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Senso

Drama. Romance Año 1866. Livia, una bella dama de una aristocrática familia italiana, vive un intenso romance con el teniente Franz Mahler, un oficial del ejército austriaco, en plena guerra de independencia italiana frente a Austria. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
7 de febrero de 2010
47 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto largometraje de Luchino Visconti (“Obsesión”, “La tierra tiembla”, “Bellísima”), el primero en color y el primero de la prolongada colaboración de Visconti con la escenógrafa Suso Cecchi. El guión, de Suso Cecchi d’Amato y L. Visconti, con la colaboración de Tennessee Williams y Paul Bowles (diálogos en inglés), adapta el relato breve “Senso” (1883), de Camilo Boito (1836-1914). Se rueda en escenarios naturales de Venecia, Verona, Vicenza (Villa Godi Valmarana), Teatro La Fenice (Venecia), Solferino (Lombardía) y en los platós de Titanus Studios (Roma). Nominado al León de oro (Venecia), gana el Nardo d’Argento/Silver Ribbon de fotografía. Producido por Claudio Forges Davanzati para Lux Film, se proyecta por primera vez en público en septiembre de 1954 (Fest. Venecia).

La acción dramática tiene lugar en Venecia, Verona, la finca familiar de Aldeno (Trentino-Alto Adige), el campo de la batalla de Custoza y alrededores, en 1866, a lo largo de 2/3 meses de la primavera, prolongados hasta el 24 de junio. La condesa Livia Serpieri (Valli), de unos 22 años, siente gran afecto por su primo, el marqués Roberto Ussoni (Girotti), patriota, organizador de la manifestación popular en el Teatro La Fenice. Quiere evitar por todos los medios el duelo desigual de éste con el teniente austriaco Franz Mahler (Granger), a quien ruega que desista del reto. Ella es garibaldina, atractiva, joven, apasionada y celosa. Franz es apuesto, seductor, mujeriego, oportunista, irresponsable y carente de principios.

El film suma drama, historia, romance y guerra. Cronológicamente se sitúa en los últimos meses de la ocupación militar por parte del Imperio Austro-húngaro de la Lombardía y el Veneto y en el inicio de la creación del nuevo estado de Italia bajo el liderazgo de Giuseppe Garibaldi (1807-1882), héroe de la unificación junto a Giuseppe Mazzini, Cavour y Victor Manuel II. Exalta la acción de los patriotas garibaldinos, las manifestaciones de afirmación patriótica y anti-austriaca, la ópera, la figura de Verdi como icono del patriotismo italiano y la música del compositor austriaco Gustav Mahler (1860-1911). Muestra la agonía y la decadencia de la aristocracia como clase dominante, a causa de su insolidaridad, individualismo, codicia y colaboracionismo con el enemigo. La decadencia de la aristocracia brinda la oportunidad para que se impongan los sentimientos del pueblo llano, compuesto de trabajadores del campo y la ciudad, a favor de la independencia, la justicia, la libertad y la solidaridad.

La película desarrolla un melodrama clásico de pasiones arrebatadas, sentimientos desgarrados, relaciones movidas por la crueldad y el despecho, emociones exasperadas y frustraciones dolorosas. El hilo conductor viene dado por una pasión autodestructiva, no sometida a control, que engendra deslealtades, traiciones y venganzas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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17 de septiembre de 2010
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
El aristocrático Luchino Visconti dirigió a la no menos aristocrática actriz Alida Valli, nombre artístico de la baronesa de Markenstein Frauenberg.
Como interludio entre sus espléndidas incursiones en el reputado género neorrealista (magnífica dirección de obras como “La tierra tiembla” o “Bellísima”), el conde de Lonate Pozzolo giró hacia los ambientes en los que había nacido. Si algo hace especial a Visconti, entre otras cosas, es su lucidez para captar y mimetizarse con diferentes y muy dispares realidades sociales y políticas que acontecieron en su país. Como descendiente de sangre noble, entendía y tal vez compartía las tribulaciones de aquellas dinastías de elevado linaje cuyo prestigio y poder fue derribado por las luchas unionistas de los revolucionarios, encabezados por Garibaldi, que reivindicaban la unificación de la desmembrada Italia. La caída de aquel preeminente, intocable y hermético círculo de sangre azul quedaría bien reflejada en la nostálgica “El gatopardo”, en sus formatos de novela (la única de Giuseppe Tomasi di Lampedusa), y la película de Visconti. Pero el realizador igualmente se metía en la piel del sector radicalmente opuesto, el pueblo llano. Nada más puramente representante de la población de a pie que sus actores no profesionales, o que su musa Anna Magnani. Curioso el extremo contraste entre la vecina de barrio del montón que la magnífica Magnani representó en “Bellísima”, y la refinada condesa trentina a la que Alida Valli daría vida tres años después en “Senso”.
En este drama de época, Visconti tantearía el tema de la unificación nacional como fondo de un trágico romance entre una condesa italiana y un soldado de la ocupación austríaca. Al principio, ella defiende la causa revolucionaria, la expulsión de los invasores y la independencia, pero se enamora de un joven militar austríaco y a partir de entonces todo queda en un segundo plano, muy lejos de lo que la lleva en volandas, que es su amor secreto. Muchos obstáculos están en contra: ella está casada, y él es del bando enemigo.
La trama, vista desde la pasión de la dama, toca unos momentos candentes en la historia italiana, una época revuelta de inminentes cambios en la que el Antiguo Régimen tocaba a su fin, pero esboza además otras cuestiones, como los matrimonios de conveniencia en las clases altas que conducían a la insatisfacción y el adulterio, la ceguera del amor que se presenta en una mujer tras el hambre de una sequía interminable, el engaño y la maldad, pero sobre todo, que un minuto de pasión manda al diablo ideales, política, país, estúpida y maldita guerra, marido y la madre que los parió. Que le pongan a la fogosa condesa un mozo bien plantado que le dé un buen revolcón, y ya sabemos dónde van a parar la prudencia, la honra, la posición y todas las aburridas prevenciones que resguardan la virtud de una dama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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30 de marzo de 2010
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Queda sobre el lienzo un cuadro, lleno de belleza pero más frío que el gazpacho. Estamos a lo de siempre y a lo de siempre vamos: Luchino Visconti cuanto más cuida el contenido, menos se preocupa por el continente. Obtenemos un trabajo que va a ratos, con momentos espectaculares (como el inicio en la ópera, los soldados entre los henares...) pero que en su conjunto, no me llega a trasmitir mucha emoción.

Guión melodramático, que busca exteriorizar las pasiones humanas a través de unas interpretaciones artísticas más cercanas al teatro que al arte cinematográfico, dando la sensación de más artificio en la propuesta: las miradas clavadas en la cámara, las vestiduras rasgadas por los celos, la cabeza gacha esperando a que se derrumbe el mundo o ¡Venecia se hunda de una vez por todas!

Con “Senso” Visconti dará un giro a su carrera alejándose de la etapa neorrealista para estudiar el comportamiento humano siempre desde un momento puntual de la Historia. Ejerce Visconti de guía de sala, señalando con el dedo los cuadros que se hayan colgados en las abovedadas habitaciones y narrando con pericia, los hechos acontecidos en la plaza. Falta como dije, que al mismo tiempo que narra, consiga transmitir como en su etapa neorrealista, cuando las alfombras y las cortinas no lucían tanto. Quedan para el futuro las bellas imágenes en sintonía con las partituras musicales (7ª sinfonía de Bruckner y la ópera “Il Trovatore" de Verdi), la mirada penetrante de Livia Serpiere (Aida Valli) y las desvencijadas calles de la siempre crepuscular Venezia.
Chagolate con churros
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26 de enero de 2010
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera incursión de Visconti en el cine de alta cultura tras tres películas próximas al neorrealismo. Pasarían varios años más hasta la siguiente de tono similar, " El Gatopardo", y terminaría su carrera forjando ese estilo por el que hoy es más recordado gracias a obras como " Muerte en Venecia", " La caída de los dioses", o " El Inocente".
Lo que sucede es que a mí me gustan más sus películas modestas, a pesar de no ser tan propias del autor. Si hasta " El Extranjero" , rodada en 1.967, disfruté con todas ellas a excepción de " Senso", a partir de ese año tan solo lo hice con " El Gatopardo " y " Confidencias".
Esto se debe fundamentalmente a las mismas razones por las que no me entusiasma " Senso", a pesar de su prestigio. Trata sobre el exaltado amor que una aristócrata italiana casada y partidaria de la unificación siente por un teniente austriaco vividor, y todas las calamidades que ha de sufrir la dama por ello.
El argumento puede ser melodramático, pero el tratamiento de Visconti es totalmente operístico. Cierto es que el despliegue escenográfico es espectacular, riquísimo. No es simplemente un decorado, sino la recreación de un paisaje por alguien muy familiarizado con él. Tan solo Visconti, y si acaso Ophuls, hubieran podido ser capaces de plasmarlo con tanta brillantez.
Pero el resto es absolutamente excesivo. Y es que parece seguir más las leyes operísticas que las cinematográficas; probablemente esto se busque deliberadamente, pero a mi juicio no se obtienen buenos resultados.
Las cosas suceden porque así lo manda el narrador, no porque éste se preocupe de llevarnos hacia ellas. No hay ritmo como tal, sino un montón de clímax apenas seguidos de breves momentos que hacen las veces de recitativos en el género lírico. Y la interpretación de Alida Valli, desatada y efusiva, es más propia del teatro o del cine mudo que de 1.954. En cuanto a Farley Granger, casi se agradece que no tenga capacidad de expresión, pero no tiene la presencia seductora que requiere su personaje. La música de Bruckner tiene una gran fuerza romántica, pero más que ayudar al desarrollo de la película contribuye a ahogarla.
En definitiva, espectáculo grandilocuente, casi de guiñol, de colosales sentimientos en apariencia, pero que examinados en profundidad están construidos con una gran simpleza.
De no ser por su puesta en escena, no sería superior a los melodramas de época que solía interpretar Martine Carol en Francia y que tan criticados fueron por los autores de la " Nouvelle Vague".
Muy distinta de " Rocco y sus hermanos", muy inferior a " El Gatopardo".
juanito
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4 de febrero de 2006
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi hace muchos años, por primera vez, Senso, tenía un título horrible: Livia, la amante perversa. Una década después la volví a encontrar en un cine club de Lyon. El deslumbramiento fue el mismo. Visconti logra en el filme una simbiosis entre el cine y la ópera y consigue una obra radiante y terrible, como son las mejores del género lírico musical.
La Valli está en su mejor momento, desgarrada, trágica, maravillosa. ¿Por qué a la gente de la época se le ocurrió que tenía que ser una Garbo? Si ella era única y no se parecía a nadie.
¿Quieres ver una película inolvidable? Esta es, puedes creerme.
Jorge Dávila
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