Tiburón

La película se desarrolla en un pequeño pueblo turístico de la costa de Nueva Inglaterra, al este de los Estados Unidos. La apacible vida de la localidad se ve alterada cuando un gran tiburón blanco ataca a varios indefensos bañistas.

Steven Spielberg por aquellos entonces era un principiante, un “don nadie” de veintisiete años que únicamente tenía un estreno cinematográfico a sus espaldas (“El diablo sobre ruedas” que aquí he comentado). Pues bien, este don nadie dio el campanazo con esta película, paradigma del terror, con unos ingredientes sencillos pero inquietantes. Mi análisis de este éxito radica en la idea de que el monstruo, más que externo, es el que habita en nuestro interior. Tiburón es el “tiburón” que todos llevamos dentro en forma de culpa, de ansiedad infantil, de pánico irresuelto, etc.

Es muy importante el guión de Peter Benchley (autor de la historia) y sobre todo de Carl Gottlieb, adaptación de la novela homónima de Bentchley (“Jaws”) publicada en 1974. El libreto, de manera lineal y sucinta plantea una sencilla pero inquietante historia. Gottlieb le confirió una enorme viveza a los personajes y también tuvo el buen instinto de insertar algunos toques cómicos en los diálogos, incluso en mitad de momentos de tremenda tensión.

Magnífica, intensa e inquietante banda sonora de John Williams, un hito en la música del cine, unos compases musicales que provocan angustia e incluso pánico. La música de 'Tiburón' es tan simple, insistente y cautivadora, que parece imparable, como el ataque del esqualo.

El reparto fue fruto de una selección de Spielberg que se quedó finalmente con unos actores de lujo. Roy Scheider está estupendo como jefe de policía. El inestable Robert Shaw está inmenso como el viejo lobo de mar y cazador de tiburones. Richard Dreyfuss hace una gran interpretación trufada con toques de comicidad. Lorraine Gary muy bien como personaje femenino. Murray Hamilton, como alcalde que pretende ocultar el problema.

Tensión, angustia, impotencia, agobio, puro terror. La frase promocional de Tiburón -ideada también por Spielberg- era: “Vayan a verla antes de ir a nadar”. A toda una generación se les quitaron las ganas de nadar en mar abierto.

Tiburón no es una de las grandes obras maestras del cine de suspense y uno de los gérmenes del blockbuster veraniego porque sí; es sin duda una obra que parece cuidada hasta el más mínimo detalle en todos sus aspectos plásticos y literarios.

Es bien sabido a día de hoy que es más fruto del infortunio y la casualidad, pero lo cierto es que si no hubiese habido destrás de este proyecto una serie de personas realmente apasionadas y que estaban dispuestas a dejarse la piel por sacarlo adelante (y que si no se lo pregunten a la cordura del señor Spielberg), Tiburón habría sido un producto muy diferente que puede que incluso no hubiese calado en el imaginario cultural mundial tanto como lo hizo.

Una obra maestra que aun sigue siendo perfecta.

La película en la que Spielberg y el equipo peor lo pasaron en su rodaje es, tal vez, su obra maestra aún a día de hoy. Un thriller terrorífico épico y espectacular, íntimo y comercial. Uno que apuesta más por una historia coordinada por sus personajes principales, lo que dicen y sus acciones, antes que por la carnicería de un gran tiburón al que no se le ve hasta bien entrada la segunda mitad de película. Un thriller de suspense que hace un trabajo increíble sugiriendo y no mostrando de forma descarada. Manteniendo al espectador al borde del asiento y casi del grito en multitud de ocasiones. Mención aparte la banda sonora de John Williams, puro cine hecho arte y música. Obra maestra imprescindible.

Steven Spielberg tenía 27 años cuando decidió dirigir ‘Tiburón’, sin saber que iba a ser un punto y aparte en su carrera cinematográfica. El ahora “Rey Midas” ya había dirigido para el cine ‘Loca Evasión’ (además del interesante telefilm ‘El diablo sobre ruedas’) y basándose en la novela homónima del escritor Peter Benchley creo el prototipo perfecto de película veraniega. Tensión, efectos especiales y una historia que te engancha de principio a fin. Desde entonces, siempre que vamos a bañarnos al mar, nos lo pensamos dos veces antes de entrar en el agua.

Así nació un clásico del cine veraniego por autonomasia y Steven Spielberg se dio a conocer a todos y cada uno de los espectadores que se aterraron en las salas de cine tras ver los ataques a las costas de la isla Amity. Spielberg, con casi tantos amigos como enemigos de su cine, supo combinar perfectamente el poder de las imágenes con el libreto que adaptaba jugando con acierto al juego de sugerir en vez de enseñar.

Como en la historia de ‘Moby Dick’, tendremos que luchar contra nuestros miedos internos para poder sobrevivir. Tras la primera escena de muerte, cada vez que alguien aparezca bañándose, en una colchoneta, o tan si quiera chapoteando, Spielberg sumerge la cámara para recordarnos que el peligro es real y que cualquiera puede ser una víctima. Sabe desde el minuto uno como mantener la tensión del espectador a flor de piel.

El jefe Brody (interpretado por Roy Scheider en su papel estelar) tendrá que luchar contra si mismo y contra toda la comunidad si quiere salvar la vida de todas esas personas ya que su propio hijo puede ser una víctima. Para ello contará con la ayuda del oceanógrafo Hooper (Richard Dreyfuss muy simpático y amigable) y el cazatiburones Quint (Robert Shaw en un personaje a su medida) para detener al escualo.

Es una historia genial (sencilla y directa), de suspense bajo el agua, con magistrales secuencias para el recuerdo como el momento en el que se presenta Quint o su propia muerte (una de las escenas más terribles que recuerdo de cuando era pequeño).

Ganadora de tres premios Oscar (Montaje, Música y Sonido) y nominada a mejor película, ‘Tiburón’ es un acierto en todos los sentidos haciendo de la banda sonora de John Williams una melodía aterradora. Tuvo cuatro secuelas (que empeoraron entrega tras entrega) y dio origen a más de un film inspirado en el escualo, pero que no os engañen. Esta es la buena.

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Aquí Spielberg quiso acojonar al personal. Me imagino que en aquellos 70, después de ver esta peli, la gente entraba (si entraba) en el mar con el culo apretado (más aún) y que en aquellos valientes que se metían tan adentro que llegaban a no hacer pie se les cruzaba en todo momento por la mente la idea de "y si...".

Aún hoy, unas cuantas décadas después y habiendo visto ya de todo en la pantalla, alguien ve Tiburón por primera vez y al día siguiente en la playa... cuidadín. ¿Y por qué? porque la película está perfectamente hecha para eso.

En sí, Tiburón, es un peliculón dividido en 2.

Primera parte: Terror puro y duro en la playa.
Segunda parte: Aventura marítima estilo Moby Dick.

Entre las dos quizás impacte más la primera parte...pero por encima de todo, y viéndola en su conjunto, lo que dejó aquí el joven Spielberg fue (además de un miedo eterno por los tiburones) el inicio de los blockbuster, de los taquillazos del verano... y una película para la historia.