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Un atardecer en la Toscana

Drama La ganadora del Premio Nobel, Maria Linde (Krystyna Janda), una mujer judeo-polaca de espíritu libre que vive junto a su familia en la Toscana, mantiene un affaire secreto con un joven egipcio dueño de un hotel de la playa cercana. Cuando un suceso atroz sacude los cimientos de la vida de ambos, Marie se propone resistir ante la histeria que se ha generado a su alrededor. Decidida a cambiar las cosas, y aprovechando que recibe un premio ... [+]
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
23 de junio de 2019
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maria Linde emigró de su Varsovia natal a la Toscana italiana por motivos políticos, cuando a principios de los 80 las autoridades soviéticas decretaron la ley marcial en Polonia. Décadas después, es una poetisa galardonada con el premio Nobel que vive libérrima, feliz y perfectamente aceptada en Volterra, un precioso pueblecito próximo a Pisa y al Mediterráneo. Pero un impactante suceso acaecido en Roma va a sacar su vena contestataria, con múltiples consecuencias…

No lo parece al principio, pero estamos ante una política profundamente política, con ramificaciones de muy variada procedencia: el pasado familiar de la protagonista, judíos supervivientes al Holocausto; la orbitante presencia de una jaula ideada en recuerdo de la que mantuvo encerrado al poeta fascista Ezra Pound; la llegada de refugiados a Europa a través del Mediterráneo, recibidos de forma muy diferente a como fue acogida la propia protagonista cuando huyó del comunismo; la incidencia de la seguridad como un mantra en el primer mundo, máxime cuando se producen ataques contra símbolos de la civilización occidental… Difícil sospechar durante los primeros minutos de metraje, bucólicos y relajantes, la densidad sociológica que rodea a la historia que vamos a contemplar.

Y, personalmente, empatizo enormemente con la poetisa cuyas andanzas sigue Jacek Borcuch, director y guionista de la película. Incluso si mi sensibilidad ideológica estuviera alejada de la que expresa la premio Nobel Maria Linde, valoraría su valentía, su toma de partido contra viento y marea. Pero es que, además, firmo debajo de varios de sus postulados, como el referido a la hipocresía europea del postureo humanitario mientras se refuerzan las fronteras, o el que denuncia lo útil que resulta acojonar a la población para unas autoridades que a partir de ahí pueden hacer y deshacer a su antojo en nombre de la seguridad colectiva. Igualmente, me encanta su reflexión durante la entrevista primero rehusada, y después interrupta, cuando protesta con toda justicia ante el papel de guía moral que quieren endosarle, y del que se desembaraza con ese canto a la inmoralidad que tanto bien haría si se extendiera por la sociedad cuadriculada en que vivimos, por mucho que la queramos pintar de evolucionada.

Me gusta mucho de la película cómo entrelaza el contenido político con un desarrollo argumental que no saturará las sensibilidades de quien desee evadirse de reflexiones sociales y éticas durante la hora y media que va a pasar en la sala. Para ello, entreteje tramas coetáneas de índole familiar, literario o sentimental; y añade elementos muy disfrutables, como la estupenda banda sonora (que estoy escuchando mientras escribo) o la belleza de las imágenes del entorno de la casa de la protagonista, del valle donde se enmarca Valterra, o del propio pueblo medieval. A los dos minutos de metraje, con algo tan simple como una compra de pescado o unos preparativos para una fiesta de cumpleaños, el autor ya me tenía dentro de su historia, y la protagonista ya contaba con mi simpatía. Pura cuestión de atmósfera, de feeling, de gusto…

Aparte del desarrollo de la trama, que avanza por derroteros siempre interesantes y con un ritmo muy bien manejado desde el guión, hay varias veces a lo largo de la película en que sentí puntazos, esos espasmos de placer de butaca de cine que tan buen sabor de boca me dejan cuando se producen. Algunos de ellos tuvieron que ver con el efecto que produce la combinación de música y escenas muy sugerentes visualmente, y es que se agradece que los cineastas utilicen todo el caudal de posibilidades que les ofrece este arte, y no solo seduzcan a través de lo puramente narrativo. Hubo otras sacudidas de gusto que recuerdo: el discurso de Maria ante su asombrada audiencia municipal, con el suceso de Roma recién acaecido, me hizo incorporarme en la butaca, y no es una forma de hablar, sino una descripción verídica de cómo me eché hacia adelante como acto reflejo para intentar acercarme más a la emisora de aquellas estimulantes palabras, por chocantes, por afiladas y por cómo ponen el dedo en la llaga (si hubiera visto la película en casa, habría estallado en vítores y aplausos); la carta que escribe la esposa dirigida al marido y leída por la hija me pareció brillante, mucho más divertida que el gag más celebrado de cualquier comedia loca megataquillera de ésas que duran semanas, meses incluso, acaparando la cartelera; varias de las apariciones del egipcio guapete suponen momentos muy potentes, como la estrofa que se inventa sobre el significado del canto del gallo, el sensorialmente estimulante viaje a las profundidades de su antro, o la poderosa escena de la ruptura, expresada sin palabras explícitas, y rematada con ese zoom final muy logrado…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naroa Lopetegi
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23 de junio de 2019
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pude ver anoche esta película escrita y dirigida por Jacek Borcuch y ambientada en las bellas tierras toscanas, cerca de la antigua ciudad etrusca de Volterra. En el film, la protagonista es una mujer con caché y gran personalidad, una reconocida poeta que posee el galardón del Premio Nobel de Literatura. Vive una vida paradisíaca en su casa de campo. Toda la película gira alrededor de esta mujer ‘ficticia’ llamada María Linde y sus relaciones no siempre claras con las personas más cercanas y con una visión poco clara de la vida.

En el eje central de la historia están las relaciones familiares y amistosas de la protagonista, con el sello de una escritora con autoridad y respetada; su marido, hombre afable pero disminuido al lado de ella; la hija que ha ido a visitar a sus padres desde la capital sin su vida resuelta; también están sus nietos e incluso su amante egipcio. Baruch dixit: “Es una casa multigeneracional […] observamos en sus residentes diferentes actitudes, diferentes visiones del mundo, una visión distinta de las cosas en general. Pero lo más importante es que, como si nos estuviéramos mirando en un espejo, nos estamos mirando a nosotros mismos. Somos nosotros los que estamos obligados a responder las preguntas difíciles que surgen en el curso de los eventos.”

El punto nodular de reflexión de la película es cómo se ve a sí misma Europa, cómo ha ido asimilando su historia y si en este proceso no hay un exceso de hipocresía. De nuevo tomo palabras de Baruch: “El viejo continente ha estado marcando el tono durante cientos de años, ha sido un punto de referencia […] Pero el miedo a lo desconocido, la falta de política sabia y la cooperación entre estados hace que el continente sea ‘sofocante’ y muy incierto”.

En el relato hay un símbolo que pone final a la obra que es una jaula en mitad del pueblo. Y hete aquí que gran poeta Ezra Pound escribió sus famosos «Cantos pisanos» encerrado en una jaula como un animal en un complejo carcelario próximo a Pisa. El estadounidense, como es sabido, había apoyado a Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial, siendo capturado en 1945 por partisanos italianos y castigado por ello. Fue entonces, mientras esperaba su deportación a EE.UU. en tan cruel situación de enjaulado, cuando escribió una de sus grandes obras. La jaula sale a colación en las primeras escenas del filme durante una fiesta en la villa de Maria Linde. El asunto es que tras un polémico discurso de la gran poeta y Nobel de Literatura en el Ayuntamiento con motivo de un premio que han otorgado, el pueblo de Volterra, ciudadanos y autoridades, quedan alarmados por las epatantes palabras que aluden a la cobardía y la incapacidad para gestionar el fenómeno migratorio en la zona y otras lindezas más intelectuales pero igualmente fuertes de parte de la Linde. Además, la poeta es de origen polaco y tiene conexiones, como judía, con el Holocausto. También tiene a sus sesenta y cinco años y un matrimonio de años, un affaire con un egipcio. Finalmente, en la película, el artista que habló del asunto, instala realmente en la plaza central de Volterra la jaula que pretende recordar el episodio del entonces fascista Pound.

Esta cinta por momentos molesta cuenta con toda una veterana actriz del cine polaco, Krystyna Janda, que hace un trabajo sugestivo con total dominio del personaje. Declara de nuevo Borcuch: “Mi mayor desafío fue el de crear una gran poetisa ficticia, creíble de tal manera que pudiera decir a través de su vida y sus acciones algunas palabras sobre la Libertad. Afortunadamente, Krystina Janda, un icono, se unió a mí en este viaje”. Y según cuenta la Janda el papel le atrajo desde el principio: “Seguí este proyecto desde la idea inicial y me gustó desde el principio, era controvertido y difícil pero me gusta jugar con este tipo de cosas. Contemporáneo y con problemas actuales.

Buena la dirección de Jacek Borcuch, guión que deja puntos sin tejer y cuestiones en el aire, probablemente intencionadamente. Buena BSO de Daniel Bloom con excelente fotografía de Michal Dymek y un reparto donde sobresale muy por encima del resto Krystina Janda (premiada en el Festival de Sundance) a quien acompañan en excelente nivel Antonio Catania, Lorenzo de Moor, Robin Renucci, Vincent Riotta y Kasia Smutniak.

Aunque la protagonista intenta resistir la airada respuesta del pueblo, finalmente la trama se resuelve de manera singular con un sugerente final abierto cargado de interrogantes en el cual es cada espectador quien debe intentar posicionarse. Ese punto final es tan simbólico como inesperado y escandaloso.
Kikivall
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24 de junio de 2019
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estimado filmaffinitista, en este film podrás hallar cosas buenas como por ejemplo: buenas intenciones, alusiones a Pound, postales de la Toscana y de Volterra, jazz en la banda sonora y cámara al hombro. Y también podrás hallar cosas menos buenas, como la cámara al hombro y las buenas intenciones.

¿Qué predomina al final en la historia de esta escritora desabrida? Me temo algo que tampoco es muy bueno: la gratuidad de las acciones y reacciones de la protagonista que, sinceramente, me acaba resultando antipática (estuve a punto de aplaudir cuando en la escena final... pero no destriparé la película, tranquilos.)

La película, que se mueve en un terreno "europeo", intermedio entre el cine de consumo y el de gafapastas, es por ello apta para todos, pero creo que no satisfará plenamente a nadie. Tú verás...
golondrina europea
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15 de junio de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una producción polaca rodada en Italia dirigida por Jacek Borcuch (Aquello que amamos) con un personaje central de una mujer mayor ganadora de un nobel de literatura provocadora y rebelde, que vive acomodadamente en la Toscana y que aparentemente lo tiene todo, dinero, un buen marido, una nieta e hija maravillosas e incluso un amante egipcio más joven que ella que regenta un bar junto a la playa.

Es muy querida en el pueblo donde vive, pero después de un ataque terrorista en Roma, Maria hace unas declaraciones poco afortunadas diciendo que los crímenes son "unas obras maestras", palabras que le llevan a plantearse a todo el mundo las creencias de esta mujer judía polaca a cuyos padres asesinaron los nazis durante la segunda guerra mundial. Incluso su familia observa su comportamiento errático y disperso en el que se encuentra, mientras ella parece permanecer ajena a los chismorreos del pueblo y de los medios de comunicación.

Protagoniza una de las actrices más conocidas de Polonia (trabajó con Zulawski, Kieslowski y Wadja) Krystyna Janda quien ganó el premio a la Mejor Actriz en Cannes en 1990 y con esta película ganó también el de interpretación en Sundance. Janda nos ofrece un papel a su medida de una señora segura de sí misma e involucrada fuertemente con todo lo que está ocurriendo con la migración en Europa. Kasia Smutniak (vista recientemente en Silvio y los otros de Sorrentino) es su hija y un papel muy bueno es el del comisario de policía Vincent Riotta.

Jacek Borcuch y Szczepan Twardoch han coescrito un guión basándose en el miedo que provoca a los europeos una entrada masiva de inmigrantes, algo que también puede trasladarse a Estados Unidos y de una mujer que por defender unos ideales le da igual todo, incluso renunciar al premio Nobel que se le ha otorgado. Una película un tanto "informal" pero sumamente interesante.
Destino Arrakis.com
videorecord
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29 de junio de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maria Linde es una escritora polaca de origen judío que vive en la Toscana, en compañía de su familia. Espíritu libre y emancipado, mantiene una relación sentimental con un joven egipcio, propietario de un restaurante en la playa. Tras un atentado terrorista, una histeria racista sacude las calles. Aprovechando que recibe un premio local, Maria pronuncia un discurso en el que arremete contra la situación creada por el atentado, critica la faceta de Europa que conviene desterrar cuanto antes, y renuncia al premio. Su postura provocará que los acontecimientos se disparen. Como me siento profundamente ciudadano de Europa, cuna de la democracia y de las libertades civiles, de la cultura tal como la conocemos y en la que nos hemos criado, amenazada por los bárbaros de Estados Unidos, los criminales de la ex URSS y el imperio chino, me reconozco en el discurso de Maria. Como diría aquel, me duele Europa cuando vuelve la cara al otro lado para no ver los desastres que se acumulan fuera y dentro de sus fronteras. Esa actitud cobarde sólo consigue debilitarnos y exponernos a los ataques de quienes desean una Europa débil y dividida. Europa será mestiza o no será. Dicho esto, conviene aclarar que Un atardecer en la Toscana no sólo es una película de tesis, sino el retrato fascinante de una mujer que siempre ha sido libre y no renuncia a esa libertad ni en su plena madurez, lo cual desconcierta, irrita y predispone en su contra tanto a hombres como a mujeres (bueno, a ellas no tanto). Podría haber sido una película de postalitas, con esa Toscana tan bella donde transcurre la acción, pero el director desecha esa tentación y se centra en la historia de Maria. Por supuesto, la maravillosa interpretación de Krystyna Janda es fundamental para el logro de sus propósitos. Debutante en 1977 con El hombre de mármol, repitió con Wajda en tres ocasiones más y ha llevado una carrera digna y bien elegida, casi siempre en su país natal. Los actores de reparto cumplen a la perfección su cometido, arropan una historia que nos envuelve por momentos y nos da que pensar. Un aire fresco entre tanta atmósfera enrarecida. Para europeos de pro.
Eduardo
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