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El palacio ideal

Drama Francia, finales del siglo XIX. Joseph Ferdinand Cheval (Jacques Gamblin) es un cartero que viaja todos los días por las aldeas de la región de Drôme. Un día conoce a la mujer de su vida, Philomena (Laetitia Casta) y de su unión nace Alice, a quién amará más que a nadie. Por ella, Cheval se propone un objetivo: construirle con sus propias manos un increíble palacio. Pese a las dificultades, Cheval no se rendirá y dedicará 33 años a ... [+]
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
1 de abril de 2020
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Niels Tavernier construye una historia modesta que avanza lentamente al ritmo de su héroe, un hombre humilde y tenaz. Con mucho coraje se enfrenta a toda clase de adversidades que se le van sucediendo a lo largo de su vida. Todo ello con una personalidad introvertida y soñadora, pero con algún problema tipo síndrome de asperger o autismo.

Ferdinand Cheval nació en 1836 en el pequeño pueblo de Charmes, muy cerca de Hauterives. Después de haber sido panadero y agricultor, se convirtió en cartero. En 1878, fue asignado a la zona, donde realizaba diariamente un recorrido de más de treinta kilómetros campo a través. Durante sus largas horas de caminata, soñaba con construir un palacio. En 1879, el año del nacimiento de su hija Alice, durante su entrega por correo, tropezó con una piedra y ese fue el comienzo de su sueño. Ayudado por su fiel carretilla, decidió recoger un gran número de piedras y se convirtió en albañil y arquitecto a la vez. Para sus vecinos del pueblo, él es solo un hombre raro y medio loco, pero el amor por su hija le harán superar estas burlas. 

La dureza de la vida en aquella época en las zonas rurales antes de la primera guerra mundial queda evidente en el film, todo un drama humano que queda bien reflejado en las interpretaciones de los dos protagonistas, Jacques Gamblin y Laetitia Casta.

Una bonita historia sobre el espíritu humano y como es capaz de lograr sueños imposibles construyendo con sus propias manos cosas bellas. Recuerda mucho la historia del español Justo Gallego que durante 55 años ha construido el solo una catedral en Mejorada del Campo (Madrid).
Destino Arrakis.com
videorecord
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6 de noviembre de 2020
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante 33 años de su vida, un cartero de la región francesa de Drôme se dedicó a construir un palacio para su hija. Para aquellos que, como muchos, desconocieran este pequeño y maravilloso hecho, El palacio ideal llega para contárnoslo.

El film narra con templanza la triste e inspiradora vida de Joseph Ferdinand Cheval. Con la necesidad de abarcar la totalidad del logro del protagonista, la trama se inicia muy rápido y las acciones casi se pisan unas a otras. No obstante, a medida que vamos acompañando a este memorable personaje, el tempo se va ralentizando en un intento de convertirse en un relato envolvente –sin llegarlo a ser totalmente–.

Asimismo, Jacques Gamblin mantiene con éxito la atención del espectador. Con una convincente interpretación, Gamblin es capaz de dotar del carisma necesario a este tímido cartero; reflejo de un espíritu solitario y personificación de la bondad.

Estamos ante uno de esos individuos que, como bien podemos ver, mira al mundo con otros ojos. Sin embargo, Nils Tavernier acierta a la hora de humanizarlo y no abordarlo en primera persona. De esta manera, el público es testigo tanto de su genialidad como de su humanidad. No hay necesidad de exaltar la figura de Cheval, su propio legado se encarga de ello.

Todo esto se completa con una tímida fotografía y una bonita banda sonora. La primera fascina en esos tremendos planos generales de las montañas, pero pasa desapercibida en todo el resto. La segunda se amolda perfectamente a la narrativa, haciendo inevitable no emocionarse al escuchar alguna de sus piezas.

El palacio ideal es una película para permitirnos soñar y recordar que la dedicación y el amor pueden acercarnos a dónde queremos llegar. Y, sin ser un gran biopic, es una inolvidable carta de amor a Cheval, a su obra y a su vida.

www.contraste.info
Revista Contraste
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3 de noviembre de 2020
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Pinceladas de realidad

Hay películas biográficas que nos invitan a descubrir lo que se esconde detrás de personajes históricos poco conocidos. Tal es el caso de El palacio ideal, que vierte luz sobre la figura de Ferdinand Cheval, un cartero francés que falleció hace ya casi cien años y al que muchos espectadores tendrán la suerte de conocer gracias a la película.

Aunque sean muchos los largometrajes que están basados en hechos reales, sabemos que la industria tiende a exagerar la realidad hasta desdibujarla por completo. En El palacio ideal, parece ocurrir todo lo contrario. Esta producción francesa es tan sobria que sería fácil imaginar que cada uno de sus planos es un fiel reflejo de la que fue la vida del protagonista. Sin embargo, se sabe muy poco acerca del cartero Cheval y de las razones que le llevaron a trabajar durante décadas en la construcción de su palacio. Nils Tavernier, director y coguionista de la cinta, relata una realidad que nos empuja a ir más lejos de los títulos de crédito y a hacer las pesquisas necesarias para trazar la línea que separa a El palacio ideal de la verdadera historia del cartero Cheval.

*Retratos

Es indudable que El palacio ideal pone el foco de atención en su protagonista y, en consecuencia, carga una gran responsabilidad sobre los hombros del actor que le da vida. Jacques Gamblin, al que hemos visto en títulos como Hipócrates o El primer dìa del resto de tu vida, acepta el reto y hace honor al cartero Cheval. La postura, miradas y movimientos de Gamblin compensan los silencios de su personaje y consiguen atraer nuestra atención hasta hacernos pensar que conocemos a fondo al hermético Cheval.

Acompañando a Jacques Gamblin está la modelo y actriz Laetitia Casta (Un hombre fiel). Su interpretación y la calidez de su personaje contrastan con el hermetismo y la frialdad del protagonista. Es por esa razón que el espectador no tendrá dificultad alguna en identificarse con la esposa del cartero desde el inicio de El palacio ideal. Al fin y al cabo, es ella la que observa la hazaña de su marido como lo hacemos nosotros: incrédulos, críticos y también esperanzados.

*Paisajes en celuloide

Visualmente, El palacio ideal es una película extremadamente evocadora. La fotografía y la iluminación dibujan paisajes que nos transportan a un tiempo pasado. La posibilidad de rodar en el palacio que construyó Cheval y en la comarca que este recorrió día tras días durante los muchos años que trabajó como cartero, nos ayudan a adentrarnos en esta romántica versión de su historia. Asimismo, los 50 años que transcurren se ven reflejados en un vestuario minuciosamente diseñado. Y para envolver estos elementos cinematográficos tan clave en una película de época, Nils Tavernier cuenta con una delicada banda sonora compuesta por los hermanos Colleu.

*Piedras en el camino

Abarcar 50 años de historia en menos de dos horas de metraje es el único obstáculo que los creadores de El palacio ideal no han podido superar. Como resultado, el largometraje se siente fragmentado. A medida que avanza la historia, confiamos en que Tavernier se detendrá en una etapa clave de la vida de Cheval para explorarla a fondo. Sin embargo, ese momento nunca llega. Todas los hechos que transcurren en los últimos 50 años de la vida del cartero parecen ser igual de importantes. Por ello, reciben el mismo nivel de atención, que resulta ser insuficiente.

El paso apresurado al que avanza El palacio ideal empieza a pasar factura tras la unión entre cartero Cheval y su segunda esposa. Hasta ese momento, Tavernier logra presentarnos a los personajes de forma pausada y muy acorde con la época en la que transcurre la acción. Una vez que Alice, la hija de los protagonistas, empieza a cobrar cierta importancia y Cheval se pone manos a la obra en la construcción de su palacio, las escenas se suceden de forma atropellada y parecen quedar a medias. Es debido a este fallo en el ritmo de El palacio ideal que la película resulta más larga de lo que en realidad es y nos impide conectar con algunos de los personajes que entran y salen de la vida de Cheval.

*Conclusión

A pesar de hacerlo a un ritmo acelerado, nada de lo que nos cuenta Nils Tavernier en El palacio ideal sobra. De la mano de Jacques Gamblin en una de sus mejores interpretaciones, el espectador tendrá la impresión de haber conocido al cartero Cheval, cuya historia es digna de ser recordada. Y qué mejor forma de hacerlo que con una cinta cuidada que rebosa admiración por su protagonista y nos invita a recorrer su Palacio ideal.

Escrito por Esther Alvarado
Cinemagavia
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16 de noviembre de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Arte bruto es algo sumamente interesante y especial.
Pues pienso que son seres especiales los tocados en la forma de expresión que elijan.
Esta película muestra con un gusto exquisito y una sensibilidad extrema este tema.

De hecho quiero recomendar otra película que retrata otro caso de Arte Bruto, en Francia también y en una época parecida. "Séraphine" 2008'. En este caso es la pintura. Basada en hechos reales, también.

Sobre la película del cartero, no voy añadir apenas nada, pues las 5 críticas que hay están muy bien construidas y ya dicen todo lo que hay que decir. Así para que voy a añadir o repetir lo que ya está dicho.

Si decir, que a mí, en absoluto se me hace larga y la recreación de época muy conseguida.
El juego mágico de miradas entre los actores resalta la gran compenetración entre ellos y la sobresaliente sensibilidad con que el director capta esas sutilezas en un instante. Algo muy difícil de conseguir.
Eso son fogonazos de cine con Mayúsculas. El ingenio de las miradas. Arte puro.
Loable y meritoria recreación de un caso real.
Filmada en los lugares dónde sucedió.
Zappianin
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7 de noviembre de 2020
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay semana en la que no llegue una película francesa a los cines españoles, teniendo en cuenta que son proyectos que atraen al público de mediana edad y a los más mayores, y un ejemplo es esta propuesta que viene abalada por su éxito en Francia, en donde obtuvo una recaudación de más de 5 millones de Euros.
Se trata del nuevo trabajo en la dirección del actor, cineasta y guionista Niels Tavernier, hijo del gran Bertrand Tavernier, que está inspirada en una historia real que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, que tiene como protagonista a un cartero que vive en una pequeña localidad del departamento francés de Drôme, y que en su trabajo diario va entregando las cartas a los vecinos de esos pueblos, y que es bastante tímido y no quiere relacionarse con la gente, lo que llega a su punto álgido en el entierro de su mujer, que vemos en los minutos iniciales, al que no quiere acudir porque tiene miedo a enfrentarse a la realidad de dar la cara en ese momento tan duro.

El protagonista se tiene que quedar a cargo de su hijo Cyrille, y por otro lado tiene que seguir viviendo, olvidando la tragedia familiar, y para ello en su ámbito laboral acepta una ruta más larga lo que le lleva a entregar cartas a localidades más alejadas de su casa familiar, y en una de ellas conoce a una joven mujer llamada Philomène, que con el paso de los años terminará siendo su mujer. El personaje es conocido más de un siglo después por haber construido un palacio lo que le llevó 33 años de su vida y que en la actualidad es considerado un Monumento histórico.
La película es bastante irregular ya que, después de una buena presentación de personajes, se pierde a la hora de abordar la trama central y las diferentes situaciones secundarias que giran alrededor del cartero.
El desarrollo de la historia, que sigue un orden cronológico, tiene unos saltos temporales en algunos casos muy largos, en especial en la parte final, y no termina de contar bien algunos temas a priori interesantes, ni desarrolla bien a los personajes de la mujer e hija del protagonista.

A nivel interpretativo me convencen las actuaciones, tanto de Jacques Gamblin en el papel de Joseph, que consigue transmitir de manera contenida, excepto algunas situaciones en la segunda mitad, y está creíble en un papel nada sencillo. Por contra, nos encontramos con el trabajo de Laetitia Casta que está magnífica en un personaje mucho más impulsivo como el de Philomène, y que la actriz francesa saca adelante sin necesidad de exagerar.
Esas dos actuaciones son una parte importante de que el proyecto mantenga el interés, pese a lo irregular del guion y el montaje, a lo que podemos unir su gran nivel en los aspectos técnicos y artísticos, en especial la dirección artística en donde se cuidan al máximo todos los detalles teniendo en cuenta que nos encontramos ante una película de época, y que cuenta con un trabajo de las técnicas maquilladoras y peluqueras, que consiguen hacer creíbles el envejecimiento de los personajes.
Una propuesta que cuenta una historia dramática, pero también hay mucho romance y unas escenas en donde el personaje muestra un gran espíritu de superación.
Una película fácil de recomendar a los que disfrutan con el cine francés actual, y que puede aburrir a los que buscan un cine no tan convencional.

LO MEJOR: El maquillaje y peluquería. Las actuaciones de Jacques Gamblin y Laetitia Casta.
LO PEOR: Su excesiva duración.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net y http://habladecine.com
WILLY74
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