Amor a colores

Hay gente que está destinada a contar al resto del mundo una determinada historia. Este es el caso de Gary Ross. Él nació para compartir con todo aquel que estuviera dispuesto a escuchar, este cuento alegórico y sin igual llamado ‘Pleasantville’. A pesar de tratarse de su primer largometraje, el director californiano no se arruga y saca a relucir su evidente talento como narrador de historias para la gran pantalla. Ya desde las primeras escenas se intuye cierta frescura y desparpajo para presentarnos a los personajes y las circunstancias que les rodean.

El planteamiento (a pesar de que recuerde a alguna que otra tonta y típica comedia de la década de los ochenta) es obviamente el punto fuerte del filme. Además de su incuestionable originalidad, da pie a un sinfín de interesantes reflexiones. La primera de todas ellas -como no podía ser de otra forma- gira entorno a la televisión. Y es que no es casual el hecho que David y Jennifer sitúen su viaje iniciático dentro de la caja tonta. De nuevo el cine se fija en las reminiscencias de la Generación X para hablarnos indirectamente del drama de la destrucción del núcleo familiar, y de cómo consecuentemente los jóvenes adoptan a la televisión como su único guía para moverse por la jungla de la vida.

A partir de aquí, la película ofrece infinitas lecturas. Hay quien la verá como otra historia de amor, hay quien la verá como el ácido pero a la vez tierno retrato de una época y hay quien verá en ella una alabanza al inconformismo. Todas esas visiones son correctas pero sería conveniente tratar más a fondo la última. El pacífico pueblecito donde transcurre la acción es lo más cercano un paraíso terrenal: todo lo que le atañe es sencillamente perfecto. Por eso parece impensable que alguien pueda siquiera pensar en revelarse contra el sistema establecido. No obstante ahí es donde está la trampa, pues la sociedad crea un solo canon de perfección, lo cual implica que si todo el mundo es prefecto, todo el mundo es igual.

Quizá el argumento no es la mejor manera de promocionar esta desvalorada película. ¡Unos chicos que por arte de magia se meten en una serie antigua en blanco y negro! Menudo bodrio de comedia americana - pensará más de uno. Pues, señoras y señores, no se equivoquen ya que las apariencias engañan. Es cierto que la primera mitad de la película tiene ese aire de comedia convencional, pero pasada esta mitad de metraje nos encontramos con una historia más compleja, esta vez inclinada hacia el drama y la película romántica.
Cabe destacar la magnífica fotografía y los efectos especiales (utilización del blanco y negro vs el color), además de contar con un estupendo reparto encabezado por Tobey Maguire (Spider-man), por los más que estupendos Jeff Daniels (Aracnofobia) y William H. Macy (Parque Jurásico III) y por la magnífica Joan Allen y la aún inexperta Reese Witherspoon.
La banda sonora es también uno de los puntos fuerte de "Pleasantville", compuesta por Randy Newman, y el tema del final de la película "Across the universe" (interpretada por Fiona Apple) es una delicia.
Sinceramente, yo de vosotros / ustedes no dejaría escapar de ver esta gran película (siempre en términos comerciales, claro).

Es una película muy curiosa y sorprendente, pues parte de una idea típica del cine fantástico, como es el que dos personas reales se vean introducidas en una antigua serie de televisión, pero esto es simplemente una excusa; lo interesante es ver como lo que era un mundo feliz, falso e irreal, típico exponente del conservadurismo USA, se verá alterado por la llegada de los dos extraños, que van a dotar de humanidad a los personajes y a introducir un elemento tabú e inexistente en la serie: el sexo.

No quiero desvelar más de la trama, pero sí resaltar la original manera en la que se nos va a mostrar como evolucionan estos acartonados habitantes de Pleasantville hasta adquirir características de personas de carne y hueso.

Destaco además a una excelente Joan Allen y una secuencia en la que la hija venida del "más allá" le enseña a entretenerse ella sola.

Me ha parecido bastante floja. El contraste entre el blanco y negro y el color es una idea interesante pero la película no acaba de sacarle partido; en cuanto se descubre la metáfora sobre la que se basa, todo parece alargarse demasiado, repetirse y esquematizarse.

Aunque bienintencionada, no llega a conmover de verdad (salvo quizás algunos planos de Joan Allen). Tiene algunos puntos en común con "El show de Truman" (en Pleasantville todos son como Truman, encerrados en un mundo ideal de ficción repetitivo, sin sorpresas), cosa que no le favorece nada porque esta última está mucho más lograda.

Habría ganado muchos puntos si la metáfora se hubiese escondido un poco más; de hecho, una de las escenas con más fuerza tiene lugar cuando aparece el primer elemento de color, y la fuerza se debe precisamente a que todavía no se sabe por qué aparece ni qué significa exactamente.

Solo puedo reafirmar lo que se dice en las criticas precedentes, y señalar que aquí ya encontrabamos a un Reese Whitherspoon de grandes dotes.
Y una crítica sarcastica a esas series, no solo de los primeros años de la televisión, que nos pintan la vida color de rosa. Destacar la compleja fotografía y efectos especiales en los que se combinan el b/n y el color para poder hacer realidad una idea acompañada de un guión más que correctos. Una maravilla de película.