Trágica obsesión

Un agente secreto es despedido de mala manera y toma un empleo en una casa de campo para catalogar mariposas con el dueño.
Una presentación de indudable interés llevados por un Trevor Howard como siempre perfecto, serio, muy inglés. En esa casa conocerá a la sobrina del matrimonio, y pronto se enamorarán, a pesar de que le advierten que ella padece ciertos desequilibrios al estilo de Ingrid Bergman en Luz que agoniza. Nosotros pronto veremos que el matrimonio esconde también extraños comportamientos. Unas secuencias de categoría que proyectan buenos augurios para el resto de la película.
Un crimen en la casa les hace huir y serán perseguidos por la policía y por el servicio secreto, los antiguos compañeros de él.
La huida se desarrolla de forma lineal atravesando tramos de la intriga ya con desigual fortuna narrativa. La pareja desamparada contra la maquinaria detectivesca y la jauría uniformada está bien expuesta pero falta un ápice de emoción.

Lástima que un final precipitado (e inverosímil) rebaje la nota de una película muy agradable y poco conocida de Ralph Thomas, autor de abundantes cintas aunque algo carente de personalidad. Rodada con un ritmo correcto y pausado en sus 3/4 partes, asistimos a una persecución sin tregua de nuestros héroes, Trevor Howard, un valor siempre seguro, y Jean Simmons, en cuyos ojos negrísimos uno desearía zambullirse para conocer sus más recónditos secretos. El B/N del gran Geoffrey Unsworth nos transporta a ese cine desgraciadamente muerto para siempre.

Con el prolífico director británico Ralph Thomas muchas veces me llevo una agradable sorpresa. No es un gran creador –él mismo lo reconocía- pero sí un director competente y enérgico, de gran oficio. Al fin y al cabo, había trabajado antes de ser director como montador o segundo director de primeros espadas como David Lean y Carol Reed, aunque su verdadera escuela fuese su trabajo como encargado de realizar los trailers promocionales para la Rank Corporation, que le dio una gran soltura y una capacidad narrativa que se aprecia en muchas de sus películas. Ninguna es una obra maestra –al menos la media docena que yo he podido ver- pero todas reúnen méritos suficientes como para para repasar su filmografía.

Aquí nos encontramos una de sus primeras producciones, un magnífico relato de carácter psicologista, lleno de misterio y suspense, con unas briznas de contenido romanticismo muy casto y británico. Un agente secreto de impresionante hoja de servicios, interpretado por Trevor Howard, comete un error que le obliga a abandonar el servicio y aceptar un excéntrico trabajo en el campo como clasificador de mariposas para una familia que parece ocultar algunos secretos. Allí conocerá a Sophie -Jean Simmons- que parece afectada por una enfermedad psiquiátrica y por la que sentirá una gran atracción. El asesinato de un criado parece implicarle a ella lo que provocará la huida de la pareja, que ocupa la mitad de la película, donde su experiencia como espía le resultará muy útil.

Con una tensión muy bien dosificada, un brillante montaje, un tono documental de gran viveza - las calles, los medios de transporte, el puerto- y un ligero perfume hitchcockiano con su obsesivo tema del “falso culpable”, Thomas consigue que nos interesemos por la peripecia de sus personajes y redondea un producto más que digno y de gran interés.

Buena película británica, realizada con pulso dramático, intriga in-crescendo y suspense mantenido.
Muy bien rodada, con sencillez en su puesta de escena, pero fluidos diálogos y estimables escenas donde el misterio del pasado de la protagonista se va desgranando poco a poco hasta llegar a un sorprendente final.
Interpretación excelente de la pareja protagonista, con una Jean Simmons preciosa, y un soberbio plantel de "secundario/as" británicos, componiendo de forma magnífica sus agradecidos papeles, todos ellos de gran importancia para la trama.
La fotografía en blanco y negro a cargo de Geoffrey Unsworth es de gran calidad y las tomas en el puerto y estación de tren de gran plasticidad que le otorgan total credibilidad con el trabajo y trajín diario continuo que tienen cada laborioso día.
Un film, creo que no muy conocido, pero que representa a la perfección la magnífica cinematografía británica de los cincuenta.

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Interesante y entretenido thriller psicológico y de suspense dirigido por Ralph Thomas, con un estilo --no es la única vez que lo hace-- a lo Alfred Hitchcock, y que trata una temática muy querida para el gran director: la del falso culpable con traumas psicológicos.

El argumento está desarrollado en tres claras partes, resultando magnífica la primera, con el conocimiento, por parte del espectador, de los personajes principales, así como del problema de índole mental, de amnesia, ya insinuado, y de otros sucesos claves en el devenir de la película.

Quizás la segunda parte, la persecución de los dos protagonistas a través de la campiña, del páramo y de un río --también muy del gusto de Hitchcock--, sea la más floja, a causa de su reiteración y demora.

Pero en la tercera parte se alza de nuevo el vuelo de la calidad, acentuándose la intriga, la emoción y la tensión narrativa, con la resolución del enigma criminal y del propio film, aunque de una forma algo brusca y precipitada.

Estamos, pues, ante una realización donde las teorías psicoanalíticas juegan un papel principal, y en la que una atmósfera, por momentos onírica, ofrece una eficaz diversión a los aficionados a la cintas inquietantes, de misterio psicológico, de investigación y de medida acción, con unos intérpretes estupendos y con un loable ritmo interno en la narración. Recomendable.