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Sólo el fin del mundo

Drama Tras doce años de ausencia, un joven escritor regresa a su pueblo natal para anunciar a su familia que pronto morirá. Vive entonces un reencuentro con su entorno familiar, una reunión en la que las muestras de cariño son sempiternas discusiones y la manifestación de rencores y reproches. Adaptación de una obra teatral de Jean-Luc Lagarce. (FILMAFFINITY)
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2016
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de admitir que Dolan no es santo de mi devoción. Por esa misma razón, viendo que los mismos críticos que alababan sus excesos se han ensañado esta vez con el joven director, la curiosidad hizo que esperase este estreno con muchas ganas. Quería saber si su nueva película se trataba de una obra incomprendida o de un descalabro absoluto. Lo cierto es que ni lo uno, ni lo otro: su ejecución es bastante mejorable como para decir que es una obra injustamente denostada y la técnica es lo suficientemete refinada para no poder considerarla tampoco un desastre. Juste la fin du monde tiene buenas cualidades, imperfecciones con encanto y elementos que conmigo no funcionan en absoluto. La considero, simplemente, fallida. Y no es el fin del mundo.

Para empezar, los actores. Es difícil conseguir que un elenco con cinco estrellas internacionales del cine francés desafine, sin excepción. Todos parecen estar sobreactuados, y no por ineficacia del reparto, sino porque el tono que el director quiere conferir a la película no se corresponde con esos arrebatos tan pasionales, ni con tanta carga emocional, que la hay a raudales, ni con el ritmo tan irregular.

Desde la primera escena Seydoux está inquieta, Ulliel tristón, Cassell enfadado, Cotillard temerosa y Baye en su mundo. Y así se mantienen hasta la última escena. No ha habido posibilidad ninguna de desarrollar los personajes porque desde el comienzo cada uno de ellos ya se había perfilado de una forma demasiado estricta, sin salirse ningún momento de su espectro. No se nos dejan descubrir ni sus luces ni sus sombras dado que todas han sido servidas de golpe en los primeros diez minutos.

Ocurre, por tanto, que en uno de los momentos clave, los dos varones discuten en un coche y la escena pierde su fuerza porque transcurre demasiado rápido y sin ningún cambio de tono. Apunte frustrante si tenemos en cuenta que gran parte de la película son primeros planos de los actores entrando lentamente en habitaciones o en silencio. Es decir, que Dolan sobrecarga las escenas que no debe y aligera momentos importantes, dándonos la impresión que ha abordado el texto original de una manera superficial, más centrado en los visuales que en el propio drama y sin saber transmitir al público la fuerza del texto y aún más importante, sin la sutileza que aquello que no se menciona nos provoque un malestar.

Tampoco ayuda que los recuerdos del protagonistas sean videoclips, preciosos, eso sí, aunque aparecen de forma demasiado abrupta como para poder seguir el hilo del relato principal u homogeneizar el ya de por sí caótico ritmo. Y hablando de los videoclips, la selección musical, como viene siendo costumbre en su filmografía, vuelve a estar muy mal integrada en la película. Durante el mismo diálogo suenan seguidas y sin cortes tres canciones sin ningún nexo común - I miss you de Blink182, Are you with me de Lost frequencies y Genesis de Grimes - dando la impresión que alguien ha olvidado apagar el hilo musical de la sala de cine, dado que aquí esas canciones no acompañan, sino que más bien estorban para poder seguir la conversación.

Soltada toda esta retahíla de bilis, lo que salva un mínimo la decencia del conjunto es el final. Es innegable que Dolan tiene talento y cuando pensamos que la película va directa al abismo, él mismo salva el descarrillamiento de una catástrofe mayor: las actuaciones de pronto parecen más realistas, los juegos visuales se integran mejor y las miradas entre Cotillard y Ulliel enternecen. Pero en el momento en el que se cierra el telón, ya es demasiado tarde para poder aplaudir.
harryhausenn
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29 de abril de 2017
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me hizo recordar durante muchos momentos la película de Polanski con Jodie Foster, recordarla con nostalgia. Porque en esta "Sólo el fin del mundo" los personajes son odiosos casi todo el tiempo y especiamente el protagonista de la misma.
No dura demasiado pero se hace larga; además, hay un hecho fundamental que esperas desde el primer momento y Dolan lo va demorando demorando y demorando hasta que piensas "que les den a toda esta familia de inútiles".
Definitivamente no la recomiendo a pesar de que el reparto hacía que esperase algo bueno.
Nota: 3,75.
Feldon
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11 de enero de 2017
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Xavier Dolan, nacido el 20 de marzo de 1989 en Canadá, había llevado una carrera ascendente, con cinco largometrajes como director, además de realizar varios videoclips, como por ejemplo el “Hello” de Adele, uno de los más visitados en Youtube. Además, a lo largo de su corta vida, también se ha encargado de escribir, producir, del diseño de decorados, vestuario, montaje, sonido, ha trabajado también como actor y ha compuesto música entre otras habilidades, (la música en sus películas tienen una gran importancia). A pesar de su juventud se trata de un caso excepcional tanto en versatilidad como en logros obtenidos.

“Solo el fin del mundo” es su sexto largometraje y acaba de rodar su primer largometraje hablado en inglés para el cine norteamericano, aunque bajo bandera canadiense, “The Death and Life of John F. Donovan” contando con un reparto deslumbrante. Demasiada genialidad. Demasiado talento para su edad. Quizás por ello, entre otras razones, los críticos le han dispensado una fría acogida, y que a pesar de que “Solo el fin del mundo” se llevara en el Festival de cine de Cannes el Gran Premio del Jurado, no han dudado en la mayoría de los casos, en darle un duro varapalo, sobre todo en nuestro país.

Y puede que “Solo el fin del mundo”, en mi opinión, se trate de su película menos lograda, pero no por ello la dejaría de aconsejar. Es más, me sorprende que se estrene un “frikerío” abiertamente comercialoide que excusan y sea del gusto de muchos críticos y que casos como el presente, sea motivo de ensañamiento y rechazo de muchos supuestos entendidos, a todas luces, de lo más injusto, aparte de demostrar estos críticos de cuarta el pésimo gusto que tienen y su escasa formación cinematográfica, dicho sea de paso.

Por desgracia a Dolan la película se le ha ido de las manos, cosa que anteriormente no le había ocurrido, quizás por ceñirse demasiado a una adaptación de una obra teatral y no poder moldearla a su antojo, por lo que carece de la fuerza de anteriores obras. Es donde más se resiente la película, con unos personajes que dejan de tener progresión y cuando el estallido dramático se produce, parece que ocurre a destiempo, cuando ya no queda otra alternativa narrativa, sin afectar demasiado al espectador y con una resolución estéticamente bonita, pero demasiado fácil. Pero aún así, la película posee más virtudes que defectos.

Hay un buen reparto que está bien dirigido. Aunque hemos echado en falta a sus magníficas actrices fetiche, la labor coral es muy interesante: Léa Seydoux impone su buen hacer frente a uno de los personajes más desagradecidos. Nathalie Baye, aunque a veces se sienta segura y dé la sensación de estar por encima de las circunstancias, no se pasa más de la cuenta. Sus compañeros como Cassel se esfuerzan, aunque le saque ventaja el atractivo Gaspard Ulliel como Louis, su protagonista, y sobre todo Marion Cotillard como Catherine, el elemento externo de la familia, con un tartamudeo que podía haberse cargado el personaje, pero que gracias a su profesionalidad y al estar bien protegida por Dolan (además de haberla visto en V.O) sale beneficiada.

Como es habitual en el cine hoy día, y más en los films de Dolan, nada que objetar en su aspecto técnico, todo muy cuidado y con sentido. Incluso se debe reconocer la buena utilización de los temas elegidos, aunque algunos sean peligrosamente “machacones”, compaginados siempre por una hermosa banda sonora original del gran Yared. Su montaje, del que el propio director se encarga, su fotografía, su sonido y sus silencios… detrás de todo ello se nota que hay un “autor” con la suficiente personalidad para afrontar con dignidad lo que plantea, aunque, como hemos dicho, en esta ocasión tenga sus “peros”. Y a pesar de todos los pesares, la cruda realidad e ignorando una vez más a los comentaristas más aburridos, es que ya quisieran muchos otros compañeros tener su destreza. Posiblemente si la hubiera filmado otro director, hubiera sido tratada con más benevolencia. Y es que la envidia es muy mala, por eso en nuestro querido país tenemos un “master” en la materia, lo cual no quita que Dolan en un futuro se pueda confundir, es un detalle humano por más genial que se sea, pero no ha sido en esta ocasión, por mucho que haya un vulgar sector que así quiera pintarlo como desastroso.
Maggie Smee
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8 de febrero de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Sólo el fin del mundo' es el retrato, incómodo y porfiado, de una sistémica familiar viciada, enferma de 'alta emoción expresada'. Omite las causas que han configurado el clima neurótico; además, tajantemente. Louis se marchó, por motivos de los cuales no quiere acordarse. Sólo se nos explicita el motivo de su regreso; anunciar su próxima muerte, aunque desconocemos y desconoceremos su enfermedad.

...

Dolan utiliza planos esquivos, que enfatizan la distancia de personajes que ocupan un mismo habitáculo.

Primeros planos para las intervenciones individuales. Hasta que no entras en la dinámica de la película, se hace algo caótico.

Los planos de conjunto, los menos, disponen a los personajes situados de manera oblicua, de espaldas o, directamente, ocultos tras algún objeto.

Este método de filmación se rompe al final, cuando estalla la ira, con la puerta del adiós abierta, refulgiendo una luz cegadora que parece iluminar a toda la familia en una miseria que, hasta entonces, era evidente, pero se procuraba disimular. Aún así, Dolan sigue sin explicar, no es el Salvador Minuchin de esta aglutinada y difusa familia. La histeria deriva de los esquemas de interacción, más que del hecho traumático. Todo, en su película, va a derivar de lo que vemos y lo que suponemos.

"Todos ustedes me creen loco por lo que hice, ¡pero eso no es así!"

El histrionismo es marca de la casa. En esta ocasión, por invasivo y contumaz, en ocasiones pasa a lo declamatorio sin rozar lo emocional; lo que conlleva a cierta reiteración, cierta pesadez.

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Dolan, jugueteando con este formato que imita cierta teatralidad clásica modernizada, inserta algunas escenas de su preciosismo tan chic; a mí, personalmente, me gustan, me parecen pasajes creados con intuición dramática, se sobreponen a la intermitente vacuidad de videoclip que asoma por su obra. Tiene olfato y audacia, además, para la música.

...

El final es especialmente emotivo y lo que, para mí, eleva el conjunto.

El contraste entre la capacidad de vuelo libre del ave y el espacio cerrado que constriñe ("Amor", Haneke). La presencia de un umbral terminal, entre la caída a las profundidades del pozo y la claudicación liberadora ("La vida de bohemia", Kaurismäki; "Él", Buñuel; acaso "Al azar de Baltasar"). Y una última mirada, piadosa y comprensiva, a un reflejo lejano de la espalda de nuestra madre, afanada de nuevo en su familia, nosotros al otro lado del espejo; dicha mirada, casi como el del sacerdote absolviendo al pecador, parece despedirse de su familia, que nunca cambiará, con un ¡qué más da, todo es gracia!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nuño
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3 de enero de 2017
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento de Solo el fin del mundo se desarrolla en una sola tarde, cuando el dramaturgo Louis (Gaspard Ulliel) regresa a su pueblo natal para visitar a su familia tras una larga ausencia de doce años con la intención de anunciar su inminente muerte. A medida que su madre, hermanos y cuñada se afanan por conseguir comunicarse con él para expresar su dolor y le recriminan todo el tiempo que ha pasado lejos de ellos, aflora en el ambiente un resentimiento que va in crescendo alimentado por la duda y la soledad. A Louis se le presenta, el fantasma de los resentimientos persistentes que fueron la causa de estar lejos de su familia durante tanto tiempo, y el reencuentro con su pasado a través de los recuerdos.

La familia está formada por su hermano mayor, Antoine (Vincent Cassel), un macho alfa violento, con complejo de inferioridad por el éxito de su hermano menor escritor, que lo lleva a reaccionar de forma destructiva, y su esposa Catherine (Marion Cotillard), una mujer afligida y atemorizada por Antoine y que parece ser la única persona que entiende lo que Louis quiere transmitir con sus acciones. Su madre (Nathalie Baye) con un carácter histriónico y desequilibrado, vestida siempre con un hortera traje y llena de maquillaje, y por último, su hermana pequeña, Suzanne (Léa Seydoux) llena de recuerdos cariñosos a través de las historias contadas por la familia, y con un profundo vacío interior por el abandono de su hermano. Louis interactúa con cada uno de ellos la mayor parte del tiempo en silencio, escuchando, sin apenas hablar, esperando el momento de dar la noticia, angustiado por saber como reaccionarán.

El principal mérito de Xavier Dolan con Solo el fin del mundo ha sido realizar una adaptación cinematográfica lo más fiel posible a la obra de teatro homónima de Jean-Luc Lagarce, sin modificar ni eliminar nada de su estilo, respetando el singular lenguaje del dramaturgo repleto de reiteraciones, redundancias, indecisiones con el tiempo verbal elegido y yuxtaposición de tiempos gramaticales. Un lenguaje utilizado por unos personajes temerosos e inseguros cuyos rostros y expresiones faciales observamos continuamente de forma clara y nítida, debido a la magnífica decisión de Dolan y su habitual director de fotografía, André Turpin, para realizar esta adaptación casi exclusivamente a partir de primeros planos y con una excelente iluminación. Este acercamiento de la cámara nos permite ver el estado físico de las caras, el sudor de la frente, sentir el ritmo de la respiración generado por la tensión latente dentro de la casa, captar la intensidad de las miradas, escuchar los silencios a través de cada gesto,…..A destacar el gran trabajo interpretativo de todos los actores y en especial de la maravillosa y angelical Marion Cotillard.

No estamos ante la primera película de Dolan basada en una adaptación teatral, en 2013 realizó Tom á la ferme a partir de una obra del canadiense Michel Marc Bouchard. En cambio, aunque Solo el fin del mundo fue filmada por completo en Canadá, si estamos ante su primer título rodado solo con actores franceses ya que las anteriores fueron protagonizadas por canadienses. También es interesante destacar el momento dulce en su carrera profesional por el que atraviesa la fabulosa actriz Marion Cotillard al protagonizar dos películas que competían por la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2016. La otra fue Mal de pierres de Nicole Garcia.

Aunque el tema de la enfermedad es una constante en la obra de Lagarce, fue a partir de 1988 (dos años antes de escribir la obra) al ser diagnosticado seropositivo cuando persevera de forma insistente en esta temática y se interesa por el regreso a casa del hijo pródigo que debe explicar y ser perdonado antes de morir. Es obvio que Solo el fin del mundo contiene aspectos biográficos del escritor aunque en la película no llegamos a saber cúal es la enfermedad de Louis, en parte porque trasladar la enfermedad del sida a la actualidad no tiene la misma transcendencia de cuando se concibió la obra y, por otro lado, en el fondo no es importante saberlo, lo verdaderamente interesante es conocer cúales son los sentimientos y emociones enquistados en el interior de cada miembro de la familia y la forma que tiene cada uno de ellos de exteriorizarlos.

Todas mis críticas en:
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Twitter: https://twitter.com/Fianchettoedu
Eduargil
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