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El perro mongol

Drama. Documental Nansal, la hija mayor de una familia de nómadas mongoles, encuentra un cachorro mientras recoge leña para su madre en un campo cercano a la casa familiar. Desde el primer momento se encapricha del perrito, pero su padre tiene miedo de que les traiga mala suerte, ya que cree que puede haber convivido con lobos, y le pide que se deshaga de él. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
21 de septiembre de 2006
46 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no nos cuenta ninguna intrigante historia, de hecho el sencillo argumento lo podría escribir una niña de cuatro años ¿la propia Nansal?. Byambasuren Davaa nos vuelve a contar "la historia del camello que llora", pero ahora con perro que duerme cuando la niña protagonista quiere jugar con él. Pero es que realmente no es necesario más, no hace falta ningún asesino que surge del frío o ningún amante que establezca un complicado triángulo amoroso que devenga tragedia. Ese perro blanco con manchas negras al que dan tantas ganas de adoptar, esos tres niños tan revoltosos como encantadores, esa abuela de aspecto nonagenario sino centenario, esa manera de cortar el queso por parte de la madre, esa moto del padre marchando hacia la gran ciudad o esos increibles parajes de la estepa mongol son suficientes para tenerte una hora y media con una sonrisa tonta en la cara sin necesidad de inesperados giros argumentales.

Yo me quiero ir a vivir allí ¿y ustedes? (todos no vamos a caber, eh)
the figurehead
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6 de marzo de 2007
29 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas críticas dan a entender, con cierta cautela, que la película roza el aburrimiento por la escasez de su argumento. Vista desde nuestras mentes occidentales, hiperrevolucionadas, ansiosas de información, esperando que continuamente ocurran cosas, es posible que eso ocurra.
La idea de esta película es otra, se trata de sentarse en la hierba junto a ellos durante una hora y algo, y observar, en su ir y venir, lo cotidiano de una familia nómada, nada más, no es poco.
Aqualung
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15 de octubre de 2006
27 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine verdadero. Documento educativo. Uno se sienta en la butaca y deja que fluyan las imágenes. Aquí tan lejos , podemos conocer la vida diaria y costumbrista de una familia mongola. Sus quehaceres diarios y la vida rutinaria tan distinta a la occidental.
Yo creo que es un cine tan distinto y underground , que este tipo de cine esta por encima de cualquier crítica buena o mala que se pueda darle. Esta película se hace , se ve y se disfruta.
Gabriel Knight IV
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13 de marzo de 2007
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa película basada en la vida de una familia nómada de las grandes inmensidades mongolas, en concreto la familia de apellido Batchuluun. Los paisajes son inmesos, nítidos y bellos. El argumento se centra en la niña mayor de esta familia, Nansal, de apenas 7 u 8 años de edad que se encuentra un perrito al que llama "Zochor" (mancha) y le toma mucho aprecio.

Las escenas son muy nobles y sencillas: por ejemplo, la niña Nansal jugando a las "casitas" con las bostas o excrementos del ganado de bóvidos o yaks y luego saliendo en busca de más para las necesidades habituales de su familia, dado que estas bostas se utilizan secas como especie de carbón combustible para hacer fuego o mantenerlo. Otras escenas importantes de esta película son las que muestran la religiosidad de esta gente: por ejemplo cuando el niño pequeño está jugando con la figurita de Buda, y la hermana inmediatamente superior en edad le regaña diciéndole "con Dios no se juega"; o las preguntas de la niña primogénita a su madre sobre la reencarnación, creencia que tienen en esta cultura muy profundamente presente en su vivir diario, "Todos morimos pero nadie está muerto"; o cuando el esposo Urjindorj sale de viaje hacia la ciudad a vender pieles de su ganado y la esposa lo despide lanzando detrás suya cucharones de leche o algo similar al aire como señal religiosa cuyo sentido es pedir protección a Buda o al Todo para que vaya bien y regrese igual. En definitiva una película muy hermosa, exóticamente linda, que llena el alma del valor e importancia de la vida humana.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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1 de diciembre de 2006
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solo por el festín visual que el espectador puede darse con esta película ya merece la pena ir a verla. Entre la sobrecogedora belleza paisajística del país, con espléndidos decorados naturales, y la cuidada belleza plástica de la que se han esmerado en dotar a la película en todos sus aspectos: vestuario, decorados, ambientación, ... les ha salido una obra preciosa como pocas desde hace tiempo. Minimalista y exuberante, toda la película se podría ver como un enorme y colorido tapiz que nos muestra una porción de la vida de Mongolia, que aúna lo bucólico del paisaje con la explosión vital y colorista de la vida de los protagonistas.
Esa mayor preocupación por el acabado artístico y ornamental, la aleja de la expresión sencilla, natural y realista, sin artificios, del cine documental en general; carácter que si tenía La Historia del Camello Que Llora. En este aspecto, El Perro Mongol es más artificiosa, sin que ello le reste valor documental, pues pese a que el anterior trabajo se presentó como documental, y este no, la verdad es que no deja de serlo. Su pretensión, aparte de la artística, es volver a mostrarnos el modo de vida de las familias nómadas de Mongolia, esta vez en otra parte del país, con una historia diferente, pero a través de la cual se articula el mismo discurso y mensaje, presentando detalles de los que no se ocuparon en el anterior trabajo. No hay narración como en La Historia... pero hay la misma intención de mostrar la vida cotidiana y las costumbres de esas gentes. Esa pretensión guía la película. Su valor documental es mayor que el de la historia que narra.
Volvemos a encontrarnos con un sensible canto a la vida natural y sin artificio de los habitantes nómadas de Mongolia; a la comunión con su entorno; a la importancia de la familia; a una humanidad y humildad que persevera aquí mientras se degrada en entornos urbanos más “civilizados”; a la sencillez de una forma de vida que no necesita del consumismo y las naderías a que nos hemos acostumbrado en las sociedades “avanzadas” para llenar ciertos vacíos emocionales, morales, etc.
irian hallstatt
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