros que impregnan el aire de voluptuosidad y de olvido. Él, tratando de olvidar, sin nada que esperar. Ellas, abocadas a amarle sin esperanzas, atravesadas por el desengaño. ¿Por qué a menudo se ama lo que no se puede poseer? ¿Por qué esa tendencia a aferrarse a lo que jamás habrá de pertenecernos? Y otro hombre, fascinado por el aura trágica del protagonista, por su desgraciado tránsito por la vida, envidiando tal vez su irresistible atractivo para las mujeres, que emana de ese aire fatal que desprende... Deseando, como un perro desvalido, recoger las sobras que el otro va dejando, los fragmentos de corazones partidos que van tapizando el suelo tras su paso.
Todos persiguen quimeras que les esquivan.
La oportunidad ya hace mucho tiempo que se escurrió, y no regresará. Sólo queda caminar sobre el vacío. O volar, volar sin parar, sin posarse sobre el suelo, como el pájaro de la leyenda. Que sólo toca el suelo cuando muere.
Vivoleyendo
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29 de noviembre de 2007
34 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wong Kar-Wai preparaba el camino para llegar a su obra cumbre. "Days of Being Wild" parece un anticipo de lo que más tarde fue "Deseando amar", las más preciosa y poética de sus obras.

"Días salvajes" nos cuentan dos historias de amor de Yuddy (Leslie Cheung), un Latin lover hongkonés que deja a una encargada de una tienda de un campo de fútbol para empezar una relación con una bailarina de club. Yuddy es un hombre que utiliza a las mujeres y se desprende de ellas con facilidad. Lo único que le preocupa es saber quien es su verdadera madre.

Wong Kai-Wai desliza su cámara con la ayuda del inmenso Christopher Doyle, quien siempre da un enfoque exótico con su fotografía. La música ayuda a mostrar un Hong Kong más cálido. Las relaciones entre todos los personajes se muestran, de esta forma, como más cercanas e íntimas. Yuddy con su madre, con la encargada, con la bailarina. La encargada con Yuddy, con un policía, con la bailarina. La bailarina con Yuddy, con la madre y con la encargada. Finalmente el policía, que acaba siendo Marino, con la encargada y con Yuddy en otro país, Filipinas.

Al final todos están conectados y todos padecen las consecuencias de haber compartido un "pedazo" de vida con los otros. Es cierto que la película es muy poética pero no llega al ingenio, la originalidad y la belleza de "Deseando amar". Además, "Días salvajes" tiene enormes lagunas en las que no pasa nada de interés, y ni la hermosa fotografía de Doyle, ni la expresividad de Wong Kar-Kai sostienen el film.

"Días salvajes" es sin duda un gran film, pero que en ocasiones se siente hueco e insustancial, aunque los últimos minutos del film, la estancia en Filipinas, hacen que te olvides de lo negativo para quedarte con lo bello y poético de "Días salvajes".
Sersolo
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11 de junio de 2005
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película dirigida por Wong Kar-Wai, que en este caso consigue elaborar una obra visualmente muy atractiva, a la que dota de un ritmo suave y sensual, con la ayuda de una música tomada de los años 60, envolvente, estimulante y nostálgica, que culmina al final con la inevitable "Perfidia" tan característica de aquellos años. La historia que narra es una historia dramática de búsqueda del amor por parte de un joven que descubre que su madre le abandonó en manos de una prostituta, que hizo las veces de madre y que se niega a revelarle el nombre de la que fue su madre biológica. El desagarro emocional que este hecho produce en el protagonista le lleva a buscar más que el amor que necesita, la satisfacción que le produce la lucha que se entabla entre dos muchachas por conseguir su amor. El camino que emprende le lleva, de nuevo, al abandono y a la soledad. La narración está hecha con maestría y con convicción. La cámara presenta unos encuadres muy plásticos, atractivos y seductores. Se considera que esta obra es la primera de una trilogía que se completa con "Deseando amar" y "2046". Imprescindible para todo cinéfilo que se precie.
Miquel
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4 de octubre de 2008
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores actualmente serán tan meticulosos y minuciosos como este maestro hongkonés de la realización, que tan prolíficos resultados ha dado durante la última década. Porque lo cierto, es que pocas cosas necesita Wong Kar-Wai para realizar un, como mínimo, interesante film, pues domina a la perfección los diversos ámbitos de la dirección: Sus movimientos de cámara, en ocasiones pausados y sinuosos, esos magníficos planos que centellean entre secuencia y secuencia, las brillantes bandas sonoras que escoge para cada una de sus piezas, el trabajo con la iluminación y el color dentro de los decorados...

De este modo, pocos elementos más necesitan confluir en su cine para realizar cintas verdaderamente loables. Sin embargo, este es uno de los casos más interesantes, pues el guión escrito es una auténtica maravilla, dramático y con una gran carga emocional que los diversos actores plasman en pantalla con un aplomo y una solidez impresionantes, logrando trazar una historia intensa y de grandes rasgos y, obteniendo así, una obra exquisita para el espectador.

Quizá uno de sus principales defectos (y de los pocos que tiene), sea su inicio, un tanto disperso, que luego se va viendo mejorado gracias a pequeños giros en el transcurso de la trama, dando lugar a momentos mágicos y de ensueño, además de hacer de este, uno de los trabajos más completos y elaborados del director de la sublime “In the mood for love”. Sin lugar a dudas, otra enorme obra del señor Kar-Wai, que ofrecerá situaciones de lo más deliciosas a cualquier seguidor del cine más personal y jugoso de dicho realizador.
Grandine
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