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La última locura

Comedia Homenaje satírico al cine mudo norteamericano, en el que grandes estrellas como Paul Newman o Burt Reynolds se autoparodian. Mel Brooks interpreta a un director que propone lo que él considera una idea fantástica: hacer una película muda. Está convencido de que su original idea evitará la desaparición de los estudios de cine para los que trabaja. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
9 de enero de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Homenaje al cine clásico mudo, del célebre humorista Mel Brooks, que dirige y protagoniza el filme.

Tras haber conocido la gloria y el exito, un director de cine, Mel Funn (Mel Brooks) ve cómo su carrera se viene abajo por culpa del alcohol. En un momento de reflexión, decide volver a dirigir un film.

Con mucha astucia consigue venderle el guion de una película a la productora de cine independiente, Películas Grandiosas. Se trata de hacer un film cómico, pero mudo, interpretado por las más cotizadas estrellas del momento.

La productora accede siempre y cuando ellos consigan tener actores de cine de primera fila, por lo que empiezan a reclutarlos de las maneras más inverosímiles.

Los actores que los productores del film reclutan están interpretados por grandes estrellas como Burt Reynolds, James Caan, Liza Minelli, Anne Bancroft, Marcel Marceau y Paul Newman.

La película tuvo un presupuesto $4,4 millones y generó por venta de taquillas la cantidad de $36,1 millones en EEUU solamente, más $21,2 millones por la venta de alquiler en los videoclubes, además recibió cuatro nominaciones a los “Golden Globes” por mejor película de comedia, mejor actor de comedia: Mel Brooks, mejor actor de reparto de comedia: Marty Feldman y mejor actriz de reparto de comedia: Bernadette Peters.
operez
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20 de noviembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Silent Movie” se trata de una comedia muy original, de lo mejor de Brooks, que había triunfado en parodias originales como son “Sillas de Montar Calientes” (Blazing Saddles, 1974) y “El Jovencito Frankenstein” (Young Frankenstein, 1974), donde flirteaba con el cine del oeste y el de terror respectivamente. En “Máxima Ansiedad” (High Anxiety, 1977) nos ofrecería una inusual referencia a Hitchcock o ésa encarnizada afluencia de “gags” fáciles contra el “merchandising” que representó “La Loca Historia de las Galaxias” (Spaceballs, 1987) o metiéndose con el horterismo precedido a la oleada de films de moda de los noventa parodiando al arquero de Sherwood en “Las Locas, Locas Aventuras de Robin Hood” (Robin Hood, Men in Tights, 1993) o de nuevo con el terror vampírico renovado de Francis Ford Coppola al reclutar Leslie Nielsen en “Drácula, un muerto muy contento y feliz” (Dracula, Dead and Loving It, 1995), a cuales más pobres y desgastadas con demasiado humor de sal gruesa y desprovistas de esa inteligencia .

Brooks sabía muy bien lo que hacía al saber moverse con la parodia tocando los géneros que tanto habían dejado generar clásicos indiscutibles del Séptimo Arte, desde la época dorada del Hollywood de la Universal Pictures o la incansable oleada de “westerns” manufacturados por maestros como Howard Hawks y John Ford, aunque después su carrera se resentiría con filmes más absurdos y aburridos. Pero en ese momento de inventiva y genialidad tan propia de su humor sátiro y apto para todos los públicos removió ideas hasta dar con el clavo; parodiar las películas mudas a modo de film mudo y que intentaba dar un toque de atención a la oleada de films comerciales tipo “Tiburón” (Jaws, 1975) que estremecían más por su surround y reclamo comercial con sabor a palomitas y coca-cola.

El director neoyorkino convocó a unos cuantos actores para que se interpretaran a sí mismos, algunos de los cuales estaban disfrutando de los mayores momentos de gloria de su carrera, en el caso de Liza Minnelli, Burt Reynolds, Anne Bancroft y James Caan. U otros más consolidados como Paul Newman. Mención especial al mimo Marcel Marceau escenificando, para mí, uno de los mejores gags de la historia del cine, tal y como lo entendemos. Su número de contra el viento es finalizado con un rotundo “no”, la única palabra que suena en la película aparte del amenizado soundtrack que anima a un Mel Funn (el propio Brooks) y sus colaboradores Marty Eggs (bajo la mirada penentrante de Marty Feldman) y Dom Bell (Dom De Luise) en su intento de ser innovadores en los tiempos modernos de la Industria y poder alcanzar el sueño de realizar un film mudo. Pero una absorbente corporación se los intentará impedir mandándoles una lasciva cabaretera (Bernardette Peters) para así arrebatarles sus intenciones y arruinarles la carrera. “Silent Movie” es, por encima de todo lo que pueda representar como comedia al uso, una mordaz súplica al regreso del cine clásico.
Natxo Borràs
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10 de julio de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevaba años sin ver esta película, de la que guardaba un recuerdo divertido, pero no mucho más, producto del desconocimiento infantil. Sin embargo, al volver ha verla, me encuentro con una película, madura, homenaje indudablemente hermoso y cariñoso al cine mudo y al slapstick, y cúlmen de la obra de Brooks, antes de entrar en la decadencia posterior de la que sólo saldría ya en algunas escenas de "La loca historia del mundo" y "Spaceballs", junto a dos remakes: "Qué asco de vida" y "Soy o no soy".
En "Silent Movie" (El título español es penoso), todo brilla. Y prueba de ello fue la colaboración "cuasi-desinteresada" de estrellas del calibre de Minnelli, Newman o Cann, por no hablar del mimo Marcel Marceau, protagonista del mejor y más genial gag del film.
"Silent Movie" es un canto de amor al cine, y de crítica, simultáneamente, al sistema de estudios que se desmoronaba en aquellos momentos (años 70) ante la compra de los mismos por corporaciones ajenas al show bussines.
"Silent Movie", hoy, permanece. Y eso es quizá lo mejor que se puede decir de ella. ¿Aguantará casi cuarenta años permaneciendo vigente el cine de Albert Serra, o el de otros gurús de la modernidad? Si atendemos a lo olvidada que está ya la obra de Serra, o al aburrimiento que provocan hoy ciertos "auteurs" considerados maestros en la época en la que se rodó "La última locura", podremos decir que el sentido común, cuatro décadas después, triunfó.
Fendetestas
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17 de mayo de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran obra de Mel Brooks que homenajea al cine mudo, tanto en lo bueno, como en lo malo.

Una película muda hecha hoy en día, con un estilo muy bien conseguido. La historia es interesante y hacen cameos actores muy conocidos. Los chistes muchas veces funcionan y son bastante divertidos. La historia está muy bien pensada y no deja de ser la historia de cómo pudo hacer esta peli.

Pero, también coge muchas cosas del cine mudo que no me convencen. Muchos chistes (como el de las armaduras) se alargan demasiado y resultan cansinos. Para llevar una película tan larga, usan demasiado los carteles, cada poco están interrumpiendo, cuando en cine mudo se usaban lo justo, cuando las imágenes no eran suficientes. El ritmo es malo. Muchas escenas, como la del baile, la meten sin ningún sentido, cuando no aporta nada a la historia y sólo interrumpe la narrativa. Está bien hecho, pues el cine mudo era así, metía payasadas sin sentido ni relación con la historia para hacer reir, pero hoy en día, interrumpen y alargan la historia de forma innecesaria. Y lo siento, pero no soporto a Feldman. No le aguanto,no pasa de ser un personaje raro que pone caras raras. Muy histriónico, muy molesto, no tiene sentido en la peli.

Eso sí, la música, chapó. Toda muy bien conseguida, bien elegida y ayuda muchísimo a la película. La peli ha logrado captar a la perfección el estilo del cine mudo, pero también ha cogido partes malas. Esto demuestra que el cine sonoro le dio un extra a las pelis, una narrativa, más fluidez, un tipo de humor basado en chistes (como hicieron los Marx). Capta a la perfección el estilo mudo, pero no es de las mejores, demasiados defectos que no muestra, por ejemplo, El Circo, de Chaplin.
petropicapiedra
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26 de octubre de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha dado un poquito de penita ver de nuevo Silent Movie (me niego a referirme a ella con alguno de los títulos espantosos que ha tenido en Hispanoamérica, mi tierra, por otra parte). Porque la recordaba mejor. Me parece una peli divertida de ver y un esfuerzo muy digno (y arriesgado) de Mel Brooks. A ver, me he reído, sí (que es lo que se pretende en este tipo de pelis) pero me daba rabia ver lo poco trabajados que estaban los gags en los que intervienen las súper estrellas que colaboran en este film. Y cuando digo trabajados no me refiero a la realización, ahí el esfuerzo de producción, ensayo, etc, es evidente. Sino al planteamiento del gag, a la idea básica del gag. Brooks montaba siempre sus gags muy bien, sin escatimar en gastos, extras, etc. (tiene gags en todas sus pelis con cientos de extras, algo que es caro y complicadísimo de hacer). Soy guionista de televisión y me he especializado en humor, de modo que veo muy claramente cuando la idea que subyace en el gag es potente o no. Sólo por poner un ejemplo de lo que digo, que todo el gag con Paul Newman (nada menos) se circunscriba a perseguirle con sillas de hospital eléctricas es una verdadera pena. Y es que pasa con todos los cameos. Invariablemente los gags con las súper estrellas son muy flojos, muy débiles (salvo el de Marcel Marceau) y por más producción, extras, músicos, bailarines, etc. que les haya metido, no terminan de funcionar.
De todas maneras la peli tiene cosas muy encomiables, desde la misma idea hasta la actuaciones. Mel Brooks actuaba muy pero muy bien. Dom DeLuise estupendo y graciosísimo como siempre. Las estrellas invitadas están muy bien también. Muy entregados "a la causa" de hacer comedia. La banda sonora excelente también. Apoya muy bien todo el andamiaje. Pese a todo, para mi, "Silent Movie", aunque más interesante que graciosas, está entre las buenas películas que hizo Mel Brooks, antes de su decadencia (La loca historia del mundo... Spaceballs... etc. eso sí fue de penita).
Ferquina
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