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España España · madrid
Críticas de juanito
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Críticas 30
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
18 de septiembre de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una olvidada incursión de Fritz Lang en el cine de serie B de la que siempre guardó un infausto recuerdo. Producida por la Republic, el hecho de que fuese un estudio pequeño no le permitió trabajar con mayor libertad, sino que tuvo que soportar injerencias ajenas en su trabajo ( pretendía que la víctima fuese negra y tuvo que matar a una blanca) . A priori era un simple producto de intriga, sin más. No tenía pretensiones sociales ni políticas, no se apoyaba en ninguna estrella y menos aún en un guionista de renombre. Costó poco y recaudó poco, resultando un fiasco comercial en Estados Unidos y frenándose entonces su distribución en otros países europeos. Fracasada en los mercados y sin prestigio, Lang la consideró uno de los peldaños más endebles de su carrera y esto contribuyó a enterrarla todavía más.
Por eso resulta curiosa. A pesar de su escasa repercusión, puede considerarse una obra característica de su autor. Un escritor fracasado y sinvergüenza aprovecha la ausencia de su mujer para intentar seducir a su criada; ella le rechaza, y en medio del forcejeo posterior le da muerte. De repente pasa de ser un simple bribón más a un asesino al que el revuelo le otorga éxito profesional, e involucra a su hermano en su crimen rogándole que le ayude a desembarazarse del cadáver. Otra maldad más, puesto que muchas de las sospechas parecen desviarse hacia el hermano. Con este planteamiento se abre la película, y el desarrollo de la misma incide en cada uno de los caracteres. Brillante y divertido el estudio del asesino, no un Mabuse ni un M, pero sí plenamente perverso como algunos de los malos de las películas de Lang ( recuerda a Dan Duryea en Perversidad o La Mujer del cuadro). No obstante, este hombre no tiene moral pero sí recuerdos; sin afecto para brindárselo a nadie, su crimen tampoco le preocupa, pero el recuerdo del mismo se le presenta y atenaza hasta el final. Este personaje es casi un prototipo en la obra de Lang y quizás el único verdaderamente trabajado. De menor enjundia son la pareja que completa la terna protagonista, su mujer y su hermano, que se limitan a cumplir dramáticamente el papel que les asigna la historia.
No se presta esta película a esa desnudez formal tan típica de alguna de sus películas("Más allá de la duda" o "Mientras Nueva York duerme"), sino a otra de una exuberancia escenográfica mayor, la propia de un caserón siniestro al borde de un río eterno y maléfico. Con esto y ayudándose de una expresionista iluminación va desarrollando una película lúgubre, a la que el hecho de estar un pequeño estudio detrás parece ennegrecerla aún más. Igualmente el ritmo es de pura serie B, apresurándose al desenlace sin tiempo para detenerse en nada que no sea esencial.
Los críticos recalcitrantes quizás echen de menos mayores transgresiones aprovechando las ventajas de la pequeña producción; la prueba de que el cine de estudios no era tan malo, sino todo lo contrario.
juanito
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7
21 de marzo de 2011
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No es una película de suspense o política, sino un verdadero drama; muchos de los que acuden a ella quedan sorprendidos, e incluso decepcionados, por entregárseles algo distinto de lo que esperaban. Sean Penn encarna a un verdadero incompetente, un hombre incapaz de triunfar en cualquier sociedad moderna y menos aún en aquella que glorifica al triunfador y ninguna al fracasado. Como profesional es ingenuo y apocado, un vendedor de muebles sin persuasión alguna que no logra adoctrinarse ni con las enseñanzas de su jefe ni con rutinarios manuales de técnicas de venta. Como marido es ridículo, fue afortunado una vez por casarse con Naomi Watts y hoy resulta ilusorio lograr una reconciliación por mucho que él la mendigue. Apenas tiene amigos o vida social, si acaso Don Cheadle, un negro que acepta resignadamente su malvivir. Y por supuesto, sin sensibilidad suficiente para poder apreciar algo que vaya más allá de una vida puramente material.
Pero este hombre desgraciado ha oído campanas sobre el sueño americano y la armonía universal, y fantasea sobre proyectos ilusorios olvidando que no tiene posibilidades de encaramarse a ellos. Poco a poco despierta de esos sueños para caer en pesadillas: No es él el culpable de su fracaso, sino la sociedad que no lo integra. Por eso planea el magnicidio de una de las figuras señeras de ella.
Inspirada en hechos reales, toda la película no es más que ese progresivo deterioro del protagonista, no a la manera de " Taxi Driver", sino narrada con mucho más recogimiento y parsimonia. Apenas tiene acción como tal, ya que los monólogos desbarrados de Sean Penn constituye una parte importante de la misma, y quizás esto reste algo de vigor; su miserable vida bastaba y sobraba para hacerlo enloquecer, y resultan mucho más amenas y explicativas las secuencias que muestran a Sean Penn intentando abrirse al mundo que despotricando contra él ( aunque no le otorguen tanto lucimiento como actor) . Quizás el ritmo se vea igualmente ralentizado a causa de ello, pero la película me gusta por forma tan cruel y sincera con que aborda el asunto.
La historia la pueblan pocos y distintos individuos, en su mayoría pobres diablos que no pueden hacer otra cosa más allá de sobrevivir, esforzándose por lograrlo. Y el magnicida no es mejor que todos ellos, es simplemente más frágil. No por ello se convierte en alguien sensible, sino en un débil. Y ya sabemos el daño que pueden causar los hombres débiles.
Una verdadera pintura negra de un director del que no he vuelto a tener noticias, y cuya sonora producción daba a entender un producto bien distinto del que resultó. Sacada a flote por el propio Sean Penn a la búsqueda de un papel mayúsculo- prácticamente no hay escena en que no aparezca- tuvo problemas por coincidencia con el 11-S y fue postergado su rodaje. Esta expectación no favoreció en nada a a la película, que pasó sin hacer mucho ruido. A sabiendas de lo que se va a ver, resulta una película muy interesante.
juanito
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8
28 de enero de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para algunos la primera gran obra maestra de Melville, " El confidente" contiene ya todas las marcas de su director que posteriormente repetiría en todas sus películas negras y que le otorgaron una reputación que no ha dejado de crecer con el tiempo. No adscrito a la " nouvelle vague" y anterior a la eclosión de esta, fue sin embargo muy apreciado por sus integrantes. Supongo que la razón de esta estima es que Melville es un " autor" en toda la amplitud del concepto y que se forjó en un estilo absolutamente propio; lo paradójico es que la admiración de Melville se posaba en los denostados "artesanos", tales como Robert Wise, William Wyler, o las meras películas de género.
Cineasta obsesionado por la cultura norteamericana urbana, y en especial con aquella forma de vida que él mismo se había forjado a partir de una grandísima cantidad de películas, su intención no fue más que incorporarla a las suyas propias. Crea un cine que no se agarra a la Francia de su tiempo, sino al Manhattan que tiene instalado en su cabeza y lo puebla de unos mismos estereotipos: el héroe de cine negro. Aquí es Belmondo, en otras Alain Delon, siempre el mismo: Trágico, silente, callado, íntegro, terriblemente estético, cualidades que no visten a un personaje, sino que encarnan un arquetipo.
Poco después vendrían análisis desorbitados de su obra, también provenientes de la crítica francesa: intentos de emparentarlo con el existencialismo o de convertir sus obras en tragedias griegas, aspiraciones que iban mucho más allá de las del propio Melville, cuya fundamental preocupación era entretener al público tal como lo lograban las películas norteamericanas.
" El confidente" narra las andanzas de un hombre al salir de la cárcel, sus enfrentamientos con la policía y el valor de sus amistades con sus compañeros del hampa, en síntesis, casi lo mismo que se cuenta en las siguientes sin que en esta haya un atraco de por medio. Con un ritmo siempre preciso, unos actores casi hieráticos - aunque con Belmondo quizás no saque el mismo partido que con Delon o Lino Ventura- y su romántica recreación de ambientes , consigue lo de siempre, una obra cautivadora.
Quizás no tenga la magnitud de los más grandes directores, pero sí que es uno de los que más atractivo ejercen; no me ocurre siempre lo mismo con alguno de los otros.
juanito
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7
19 de noviembre de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El señor de Saint Colombe, reputado virtuoso de la viola de gamba en la época de Luis XIV, jansenista y padre de 2 hijas, enviuda prontamente; desde este momento se entregará por completo a la música a espaldas del mundo, en una pequeña cabaña situada en su finca en la que enseñará la práctica del instrumento a sus hijas y posteriormente a Marin Marais, que se servirá de ese adiestramiento para establecerse en Versalles y gozar de sus placeres. Del primero apenas se conoce nada, mientras que del segundo poseemos su biografía, su obra integral, e incluso es también el que nos permite saber algo acerca de su maestro.
Se trata de una película deliberadamente artística; el segundo cuenta noveladamente la vida del primero valiéndose de una constante voz en off, y la escasez de episodios mundanos queda compensada por la febril mística con la que hace revivir el señor de Saint Colombe su difunto hogar. Para ello se vale de su música, la cual no es un conjunto de notas escritas sobre un papel o tocadas por un experto ejecutante, sino un lenguaje transcendente capaz de resucitar a su mujer; toda la esencia de su vida se aprieta en su casa, y llega a ella a través de su viola. De ahí su desprecio por la mundanidad, por Versalles, por la simple interpretación y hasta por la notación musical que nos hubiera permitido conocer su obra. Todo ello es mera materia que vulgariza su creación. Y es representada en unos planos claramente pictóricos, en que indisimuladamente se recrean cuadros de época para hacer las veces de escenario, donde el propio ritmo de la película se acompasa a la música del maestro: pocas notas, pocos hechos, a fin de que todos ellos alcancen su mayor expresión. No es la acción lo que hace más plena una vida, sino precisamente la inacción, ya que sólo ésta permite el adentramiento.
Dramáticamente se apoya en el contraste de dos caracteres: el maestro, grave y abstracto, y el alumno, hombre notable, pero hombre al fin y al cabo. Este último es encarnado inicialmente por un bello adolescente para terminar de ser plenamente versallesco cuando aparece gordo y empelucado interpretado por Gerard Depardieu. Es este el que narra su vida, el que admira al primero y el que quiere para sí la capacidad de comunicación que su maestro encuentra en la música. El éxito está al alcance muy pocos, pero esa inmersión en la música de casi ninguno.
Dirigida por Alain Corneau, realizador poco pródigo, original y en alguna ocasión excelente (Crónica negra), es una obra trabajada sin trampa ni cartón, rica en su austeridad narrativa y capaz de conmover.
juanito
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7
17 de octubre de 2010
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
A priori, una película del mismo estilo que las que Chabrol realizó entre finales de los sesenta y principio de los setenta de la mano del productor Andre Genoves y que constituye sin duda la mejor etapa de su obra: Un matrimonio burgués de provincias se verá azotado por una tragedia que volteará su plácida vida.
La apertura parece mostrar ya los mimos trazos: Ese matrimonio al cual cada uno de los cónyuges trae un hijo nacido en una relación anterior contrata a una asistenta para que sirva en su casa situada a las afueras de una ciudad de provincias francesa. Será esa asistenta, ayudada por una empleada de correos, las causantes de la tragedia.
Es decir, el escenario es el mismo, pero lo actores no son ya los mismos. Si el principal logro de Chabrol era mostrar cómo las virtudes de una encantadora vida burguesa van siempre acompañadas de unos vicios soterrados que cuando salen a ras de tierra son capaces de hacerla enfermar, en ésta ocasión todo nace de una agresión externa. Se pierde con ello lo más refinado y complejo de esas historias, que además de describir las contradicciones y peligros de la convivencia, el amor, la lealtad o el tedio lo integraban brillantemente en una narrativa en que tan lógica era una decisión como su contraria, disquisición que se hacía el propio espectador acompasado a la historia. Además, el suspense propio de un admirador de Hitchcock, siempre con arreglo a sus fórmulas.
No por ello es mala, sino simplemente inferior a sus grandes obras (“ La Mujer infiel o Al Anochecer, por ejemplo). Queda el acierto con que sabe recrear esa tensión, o más bien los prolegómenos de esa gran histeria que se va cociendo a fuego lento, pero de la que el espectador tiene certeza que se presentará. Es básicamente ésa la fuerza que hace caminar a la película y por la que uno se entrega a ella, ya que no existen los conflictos morales típicos de Chabrol. Un simple complejo de inferioridad por ser analfabeto o pobre bastan para odiar, y estas son razones suficientes que no necesitan más explicación. Es cierto y es verosímil, está bien narrada y va directa al corazón, lo que la convierte en una buena película. Pero a mi juicio no alcanza la gran categoría de las mejores de su autor.
juanito
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