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Philomena

Drama Basada en hechos reales. Philomena Lee, una adolescente irlandesa que vivía en un internado de monjas, se quedó embarazada y se vio obligada a dar a su hijo en adopción. Cincuenta años después, decide contárselo a su hija y se pone en contacto con un periodista de la BBC para que le ayude a contar su historia y a encontrar a su hijo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
2 de marzo de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pareció excelente esta película,conmueve y a la vez obliga a reflexionar sobre aquellas cosas que creemos por imposición. Muy buena la actuación de Steve Coogan y mejor aún la de Judi Dench.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Leo29
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10 de agosto de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Philomena" es la prueba de que se puede hacer cine según la vieja escuela y salir absolutamente ileso de caer en la ñoñería pero sobre todo salir ileso del convencionalismo barato. Últimamente hay una especie de miedo y crítica para aquellos films que no son "originales", tienen miedo de repetirse. Frears va a lo seguro apoyado en un guión que cumple de principio a fin con la teoría más clasicista que tiene la literatura cinematográfica.

Es la historia de superación emocional o existencial de una señora muy particular, y acá me quiero centrar porque es la clave de porqué para mí esta es una gran película. Deja de ser el "típico" drama para transformarse en uno más absorbente, por dos cosas. Primero: las actuaciones tremendas de Dench, por supuesto; y de Coogan que se lo nota muy comprometido, es guionista y productor de la película. Y segundo por el personaje de Philomena Lee, construido de forma sensacional, no sólo por Dench, sino además por los guionistas. Más allá de que se base en una persona real, está muy bien definido. Es una señora que no pierde la inocencia con el pasar de los años y en contraposición gana capacidad de perdonar.

Me fascina la mezcla tan particular que hace el film. Es una buddy movie al tiempo que una road movie, pero desde lo formal no parece ninguna de las dos. No son polis colegas, son una señora "ignorante" y un periodista medio pedante, en una carretera invisible, no en camioneta sino en avión, de hotel en hotel. Pero se van a enseñar valores mutuamente. Lo mejor del film es que el drama real de Philomena, la crítica social -el no encontrar a su hijo, las monjas criminales, etc.-, queda en un segundo plano. Porque lo más importante es el amor de esta señora y su forma de ser, tan excepcional.

Volviendo al dilema del primer párrafo quiero aclarar que no es una peli de manual, no es que todo esté dado. Hay que saber hacer este tipo de cine "a lo clásico". No siempre lo innovador es mejor, por eso creo que, que esta película haga llorar -y mucho- no es malo. Sobre todo no es malo si lo logra desde la autenticidad, la cinta no engaña a nadie, no es una lágrima fácil. De hecho en éste aspecto me sorprende que el personaje de Coogan cuando tiene que dar la noticia más difícil a Philomena actúe de forma tan fría, yo esperaba que el personaje evolucionara más radicalmente, pero le agradezco la contención porque es en definitiva más realista que lo que estamos acostumbrados.
Ketty Analfer D
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25 de febrero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde su argumento, antes siquiera de mostrar su primer plano, Philomena consigue posicionar al espectador muy a favor de su personaje protagonista. Una mujer, hoy ya anciana, que tras morder la manzana y cometer pecado carnal será presa de una institución feroz, auto proclamada brazo ejecutor de un dios que castiga con la opresión y la extorsión laboral mientras eso si, bajo un régimen de visitas madre e hijo inhumano, alimenta y cría un bastardo hasta que mediante suma monetaria sea entregado a unos pudientes y norteamericanos padres de acogida, siendo este el final de su unión familiar.

Una historia de ángeles y demonios donde el tono bien podría haber sido el reprensivo, duro y ejecutor empleado en el primer párrafo. Sin embargo, esta historia real basada en el libro de mismo nombre obra de Martin Sixsmith y guionizada para cine por Steve Coogan y Jeff Pope, decide mitigar y casi olvidar el mal, enalteciendo y prevaleciendo el bien. Una narración blanca, con encanto y de “interés humano” donde reír, empatizar y, según el caso, llorar.

Así, cincuenta años desde ese nacimiento involuntario, junto a un periodista casi opuesto en personalidad, Philomena Lee da un paso en pos de su retoño y búsqueda. Y es siempre junto a ellos con quien avanza la cinta durante toda su extensión. Padece de afán por involucrar al espectador en favor de, y con ello roza en ocasiones la barrera de lo melodramáticamente aceptable, evitando la repulsión en base a dos magníficas interpretaciones y un humor muy acertado.

Mantiene el equilibrio Stephen Frears entre el drama, humor, encanto e indignación. Una dirección sencilla pero eficaz, funcionando a la perfección como una especie de “road movie” y activando y desactivando el mecanismo más sensiblero cuando requiere, aún con ese sobre exceso comentado. Su gran bastión reside en la alternancia de dos personajes opuestos intercambiando diálogos con una gran naturalidad, frescura, ingenio y gracia. Humor inteligente y entrañable que va desde lo banal a lo personal, el carácter cínico, hastiado y suspicaz de Martin Sixsmith casa a la perfección con la candidez, inocencia y gran personalidad de Philomena.

Judy Dench a sus 79 años maneja a la perfección los pasajes más lacrimógenos que en otro rostro e interpretación en lugar de verosimilitud, vitalidad y empatía, bien reflejarían producto, telefilme y sobreactuación. Le va a la zaga conformando así dos loables interpretaciones un Steve Coogan incrédulo, cercano e iracundo cuando toca, capaz de hacer evolucionar de forma paulatina y sin brusquedad un personaje que lo demanda.

Philomena es un filme que busca agradar y emblandecer mediante la sonrisa suave, siendo la trama además aún de actualidad para la memoria española, caso Sor Maria. Una película gustosa de ver, sencilla, y que sin ser rompedora o excepcional gustará a un gran espectro de personas, siempre y cuando no sobrepase la barrera individual de lo melodramáticamente tolerable, ya que en tal caso, podrán sentirse agredidos y/o demasiado conducidos.

Firmado: http://detenteencine.blogspot.com.es
Ki___wi
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28 de febrero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes siquiera de ver el primer fotograma de una película, ya existen señales combinadas que te dicen, a grito pelado, que quizás deberías estar en otro sitio; que quizás todavía estás a tiempo de lanzar una bomba de humo y escaparte (de la sala de proyección, se entiende) por la primera salida de emergencia que encuentres. Primera: el calendario. El nuevo año apenas ha echado a andar, y todo el mundo está como loco haciendo predicciones, rellenando ''quinielas'' y confeccionando listas (siempre las listas...) de favoritos y descartables para los Premios de la Academia. Haces memoria y recuerdas que, efectivamente, la película que estás a punto de ver está entre las nueve finalistas en la categoría de Oscar a la Mejor Película. Vale. Segunda: se enciende el proyector y aparece en pantalla el logo de ''The Weinstein Company''. Ai... Tercera: inmediatamente después, se anuncia, orgullosamente, que lo que estamos a punto de ver está basado (basadísimo) en hechos reales.

Recopilemos. ''Oscars; Weintein; Hechos-reales''... y como el orden de los factores no altera el producto, ''Hechos-reales; Weinstein; Oscars'' Pues sí, lo que se oye de fondo son las trompetas del apocalipsis. Justamente en este momento es cuando te das cuenta de que no has traído las toneladas de pañuelos que seguramente va a exigir la ocasión... Y ya es demasiado tarde. Empieza 'Philomena' y una vez más has cometido la insensatez de sentarte justo en el centro de la quinta fila. Gente a la izquierda, a la derecha, delante y atrás... todo el mundo con el maldito kleenex en la mano y con los ojos ya humedecidos. No hay escapada ninja que valga. Con las historias de ''interés humano'', ya se sabe, esto último es imposible.

Pero por suerte, hay más aspectos que pueden ayudar a entender lo que realmente implica 'Philomena', o al menos, lo que puede llegar a esperarse de ella. El más obvio: se trata de la nueva película de Stephen Frears, quien a pesar de tener en la irregularidad uno de los rasgos más distintivos de su carrera, no menos cierto es el que, en la práctica totalidad de sus proyectos, ha reinado el mismo e insobornable compromiso de honestidad con la naturaleza de la historia tratada... Segundo: Steve Coogan, ese desconcertante (y quizás por ello tan raramente atractivo) artista todoterreno empeñado en destilar (y reírse-de) la esencia brit, cuyas intenciones vamos conociendo cada día un poco más, y que igualmente va despertando nuestro interés. Y ahora sí, el equipo está al completo. Bob & Harvey (pero sobre todo Harvey) Weinstein y Stephen Frears & Steve Coogan.

En otras palabras: Estados Unidos & Reino Unido (más Irlanda) para una historia que bascula entre ambos territorios... y al parecer, entre ambas maneras, igualmente definitorias, de amarrar un producto a priori premiable. Y es que 'Philomena' tiene todos los elementos (tanto en el corazón de su trama como en la manera en que éste ha sido envuelto) para atraer la atención de la Academia (dondequiera que ésta se encuentre)... y así ha sido. La cuestión, como ya sucediera antes de ver '12 años de esclavitud' (pero teniendo en cuenta que el contexto es totalmente diferente) está en medir la dignidad con la que el autor alcanza la(s) meta(s) pactada(s). Partiendo de este punto, la película gana -y mucho- al proponer un juego metafílmico (y metarealístico) formalmente tan perfecto que no habría que descartar que se tratara de una feliz y muy celebrable coincidencia. Steve Coogan, quien coescribe y coprotagoniza, encarna a Martin Sixsmith, periodista y miembro saliente del gabinete de Tony Blair. Él, al igual que el actor que le da vida, se da de bruces con una historia de grandísimo potencial (de cara a la explotación para el gran público, claro), pero también plagada de trampas en lo referente a caer en la -jugosa- tentación sensiblera.

Sixsmith (y Coogan, y Frears, y los Weinstein... y nosotros) está, ni falta hace decirlo, ante un melodrama como la copa de un pino (¿cómo si no puede definirse la historia de una entrañable ancianita que intenta seguir el rastro de su hijo, al que no ve desde que las monjas del convento donde pasó su adolescencia la obligaran a darlo en adopción?). La conexión con la audiencia parece estar más que garantizada... el peligro por caer en lo artificialmente lacrimógeno, también. Es ahí cuando el equipo detrás de las cámaras se descubre como un auténtico dream team, cuyos componentes se complementan los unos a los otros y, aún más importante, cubren las debilidades del compañero. 'Philomena', por supuesto, es una película con cierta gula (casi obligatoria) por la fibra sensible, pero llega a ella con mucha elegancia, dignidad y, por qué no, gracia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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13 de diciembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una de esas historias con nombres y apellidos reales. Me admira el valor que ha demostrado su principal protagonista, Philomena Lee, al presentar la verdad sin disfrazarla con identidades ficticias. También siento admiración hacia su capacidad para perdonar y mirar hacia el pasado sin resentimientos. Unos podrán pensar que es una pobre tonta con el cerebro lavado, pero yo no la veo así. La veo como alguien que prefiere quedarse con el lado bueno antes que malgastar la vida odiando. Es algo de lo que muchos tenemos bastante que aprender.
No es moco de pavo lo que le hicieron. Ya en otra película, del director Peter Mullan, titulada "Las hermanas de la Magdalena", se pone al descubierto la tragedia de miles de muchachas irlandesas condenadas por la censura social y religiosa. Es terrible cuando la religión cae en el fanatismo y la muchedumbre ciega reniega de su decencia moral para mantener a toda costa la decencia aparente. Un buen motivo de reflexión. Repudiar a tu propia hija o hermana porque es pecado fornicar y ser madre fuera del matrimonio, ser muy bella, ser muy fea, ser muy inteligente o ser muy torpe. Dejar de lado a ese ser al que has engendrado o parido, o con el que te has criado, y que tiene los mismos defectos y virtudes que tú, simplemente porque se sale del recto camino de un Dios cruel que parece detestar a todas sus criaturas por el hecho de no ser tan perfectas como Él. Sí señor, eso es decencia. Eso es moral. Que la gente expulse y castigue a sus propias hijas y hermanas. Si así es como uno se gana el cielo, es preferible ir al infierno. Total, no puede ser peor que el infierno que ya les tocó a esas infelices en vida.
Ya puestos a inventarse un dios, al menos que sea un dios bondadoso y comprensivo, como un buen padre que acepta a sus hijos como son. Está claro que la especie humana, casi siempre tan obcecada, es incapaz la mayoría de las veces de inventarse dioses buenos. Ni siquiera en su más delirante imaginación huye de sus peores defectos o trata de crear algo constructivo. Aunque me temo que en eso tienen mucho que ver también los que quieren perpetuar un poder terrenal desmesurado (olvidando la máxima que predican de "despréndete de tus ambiciones terrenales"), y lo hacen fomentando el miedo, la sumisión y la ignorancia. A fin de cuentas, la humanidad es así. Casi siempre se busca excusas divinas, xenófobas, económicas, científicas o de lo que se saque de la manga para cometer sus atrocidades.
En fin, ahí están los hechos. En aquellos años de oscurantismo hubo muchas adopciones turbias de niños irlandeses a los que arrancaron de sus madres y se llevaron a Estados Unidos.
Philomena Lee fue una de aquellas "hermanas de la Magdalena" caída en desgracia. Cincuenta años después, decide romper su silencio para buscar a su hijo perdido y contacta con Martin Sixmith, un periodista que no atraviesa por un buen momento laboral. Ambos emprenden la búsqueda en un viaje de autodescubrimiento que los marcará profundamente.
Más que el viaje en sí, que no es especialmente significativo a menos que uno no hubiera leído previamente sobre los acontecimientos (yo no los había leído y ha sido una odisea no arrebatadora pero sí interesante), lo que hace que esta película basada en la novela del periodista sea realmente especial, es la manera que tiene Philomena de afrontar la vida y el trato con los demás. Su interacción con Martin, entre la comedia y el drama, es muy simpática a la vez que conmovedora; como buena cristiana (cristiana de verdad, de las que no alardean ni juzgan mal, de las que no se dan golpes en el pecho), su espíritu sincero y optimista da una lección de humildad que Martin poco a poco irá encajando tras los choques iniciales. Choques entre personas de buena educación como lo son ellos dos, porque Philomena no habrá ido a "Oxbridge" (Oxford o Cambridge, qué más da), pero puede enseñar modales al más empingorotado licenciado. Y Martin sólo es un buen ciudadano escéptico propio de estos tiempos, un ateo o agnóstico como yo que nunca aprenderá a perdonar las afrentas pero puede admirar y respetar a quienes sí lo hacen. A quienes lo hacen no con servilismo lastimoso y sometido a unas creencias impuestas, sino con pleno sentido de su libertad y dignidad personal.
Hay que ser valiente para perdonar de corazón, no porque creas que guardar rencor es pecado.
Y así es la Philomena Lee que me han enseñado aquí. La que comprende y no odia.
La que se conforma con la pequeña esperanza de que él en el fondo supiera que ella lo amaba.
Vivoleyendo
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